Ya de camino a Rivendel y con una comida segura, Bungo no podía dejar de sonreír ni de callar, sólo podía pensar en lo que les esperaba, comida a montones, montañas y montañas de carne y de cerveza. Se le hacía la boca agua de pensar en ello.
El camino por el que viajasteis era escoltado por grandes árboles que formaban una bóveda sobre vuestras cabezas.
Los elfos parloteaban y comentaban cosas sobre vosotros, mencionando alguna que otra vez a Elrond, el Semielfo, señor de Rivendel.
Los sonidos del bosque eran agradables y os acompañaban en vuestro viaje, los pájaros trinaban y cantaban, formando una preciosa y suave melodía, poco a poco fue aumentando el ruido de una catarata que acallaba los cantos de los pájaros.
Los elfos os avisaban, estabais llegando al Valle de Imladris.
Última ronda para hacer acciones antes de llegar.
Mientras caminábamos, pregunté a uno de nuestros escoltas:
- ¿A ocurrido alguna nueva?. ¿Tenéis noticias de Aragorn y Gandalf?.
Esperaba que supieran algo y que se tratasen buenas noticias. Las noticias que teníamos, aunque no concluyentes, no servían para tranquilizar los rumores que escuchábamos desde hacía un tiempo...
Se mostró serio durante la bienvenida, así como durante la partida hacia el destino encomendado. La escasa confianza de los elfos en su compañía tras haberlos reconocidos como seres ajenos a los orcos le molestó en gran medida, pero mantuvo las formas tal y como le había pedido la señora Yuna con su mirada.
Tras ser presentado por Yuna, agachó la cabeza a modo de saludo, aunque no dudó en haber sido reconocido de inmediato. Se sintió incómodo con respecto la compañía se adentraba en tierras elfas, con el corazón levemente encogido sobre la actitud que aquella raza despertaría en su presencia.
Sin embargo, Dhalfryn nunca había puesto sus cerradas ideas en práctica más que en su pequeño grupo; y las palabras de Baladriel le despertaron una leve sonrisa bajo la barba que trató de disimular al instante a la par que respondía con seriedad:
— Gracias, señorita Baladriel. — dijo con una voz seca, debido al silencio que había mantenido a lo largo de la travesía, tras lo que tragó saliva. — Pero no se preocupe, los enanos somos fuertes y duros, y no nos amedrentamos por nada. — Tras denotar lo hosquedad de sus palabras, trató de disimularlo con una broma para corresponder su grata actitud. — Solo hay algo más temible que un enano portando un hacha, y es un enano portando un hacha cuesta abajo.
Al escuchar el nombre de Mithrandir, Nasred abría la boca con curiosidad. El Peregrino Gris. Decía mirando a Bungo. Nunca lo había visto ni siquiera conocido a alguien que hubiera estado con él. Pero si que por Bree se contaban multiples historias que le dejaban boquiabierto. Vamos a conocer al Peregrino Gris. Repetía.
Solo la palabra de los orcos le cambió sus pensamientos. ¿Y lobos Yuna? ¿Sabe si hay lobos o huargos por la zona? Le dice preocupado. Es que a Bungo le dan miedo. Susurra al comprobar que todos han escuchado sus preguntas
Yuna escuchó las palabras de Narsed como no podía ser de otro modo. Escuchaba todo lo que se decía e intentaba tranquilizar al grupo. Con un gesto de aprobación agradeció al enano la mesura de su comportamiento y luego respondió a Narsed.
No tememos a los lobos ni a los huargos aquí, en los terrenos de la casa de Rivendel. Elrond, el señor de la casa, es un elfo de honor y protege a quien se acerca de modo bienintencionado.
Estoy segura de que ni Bungo ni tú tendríais miedo de esas criaturas y si llegase el momento de enfrentarlas haríais lo correcto.
Hablemos de cosas menos oscuras. No me cabe duda de que antes de lo que imaginamos tendremos nuestras tripas bien repletas de la comida de Rivendel.
Editado para ajustar algunas expresiones.
Voy caminando en silencio pensando en mis cosas. Por fin el viaje pasa por una parte tranquila, desde luego no había sido fácil llegar hasta aquí. Desde la salida era la primera vez que podía permitirme no estar en alerta constante, y era de agradecer...
El mal tiene ojos en todas partes, y oídos. Las buenas nuevas os las darán en Imladris, si las hay... comentó el lider del grupo elfo.
Tranquilo mediano, no hay ningún lobo o huargo que os pueda atacar mientras yo esté aquí dijo uno de los elfos que sobresalía por su altura.
Al poco de estar cortas frases e intercambio de opiniones el ruido de la catarata se hace ensordecedor.
Y ante vuestros ojos, ahí está, Rivendel.