Partida Rol por web

Uhtred abandona la casa y se hace el silencio. Silencio que es roto únicamente por la hostil respuesta de Ishild hacia Haakon al cual le recorre un escalofrío con la mirada helada que le lanza la viuda.

Karl se mantiene al margen, aunque su cara se muestra preocupada. Analiza lo que ha dicho Haakon y lo niega con la cabeza, pero de su boca no sale una sola palabra. Si Ívarr encontró la muerte apostando, no parece que fuese algo que hiciese de forma habitual por la reacción tanto de su mujer como de su hermano. Pero uno nunca sabía lo que un hombre desesperado podría hacer. O simplemente, Haakon estaba totalmente equivocado.

Aún quedaba mucho por hacer. El cuerpo de Ívarr estaba limpio, envuelto ahora con linos nuevos. Pero toda la ceremonia estaba por ser realizada, había que traer a sus seres queridos para que se despidiesen de él y había que cavar una tumba donde depositar el cadáver.
 

- Si tu lo dices, estoy seguro de que es cierto - dije, aunque con un ligero tono de reproche, como un niño aceptando una regañina de su madre - pero sin duda Ivarr buscaba obtener algún dinero para todos rápidamente. Tal vez recurrió a personas que sí lo hacían. -

Supe en seguida que no había elegido las mejores palabras. Si Ívarr había actuado como yo creía no pensaba que lo hubiera hecho de mala fe, pero no había forma correcta de insinuar algo así.

- Deja al menos que lo busquen. Prometo que cuando hayamos descubramos la identidad del culpable aceptaré cualquier retribución o compensación que creáis adecuada por mis palabras. Sin quejas ni lamentos. -

Aquello olía mal, tan mal como una vaca muerta que hubiera estado una semana con las tripas al sol pero no había mas que pensar. El no destacaba por ser el hombre mas listo o el mejor cazador así que confió en la opino de otros que consideraba mas sabios.

Dio unas zancadas largas en dirección al burdel sin responder nada, su acción lo decía todo. - Estamos dando por hecho que pretendían pagar por ello.... pero la forma en la que le mataron....si no están en el burdel pienso salir corriendo en busca de su viuda y me da igual lo que digáis.- dijo con tono tajante. Aquellos hombres habían asesinado a su amigo de un modo horrible, casi parecía algún tipo de venganza, para despues ir corriendo a relajarse. Alguien capaz de hacer eso también lo seria de otros actos de la misma bajeza.
 

 No llevaba mucho en la ciudad, y desde la última vez era como si hubiera crecido de repente. Tuve que pararme a recapacitar. Sería imposible encontrar a los compañeros, puesto que no sabía qué camino habian tomado. Supongo que al anochecer regresarían a casa de Ishild, con lo que me daba un poco de margen para maniobrar a mi aire. Aquello me gustaba, y si los dioses me eran favorables, encontraría algo. Pero... ¿por dónde empezar a buscar? Quizá Haakon tenga razón y lo más bajo de la ciudad sepa algo. Suspiré, recordando la bolsa que tenía oculta bajo mis ropas y en un invierno duro si me gastaba todo. Pero para aflojar algunas lenguas... es necesario hacer tintinear un poco de dinero. Por otro lado estaba Arn, un viejo cabrón más listo que un elfo y todavia con la capacidad de partirle el craneo en dos a un hombre con un palo de madera.

 Casi estaba seguro de donde estaría: En el puerto o en el mercado. No era de esos hombres que prefieren gastar todo lo ganado en mujeres y bebida. Mi abuelo era del tipo de mercaderes que nunca, bajo ningun concepto, deja de hacer negocios. Además, aguzando el oído, en el puerto alguien podría estar cuchicheando algo que pueda interesarme. En primer lugar me dirigiría al puerto, a las lonjas, y donde atracan los drakkars, snekkjas y demás embarcaciones. Le pondría a mi abuelo sobreaviso, porque también puede serme de ayuda, y luego iría a echar algunas apuestas.
 

Bueno, allá vamos - pienso, al ver la airada reacción de Erik. Sin más, me encamino tras él, franqueando la entrada al burdel. Una vez dentro ya indagaremos para hallar a los que estamos buscando.

Mis ojos tardan un poco en acostumbrarse a la luz que hay en el interior, bastante menos intensa que en la calle y cuando lo consigo, busco a una de las chicas para preguntarle, mientras permanezco atenco a cualquier posible amenaza: Hola guapa, estamos buscando a un par de amigos que venían para aquí. Quizás los hayas visto, son grandes y vestían armadura.

Entro en último lugar en el burdel, antes de echar un rápido vistazo hacia la entrada de la ciudad por si nuestros compañeros han llegado ya. Dejo que Harald tome esta vez la iniciativa, agradecido del "relevo".

Realmente, hay mujeres increíbles en este lugar. Es una pena que nos traiga a él una razón tan macabra.

Las palabras de Haakon parecen sensatas y sin duda si nos viéramos en otras circunstancias tal vez no hubiera tenido problema. Pero Ivar.. 

Miro a Haakon y asiento como respuesta a todo su discurso. No tengo ganas de hablar de las posibles causas de su asesinato ni de sus circunstancias. Será mejor que otros se ocupen de eso. Al menos de momento. Pero tampoco quiero que Haakon se sienta excesivamente incómodo. 

- Tenemos mucho que hacer - digo centrando mi cabeza, mi mente y todos mis pensamientos en la elaboración del funeral. 

Apenas atravesáis el marco de la puerta, cuando de una mesa se acerca un hombre con los brazos abiertos. Hasta que no le tenéis encima no sabéis quién es y no podéis evitar el sobresalto. Vuestros músculos se tensan como resortes. Entonces le véis con su vozarrón. ¡Amiigggos! ¿Quéee haaacéeeeis aquíiii? Björn os saluda con su característico acento sueco "mejorado" gracias a grandes cantidades de hidromiel que hace que os cueste un poco entenderle. Sus enormes brazos son, de alguna manera, capaces de llegar a juntaros a todos en una ridícula montaña de carne. Bernt siente la hidromiel de la jarra de madera de Björn derramarse por su espalda sin que el mercenario se dé cuenta de ello.

Sin duda está alegre por veros y dudáis que sepa algo de lo que ha pasado. La zona común que actúa de taberna y donde están muchos locales y viajeros os miran con curiosidad, pero pronto vuelven a sus asuntos. Después de todo, borrachos que saludan a sus amigos no es que sean algo poco común.

Seeentaaaaos. Dice el sueco mientras con un torpe gesto os invita a sentaros en su mesa. Una muchacha pasa al lado de la mesa justo en el momento en el que Björn se dirige a su sitio. Tras el cachetazo de rigor donde la espalda pierde su casto nombre, el mercenario dice: Traeeeenos cuuaaatro jarras de hidroooomiel, preciossaa. Mis amigos y yo tenemos sed. En su rostro se forma una sonrisa que intenta ser simpática, pero la borrachera consigue un efecto más bien terrible. La muchacha, probablemente acostumbrada a cosas similares o peores, se dirige presta a cumplir el encargo.

Tras un recorrido razonablemente largo hasta el puerto, por fin llegas hasta el lugar donde las embarcaciones parten a sus destinos o donde llegan. El puerto, como siempre, resulta un lugar bullicioso. Las aves marinas ensordecen con su continuo griterio y sus vuelos son a menudo rasantes, intentando rapiñar lo que pueden: sea pescado traído por los pescadores, ratas muertas o los restos de comida que alguien haya podido dejar desatendidos o que se han caído al suelo y nadie se ha molestado en limpiar.

El viento sopla frío desde el mar. El cielo comienza a nublarse de nuevo.

Encuentras el barco de tu abuelo, pero no lo encuentras allí. Maldices por lo bajo y te diriges a las lonjas donde comienzas a preguntar a toda persona que te encuentras por él, hombre, mujer o niño. Todos afirman haberlo visto, pero ninguno sabe dónde está. Quizás en la taberna del puerto.

Sales de la lonja y te diriges hacia la taberna. Pero antes de llegar a ella, te encuentras a tu abuelo que acaba de subir a su barco. Por suerte para tí, el barco mercante de tu abuelo está en el camino de la taberna y te lo has tropezado. Tu abuelo está atareado y ni siquiera repara en ti.

Se sintió incomodo con el abrazo. Tenia la mente puesta en otras cuestiones y sus ganas de celebración eran nulas. Björn nunca sabría lo afortunado que había sido de no recibir un puñetazo en el estomago por sobresaltarlo de aquella manera, en un momento donde tenia los nervios tensados igual que la piel de un tambor.

Gruño cuando palmeo el trasero de aquella chica. Podía ser una ramera pero le disgustaba ver que era tratada como un pedazo de carne. Se sentó para no llamar la atención y miro alrededor con toda la descripción que era capaz. Una jarra de hidromiel no le caería mal despues de todo lo pasado, casi podía decir que la necesitaba para pasar el mal trago.

- Björn, parece que llevas algún tiempo aquí... has visto entrar a un par de hombres con armaduras pesadas?.- le pregunto directamente.

 Mi periplo por las calles de Heiðabýr me hacen caminar. Recuerdo una vez, cuando siendo un niño Ragnar Eriksson, un guerrero que ha viajado desde que tengo uso de razón con mi abuelo, decapitó una gallina en una de las travesías. Estabamos en puerto. El maldito pollo empezó a dar tumbos y por Hel que casi nos tiramos al agua. El ataque de risa fue monumental, y el pollo... Aún se me hace el alma agua al pensar en esa piel crujiente y bien sazonada. La vida era dura, con suerte mi dieta casi siempre se ha basado en pescados secos y ahumados, en salazón, y carne de la misma guisa. Pues así caminaba yo por la ciudad, como un puñetero pollo sin cabeza.

 Caminando en el puerto la gente parecía mucho más suspicaz. Habia guerreros desembarcando sus triunfos de la temporada de expediciones, otros esperaban el mínimo descuido para consiguir su particular triunfo. Los pescadores trajinaban con sus faenas, les sacaban las tripas a los pescados. Las aves de puerto y las ratas se peleaban a dentelladas por las vísceras de los pescados. Caminando, a una rata le di una patada para apartarla de mi camino y el animal cayó al mar. Pero no tuve ni tiempo para pensar en ello... Al fin y al cabo servirá de alimento para los siervos de Egir. Seguramente la avariciosa divinidad se avalanzara sobre el cadáver de la rata antes de que incluso Njord se interesara siquiera

 Por suerte, en mis andares de allá para acá, di con mi abuelo. Me acerqué y, como siempre, cavilé si podía estar ocupado. Luego llegué a la conclusión de que Arn Hrolsson siempre está ocupado.

  - ¿Te quedas durante el invierno en Heiðabýr? - Le pregunté, a modo de saludo. Lo cierto era que desde la primavera no le he visto. Entre unas cosas y otras, él cogeria su barco y seguiría con sus cosas, yo me embarqué con Ívar y con el resto. Era bueno, de vez en cuando, visitar a los parientes que a uno le queda. Claro que si la vivienda de tu pariente es el mar... Tienes suerte si coincides con él en la misma ciudad más de una estación. - ¿Qué tal se te ha dado esta estación? ¿Volviste a Miklagarðr?

Miré de soslayo a Karl, un poco preocupado de que reaccionase igual que Ishild, pero en seguida saqué aquellos pensamientos de mi cabeza centrándome en la tarea que tenía que atender.

Otra vez permanecimos un tiempo en silencio, solo roto por algunas pequeñas instrucciones mientras preparabamos el aspecto de Ívarr, con sus ropas y todo lo que necesitaría en su viaje a la tierra de los dioses, junto con algunos de sus recuerdos más apreciados.

Con la tensión de la situación, tengo que hacer un esfuerzo para no reaccionar agresivamente al notar el líquido derramado por mi espalda. Pero la misión que tenemos es más importante.
Me siento en la mesa y espero a que nuestro borracho compañero conteste a la pregunta de Erik

Sin que la chica a la que pregunto tenga tiempo de contestarme, aparece Bjorn, evidentemente alegre y que lleva algún tiempo seguro por aquí - Será mejor preguntarle a él, eso si es que somos capaces de entenderle.

Sonrío para mis adentros al ver la cara de pocos amigos que ponen Erik y Bernt. Entiendo lo tensos que están, la escena de Ivarr muerto no es agradable para ninguno, pero tenemos que controlarnos si queremos encontrar a sus asesinos.

Sin más, me siento, tomando el hidromiel en mis manos y dándole pequeños sorbos. No soy muy aficionado a la bebida y desde luego jamás me dejo llevar hasta el extremo en el que está nuestro compañero sueco, pero una jarra no me hará daño. En esas estoy, mientras espero la respuesta a la pregunta de Erik.

Cavamos la tumba junto a la tumba de sus padres y la de su familia. Preparo la casa para acoger a todas las visitas. 

- Espero que el resto haya tenido algo de suerte.. - digo sin apartar la mirada de mi marido. Confío en que encontremos a los culpables y les demos el mismo final cruel. Así Ivarr podrá divertirse con ellos cuando los mandemos para el otro mundo. Cierro los ojos concentrada por si me olvido algo. Cuando pasa el tiempo y continuamos con los preparativos intento no derrumbarme y mantenerme firme. Pero se hace costoso, cada vez más. Solo quiero que llegue la noche para poder estar sola. 

- Los niños vendrán en seguida. Y el resto. Tenemos que tener todo preparado - digo centrándome en lo que hay que hacer para mantener mi mente ocupada. Que Haakon haya decidido quedarse es un gesto que agradezco y se lo intento hacer ver pidiendole que me ayude a cavar la tumba.. trayendo cosas que falten... - Será duro despedirle. ¡Por los dioses! ni nos dejaron despedirnos - digo tapando mi rostro con mis manos intentando ser fuerte... pero esta vez no puedo - Malditos hados del destino. Ni un adiós... - digo pensando en las últimas palabras que nos dijimos... pensando que nos veríamos pronto.

La moza trae cuatro jarras de hidromiel a la mesa, mientras Björn termina los restos de la suya de un trago y golpea la mesa con la jarra al dejarla sobre la misma. El golpe hace que la muchacha dé un respingo, pero intentando mantener la profesionalidad, os sirve y se aleja de la mesa en cuanto puede. Probablemente acostumbrada a las reacciones que algunos guerreros tienen cuando están borrachos. Sin embargo, dudáis que Björn sea así. Le habéis visto borracho más veces. Os habéis emborrachado con él muchas veces y sabéis que más allá de las bromas soeces nunca se ha propasado. Ni ha buscado bronca con nadie cuando estaba borracho. Otra cosa, no obstante, es que rechace una pelea como cualquiera de vosotros ha hecho más de una vez.

Erik pregunta y Björn le mira a los ojos antes de contestar. Sus ojos muestran curiosidad pese a su vidriosidad. Síi. He visssto a dosss de losss hoombress de Gunnnnarr entrarrr aquí. Peeero hacee un rato quee se hann ido. El hombre deja la jarra sobre la mesa y parece recomponerse un poco. ¿Por qué preguntass? En sus ojos seguís viendo curiosidad más que hostilidad de cualquier tipo. Parece ser que Gunnar, después de todo, puede haber tenido algo que ver. Björn recoge la jarra, la eleva y dice: ¡Brindeemoss porque la prróxima campaña ssea mejor! ¡Skål! Chocáis las jarras y bebéis junto a vuestro compañero. Pero tenéis aún muchas preguntas en vuestra cabeza.

Arn está atareado con las cosas del barco y no es consciente de tu presencia hasta que hablas. Entonces se gira y puedes ver su sonrisa perfilándose en su cara antes de darse la vuelta totalmente. Una cálida sonrisa se forma en su rostro, acariciado por algunos rayos de sol que se escabuyen por entre las nubes que cubren el cielo. Su pelo cano se ondea con la brisa marisa. Sus brazos se abren para que le abraces. Mientras te acercas, contesta: ¿Acaso no te enseñé nada? Sólo los idiotas o los desesperados se harían al mar en invierno. Jajaja. Ven aquí, bribón. Dice con felicidad. No constesta a tus preguntas hasta que no os habéis fundido en un fuerte abrazo. Tu abuelo te besa en la mejilla cuando te abraza. De alguna manera, no te sientes violento. Aunque es probable que no le permitieses eso a ningún otro hombre. La campaña no ha ido mal, aunque podría ir mejor. Y no. Este año no he ido hasta Miklagarðr. Me hago viejo para viajes tan largos. He recorrido el mar oriental, hasta Visby donde he hecho algunos lucrativos negocios, pero cada año están las cosas peor... Se detiene por unos segundos, te mira a una distancia inferior a un paso, sonríe y dice: Bah, déjalo, no quiero aburrirte con mis historias de comerciante viejo y chocho. ¿Qué tal te ha ido a ti este año? ¿Habéis tenido suerte con las incursiones?

Termináis de cavar la tumba entre los tres a las afueras de la ciudad, cerca de donde están enterrados los miembros de la familia de Ívarr. Varias generaciones de la familia tienen su lugar de descanso en ese lugar, una pequeña colina cerca de la casa de Ishild donde descansar para siempre. El sudor os cubre por completo, pese al frescor del día. El viento sopla y hiela el sudor que cae por vuestras frentes.

El trabajo ha sido arduo, la tierra es dura y las palas de madera con las que contáis no son buenas para el mismo. Pero no todo el mundo se puede permitir palas de hierro.

Traeréis el cadáver más tarde.

En el momento en el que abandonábais la casa, Bera y los niños han vuelto a la misma y se han quedado al cuidado del cadáver. Aunque los niños han sido mantenidos alejados de Ívarr, pese a su curiosidad por ver a su padre muerto. Bera os sonríe con tristeza, mientras se despide con un leve gesto de la mano cuando marcháis a cavar la tumba. Pronto la casa se llenará de amigos y allegados que os acompañarán hasta la tumba, portando a Ívarr en su último viaje en Midgard.

El día está avanzando a paso veloz para vosotros, mientras el resto aún no ha vuelto, investigando por ahí. Os preguntáis si habrán descubierto algo.