Partida Rol por web

Dos grupos.

Uno formado por Penny, Henry, Pat y PJ.

Otro, formado por Chris, Tam y Melinda.

Cada uno con una importante misión que resolver. El primero tendría que buscar al inocente que hacía una semana había desaparecido. El segundo hacerse cargo del asunto del callejón.

Ninguno de los dos parecía sencillo...

Por fin habían decidido dirigirse al callejón donde Henry y Penny habían visto a aquellos bichos por primera vez. Se metieron todos en el mismo coche y Henry dio las instrucciones pertinentes para llegar al lugar.

Aquel domingo el callejón parecía de lo más común. ¿Quién diría que por poco ambos primos no salían con vida de allí? El bar de moda que estaba al lado estaba cerrado. Aún era muy pronto para que un local como ese estuviera abierto.

Decidieron adentrarse dentro de la pequeña callejuela y fue entonces cuando Penny volvió a tener otra premonición. Los demás no lo vieron, pero por la cara que puso sin duda debía de estar sintiendo algo horrible.

¿Qué es lo que tendrían que buscar allí exactamente? ¿Quizá Penny lo hubiera averiguado ya?

Tam, Chris y Melinda llegaron juntos al P³. Habían cogido el coche para llegar hasta allí, y Chris abrió el bar. Hoy era día de libranza, así que no habría nadie por allí. Podían estar tranquilos. Solo tendrían que esperar a que el dichoso adolescente llegara de una vez. ¿Tenían todos claro lo que dirían? ¿Tenían clara la pantomima que iban a montar?

Y entonces, un par de golpes sonaron en la puerta. Alguien estaba llamando. ¿Sería Sam?

El trayecto no tuvo nada de agradable. Si le sumabas que estaba otra vez metida en una misión sin sentido, y que sus compañeras de 'aventura' no eran nada más y nada menos que sus hermanas... las esperanzas eran mínimas. Sin mencionar el constante escalofrío que le recorría el cuerpo al no dejar de recordar lo ocurrido ne el callejón. Por suerte estaba Henry. Algo bueno tenía que salir de eso.

Decidió quedarse en silencio todo el viaje, evitando cualquier conversación de la que se pudiera arrepentir. Hacía ya varios años que había constatado que esa era la mejor actitud para salir viva de sus reuniones familiares.

Bajo del coche en silencio, volviéndose a preguntar por qué estaba allí. Aun así, fue de las primeras en adentrarse en el lugar. Sentía como su corazón se aceleraba y la sangre golpeaba con fuerza en sus sienes. No estaba a gusto allí, pero caería en la trampa de compartirlo. Quizá fue esto lo que hizo que no la viera venir. La premonición.

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La sensación era de lo más extraña. Sentía lo que estaba pasando como si fuera la primera vez. Pero mientras tanto, su cerebro era capaz de anticipar aquello que iba a pasar, mientras rellenaba los pequeños detalles que habían quedado olvidados la primera vez.

No, no le gustaba revivir lo que había ocurrido... y menos si se trataba del secuestro de una chica de su edad por un demonio. No recordaba sus caras, pero esta vez las grabó en su cerebro a la perfección. También sus palabras, ese fácil y mortal gesto con el que el hombre calvo repartía órdenes entre su mortal enjambre... y el guante.

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Congelada en el sitio, con los ojos cerrados, los brazos tensos y semilevantados. Como si hubiera querido llevárselas a la cabeza pero las imágenes se hubieran agolpado en su cerebro con demasiada rapidez. Hasta que acabó.

- ¡¡¡El guante!!! - no dio tiempo a que nadie hiciera preguntas. Como un rayo salió corriendo hacia el fondo de callejón, junto al contenedor, allí donde habían desaparecido el demonio y la chica. Su corazón latía más fuerza si cabía, y el pulso de su sien había sido sustituido por uno de los dolores de cabeza más intensos que nunca había sufrido. No podía pensar en nada más que en esa prenda. No solo tenía que encontrarla. DEBÍA hacerlo. NECESITABA hacerlo. Por esa chica. Por su familia. Por el demonio. Por ella. Por acabar con esas horribles premoniciones que estaban enterrándole viva.

Necesitó que pasaran muchos segundos hasta ser consciente de que no estaba allí. De que hiciera lo que hiciera, se esforzara lo que se esforzara, sus premoniciones seguían siendo tan inservibles como siempre. ¿Qué sentido tenía saber que el demonio había perdido un guante en su huída si ya no iba a ser capaz de encontrarla? Esta vez sí que se llevo las manos a la cabeza, cerrando los ojos, apretando su cráneo con fuerza e intentando disminuir - sin éxito - esa presión que le estaba matando.

                Chris estaba a punto de repasar el plan, o pseudo plan. El tema era convencer al chico que el enfrentamiento entre ellos y tres demonios que había visto esa vez, en el callejón, era solamente una toma cinematográfica de una película de la cual Chris era el director, y Tam, su hermana Melinda, y todos los demás, actores. Que todo lo que vio fueron efectos especiales y eso.

                -Bien tenemos que…

                La puerta sonó y el joven Halliwell miró a las chicas. -¿Será Sam? –preguntó y empezó a aproximarse a la entrada pero aguardó a sus compañeras primero.

Los tres primos llegaron al P3. A decir verdad, Tam estaba algo nerviosa. Por alguna razón ella, además del combate que había visto, parecía ser el centro de interés de aquel chico. Aquello no le gustaba y no quería que se le fuese la lengua en sus respuestas y dijese cosas que no debería. Miró a sus primos, tras atravesar el portal del bar, hasta el momento cerrado. Chris empezó a hablar, pero en ese momento alguien llamó a la puerta. 

- ¡Qué rapidez!- murmuró.- Tiene que ser él, ¿no?- preguntó encogiéndose de hombros. ¿Quién podía ser sino? No podía ser que los problemas empezasen tan pronto.

- Iré a abrirle- se ofreció, acercándose a la puerta, pegando la oreja contra ella por unos segundos tratando de discernir cualquier ruido proveniente del exterior.- ¿Quién va?- pregunta en voz alta. Una última pregunta para confirmar la identidad del visitante no estaba de más. 

Pat hizo el viaje en coche en silencio, no quería decir algo y que otra vez hubiese fricciones con sus hermanas -Deberíamos arreglar eso- pensó mirando el perfil de Penny -pero recién ha vuelto, seguro que saldría corriendo de nuevo- se mordió ligeramente la cara interna de las mejillas y su vista se dirigió entonces al rostro siempre seguro de P.J. -Si solo mostrase su preocupación de otra forma...-.

Por fin llegaron al callejón, a decir verdad a Pat no le pareció en nada diferente a cualquier otro callejón, incluso podía pensar que se encontraban detrás del P³, pues también tenía un local en la esquina, y que el resto de primos estaban al otro lado de la pared. Iba a comentar algo al respecto cuando la cara de su hermana pequeña se transformó, su cuerpo se puso rígido y ella se acercó. No tuvo tiempo de decir ni hacer nada pues Penny salió corriendo, sin pensar en nada mas que no fuese dejarla sola ella salió corriendo detrás, apenas a una zancada de distancia. Mientras corría pensó en la palabra que había gritado -¿El guante?-, cuando al fin se detuvieron imitó a su hermana y miró por el suelo, supuso que buscaba un guante pero de nuevo el gesto de Penny hizo que desviase su atención hacia ella.

-¿Estás bien? ¿Mejor si te sientas un momento? -fué a acercarse pero decidió guardar las distancias y seguir buscando, el objeto o algo para que su hermana puediese sentarse y descansase, debía ser horrible tener esas premoniciones -Ni loca copio su poder, además tanta responsabilidad debe ser agobiante-.

Una mirada de reojo hacia su hermana, parecía que empezaba a entender lo que sentía Penny.

Henry daba las indicaciones para llegar hasta el callejón. Sentía la sensación de todo lo que estaba pasando allí como si le estuviera pasando a él. Aunque, simpatizando con Penny, sabía que él estaría igual si fuese con las gemelas, aunque sería uno o dos grados menor de intensidad. Aún así, intentó tener conversaciones amenas, en las que todas pudiesen participar, y así se olvidasen de lo incómodas que podrían sentirse.

Al llegar al callejón, Henry se detuvo junto a su prima pequeña en la entrada. Respiró hondo, y a su mente parecieron acudir las imágenes del altercado. El grito de la muchacha, el hombre calvo, las malditas luciérnagas, cómo el intento que habían tenido los dos de salvar a la muchacha se iba a la mierda...

Entró en el callejón y se giró para hablar con Pat y PJ. Escuchamos el grito y nos acercamos corriendo. Hacia el final del callejón, vimos unas luces rojas. De allí venían los gritos de la chica. Penny se movió para esconderse tras el contenedor, yo me dupliqué y grité... Pero nos lanzó un grupo de luciérnagas que nos dejaron como nos visteis después y, para cuando quisimos llegar ante él, se había evaporado con la chi... El grito de Penny le asustó, y dio un bote. Se giró en pleno salto, esperando encontrar algún tipo de demonio, pero sólo vio a su prima salir corriento. Las palabras le llegaron al cerebro instantes después. ¿Guante? preguntó. Y, aunque no sabía muy bien por qué, salió corriendo tras Penny y se puso a buscar un guante.
 

Se tomo cerca de medio minuto para responder a su primo. Parecía que la presión del cerebro iba remitiendo.

- El atacante perdió un guante justo antes de desaparecer - comenzó, señalando hacia la zona del contenedor en donde lo había visto caer. - También recuerdo su aspecto y cuáles fueron sus palabras al vernos llegar. "Joder, yo no quería pero no me habéis dejado más remedio" - añadió Penny, recitando las palabras que hacía apenas unos minutos había escuchado en la voz de aquel extraño hombre. Parpadeó unas cuantas veces mirando a su alrededor. Esta vez no buscaba nada. Solo intentaba borrar de su mente la expresión de terror de esa chica que, con o sin motivo, había sido secuestrada.

- Alguien a tenido que llevárselo - continuó al final. - Quizá los dueños del bar o alguno de los clientes. Estamos en otro callejón sin salida. Nunca mejor dicho - pensó para sí.

Penny, tranquila. A lo mejor no se lo ha llevano nadie. Busquemos por aquí, a lo mejor lo han tirado a algún contenedor o algo así Henry intentó tranquilizar a Penny con esas palabras, pero en parte eran para él. La pobre muchacha raptada lo tenía cada vez más difícil. Y, sin ese guante, era todavía peor. Así al menos conseguirían algo para buscar al demonio.

Penny se obligó a respirar hondo y escuchar las palabras de su primo. Tenía que centrarse. Debía buscar ese guante.

- Sí, tienes razón - contestó, retirándose nerviosa el pelo de la cara - Pero... creo que no lo encontraremos aquí - no sabía cómo, pero tenía esa impresión. - ¿Por qué no preguntamos a alguien de alrededor? ¿Del bar o un vecino?

Mel no tenía muy en claro qué papel iba a jugar en aquella charada, pero su hermano y su prima la necesitaban, así que apechugó con lo que sentía dentro y se unió al grupo para enfrentar al chiquillo Sam.

Llegaron al P3 pero casi no tuvieron tiempo de acomodarse. El repentino llamado a la puerta les impidió repasar el plan, así que, por su parte, dejaría que Chris llevara la voz cantante y hablaría lo menos posible sin llegar a quedar como un vegetal. Cuanto más tiempo mantuviera la boca cerrada, menos chance de meter la pata había. Pero tampoco dar el aspecto de decorado o el chico no se creería la historia.

Un poco nerviosa, jugueteó con sus manos esperando que Tam obtuviera respuesta. Por favor, que sea el chico, así nos libramos de esto de una buena vez!

Mientras Penny trataba de relajarse por la presión ejercida por todos los sentimientos encontrados tras la premonición, Pat y Henry se dispusieron a peinar el callejón por completo. No tardaron en encontrar un guante de lana, gris azulado y viejo y se lo llevaron ante la chica. Ella negó con la cabeza, pues ese guante debía pertenecer a otra persona, no era el objetivo de su premonición. El del demonio era un guante de cuero negro, con unos rivetes dorados, si Penny lo volvía a ver sabría perfectamente que era ése. Pero no hubo suerte.

Tras nuevos y repetidos intentos, Pat sintió algo en su interior, como si sintiese "curiosidad", ese sentimiento le llevó a mirar detrás de un contenedor de basura, y allí, pudo toparse con un conejito blanco que estaba mordiendo el guante del que Penny les había hablado. El conejo sentía "curiosidad" por ese objeto, y eso le había llevado a Pat a encontrarlo.

Pero algo que quizá no pasaría desapercibido en aquel momento fue el hecho de que hubiera, allí, un conejito blanco. ¿Qué pintaba aquel animal en plena ciudad?

¡Quién va a ser! Gritó. ¡Soy yo! ¡Venga abridme! Dijo ansias el muchacho. Y en cuanto cayó, Tam pudo escuchar su risa y... no solo su risa, alguien más parecía estar riéndose tras la puerta. ¿Acaso no había venido solo el dichoso adolescente?

Pat dejó salir el aire lentamente -Y de nuevo ignorada por mi propia hermana- sabía que la relación no era tan buena como en otra época pero tenía la esperanza que solo fuese una fase y volviesen a estar como antes. Escuchó las palabras de ambos y la frase que dijo el desconocido le llamó mucho la atención, parecía como si los conociese, o al menos no quería hacerles daño. -Igual está siendo coaccionado de alguna forma- pensó, aunque luego comenzó a deshechar la idea -¿Quién va a coaccionar a un demonio?- la respuesta vino a su mente en un fogonazo, recordando las palabras de su tía -La Fuente-.

La mediana de las hijas de Phoebe hizo caso omiso del pesimismo de su hermana y se puso a buscar por todo el callejón. Parecía que el guante en cuestión no estaba, habían encontrado uno y, aunque por su aspecto no lo parecía, se lo llevaron a Penny que negó con la cabeza y pasó a describirles el objeto en cuestión. -Nada que ver con este- Pensó Pat y dejó el que habían encontrado encima de unas cajas, a lo mejor su dueño volvía a buscarlo.

Con la nueva descripción Pat volvió a buscar el objeto, a pesar de todo sentía que no podían haber perdido esa pista* -Sentir...- pensó mientras estaba agachada mirando en unas bolsas. Se levantó con una expresión extraña en su rostro, parecía que estuviese oyendo algo, algo le olía a calor y sudor. Fué apartando bolsas mientras parecía olisquear a su paso hasta que llegó al contenedor, frunció las cejas y se asomó por el espacio que quedaba entre éste y la pared, a pesar de la situación una sonrisa casi infantil asomó a su rostro y con delicadeza tiró del objeto rodante dejándolo en medio del callejón.

Sin pensar en que el animal podía ser algo distinto de lo que parecía, se agachó para quitarle el guante y dárselo a su hermana, luego no pudo resistir el impulso de ir a cogerlo.

La respuesta trajo alivio y nervios por igual. Allí estaba el chico, sería cuestión de aguantarlo una media hora y despacharlo por donde había venido. Todo parecía sencillo... hasta que escuchó otra risa más.

-Pe... pero... ¿No le pedimos que viniera solo? -la incredulidad se dibujó en su rostro. El muy... Aaaaarggggh

Miró a Tam primero y luego a Chris. Esperaba que alguno de ellos tuviera un plan alternativo pues, si se le hacía difícil pensar en lidiar con el adolescente a solas, tener que tratar a sus amigos también se le antojaba una misión imposible.

      Chris se acercó a la puerta con evidente fastidio cuando Sam se presentó acompañado. "Vale, es un crío... yo también lo fui y se entiende su fanatismo. Pero esto se nos puede ir de las manos. No es cuestión de fama, es el tema de que podrían ponerse en peligro."

      -Sam, ¿recuerdas las reglas de darte el autógrafo? -preguntó sin abrir la puerta todavía, o más bien dejándola entreabierta para asomar la cabeza. -Ya bastante me ha costado que Tam accediese a venir aquí, así que no me vengas con rodeos. ¿Quién está contigo?

      Trató de sonar duro pero sin serlo demasiado, no quería que al chico le cayese mal. Además, realmente era solo otro inocente, no un demonio o brujo. Lo que necesitaba era evitar problemas, sobre todo relacionados con esos malditos seres.

Ver ese irrelevante guante de lana no provocó ninguna reacción en Penny. Todo un avance, teniendo en cuenta el estado de nerviosismo en el que había estado hasta hacía apenas unos segundos. Pero las cosas habían cambiado de improviso. De repente parecía haber perdido todo el interés por esa prenda. Quizá tuviera algo que ver estar tan segura de que no iban a sacar nada provechoso de aquella búsqueda. Aunque estaba equivocada, por supuesto.

Había seguido con la mirada a su hermana desde el primer momento, con cierta curiosidad imposible de contener. Necesitó varios segundos para procesar lo que estaría por llegar. - Ese... ese es el guante... - Su voz sonó lenta y débil. Posiblemente ni siquiera fuera consciente de que estaba diciéndolo en voz alta.

Estiró la mano para cogerlo, cuando su mirada se vio enganchada por la presencia de aquel animal. - ¿De dónde ha salido ese conejo blanco? - Frunció el ceño molesta, apretando el guante con más fuerza de lo normal. Tenía la sensación de que algo no cuadraba, aunque todavía no sabía el qué.

- Maldito niño- murmuró al oír la segunda de las risas tras la puerta y la queja de su prima. Casi al instante se arrepintió de su pensamiento. Ella era maestra. No podía decir eso, aunque lo pensase. Debería haber sabido que no vendría solo. 

- Hay que instalar una mirilla en la puerta de este bar.- comentó, quitándole importancia a la situación, mientras su primo se acercaba a la puerta a intentar llegar a un acuerdo.- Si ha venido con varios, como mucho que entren dos.- En caso de que el segundo individuo fuese un demonio, seguían siendo mayoría- tres contra uno- y podían tener alguna oportunidad de salir victoriosos. 

Como contraposición al tono duro de su primo, decidió afrontar la situación desde otro ángulo. 

- Sam. Me has decepcionado. Pensaba que teníamos un trato.- le dijo, haciéndolo sonar como si aquello fuese personal. Como cuando tu mejor amigo o tu novio te engaña.- Dinos quien viene contigo y nos pensaremos si él puede pasar.- trató de infundir a su tono un deje ¿seductor?- los hombres se vuelven locos por las tías buenas, cosa que él piensa que soy- , aunque no estaba muy segura de haberlo conseguido.- Tienes que comprender que no podemos dar a conocer mucho del rodaje antes del estreno de la película.