Partida Rol por web

Los ánimos del guerrero también se ven afectados por la desolación que van encontrando al paso de la compañía... Las fuerzas de Sadlark parecen cebarse sobre sitios distantes y por alguna razón también parece evitarlos a ellos.

-No me creo el cuento de Telsur... -Dice Khelben mientras caminan rumbo sur hacia el desierto de Chun.

-Porqué a su poblado no lo han atacado? -Pregunta al aire.

-Sin duda era un esbirro de Sadlark. Un lobo con piel de cordero. Lo que deseaba escuchar era que nosotros somos... -hace una pausa mirando alrededor -los auténticos portadores. Se inventó todo eso para que mordiesemos el anzuelo y entregarnos a sus vil señor. -Dice mientras suelta un escupitajo al árido terreno.

-Disculpad amigos... creo que este maldito calor empieza a afectarme diciendo tonterías -Dice con voz pensativa observando el seco y yermo paisaje.

En el momento en que el guerrero saca el tema que mantiene a todos con la duda, Arnold aporta también su granito para recuperar la confianza.

- Yo tampoco me lo creo, Khelben. Y quizás no sean tonterías lo que decís.

¿Recordáis nuestro encuentro con aquel viejo mendigo? ¿Recordáis la brújula? Siempre apuntaba a Wendel, que era quien llevaba entonces las cenizas. Si nuestras "especias" fuesen falsas, ¿qué estaría entonces indicando ese extraño aparato?

Quizás podamos repetir el experimento... Luthien, ¿aún portáis la brújula, supongo? ¿Queréis daros una vuelta alrededor de Fibbin con ella en la mano y decirnos qué señala?

                                                                       * * *

Cansado por el viaje a través de parajes desolados, el paladín contempla la vasta extensión del desierto de Chun y escucha la tensa calma que se respira.

- No me gusta nada esto. -comenta- Todo tan despejado, sin rastro de las tropas de Sadlark... -el paladín mira a sus compañeros, a ver si comparten esa sensación de peligro que le perturba.

Cuando Arnold comenta el tema de la brújula, Wendel se acerca disimuladamente a Fibbin, se agacha junto a ella y simula apretar el cordón que sujeta el saco al cinturón de la mediana.

Haciendo caso de la sugerencia de Arnold, la elfa saca la brújula y mira a ver que es lo que indica. Luthien continua dando vueltas en la cabeza al tema de que todo fuera una estratagema y que ellos no fueran los autentcos portadores, a pesa de las palabras de sus compañeros.

-  Telsur fue muy amable, y la ciudad parecía fuertemente defendida, quizás por eso no la han atacado. Hasta ahora los pueblos que hemos visto arrasados no eran así. Espero que tengáis razón amigos y que no seamos una tapadera.- dice con algo de desanimo.

La mediana no para de darle vueltas en su cabeza a las palabras de Telsur temiendo que estas fueran ciertas pero a la vez siendo consciente de que debía seguir adelante con la misión que se les ha mandado cumplir sea esta real o una tapadera.

-Esperemos que las palabras de Telsur no sean ciertas sino, me sentiría todavía más culpable por lo pasado en Aldulume...-comenta a los demás con mucho pesar en sus palabras.

Luthien saca la brujula como le indica Arnold. La observa detenidamente y cuando ve lo que muestra, hace un gesto de sorpresa. Todos sus compañeros reparan enseguida en el gesto de la elfa... 

Luthien no da credito a lo que ven sus ojos. La brujula parece estar indecisa de en que dirección apuntar, sus agujas van y vienen en todas las direcciones, apuntan a cualquier miembro del grupo, independientemente que porte las cenizas o no.

-¿Qué es lo que ocurre, Luthien? -Pregunta Khelben a la maga al observar su rostro.

Luthien mira a la brujula y a cada uno de sus compañeros totalmente sorprendida, e incluso prueba a darle un par de golpecitos suaves.

- La brujula parece estar indecisa de en que dirección apuntar, sus agujas van y vienen en todas las direcciones, apuntan a indistintamente a cualquiera de nosotros, independientemente que portemos las cenizas o no.- responde contrariada.

Wendel arruga el gesto en una extraña expresión visiblemente contrariado.

- ¿Y cómo demonios debemos interpretar eso? -pregunta -Sean las verdaderas cenizas o no, nuestra misión requiere llevarlas a su destino. Y si con ello únicamente somos un señuelo así sea, pero este enano ha jurado llevar a cabo esta misión, y no dudaré en hacerlo por mucho que nos hayan utilizado. A menos que alguien tenga una explicación razonable para el comportamiento de este aparato del infierno, será mejor ignorarlo y descansar esta noche. Mañana será una dura jornada.

Fibbin no se puede creer lo que está ocurriendo, primero las palabras de Telsur y ahora aquello de la brújula. Sin decírselo a sus compañeros cada vez tiene más claro que puede ser verdad eso de que son un señuelo.

-Opino como tu Wendel, sea verdad o mentira debemos seguir adelante aunque nos vaya la vida en ello.-dice la mediana con cierto disgusto en la voz.-Será mejor que descansemos antes de introducirnos en ese mar de arena.

La joven busca un lugar para dormir y allí se tumba para descansar.

El grupo antes de acostarse a descansar mantiene una animada conversación sobre los últimos acontecimientos. Da la sensación de que la posibilidad de haber sido engañados desde el principio ha sentado mal al grupo aparte. Aunque el engaño fuera cierto, todos tienen la intención de acabar con su cometido, para bien o para mal, no habían hecho todo ese recorrido y habían llegado hasta donde estaban para nada. Poco a poco los animos de los portadores por seguir manteniendo la conversación en la que están enfrascados desaparece y se acuestan bajo el raso cielo del desierto.

Esa noche nadie pega ojo, saber que están cerca de los dominios del enemigo no ha ayudado a los portadores a conciliar el sueño, sobre todo cuando a esas alturas del viaje se espera bastante más actividad hostil.

Tras un rápido desayuno, los portadores montan sus caballos y siguen camino hacia el sur. Conforme se van acercando a su destino, se dan cuenta que el cielo va cubriéndose poco a poco de unas extrañas nubes de tonalidades grisáceas algo fuera de lo común en esa época del año en el desierto, donde prácticamente siempre está despejado.

Por el camino van topándose con pequeñas ciudades destruidas y erosionadas por el paso del tiempo. Lugares que antaño gozaban de vida y ahora están abandonadas y olvidadas en medio del desierto. La mayor parte de edificaciones son de piedra y estas están severamente dañadas y derrumbadas.

La hora de comer se acerca y Fibbin indica que podrían refugiarse y comer dentro de alguna ruina de las ciudades por donde pasan, pero Khelben enseguida se niega. Su experiencia como guerrero le dice que cualquiera de estos lugares son propicios para una emboscada y así se lo hace saber al grupo. Así que lo mejor que pueden hacer es parar en cualquier punto de su recorrido en el desierto. Donde no hay edificaciones y todo está a la vista. Todos asienten a las palabras del guerrero y paran un par de horas en medio de la nada para descansar y comer algo para reponer fuerzas ya que el viaje por las arenas del desierto son mas agotadoras de lo que pensaban.

Una vez han comido continúan con su camino dirección al sur. La tarde pasa lenta pero tranquila y conforme van adelantando su camino, se va mostrando ante ellos una pequeña edificación en bastante buen estado rodeada de varias columnas.

La noche se acercaba y la edificación que tenían delante parece un buen lugar donde pasar la noche.

Cuando llegan la edificación y después de haberse asegurado de que el lugar esta inhabitado, tras un exhausto reconocimiento del lugar, deciden pasar la noche allí. Encienden un fuego en el que calentar la cena de esa noche y tras un rato todos se acuestan intentando conciliar el sueño esa noche.

De repente, en la calma y oscuridad de la noche, algo llama la atención de Arnold que todavía no había conseguido dormirse. Un extraño susurro se acercaba desde el cielo hasta su posición, al principio no sabía de lo que se trataba, pero cuando entendió que es lo que estaba sucediendo, su cara cambio completamente de expresión. El susurro que escuchaba era sin lugar a dudas el aleteo de un dragón acercándose al lugar. Arnold aun con la esperanza de que este pasara de largo despertó, despierta a sus compañeros para decirles lo que ha escuchado y que de paso estar preparados para lo que pueda suceder.

Para disgusto de todos, el dragón desciende y empieza a merodear el lugar. Primero camina alrededor de las columnas que protegen la edificación para acto seguido empezar a golpearlas con la cola con la intención de derrumbarlas. Cuando ya casi se ha abierto paso hacia la edificación donde se encuentra el grupo, algo llama la atención del dragón y le hace girar su cuello en la dirección de un fuerte graznido procedente de la oscuridad del cielo y poco después un grifo se abalanza sobre el dragón empezando una fuerte lucha a muerte entre los dos.

El grupo se asoma para ver mejor lo que sucede fuera y ven con asombro la descomunal batalla que libran ambos animales. La lucha está bastante igualada durante toda la batalla, hasta que en un golpe de suerte, el dragon logra acertarle con un fuerte coletazo al grifo, lo cual hace que este caiga al suelo arrastrándose por el varios metros.

El gripo permanece inmóvil y mal herido en el suelo mientras el dragon se acerca a el lentamente, dando la sensación de que quiera saborear el momento antes de acabar con su vida.

Entonces todos recordais las palabras de un viejo loco…

Recordad una cosa, cuando veais al pájaro caer, no temais en ayudarlo.

Wendel asiste impotente a las repetidas acometidas del dragón sobre la estructura en la que se cobijan. El enano, frustrado por no poder hacerle frente en condiciones bufa repetidamente esperando la oportunidad. De pronto, un grifo aparece de la nada y emprende una encarnizada lucha contra el imponente dragón. La lucha sin cuartel se prolonga ante la atenta y sorprendida mirada de los portadores.

Llegado el momento, el grifo cae, golpeado por el dragón, y es en ese momento cuando las palabras del viejo vuelven a su memoria.

- ¡Es el momento! -exclama Wendel echando a correr hacia el dragón sin pensárselo un instante.

Khelben despierta enseguida tras la voz de alarma de Arnold y desenfunda su espada y se equipa su escudo...

Arnold le hace una indicación hacia el oscuro cielo en el cual se observa, a lo lejos pero acercándose a gran velocidad, lo que parece ser un dragón.

-Por todos los dioses... Nos han encontrado -Masculla el guerrero mientras busca algún tipo de coberturas para poder hacer frente a la bestia.

Por fin el dragón aterriza cerca de ellos y empieza a golpear coberturas para acercarse al grupo. Para asombro de todos del cielo surge un grifón que inmediatamente comienza a descender en picado tomando como objetivo a la bestia de escamas.

El grupo se queda atónito ante la fiereza de ambos animales luchando entre sí. Aunque es sabido que los dragones son más fieros que los grifones éste parece plantarle cara y emplearse a fondo. Tras unos minutos, sin aliento, el dragón le asesta un contundente coletazo al grifón desplazándolo varios metros y dejándolo bastante maltrecho... El dragón, por naturaleza, le gusta saborear la victoria y se acerca a su presa poco a poco ofreciéndole la espalda al grupo de héroes.

Khelben observa como el enano sale disparado hacia el dragón gritando ¡Es el momento! El guerrero capta la señal y se arroja al ataque junto a su compañero con toda la furia de que dispone.

-A por él!!!! -Grita el guerrero corriendo como nunca hacia la bestia.

Inquieto porque el incidente de la brújula no para de darle vueltas por la cabeza, intentando encontrar una explicación, el paladín no consigue conciliar el sueño. Nervioso se agita en el rincón donde se ha acostado cuando, de repente, escucha el aleteo. Se incorpora rápidamente y se queda quieto escuchando, hasta convencerse de que lo que oye confirma sus temores.

Rápidamente despierta a sus compañeros y les pide que guarden silencio. Sólo si pueden pasar desapercibidos tendrán alguna oportunidad ante aquella bestia. Pero el dragón les detecta y su suerte parece echada cuando aparece el grifo y comienza la lucha entre los dos animales. Agazapado todavía, Arnold contempla la encarnizada lucha pidiendo la protección de Dios para la criatura salvadora. Pero los rezos de éste no parecen tener respuesta, pues, en un instante, la contienda parece haber llegado a su fin, con victoria del lado equivocado.

Completamente helado, el paladín siente que sus esperanzas se esfuman y sólo el grito convencido del enano y del guerrero consiguen devolverle a la realidad. Luchar o morir... La victoria o el ocaso de Embelyon...

Arnold se pone en pie, toma el mandoble con ambas manos y sale también a la carrera, unos instantes después que los demás. 

- ¡Por Pelor! -lanza el grito de guerra de la milicia, mientras se acerca a la bestia con el arma dispuesta para el enfrentamiento.

Cuando Arnold los despierta, Fibbin se despierta muy sobresaltada...Qué pasará ahora...Llevaba días preocupada y sin descansar por todo lo que les estaba pasando y no sabe cuanto más podrá aguantar aquella tensión. Para sorpresa de todos lo que sucedía a su alrededor era algi superior a ellos, un espectáculo fantástico. La mediana mira atenta la lucha atenta entre un dragón y un hipogrifo y cuando este cae recuerda las palabras del anciano y se prepara para ayudarlo siguiendo a sus compañeros.

Los fuertes golpes que la criatura propina contra la estructura hacen que la elfa se despierte violentamente y asustada retroceda arrastrandose sobre las manos pero la oportuna aparición del Grifo impide que ocurra lo peor, aunque tras un intenso combate es el ave quien parece llevarse la peor parte, hecho que sus compañeros no quieren dejar correr e inconscientes saltan a la batalla en pos del grifo malherido.