Partida Rol por web

No es el momento ni el lugar. tenemos que salir de aqui y buscar un lugar tranquilo. Por dios esto es de locos.

Cojo la mano de la Doctora y subo rapidamente las escaleras para salir de la estacion y cojer otro taxi para dirigirme a un pequeño motel de la ciudad. Pequeño y discreto.

Todo saldra bien tranquila. estoy deseando que me cuentes todo lo que pasa y que has descubierto

A Cole le da un vuelco el corazón y no puede evitar dirigir su mirada hacia las salpicaduras de sangre, pero decide no revelar nada al respecto. -Ahora mismo no puedo darle detalles. Mi número personal es 04322...- Tras dar su teléfono Cole escucha y contesta -Sí, en breve la fotografía del padre y la hija estarán en las noticias y esperamos tener noticias pronto. Gracias por su cola... se ha colgado- El detective cuelga el teléfono y vuelve al trabajo.

La pequeña espera en la puerta de la cabina y al escuchar que cuelgas el auricular se gira hacia ti y te observa con la cabeza inclinada. No puedes evitar atribuir en su rostro la expresión "te lo dije" -¿Ahora vamos a ver a Donovan?- comenta con aire divertido.

Mientras camináis ella te coge de la mano -Hay monstruos. Me dan miedo.- Cuando diriges la mirada hacia ella y vuestros ojos se cruzan -Esta noche no me dejarás sola ¿verdad? Los monstruos se despiertan de noche- Vuelve a mirar hacia el frente, te aprieta la mano con sus deditos frágiles y camina a buen paso.

La forense observa cómo Cole cuelga el teléfono y se acerca. Aguarda hasta que se cruza su mirada con la del detective -Este hombre se encontraba de pie, mirando hacia el pasillo, recibió un golpe frontal que le fracturó el esternón y le hizo caer de espaldas sobre la mesa. La madera se rompió y una de las patas le atravesó. Muerte en el acto.- La mirada del detective le sirve para asegurarse de que asimila los datos -El agresor se dirigió entonces hacia la señora Engen que corrió hacia la cocina- Ambos caminan hacia el cuerpo. Amanda observa el corte en el cuello que produjo las salpicaduras sobre la pared, nevera y parte de la encimera. El detective Cole mira hacia otra parte, ella sigue la dirección de sus ojos y descubre el cajón de los cubiertos semiabierto. Se miran y Amanda sentencia -La señora Engen probablemente cogió un cuchillo para defenderse, el agresor la redujo, se lo arrebató y le cortó el cuello.- Cole asintió y sus palabras helaron la piel de amanda -O puede que el señor Engen cogiera primero el cuchillo y le cortara el cuello a su mujer por motivos que desconocemos.- Esa era una suposición retorcida pero los detectives debían tener la mente abierta a cualquier posibilidad. -Te daré más datos tras las autopsias. Analizaré los cuerpos en busca de fibras, fotografiaré las salpicaduras y podréis levantar los cuerpos.- El detective asiente.

Cathi asiente, poco a poco se tranquiliza pero, antes de salir de la estación de metro se detiene. No es el lugar ni el momento y en su rostro ves que apoya tu idea. -Tengo una habitación reservada en el hotel Grand Kensington- mira el reloj -no puedo entrar hasta las doce pero podemos hablar en la cafetería del hotel. ¿Te parece?- Tras exponerte su sugerencia comenzáis a andar hacia la salida, la zona común del metro está tan abarrotada como hace unos minutos -Siento el dinero perdido de los billetes.- Comenta Cathi sólo para dedicarte una sonrisa cuando giras la mirada hacia ella.

Salís del metro y paráis un taxi. En el tiempo que el vehículo se pone a vuestra altura y Cathi entra, miras en derredor. No hay nadie sospechoso. Todos los peatones van a lo suyo sin deparar en vosotros.

Sin decir nada le doy la direccion de mi casa al taxista y le digo que nos lleve alli.

El dinero es lo de menos. Vamos a mi casa si ellos sabianq ue venias y te estaban esperando seguro que saben el hotel en que te ibas a hospedar. Ahora respira y relajate. Que locura por dios.

           Una breve afirmación con la cabeza es toda la respuesta que emite. El camino hasta el metro es tranquilo, con un ritmo constante, sin apenas fijarse en todo aquello que no les observe o llame directamente la atención. La ciudad se mueve a su propio ritmo como es habitual, pero los pequeños silencios se convierten en algo reconfortante, algo necesario. Silencios que por otro lado son gritos desesperados entre pensamientos confusos y dispares.

          - Creo que me he metido en un lío. - Sus palabras suenan flojas, como si les costase abrirse paso a través de los labios de Roux, pero repite con más seguridad. - Me estoy metiendo en un lío al ayudarte. - El joven sonríe tranquilo mientras lleva sus ojos hasta su acompañante, como si hubiera encontrado en esa ultima frase algo que en el fondo sea agradable. - No me malinterpretes. Voy a ayudarte. Pero no quiero meter en ningún lío a Donovan. - Repasa el plan mentalmente. - Pero tampoco tengo donde llevarte, así que quiero proponerte algo. Iremos a la librería, pero entraremos por la parte trasera. Y yo hablaré con Donovan cuando encuentre el momento adecuado. Hasta entonces, debemos mantenernos en silencio, para que no sospeche nada. Quizás deberías descansar un poco. ¿Tienes sueño? No te preocupes, me quedaré contigo toda la noche - Su rostro, tranquilo y sonriente le confiere esa confianza que quiera transmitir con sus palabras.

          Pronto llegan al callejón que da acceso a la parte trasera de la librería. Roux comprueba su reloj, para así saber donde debería encontrarse Donovan. Después, procurando no hacer ruido, abre la puerta e invita a pasar a Juliet, yendo directos y en silencio hacia el sótano.

Sonreí al ver al Audi un poco más adelante, paré a una distancia prudente para evitar que me viera y sin quitarme el casco. Mientras le observaba de lejos me sonó el móvil, lo cogí desde el dispositivo bluetooth del casco, un pequeño capricho que me había concedido para no perder llamadas mientras conducía. Esperaba que fuera Jake, pero era Tom y estaba muy alterado, tanto que no me dejó ni hablar. Con un suspiro me quité un guante y tecleé varios mensajes.

El primero para Jake:

Lo siento estoy fuera, algo gordo. Luego te cuento. Si necesitas algo avisa.

El segundo fue para el tío Bob:

¿Quién tiene el caso Engen?

El tercero fue para Cole:

Estoy en el caso Engen, si sabes algo avisamé. Voy de camino a su casa.

Una vez enviados los mensajes me puse de nuevo el guante, arranqué la moto y me dirigí a la dirección que me dio Thomas, con los nuevos acontacimientos relegué al chofer y al BMW al archivo de casos pendientes situado en la parte trasera de mi caeza. Al llegar observé los alrededores del edificio tratando de sopesar mis opciones.

Contemplo el pasillo desde la puerta junto a Nick y hago una pequeña mueca al ver las fotos y los dibujos enmarcados en la pared. - Por favor, que la pequeña esté a salvo... - Pienso, aferrándome esperanzada a la posibilidad que ha planteado Nicholas: que esté con su padre. No puedo evitar temer encontrarla también en un charco de sangre al abrir un armario o algo por el estilo. O quizá la hayan secuestrado, o...

Con un movimiento de cabeza aparto todos los pensamientos sobre la niña y su paradero. Ahora es momento de trabajar y ponerme las pilas. Mis pupilas parecen afilarse cuando me concentro en las manchas de sangre y su disposición, leyendo en ellas como si de un libro se tratase. Todavía sin entrar tomo la cámara entre mis manos y empiezo a hacer fotos de todo el pasillo: de las huellas, de las manchas de sangre, de las salpicaduras, la posición del brazo... El flash ilumina la estancia con rápidos fogonazos. Una y otra vez. Al escuchar a Nick asiento con la cabeza, lo que dice suena bastante lógico, pero... ¿Por qué descuartizar al hombre y dejar los pedazos repartidos?

Repaso una vez más todo el pasillo antes de poner un pie en él, asegurándome de no haberme dejado nada importante sin fotografiar. Cuando entro lo hago con mucho cuidado, tratando de no afectar en nada las marcas del sitio, ni pisar las huellas. Es difícil, está todo lleno de sangre por todas partes y su olor, tan conocido -casi familiar- se introduce en mis fosas nasales hasta impregnarlas por completo. Casi me parece sentir su sabor ferroso en el paladar. Estoy acostumbrada a él y ya no necesito taparme la nariz con un pañuelo impregnado en colonia como en mis primeros años en el hospital, pero eso no quiere decir que me resulte agradable. No creo que nunca llegue a gustarme.

Avanzo hacia el brazo y me agacho para contemplarlo más de cerca. Tras observarlo, todavía sin tocarlo, cojo la cámara y lo fotografío, guardando todos los detalles. La palma hacia arriba, la biblia en el charco de sangre tan cerca de los dedos... - El hombre llevaba la biblia en la mano cuando le cortaron el brazo. - Empiezo a decir en voz alta, mientras bajo la cámara y saco unas pinzas para mover los restos de la sotana y poder ver la herida con claridad. - Vaya, es un corte impecable... - Digo, frunciendo el ceño y acercándome aún más para ver la herida más de cerca. -Parece haber sido hecho con un arma larga... Quizá una espada o algo por el estilo. - Suena extraño, hoy en día, pensar en alguien capaz de usar una espada con tanta precisión. Mi ceño se frunce aún más mientras miro a mi compañero, todavía acuclillada junto al brazo y con expresión levemente desconcertada ante lo dantesco de toda la situación. - Es diestro y diría que se encontró al cura de frente. ¿Pero quién podría hacer algo así? Haría falta alguien realmente acostumbrado y entrenado para manejar un arma así.

Lunes
Implicación

Mónica

12 de Mayo. 15:30

605 de Park Avenue, 8ª planta, puerta "F"

El ascensor se abre en un corredor recto de la 8ª planta que termina en forma de T. El suelo está es blando, con una alfombra regia de color verde oscuro que contrasta con las paredes blancas pero a juego con los marcos de cada puerta. Las letras en dorado se encuentran sobre los dinteles. Todo está sumido en el silencio. A la izquierda las letras A y C. A la derecha las B y D. La alfombra amortigua el sonido que pudieran producir las pisadas y no hay ventanas que proyecten luz desde el exterior. Sólo al fondo puedes ver un pequeño tragaluz cuya suciedad, que contrasta con el orden y la limpieza de toda la planta, amortigua la luminosidad exterior. La letra E se encuentra en el brazo izquierdo de la T que forman los pasillos luego la F está a la derecha.

Descubres que en cada brazo hay tres letras más. E, G, I en la derecha, F, H, J en la izquierda. Al contrario de la lógica del alfabeto según el pasillo central. En la intersección de la T, justo en el paso que cualquier recién llegado puede dar para asomarse a ver las letras del pasillo, la moqueta cruje levemente bajo sus pies.

Una vez en el lugar correcto, la letra F está a la izquierda, en frente de la H. La puerta blanca, con el marco verde oscuro y el número dorado sobre él, al fondo del pasillo, está entreabierta. Al otro lado la vivienda parece que está en penumbra o iluminada sólo por la luz eléctrica que entra desde el pasillo externo.

Las horas en la biblioteca se esfumaron lentamente. Tras tu jornada laboral, libre el resto del día para hacer tu voluntad, realizaste un almuerzo rápido de camino al piso donde debes dejar la nota. El lugar es un buen edificio de clase media alta, bien cuidado y limpio. La entrada es amplia y despejada, con un pequeño mostrador donde se ausentaba el portero. Todo está desierto y en silencio. Hay dos escalones al frente que conducen a los ascensores. Las escaleras quedan a la izquierda tras una puerta blanca con un marco verde a juego con el toldo de la entrada y un cartel dorado como los redondos de metal que sujetan el dicho toldo. Todo a juego verde, dorado y blanco.

Ya has olvidado las subida rápida y silenciosa por el ascensor. Te encuentras de pie, con la nota que debes deslizar por debajo de la puerta en el bolsillo, solo que la puerta debería estar cerrada y no entreabierta. El silencio reina en los pasillos, como si las paredes estuvieran conteniendo el aliento, expectantes.

Sacas la nota del bolsillo y la miras, te acercas a la puerta librando la lucha de asomarte, llamar o simplemente deslizar la hoja por debajo cuando sientes una presencia a tu izquierda, la figura del portero te observa con ojos me búho desde el cruce de los pasillos, va a decir algo pero calla y se apresura a dirigirse hacia los ascensores, saliendo de tu campo de visión, cuando la puerta se abre bruscamente.

Un joven de ojos azules, despeinado y barba de varios días te observa con semblante serio más que sorprendido.

Me dispongo a salir cuando me la encuentro. La desconocida me observa, la observo aun serio más sumido en mis pensamientos que en la realidad. [Maldito idiota, sal de tu puta cabeza]. Es guapa, muy guapa. Lleva algo en la mano. La observo de arriba abajo. -¿Qué...?¿Qui...quieeen eres tú y qué... quieeres?- aprieto los labios y frunzo el ceño sin dejar de mirarla y sin cambiar el gesto.

La salida del metro se produce sin contratiempos. Pilláis que, con las indicaciones oportunas, se dirige a tu casa. Mientras tanto, en el viaje la Cathi se muestra introvertida. "Si te estaban esperando seguro que saben a qué hotel ibas". Respira hondo y con el viaje se relaja. Nadie os persigue.

-¿Crees que podré salir de esta?- comenta con la mirada fija en el asiento delantero. Afortunadamente el taxi que habéis cogido tiene la mampara de metacrilato grueso que, aunque no evita que los sonidos pasen de una zona a otra, aisla un poco la conversación. El taxita se percata de que algo ocurre y de vez en cuando echa una mirada por el espejo retrovisor. -Fue casi sin quererlo. Saqué un libro, encontré un código, lo descifré, me llevó a otro libro con el que seguí investigando y en eso empleé los últimos cinco meses hasta que di con...- se mantiene en silencio y la mirada se cruza con la del taxista por el espejo retrovisor. El conductor se percata y sube la radio comentando -"no es asunto mío, no es asunto mío".- Tras ello, la conversación se dirigió hacia algo más cotidiano -¿Qué tal te va, Gregory? ¡Ay! Dime que hoy no tenías clase. Te estoy molestando demasiado- sentencia.

La pequeña Juliet se queda maravillada mirando allá por donde pasa tras entrar en la librería. Una vez en el sótano no puede evitar soltarse de tu mano (que hasta entonces agarraba con fuerza) e ir a sentarse en la cama. -Contigo va a salir bien.- Intercambiáis una sonrisa, Donovan se debe encontrar tras el mostrador, subes, verificas que está ahí y vuelves a bajar para dar alguna instrucción a la pequeña. Sin embargo, Juliet se ha quedado profundamente dormida sobre la cama.

Cole observa a Amanda recoger fibras de la ropa de la señora Engen cuando suena el teléfono. Jackie piensa antes de sacarlo y mirar. Lee el mensaje y mira a su hermano Patrick entrar al salón después de haber vomitado. -¿Qué tal te encuentras Patrick?- el agente asiente, Cole se acerca para hablarle en pribado -No te preocupes, a todos nos ha pasado alguna vez. Oye, tu hermana viene de camino. Ve abajo y acompáñala en el ascensor hasta aquí, hasta la puerta, pero que no entre. Mientras voy a ver qué nos puede decir el otro equipo.- Cole debe mantener la discreción ante todo y es consciente de que el agente Davidson, en la lucha de la discreción por el caso con el afecto conciliador y familiar por su hermana, le contará lo justo y necesario sin profundizar.

El joven policía se encuentra ya en la puerta del edificio, alisándose el uniforme, cuando el sonido conocido de la moto delata la llegada de su hermana. Patrick se apresura a darle la bienvenida pero, antes incluso de cualquier saludo, una frase se escapa de sus labios -Jackie, he vomitado.- La palidez de su rostro, las ojeras, el enrojecimiento de sus ojos... todo parecía demostrar que Patrick era el último superviviente de un holocausto zombie. -Ven, es por aquí.-

Te das cuenta de que no hay cordón policial en la calle y en tu mente sólo hay una razón: Llamaría demasiado la atención. Mientras subís Patrick sólo puede disculparse -No sé cómo ha pasado. Entré a la casa y... parecía un crimen como cualquier otro pero... esa mujer con el cuello rajado, el hombre con la pata de la mesa atravesándole el pecho y el descuartizado esparcido por el piso... creo que me estoy mareando.- Jamás habías visto a tu hermano marearse por la sangre o por un crimen. Él estaba hecho para ser policía y disfrutaba con ello. El estado en el que se encuentra hace saltar todas las alarmas de que lo ocurrido en la vivienda es algo espeluznante.

El ascensor se abre y camináis hasta el, ahora sí, cordón policial a medio pasillo. Ningún vecino cotilla está asomado a su puerta y, nada más allí, puedes contar a cinco uniformados. Patrick te acompaña hasta la misma puerta pero no deja que atravieses el cordón. -Cole está al mando junto con otro detective de la comisaría del norte de Manhattan. Ambas trabajan juntas en este caso. Voy a decirle que estás aquí.- Mientras dice estas últimas palabras hace un gestos con las manos: "5", pasa el índice por su cuello al dar la espalda al resto de los agentes, luego un tres, señala a la casa... "Cinco muertos, tres aquí dentro y dos más arriba". Acto seguido cruza la entrada y desaparece.

Lo agentes te observan con leve interés. Desde tu perspectiva puedes moverte a lo largo del cordón policial para echar un vistazo al interior:

Entrada:
La puerta está abierta, aparentemente sin daños y sin indicios de haber sido forzada.

Recibidor:
Todo está completamente ordenado e intacto. Una pequeña estancia de tres por tres metros con perchas y un mueble bajo con un cenicero donde yacen las llaves. Pese a que ya ha salido el sol las persianas están bajadas y las luces encendidas.

          Roux observa a la joven con una sonrisa en los labios. Se acerca hasta ella tratando de hacer el mínimo ruido posible. La quita los zapatos, y la arropa. - Buenas noches Juliet. - Susurra tranquilo sin esperar que le escuche. Después, cierra la pequeña ventana, pone delante la cortina asegurándose de que no se ve el interior, y deja en el extremo más alejado de la cama una pequeña luz encendida. Sus pasos le conducen al piso superior, la planta calle, donde se asegura de que la puerta por la que han entrado se encuentra bien cerrada, antes de ir hacia la parte delantera de la librería, desde donde puede vigilar discretamente el acceso hacia el sótano.

          - Ya estoy de vuelta. - Su rostro trata de olvidar todo lo sucedido y retomar una sonrisa cordial. - ¿Que escuchas? - Roux comprueba la hora, el sueño acumulado y lo extraño del día hacen que el paso del tiempo le sea algo confuso. - Ésa noticia... - Escucha atento tratando de recordar cada detalle de lo que dicen esperando encontrar algún tipo de respuesta a alguna de los millones de preguntas que ahora rondan su cabeza. Escucha con interés también cuando Donovan le cuenta los detalles que se ha perdido y su propia opinión del asunto. - Mejor cambiar de tema. - Sus ojos están algo inquietos, quizás preocupados más de lo necesario en cada movimiento que hay a su alrededor. - Creo que después de comer iré a descansar, esta noche no he dormido, ya sabes, encontré un libro interesante. - Busca en un cajón cercano algún lugar al que pedir comida, cosa que hace más a menudo de lo que reconocería ante un tribunal, sobre todo si en el jurado se encuentra Donovan. - Pizza, eso es, la cené anoche, pero a los niños les gusta la pizza. - Marca desde el teléfono de la librería, bajo la desconfiada mirada de quien sabe que es un mal vicio. - No me mires así, estoy cansado, solo quiero tomar algo y dormir. ¿Quieres algo? - Donovan niega con la cabeza. - Me lo imaginaba. Sí, una pizza familiar con carne, bacon y peperoni. Sí, ((Calle BLAH Y BLAH)) -

          Roux repasa mentalmente cómo podría contarle a Donovan lo ocurrido esta mañana, mientras trata de buscar una excusa por la que no haya visto al profesor, ha estado mucho tiempo fuera, no seria creíble decir que se ha olvidado algo. Cuando se da cuenta de que puede estar bajando la guardia retoma su sonrisa medio adormilada y trata de ocuparse ordenando libros, atendiendo a los puntuales clientes o simplemente limpiando el polvo, sin olvidar echar un ojo a la parte trasera de vez en cuando. - Quizás la mejor idea seria no contarle nada… -

Cierro las puerta con llave y indico a Caith que se ponga comoda en el salon. Mientras ella se acomoda en el sofa me dirijo a la cocina y pongo la tetera a calentar agua. Al volver encuentro a la doctora ya sentada. Me siento sobre el brazo de la butaca frente a ella, mientras espero que el agua hirva para poder servirla un poco de te.

Tranquila hoy tenia el dia libre. Pero creoq ue eso ahora mismo el menor de nuestros problemas...

En ese momento la tetera comenzo a silbar , me incorpore y en una bandeja prepare las tazas y el azucar para servir el te. Con todo listo volvi al salon y servi el te a la Doctora como a ella le gustaba o como yo recordaba que lo tomaba y otro a mi. Le tendi la taza y espere a que diera el primer trago para segir hablando

Es un te tailandes, espero que te guste. Relajate aqui estas a salvo.

Dime Caith que es loq ue pasa? Que has descubierto? Cuentamelo todo y desde el principio . Ahora mismo no se como ayudarte...

Este sitio era cuanto menos corriente. Limpio y de una calidad mejor de lo normal, pero no dejaba de ser un sitio corriente. Mi mente ya había pensado en mil y una posibilidades a la hora de los posibles encuentros que podría llegar a ver en este sitio, pero sinceramente no me esperaba algo tan... Sobrio.

La ausencia del portero me ayudó a ponerme en alerta. Mis nervios estaban ligeramente encrespados durante el viajecito en ascensor pero cuando apareció el portero casi dejé escapar un pequeño chillido de sorpresa.

-Ah... Esto hola. Estaba buscando...- Para mi sorpresa el portero se marchó antes incluso de que pudiera terminar la frase y apareció el otro hombre. Hablaba de una manera extraña. Bastante atractivo, pelo desmadejado y barba descuidada. Dejé escapar una pequeña sonrisa mezcla de timidez y sorpresa de encontrarme a alguien cuando se suponía que no debería verme nadie.- Ho-Hola... ¿Es usted A.J.? ¿Angus Jhonsson?

El brazo ha sido cercenado por un arma de filo. El ataque al cura fue frontal, a la articulación, con un nivel de precisión quirúrgico. El párroco iba del salón al pasillo cuando se encontró con el agresor de frente. Ha debido de ser un arma de filo de hoja larga, una espada o similar, muy bien afilada y su atacante ha sido entrenado en su manejo, un profesional.

Esto te hace recordar las manchas de sangre en la cocina. Un tajo mortal en el cuello de la víctima que corte la vena yugular interna provocaría esas salpicaduras. Además, el que hayan sido proyectadas hacia atrás y no hacia el lateral indica que el asesino se encontraba detrás de ella y, ya que han sido proyectadas hacia su derecha, que era diestro.

Volviendo al párroco te hace pensar que, muy probablemente, se trate del mismo asaltante. Pero esto es sólo una primera hipótesis a confirmar cuando se contrasten las autopsias de todas las víctimas.

Nicholas te saca de tus pensamientos. -Hay tres juegos de pisadas en esta zona. Estos restregones son del cura que va hacia el baño.- Nicholas tiene razón. Con un brazo cercenado a esa altura debe hacer un torniquete lo más rápido posible. -Mira, las bolas eran de su rosario.- Una cruz negra, del mismo material que las bolas, yace en el suelo con un cordel roto y más esferas a su alrededor. A la altura de la cruz una mancha de sangre en la pared llama tu atención y la secuencia se forma en tu cabeza: [Todos se encuentran en el salón. Escuchan la intromisión en el dormitorio y el cura se adelanta por el pasillo. Le cortan el brazo, la sangre salpica, es apartado con violencia estrellándolo con la pared y pasando a través de él hacia el salón. El cura se arrastró por la pared hacia el baño, la primera puerta que encontró.] 

La sangre denuncia que el asaltante volvió y se metió en el baño.

La sangre contrasta con el blanco pulido de los azulejos. Una toalla de mano ensangrentada yace en un rincón en el suelo inundado. El grifo de la ducha se encuentra fuera, cerrado. La sangre se ha mezclado con el agua y en varias zonas dibuja líneas curvas que varían con las olas producidas.

Nicholas miró la toalla y el grifo y sentenció -Aquí comenzó la tortura. El que regresó no tenía reparos en pisar la sangre y dejar sus huellas ya que sabía que el agua las borraría en el baño. Menos mal que nos queda la parcial del pasillo. Seguramente le hizo un torniquete ya que el cura no podía. Le golpeó, puso la toalla sobre la cara del cura y la empapaba con la ducha. El cura lucharía por respirar.- Nicholas se asomó al lavabo donde ambos encontráis algunos dientes ensangrentados. También hay trozos de piel esparcidos y los dedos pulgar, meñique y anular de la mano que le restaba al cura. Con cuidado Nicholas levanta la taza pero dentro no hay nada.

El agresor dejó que el cura se arrastrase fuera del baño, seguramente con alguna pierna partida. En el pasillo le abrió el abdomen y tiró de sus tripas hacia afuera; le arrancó el brazo a la altura del codo, esta vez pisando el brazo y a fuerza de tirar y retorcer el antebrazo, y lo arrojó a uno de los dormitorios donde el miembro fue manchando de sangre ahí donde cayó, cortó los dedos de sus pies y por último la cabeza en el dormitorio por el que se accedió a la vivienda. Es difícil discernir el orden de los acontecimientos pero no hay duda que la tortura pasó de contenida a algo completamente visceral, una bestia que arañaba, tiraba y mordía.

-Han sido dos asaltantes.- Estás de acuerdo con el comentario de Nicholas. El primero usa armas de filo. El segundo golpea. -El cura no gritó porque le hicieron la corbata siciliana.- Miras la cabeza y ves que la lengua le sale por la laringe. Tu compañero te aclara el proceso -Le cortas a la víctima la garganta y le sacas la lengua por el agujero. Normalmente la víctima muere de asfixia pero este sádico lo mantuvo con vida hasta que... se le fue la cabeza completamente. Creo que en algún momento el cura ya estaba muerto pero a nuestro sujeto eso no le importaba.- Tienes el estómago revuelto y ahora entiendes que el policía de la entrada vomitara. De pronto una luz se enciende en tu mente: Las marcas de la puerta y ventana. Los asaltantes entraron por el único lugar en el que no había marcas. Atravesando la pared. ¿Por qué? Algún tipo de fanatismo.

Ya tienes lo que necesitas del cuerpo en el lugar del crimen. Regresas al salón mientras Nicholas toma algunas muestras más evitando la sangre. Allí te encuentras con tu compañera.

Te mira mientras se quita los guantes. -Espeluznante.- Comenta, suspira y continúa -Eran dos. El primero entró y arremetió contra este desafortunado asestándole en el pecho un golpe de tal fuerza que le partió el esternón y lo proyectó hacia atrás siendo éste el resultado- el cuerpo yace sin vida empalado con la pata de una mesa -el segundo corrió hacia la señora Engen que intentó defenderse con un cuchillo de cocina. Ese agresor le arrebató el cuchillo y la cogió de rehen girándose hacia la puerta de entrada. Quizá se encontrara ahí el serño Engen o... su hija. Los dos agresores hablarían, no hay signos de lucha en esta hacia la que se giraba la mujer y el agresor. El caso es que le corta el cuello generando estas manchas de un solo tirón de pulso firme y, según parece, el segundo agresor regresa a por el cura mientras el primero se marcha con el señor Engen, con su hija o con ambos.- Amanda respira hondo -Aquí ya no hacemos nada más. Llamaré al juez para que nos lleven los cadáveres.- Amanda, también afectada, se queda ahí contigo esperando tu respuesta. Nicholas aparece por detrás tuya, quitándose los guantes, se se coloca junto a las dos y pone una mano conciliadora en el hombro de cada una.