Partida Rol por web

- Tranquilo, tranquilo. Nadie va a hacerte daño. Ningún daño, pero necesitamos tu ayuda - digo al tiempo que le observo y compruebo el extraño pinchazo que tiene bajo su oreja -. De modo que no grites, ni hagas nada como intentar escaparte. ¿Entendido? Mira, me llamo José Luís - le digo al tiempo que aflojo levemente la presa y hago que apoye los pies en el suelo, pero sin soltarle -. Dime, ¿cómo te llamas? ¿Y cuál es tu trabajo aquí? Veo, que tu compañero y tú, sois iguales, como dos gotas de agua y algo me hace sospechar que habrá más como vosotros, ¿verdad? Verás, estamos intentando salir de aquí y necesitamos saber dónde está la salida. Necesitaríamos una especie de plano o en su defecto, un guía. Alguien como tú, que seguro conoces estas instalaciones al dedillo.

Miro al elemento fijamente. El pobre estaba en el peor lugar posible en el peor momento.

- Y oye, esa herida bajo tu oreja, como de un pinchazo. ¿A qué se debe? - le pregunto temiendo que la respuesta probablemente no me guste un ápice.

Joder... Musita al ver como aquel chico vuela literalmente por los aires.
Menuda fuerza que tienes, chico... Un poco más y lo clavas en la pared... Asombrado, Edie se acerca y escucha atentamente la conversación.

Lily abre los ojos sorprendida.

¡Ahí va! ¡Qué fuerte eres! Dice aplaudiendo, dando saltitos y sonriendo.

Luego se acerca cual Heidi a José y se queda a su lado, sonriendo al carcelero y acariciándole la cabeza con una mano y la otra en la espalda, sin dejar de sonreír.

Yo... yo... Dice el chico aún temblando de miedo. Mi nombre es 89, es lo único que sé. Vivo en un gran barracón que está por esa puerta. Señala la puerta del final del pasillo. Allí vivimos todos y dormimos y comemos. Pero a veces nos dejan salir para ir a trabajar limpiando tuberias, pisos y demás. Algunos son enviados a los laboratorios... allí me han hecho este pinchazo. Dice el Gran Conejo que es una forma de cuidarnos y yo le creo. Es un hombre muy sabio

El carcelero no para de temblar mientras habla, parece que le fuera a dar un patatús en cualquier momento.

Si queréis salir... yo... yo puedo indicaros un camino... pero no estoy seguro si esa es la salida... nunca hemos salido... aquí nadie sale... y algunos somos muy malos y nos hacemos daño entre nosotros, sobre todo los números bajos... esos son peligrosos, son nuestros jefes.

El gran Conejo. Esto es ridículo. No me jodas, ahora Bugs Bunny dirige este cotarro. Y encima, es el Gran Hermano bueno que cuida de todos los suyos. Un puto esclavista que tiene a esta pobre gente de mala forma. Lamentable.

- Gracias 89. Eres un buen chaval. Y te agradezco la ayuda que nos ofreces.

Miro a mi scompañeros, que nos han rodeado y escuchan las mismas palabras que yo.

- ¿Habéis oído? - les digo -. Esto tiene pinta de ser una puta ratonera y va a ser jodidamente difícil salir de aquí. Además, tengo un mal presentimiento. Pienso que todo esto no es más que una trampa. Ha sido demasiado fácil todo. Creo que esto no deja de ser una puta prueba. Aún así, yo estoy dispuesto a arriesgarme. Juguemos su juego, pero logremos nuestro objetivo. ¿Le seguimos y nos fiamos de él? ¿O vamos por nuestra cuenta?

Parece que ese tal Jose Luis tiene super fuerza o algo así pienso al ver con la facilidad con la que ha manejado al carcelero Aunque no parece mala persona....

Primero una chica gato y ahora un gran conejo, quienes son digo tímidamente permaneciendo en segunda linea con el resto de mis compañeros

Lily ríe divertida.

Jijiji... ¡esto parece una casita de muñecas llena de peluches! Dice emocionada.

Cuando José hace la pregunta ella levanta el brazo entusiasmada.

¡Sí! ¡Yo me apunto a jugar! ¡Váyamos a jugar! Exclama para luego quedarse sonriendo al lado de José. Esperando para hacer lo que digáis.

Edie se lleva la mano a la cara con gesto de desespero.
-Esto es de locos...- No salía de su asombro. -¡Esto parece una puta pesadilla!- Exclama dándose la vuelta pensativo. -¡Mierda! ¿Que cojones hago yo aqui dentro?...- Se trataba de una pregunta retórica sin contestación posible. A la vista estaba. -¡Mierda!- Gritó gesticulando.
Giró sobre sí mismo y con la mirada repasó todos los rincones en busca de alguna cámara. Él también creía que estaban metido en una espécie de juego macábro y, en esos momentos, les estarían vigilando. De repente le vino a la mente la imágen de aquella niña vestida de gatita de la pantalla.
El gran conejo... Reflexionó unos instantes. No era la primera vez que escuchaba aquel nombre tan estrambótico. Entonces, de repente, le vino a la memória el rostro de aquellos dos niños en el parque. Instintivamente se llevó la mano a la base del cráneo. Allí donde le pincharon.
-¿Y que podemos hacer sinó?- Preguntó ya más calmado, pero seguía gesticulando tal y como le era característico. -No podemos hacer más que seguir con esta locura y hacerles el juego...- Se interrumpió unos instantes. -... a esta panda de zumbados... Yo no me fio demasiado de estos...-

- Ni idea - le digo a la jovencita con cara de despistada y ese pelo fucsia tan extraño -. En otra situación, diría que esto es un teatro de mierda con actores idos de la olla. Aquí y ahora, son nuestra pesadilla. Bien Edi, yo tampoco me fío demasiado pero es lo que hay. Y si puede conducirnos un poco más lejos y más rápido que intentando averiguar por nuestra cuenta cuál es el camino, prefiero arriesgarme. Además, tanto él como el otro se han mostrado relativamente dóciles, aunque sabemos que hay algunos otros que parecen ser peligrosos. Y si él los conoce, siempre podremos evitarlos. Venga, 89, chavalote - le digo al clon carcelario -, llévanos por buen camino y no hagas nada de lo que arrepentirse. No veas el Edi la mala leche que se gasta y el poco humor que tiene. Pero tranquilo, cuidaremos de ti si tú cuidas de nosotros.

La caja de fusibles es ésta. Dice señalando un panel con una placa que lo cubre justo a un lado de la puerta.

Yo... podéis intentarlo... pero deberéis daros prisa, sólo estarán a oscuras unos pocos segundos, después se encenderá el reactor auxiliar y volverá la luz. A ver... cuando la luz se apaque... entráis a la celda de la derecha, que es donde guardamos los uniformes y podéis poneros uno de estos, así pasaréis más desapercibidos. ¿Estáis de acuerdo con eso? ¿Me llevaréis fuera con vosotros?

Entonces Edie sintió remordimientos al recordar como había pateado al otro carcelero. Realmente parecían otros presos en vez de carceleros. Aunque se consolaba al recordar cómo aquellos dos niños le engañaron. ¡No podía correr ningún riesgo! Estaba harto de falsos cándidos.
-Bién...- Dijo con más amabilidad que antes. -Has sido un buén chico. Pero me jugaría algo a que en estos momentos ya nos están vigilando... ¿Me equivoco, 89?... Seguro que ese conejo del que hablas se debe de estar partiéndo la caja viéndonos por una pantalla.- Comentó algo más airado. -¿Porque sino habrían confiado en unos carceleros tan dejados como vosotros? No me costo nada cogerle a tu compañero el mando que abría la puerta de las celdas...-

- Te llevaremos fuera, si eso es lo que quieres - prometo con sinceridad al carcelero -. En cuanto a tu plan, me parece correcto. Disfrazados pasaremos más desapercibidos. Edie, si nos están vigilando, cosa que no dudo estén haciendo, ¿qué más podemos hacer? No defraudemos su expectativas. Si quieren reirse que lo hagan. El chaval no tiene culpa de esto. Y si por un casual no miente, piensa que la familia conejito quizá haya confiado más en la cantidad que en la calidad - digo haciendo referencia al potencial número de carceleros de la instalación. No por algo nuestro muchacho se llama 89 -, a la hora de plantearse nuestra vigilancia. Lo que queda claro que es que luego habrán cámaras de vigilancia por lo que acaba de decirnos. Pero vayamos paso por paso - digo acercándome a la caja de fusibles -. Primero apagar luces, luego entrar en la celda de la derecha, disfrazarnos y procurar esqueivar las cámaras de vigilancia. Tengo un trabajo para ti, 89. Adviértenos de dónde se encuentran las cámaras de vigilancia esas conforme avancemos. Seguro que se nos ocurre algo para que no cumplan con su trabajo. Bien. ¿Listos?

-Vamos allá- Dice el joven músico asintiendo con la cabeza.
-Espero que salga bién...-

- Tal vez consigamos una pata de conejo que nos dé suerte, jor, jor, jor - digo con una risa más falsa que Judas -. Venga, en marcha - y al mismo tiempo apago la caja de fusibles -. ¡Corred!

José Luis abre la caja como puede y comienza a trastear con los fusibles de dentro. Además de fusibles, allí hay cables, circuitos y un millar de luces que parpadean todas a la vez o de una forma aleatoria.

Tal vez cortar un cable active el sistema de alarma.

O simplemente llene el pasillo de humo tóxico y todos podríais morir.

Pero no. José Luis toca los cables correctos, y las luces correctas se apagan... y todo queda a oscuras.

Las luces de emergencia se encienden en el suelo y la puerta del frente se abre de par en par.

Ahora todos corréis hasta la celda que os ha dicho el carcelero, el cual os sigue de cerca, casi sin mirar hacia atrás. En el momento exacto que todos entráis, y cerráis la puerta, las luces vuelven a la normalidad, gracias al generador secundario.

Ahora os encontráis en una sala llena de estanterías, todas con ropa identica a la que tiene el carcelero que os ha traído hasta esa sala. La puerta está cerrada, pero con un simple botón la podéis abrir desde dentro. El único problema... allí no hay ningún tipo de vestuario.

¿Estáis todos bien y sin un rasguño? ¿Seguro? Pregunté a todos cuando llegamos a la sala del vestuario.

Aún no podia poner los recuerdos en orden. Lo último que recordaba era algo relacionado con un derrumbe o explosión y luego todo esto. Las celdas, los otros, los carceleros y su silencio. Se seguía sintiendo descolocado e incomodo y no le salía palabra alguna de sus labios.

Vio impasible como los otros dos se encargaban del carcelero y como este respondía acorde a como se lo presionaba. Una parte de el se acordo de como se hacían en casa estas cosas y aprobaba este accionar.

Todo era muy extraño y sucedia muy rápido y apenas lo comprendia.

Le empezó a doler mucho la cabeza.

Sin saber bien porque echó a correr cuando el tal José lo ordeno y se encontre respondiendo la pregunta de "89" con un simple - Da.

El sonido de su propia voz luego de tanto tiempo lo sorprendió, como si esa voz le perteneciera a otro.

- Todo bien, por lo que parece - digo al tiempo que no pierdo un segundo y empiezo a coger la ropa de las estanterías y a repartirla entre todos. Lo cierto es que ha habido suerte. Al menos, la primera parte de la etapa no ha salido tan mal. Entonces caigo en la cuenta de que el tema de la intimidad para cambiarse va a estar jodido -.  Buenoooo, bonitoooo, baratoooo, ropa del mejor precioooo y calidaaaaaaaaad. Me lo quitan de las manoooooos - digo intentando poner una nota de humor -. Y ahora a despelotarse y a cambiarse rapidito, que no estamos como para perder el tiempo. . Chicos, mirando hacia esta pared. Chicas, mirando hacia aquella. Los exhibicionistas, que se corten un poco por el bien común. Y tú, 89, aquí con nosotros y sin echar un ojito a las nenas - digo sonriendo.

Edie no pudo evitar una sonrisa al escuchar las ocurréncias de aquel chico. Almenos tenía wasa el chaval, pensaba Crawford.
Empezó a buscar, entre los harapos que estaban allí repartidos, una talla que se le ajustara.
-Al parecer esto es lo último en moda de HUMANS...- Dice retorciendo el gesto en tono de broma. Se enfundó el traje.
-Vaya. Conozco mendigos que agradecerían el toque de color que llevan estos trapos.-

Me quedo observando a mis compañeros, miro le uniforme y cuando vuelvo a levantar la mirada mis compañeros ya se están cambiando, me giro rápidamente ruborizada Yo, no puedo cambiarme aquí digo con mi habitual tono tímido y voz entrecortada