Partida Rol por web

- Lo que puedo decirte es que hay muchas lagunas y cosas que no tienen sentido en mis recuerdos anteriores a mis comienzos con los Confederados. - digo a Jon. Así que por lo menos por mi parte tiene el beneplácito de la duda. - añado poniéndome delante suya entre él y Melanie.

- Ahora, relájate.

- Yo no te he hecho nada, Littlefield. - Melanie se quedó muy quieta, habló en voz baja y terriblemente comedida. - Lo siento, soldadito.  - Ante la agresividad de Littlefield, la chica levantó las manos con las palmas abiertas en dirección al marine. - Muy bien, ahora voy a apartarme. Tú relajate, como dice M´Butu.

Se levantó con agónica lentitud y retrocedió poco a poco hasta la mesa cantina. Tenía la mirada fija en Jon y no pestañeaba.

- Podrías hacerte esa misma pregunta sobre la Confederación. Desde luego, yo no he implantado nada en tu cabeza, si te refieres a eso. Lo único que he hecho es... deshacer lo que ya estaba alli. Mira, soy psíquica ¿Vale? Soy una psíquica no registrada. No me detectaron en el proceso de control. Ocurre algunas veces en las colonias. No levanté sospechas. No me interesaba el programa psíquico de la Confederación, así que mantuve la boca cerrada. No tengo entrenamiento ni nada de eso... Sólo tengo un don para ayudar a la gente con problemas mentales, eso es todo. Te lo juro, eso es todo.

- Vaya, esto si que es una sorpresa. - digo mirando a Melanie. Es curioso y muy extraño que a los Confederados se le pase por alto alguien con ese Don.

- ¿Como pudiste camuflarlo?

- No es tan raro, creeme. - dijo Melanie encogiéndose de hombros - No fue nada importante, un fallo en su sistema de rastreo, supongo. Los Confederados están aprendiendo ahora lo que la psique puede dar de sí. Aún están mejorando sus detectores y su programas, les queda mucho para llegar a ser perfectos.

Amy se había mantenido callada durante todo el rato, hacía ver que estaba ocupada recolocando todas sus pertenencias y examinando cada una de la pieza de equipamiento medico que llevaba. De todas maneras había estado escuchando todo desde el principio.

- He oído hablar de los pelotones especiales de fantasmas, que son gente como tu, entrenada y psíquicos, cuentan con habilidades especiales. - Amy los había estudiado y sabía de su existencia desde que se alisto a los marines de la Confederación.

Luego se dirigió a Melanie.

- Te ruego que no utilices tu.. "don", para entorpecer nuestro trabajo. Es algo peligroso y seguramente no estés autorizada a hacerlo - dijo fríamente.

- No te preocupes Amy. Si se le ocurre entorpecernos estoy seguro de que el pequeño Jon estará encantado de enseñarle a Melanie lo que sabe hacer. - digo con una pequeña pero sádica sonrisa.

- ¿Entonces según tú esos recuerdos que han invadido nuestras mentes son los que ocurrieron de verdad?- Ardo ya no sabía que creer, pero una cosa tenía clara, quería respuestas y las quería ya.

Quería que se acabase la duda y la incertidumbre, quería saber qué le había ocurrido realmente a Meredith y quería estar en cualquier lugar menos en ese, rodeado de una "psíquica" y un conjunto de patanes sin moral.

Amenazada como se sentía por Littlefield exclamó:

- ¡No lo sé! - había pánico, rabia y frustración en la voz de Melanie y sus palabras brotaban en staccato* - ¡No lo sé! Ni siquiera sé las historias que recordais. ¿Cómo iba yo a saberlo? Son tus recuerdos, no los míos. Os digo que no fui yo la que os hizo eso. La resocialización neural sólo cubre los antiguos recuerdos con otros nuevos... no los remplaza. Lo único que yo he hecho ha sido enderezaros un poco la mente. Erais vosotros los que queriais saber la verdad, por eso habeis indagado en vuestras mentes. Pero yo no os puedo decir qué recuerdos son los verdaderos y qué recuerdos son los falsos. - dijo con tono malhumorado. - No sé qué es verdad, pero imagino que vosotros sí quereis saberla ¿o no?

Ardo se quedó mirando a la chica, y en ese momento algo en su cabeza hizo ¡click!l

Se dio cuenta de que todo aquello ya carecía de sentido. Poco importaba lo que hubiese ocurrido realmente. Lo único que importaba es que de alguna forma, fuesen los zergs o los confederados, habían destrozado su vida hacía... ¿Hacía cuánto realmente? ¿También habrían retocado el tiempo que el pensaba que había pasado? ¿Realmente tenía alguna importancia llegados a ese punto?

Había algo, eso sí, que no lo habían podido borrar de su mente, y era su moral. Era su filosofía. Era su fe.

Que empezasen una guerra entre ellos que no podía terminar bien, él, por su parte, no pensaba participar en ella a no ser que se viese totalmente involucrada en ella.

Su vida había dejado de tener sentido y no sabía que hacer con ella. Bueno, de momento tenía órdenes de vigilar a la civil, luego ya vería.

- Está bien, tranquilízate- Ardo se acercó con suavidad hacia Melanie mientras trataba de calmar sus nervios-Sin embargo, puedo decirte que no. Ya no me importa. Sean unos u otros los que lo han hecho, mi pasado ya no es conocido para mí, y poco me importa ya lo que realmente pudiese haberme ocurrido. Por mí, se pueden ir a la mierda los Confederados, los zerg y los Hijos de Korhal. Lo único que quiero es... Ni yo sé lo que quiero, la verdad.

- Bueno, calmaros todos - dijo la cabo. A pesar de tener un rango ligeramente por encima aún no había ejercido funciones de ello y trataba a todo el mundo como un igual, menos a los cargos superiores obviamente.

- Solo que alguien nos oiga hablar de esta manera, nos pueden poner bajo arresto, no os dais cuenta? - dijo más en un tono protector, que en un intento de reprimenda.

- ¿Bajo arresto? - pregunto. No te preocupes por eso Ami. Nadie va a ponernos bajo arresto.

- Si lo hicieran no tendrían con quién defender la posición ni tampoco habría médico que curase las heridas. ¿Realmente crees que la Teniente se va a arriesgara perder a sus mejores hombres? - añado con una media sonrisa.

Y ahora todos o casi todos la defienden, pero si no quiero pegarle, solo quiero que se calle. - Pero con un demonio, están todos comenzando a enloquecer por esta loca que dice ser psíquica y que por casualidad la Confederación no la detectó y que por casualidad tiene una caja en la cual hay un arma de reunir a todos los Zerg en un solo lugar y que de casualidad sabe algunas cosas con las cuales nos está arruinando la vida. - Frustrado, agotado por todo esto me giro a un costado y le doy un terrible golpe a la pared con todas mis fuerzas. - Somos Confederados, le guste a quién le guste y no nos van a meter presos ahora M´Butu, si lo tienen que hacer por desacato, lo harán en su justo momento, pero ten por seguro que lo harán. -

- No será aquí en este momento Littlefield. - respondo. Se quedarían sin efectivos para defender la base.

- Hasta que no salgamos de aquí nadie tomará represalias de ningún tipo contra nadie salvo que mate a algún componente de la unidad.

- Dejaos de tonterias. - dijo Melanie seria - Ayudadme y yo os ayudaré. Os ayudaré a saber la verdad. Conozco gente que puede ayudarnos a salir de este planeta. Ayudadme a ponerme en contacto con ellos... a reunirme con ellos y ellos nos ayudarana a nosotros. Regresareis a vuestros planetas... eh... y no tendreis que preocuparos de más recuerdos borrados ni de arrestos estúpidos.

Estabais a punto de contestar cuando sonó la alarma de comunicaciones en vuestros oídos. Respondisteis casi automáticamente.

- Escolten a la prisionera a paso ligero, soldados - la voz de Smith Punn parecía un poco diferente pero ya tenía suficientes cosas de qué preocuparse.

Se entendía que era a la Sala de Operaciones.

Amy dio una palmada.

- Vamos, ya habéis oído - dijo mientras se levantaba. Esa conversación la estaba poniendo nerviosa y la interrupción de sus superiores fue una excusa perfecta para cortarla de raíz. Ya tendría tiempo para preocuparse de esas cosas luego.

Empacó sus cosas rápidamente, pues ya las tenía preparadas.

- Melanie, tenemos ordenes de escoltarte hasta una nueva ubicación, prepárate.

Ardo escuchó las palabras de su superior y rápidamente se puso en movimiento. Calibró el rifle que le habían asignado. Revisó los niveles de su armadura y comprobó el cristal protector. Después se preguntó en silencio, cuánto tiempo había tardado realmente la Confederación en inculcarle tal comportamiento.

No hacían falta las palabras. Miró a los demás e hizo un asentimiento en señal de que estaba preparado.

- Vamos. - digo sin mas mientras cojo a Melanie por el brazo. Seguiremos la conversación en otra parte.