Partida Rol por web

El gobernador y el alguacil fueron los primeros en retirarse a sus aposentos. Algunos intentasteis permanecer de guardia, otros tantos os retirasteis directamente a las habitaciones buscando algo de paz en el descanso, mas las ideas expuestas durante las últimas horas os abrumaban y os costó conciliar el sueño. ¿Brujas? ¿Realmente existían siquiera? ¿No podía haber sido todo un malentendido? ¿Acaso el viejo alguacil Clemins, que ya estaba a punto de jubilarse debido a algunos achaques de la edad, no podía haber sido llevado a engaño por los males provocados por el peso de los años? Desde luego era difícil de creer que el mismo Diablo hubiese llegado a vuestra aldea, la pacífica Salem en la que nunca pasaba nada. ¿No os estaríais dejando influenciar por los rumores provenientes del resto del Estado?

Pero por otro lado, ¿y si era cierto? El pueblo estaría condenado, y con él vuestras almas, a consumirse eternamente en las llamas de Belcebú si no hacíais nada por purificar a esas negas almas vendidas a la oscuridad.

Todos estos pensamientos, amén de muchos otros, atormentaban vuestras mentes mientras intentabais dormir algunos, y montar guardia otros. Sin embargo, el cansancio acumulado por el largo día de nervios acabó triunfando sobre toda esa tormenta de pensamientos, y todos caísteis rendidos al mundo de los sueños, algunos antes y otros más tarde, pero todos finalmente. Bueno, no todos...

Un grito de dolor en la oscuridad. Un estruendo enorme, como de un trueno, le siguió en una fracción de segundo. Todos despertasteis de un sobresalto, preguntándoos que pasaba. Los más valientes acudieron raudos a la fuente del escándalo, la sala principal donde habéis pasado la mayor parte del día, antes que los demás. Pero no se alegraron de haber tomado esa decisión, pues la escena que encontraron se quedaría grabada en sus mentes por el resto de sus días.

Dos cadáveres yacían al pie de las escaleras que daban acceso al ala superior de la mansión. William Wellington, el cabrero, y Marcus Brodie, el herrero del pueblo. La sangre cubría ambos cuerpos y había dado lugar a un enorme charco que empapaba las ropas de ambos, cuyas prendas absorbían el espeso líquido poco a poco, tiñéndose de rojo. Ambos fueron encontrados con los rostros horriblemente desfigurados, haciéndolos casi irreconocibles, pero tras años tratando con ambos, no os cabía duda de que se trataba de ellos. Al parecer, la causa de la muerte fue común: ambos tenían un agujero en el pecho que les causó la muerte y que aún continuaba emanando sangre a raudales de los dos cuerpos.

Entre los dos cadáveres, observasteis un destello. Un débil rayo de sol que se filtraba a través del sucio cristal de la ventana anunciando la salida del sol se reflejaba en el metal de un trabuco aún humeante.

Dormía profundamente en un sueño muy alegre y tranquilizador, tenía una pequeña hija y andaba paso a paso, por el parque del pueblo de Salem, yo observaba a mi pequeña y veía como jugaba con su padre, sonría a ver los dos como disfrutaban. Cuando seguía en mi sueño escucho  unos gritos que parecían que provenía de la calle o de una casa cercana a la mía... me levante todo exhausta, y me asomo por la venta para haber lo que está ocurriendo...  cojo la bata de seda, y me dirijo hacia la calle para haber de donde provenían los gritos…

Estaba en la entradita de mi casa y veía a gente que salía para haber lo que estaba sucediendo, y les pregunte. ¿Sabéis de donde vienen esos gritos? Y me dirigía detrás de toda la gente que iba a ver lo que estaba pasando, ya que era un pueblecito, la gente más o menos nos conocíamos, no sabía lo que podía estar pasando. Pero me podía hacer una idea sí estuvieron la brujas aquí y se llevaron a un pequeño, puede que hubieran vuelto a por otro... Y cada vez aceleraba el paso, nada más pensar otro niño más desaparecido…

Me despierto de golpe al escuchar ese grito "Me he dormido?! Imposible, mas de una vez he estado despierto días para cazar a una bruja, hijas de... ¿Nos han dormido quizá?" al levantar la cabeza veo al fondo dos cadáveres pero no veo bien bien quienes són.. -¡Eh! ¡Despertad!- "¿También se han dormido estos tres?.. no es normal" Digo mientras empiezo a despertar al relojero y a las señoras Samanta y Lovet.

Cuando veo que se están desvelando salgo corriendo hacia los cadáveres dejando la chaqueta en la mesa dónde estábamos sentados "El herrero y el porcero... " Quiero acercarme pero se de sobras que todo el mundo dudará de mi si empiezo a tocar los cuerpos hasta que no tengo a todo el mundo en la sala, una vez han comprovado que no he tocado nada me acerco a los cuerpos y comienzo a mirarlos... -Dios...- Digo en voz baja -No hay duda alguna... es obra de brujas o brujos...- Voy diciendo mientras me levanto y me giro al resto de personas -Necesito a tres personas para apartar estos cuerpos de aquí... no creo que sea el lugar idóneo para dejarlos... aunque no podamos enterrarlos por estar encerrados, el reverendo podría decir unas palabras, si no le importa- Miro al reverendo pensando que me había hablado la noche anterior pero no pude siquiera contestarle antes de caer... "dormido", me giro a los hombres del alguacil -O si van a hacerlo ustedes... todo suyos- Me alejo de los cuerpos pasando entre la gente sumido en mis pensamientos "¿Los han matado y ha sido delante nuestro?... estábamos sentados aquí mismo... suerte que se ha quedado alguien mas, sino está claro que sería el principal sospechoso"

Me despertó sobresaltado por los gritos del cazador y no tardo en darme cuenta de las dos muertes que se habían producido aquí dentro, sin duda tenían razón los culpables estaban entre nosotros.
-Dios santo, ¿Donde quedo lo de raptar niños?-Me lleve la mano a la boca horrorizado.

-¿Y porque dos cuerpos? Y esos agujeros... Sr. Nathan.-Le preguntaba sin mirar los cuerpos, estaba acostumbrado a ver animales muertos y asistir como ayuda en los entierros pero esto sin duda era distinto.

-Señor. ¿Que clase de brujas hacen este tipo de cosas? Mas parecía obra de una arma que de magia.

No quería dormirse pero al final cedió al sueño. No sabía cuantas horas habían sido si bien la llama del candil estaba extinta. Con aquel abrupto despertar no pudo sino correr al catre mas cercano. - ¡Por favor Srta. Schulze despierte! Decía mientras agitaba el brazo de la mujer ¿Ha escuchado ese grito? Algo va mal en la sala principal. Ayúdeme a despertar al resto de mujeres, no creo que sea correcto dejar a nadie atrás. No sabía que se iban a encontrar allí pero aquel grito le llegó hasta los huesos, si el horror que fueran a encontrarse allí se correspondía lo más mínimo con la sensación que tuvo haría falta una enfermera. Se dirigió a la Sra. Wellington y a la hermana Leyton para despertarlas aunque por suerte tras el alboroto se habían desperezado. - Deberíamos salir todas juntas. Un atisbo de miedo se notaba en el tono de su voz. 

Se dirigieron hacia la gran sala y al ver a la mayoría de ciudadanos allí reunidos y los dos cuerpos tendidos en el suelo, horrorizada apartó la vista de ellos. - Por Dios bendito ¿Qué ha pasado? ¿Cómo es posible que haya pasado esto...? No terminó la frase pues todos pensaban lo mismo, ¿Cómo era posible que hubiera pasado delante de todo el mundo? ¿No estaban haciendo guardia? De pronto cayó en el arma aún humeante que estaba en el suelo. ¿Quizá el Sr. West había encontrado a los brujos y les había ajusticiado? Seguramente fuera en defensa propia. No dudó en preguntar en parte sintiéndose aliviada a la par que agradecida - ¿¡No me diga que descubrió quienes eran los brujos y los ha ajusticiado?! ¡Gracias a Dios nuestro señor! sabía que haría lo correcto Sr. West. Este pueblo estará eternamente en deuda con usted. 

Recuperando el decoro, al menos a los ojos de sus vecinos, y pensando que no era lo más cristiano alegrarse de la muerte de dos jóvenes, por muy brujos que fueran, se dirigió al reverendo aún sin mirar directamente los cuerpos de los caídos. - Padre, quizá deberíamos realizar una misa por sus almas, después de todo no nos concierne a nosotros juzgarles.

Abrió los ojos sobresaltado, a pesar de la incómoda estancia parece que el sueño se apoderó de Roderick cuando tenía la guardia descuidada. Un griterío le despertó, allí estaban todos los presentes contemplando dos cadáveres de buenos vecinos. 

- Oh señor todopoderoso, <<Aequat omnes cinis>> - El novelista cierra el puño y con el dedo pulgar dibuja una cruz sobre sí. Esto es atroz, el mal de verdad está entre nosotros.

- ¡Reverendo! - La mirada que el artista manda al reverendo es desesperada y devastadora, pues había realmente un ente maligno en el pueblo y él podría ofrecer algo de luz, al menos para calmar los ánimos.

Lo que vi al levantarme fue demasiado fuerte para mi durante unos segundos permanecí paralizada, aterrada y asqueada cuando al fin recuperé la consciencia de mi cuerpo salí corriendo directo a la cocina y sin poder evitarlo vomité todo el horror en el lavabo temblando. Hace años que no veía un muerto y en esas condiciones era demasiado para una muchachita como yo.

-Me temo que el señor West no pudo ajusticiar a nadie -una profunda voz suena sobre vuestras cabezas. El alguacil Clemins está bajando las escaleras, junto al gobernador- Su arma está a buen recaudo, pues me la entregó a mí como todos presenciaron, y creí que era la única presente en la sala. No esperaba tener que enfrentarme a esto, pero parece que alguien más consiguió entrar un arma a la mansión. Un arma oculta que según parece debía pertenecer al señor Wellington o al señor Brodie, sin duda...

El viejo Clemins llega abajo y, sorteando el charco de sangre que poco a poco se coagulaba, se colocó en primera fila, se agachó y empezó a ojear de cerca los dos cuerpos.

-Uno de ellos debió de ser víctima de un disparo de ese trabuco, sin duda, por el tremendo disparo que todos escuchamos y las evidencias aquí presentes, como el humeante cañón y los restos de pólvora. Pero, ¿cuál de ellos?

Aun a riesgo de equivocarme, pues no es esta mi especialidad, creo que el  disparo debió ser casi a quemarropa, como para poder reventar el pecho de esta forma tan brutal. La herida está cauterizada... ¿Ven esos trozos de piel oscurecida alrededor del agujero? Sin embargo, no sé si el disparo estaba efectuado a sangre fría. ¿A dónde apuntarían si quisiesen acabar con la vida de alguien? A la cabeza, sin duda. Un disparo en el pecho no tiene por qué ser mortal de necesidad. Sin embargo, no parece que se apuntara a la cabeza. Y un disparo en el pecho a esa distancia no es algo que se pueda hacer sin ser visto. Creo que se trató de un disparo improvisado, un disparo en defensa propia contra un atacante.

No... Además, ¿qué originó la herida en el otro cuerpo? Igualmente la carne está quemada alrededor. Todos pudimos escuchar claramente un solo disparo... Sin duda los poderes oscuros se encuentran tras el otro cadáver.

Mi teoría es la siguiente... Un brujo atacó a un inocente, quien se defendió en el último momento con un desesperado disparo del arma que llevaba oculta, consiguiendo por suerte acabar con un enviado Oscuro.

Bien, señores, ¿me creerán ahora cuando les digo que el mal se encuentra entre nosotros? Bien seguro estoy de que, como ya advertí, los seguidores del Diablo se encuentran entre ustedes. Les aseguro que esta no será la última muerte que estas paredes presencien en su interior.

La alegría que sentía fue intensa a la par que breve, desgraciadamente le habían comunicado que la situación no había acabado. Las brujas seguían ahí y habían matado a un par de inocentes. ¡Qué estúpida había sido! afligida por el error cometido se disculpó con el sr. West. - La..lamento el error, espero que pueda encontrar en su corazón lugar para el perdón. Me había emocionado pensando erróneamente que era su arma, pues supuse que nadie había entrado con ninguna aquí y bueno... como usted es un cazador de brujas pensé que de hacer guardia le habían devuelto la suya o algo... además estaba en su sala... como dije, lamento haber pensado mal de usted, después de todo no había forma de que supiera que ellos eran "las brujas" y ello habría significado un asesinato.

Consternada se retiró y sentó en el suelo mientras los hombres seguían hablando sobre lo ocurrido, y, el resto de ciudadanos acudía a la escena. 

¿Qué vamos a hacer ahora? ¿Seguiremos muriendo uno a uno hasta que encontremos a esos monstruos? Mil ideas atormentaban su mente, entre ellas la de culpabilidad pues había juzgado mal a aquellos hombres y ahora sus almas seguramente no descansaran en paz hasta encontrar a sus asesinos. No pudo más que empezar mentalmente una oración. Mientras juntaba sus manos y cerraba los ojos para sentir al Señor mas cercano.

El estruendo hace que me estremezca. Me he dormido... No soy un hombre especialmente valeroso, así que no acudo de los primeros al lugar del crimen. Cuando llego, el horror me invade. Muertos, ¡Señor todopoderoso! Instintivamente pienso en la señorita Schulze, pero parece que no hay más víctimas. Al cabo de unos instantes pienso en llamar al reverendo, pero el señor Usher ya lo ha hecho. La causa de la muerte no parece sobrenatural, sino obra de arma de fuego, pero, como explica el alguacil, sólo oímos un estruendo. - Perdone, señor alguacil. No seré yo quien se atreva a dudar de la presencia del Mal, pues dice la Biblia "Sed sobrios y vigilantes: porque vuestro enemigo el diablo anda girando como león rugiente alrededor de vosotros, en busca de presa que devorar" (I Pdr 5, 8), pero ¿qué es lo que le ha llevado a la conclusión de que uno de ellos es un brujo? Ambos desafortunados, que estarán con el Señor en este momento, presentan un orificio y sólo escuchamos un estruendo. ¿No podías haber disparado un tercero a ambos?

La noche transcurría tranquila, solo estábamos velando tres personas. Había algo de conversación para que la vigilancia fuera algo amena. Pero entonces caí rendía de sueño, al parecer no había sido la única. Ya que escuché las voces del cazador de brujas que pedía que nos levantáramos.

¿Cómo me había podido quedar dormida?, la falta de emociones en vida quizás... Me levante, mirando al cazador y no dando crédito de aquella estampa ante nuestros ojos.

Habían caído dos de los aldeanos que nos acompañaban. No sabía porqué había caído y porqué ellos... Ayudé al cazador con los cuerpos mientras escuchaba cada uno de ellos.

-Señor Statham, ¿cómo cree que murió mi ayudante? He visto este... hechizo, brujería, o como usted lo quiera llamar, esta misma mañana. ¿Y cómo cree usted que un tercero pudo haberles acertado a los dos en el pecho con un único disparo?

Esto no me gusta. No me gusta nada. Demasiadas muertes en demasiado poco tiempo. Será mejor que el juicio comience lo antes posible, gobernador.

Con un asentimiento de cabeza, el gobernador se retira en busca de lápiz y pluma, mientras que el Alguacil ayuda a retirar los cuerpos.

Me dirijo al alguacil tras escuchar su explicación: - Discúlpeme. Como comprenderá, no estoy acostumbrado a presenciar este tipo de sucesos y me aterroriza la proximidad del mal. Por mi parte, confío plenamente en su interpretación, aunque desgraciadamente suponga la acción de brujos o hechiceros.

Estoy impactado y me es difícil aceptar la amenaza a que nos enfrentamos. Pero el alguacil parece convencido y nadie mejor que él para guiarnos. Esperaré a la opinión del reverendo y del cazador. A fin de cuentas, son los más idóneos.

Sobresaltada por el grito sobrehumano que se escuchó, Eileen abrió rápidamente los ojos mientras, bastante agitada, intentaba poner en orden sus pensamientos. Seguía en la cama, intentando adaptarse a lo que había percibido (o al menos eso creía) y asimilando que seguía en el Ayuntamiento y que muy probablemente la desgracia que todos temían había sucedido, cuando la señorita Reyghers la zarandeó del brazo para despertarla. Cuando hubo reaccionado, en las habitaciones apenas quedaba nadie. Creyó ver que la señorita van Straten seguía acostada:
- Victoria, levántese, será mejor que estemos todos juntos... rápido- dijo en un tono leve, pues apenas conocía a la muchacha y le resultaba violento despertarla con brusquedad.
Seguía todavía recomponiéndose de aquella noche, mientras bajaba todo lo aprisa que le permitían sus recién despertadas extremidades. "¿Cómo es posible que me haya dormido? Recuerdo que ayer no podía pegar ojo pensando en ...". Sus pensamientos se interrumpieron de inmediato cuando vió aquella escena. Sangre, el herrero con el rostro desencajado, más sangre... Dos agujeros en el pecho... Creía haber escuchado sólo un disparo, pero no estaba muy segura pues pareciese que hubiera pasado la noche en un eterno duermevela. En cuanto puso los ojos en los dos cadáveres, sus sentidos se pusieron en alerta instintivamente. Con la mirada recorrió a los allí presentes, buscando que no hubieran recibido daño alguno. El señor West, la señorita Reyghers, el señor Statham... Hizo un atisbo de sonrisa, cuando vió que Arlette corría hacia la cocina con el rostro pálido.
- Discúlpenme, pero creo que a esos pobres hombres ya no hay remedio que los sane.
Dicho esto, y tras echar una última mirada de estupefacción sobre los cuerpos fallecidos, corrió tras la señorita Leyton para socorrerla.
"Padre, protégelos ahora que están contigo..."

Escuchar al Aguacil dando detalles de las muertes y como llevaba a cabo la razon de la muerte de ambos, no hizo mas que preocuparme aun mas si cabe.
-Pero... a dicho que disparo el inocente al brujo. Entonces como es que ambos tienen ¿El mismo agujero? No entiendo su explicación.-Puede que fuera por ser un simple pocero, pero no llegaba a entender como iba a matar el brujo al hombre antes de que este. Por lo que había relatado tenia mas sentido al revés, que el inocente usara el arma para dispararle y el brujo en su lecho de muerte lo embrujara provocandole el mismo dolor al inocente. Puede que simplemente necesitara tranquilizarme para entender lo que decía. Pero ni una tila me calmaría los nervios.

-Gracias señorita- Digo refiriéndome a Samanta -No entiendo como nos hemos podido quedar dormidos... la verdad, no tenía nada de sueño y justo iba a hablar con el reverendo cuando caí sin poder hacer nada y no desperté hasta el momento de los cadáveres... no es normal... debería haberme despertado al primer sonido leve que escuchara, al menos, así suele ser siempre...- Digo extrañado hablando con Samanta mientras movemos el cuerpo, una vez hemos finalizado me dispongo a sentarme cuando la señorita Katherina se viene a disculpar "Que mujer jaja" -Tranquila, no pasa nada- Digo levantando las dos manos y sonriendo -No importa enserio, jaja- Le sonrío mirándola a los ojos fijamente -Es un error de lo mas común, no se preocupe- Intento hacer una broma para tranquilizarla -No es la primera vez que me acusan de algo así, pero usted es mas guapa y huele mejor que los acusadores que suelo tener- No he dejado de sonreír en ningún momento mientras me separo de ella y sigo mi camino a la mesa.

Al alejarme observo como la niña rubia y la doctora se alejan hacia la cocina "hay gente que no puede aguantar todo esto... bueno, yo por suerte, por decirlo de alguna manera, estoy mas que acostumbrado, pero me alegro que la doctora vaya con ella" Se me dibujó una sonrisa en la cara al ver como la doctora iba con la rubia, una vez llegué a la mesa cogí la chaqueta y me aparte hacia una columna ha pensar sobre lo ocurrido "Llevo dormido en ese asiento toda la noche... no me apetece continuar ahí"

Gritos desgarradores acompañan un estruendo atroz que retumba por todos los rincones del ayuntamiento. La voz de la señorita Eileen me apremia para que me despierte. -¿Qué ocurre?. Abro los ojos aturdida, todo parece el principio y el final de un mal sueño. La veo a ella correr hacia la puerta con un desasosiego terrible. La mayoría de mujeres ya se han levantado y apenas ha amanecido. No escucho los cantos del gallo. Cojo el rosario que tengo sobre la mesa el cual había utilizado esa misma noche para rezar por todos los aldeanos y dormir con la compañía de dios. Lo aprieto fuerte mientras me dispongo a bajar a la sala principal, no sin antes darme un vistazo rápido en el espejo. Lo último que quiero es no parecer presentable ante los demás aunque visto lo visto, en un caso excepcional como este, poco debe importar si nos despertamos algo despeinadas.

-Que dios nos asista. Es lo único que puedo decir. Veo los dos cuerpos con los rostros mutilados y mis ojos empiezan a llenarse de lágrimas. Que imagen más dantesca. Giro la cabeza en un acto reflejo. Nunca había contemplado un horror igual, estos pobres hombres. El alguacil sabiamente nos explica como han acontecido los hechos. Yo no puedo dar crédito a tal atrocidad, esos dos boquetes que tienen en sus cuerpos, dios mio…  ¿De verdad las brujas tienen poder para arrancar un trozo de carne humana de esa forma tan bestial?.

El grito desgarrador junto a la apremiante voz del cazador de brujas hacen que me despierte de un sobresalto. Me llevo la mano al pecho, el cual sube y baja a gran velocidad debido al sobresalto, mientras la otra la apoyo en el suelo y me levanto como puedo, para dirigirme con rapidez donde se encuentra el resto.

Nada más ver la escena me tapo la boca, reprimiendo un grito. ¡¿Cómo podía haber pasado aquello?! Me persigno una, dos y hasta tres veces. Sabía (o imaginaba) que satanás podía hacer cosas inimaginables pero... ¿pero sus seguidores también llegaban a tales extremos? ¡Eran personas, por el amor de Dios! ¿No les quedaba ni un ápice de humanidad?

Me aparté ligeramente de la escena, apoyándome en la pared más cercana, intentando despejar mi mente. Aquella escena... lo peor era que no sería la última. Había que parar a esos hijos del demonio. Había que pararlos y detener esta locura. Me volví a persignar repetidas veces.

Entonces habló el Alguacil. Aunque había gente escéptica ante lo que decía, no me parecía del todo descabellado. Pero habría que esperar a más opiniones. ¿Qué opinaría el señor West al respecto?