Partida Rol por web

Veo como se dan los sucesos y como intervienen para sacar al herido Alcalde de la calle y llevarlo a su casa. Luego veo a quien parece ser el Sheriff del pueblo, fijándome lo más que puedo en sus rasgos y su atuendo.

Luego escucho las palabras de mi compañera, a las que asiento antes de responder:

 - "Está bien, Lunnaris. Que la luz de la Reina te acompañe. Nos veremos nuevamente con el Sheriff."

La veo alejarse y luego, escondido entre la multitud y lo más lejos posible de los ojos de los orcos, me dirijo a la casa del Sheriff por un camino distinto al tomado por la Gnoma.

- ¿Por qué fue castigado el alcalde? Había oído que este pueblo no se hallaba acosado por las huestes del mal.

Me apoyo en mi bastón y examino las caras del grupo aquí reunido. Me gustaría prestar alguna ayuda pero no sé bien como.

Llegáis uno después que el otro, sin mucha diferencia. No habéis tenido ningún tipo de problema en llegar, puesto que la gente estaba bastante ocupada y no habéis visto a los orcos.

Al entrar, ya hay un grupo de personas alrededor del hombre al que le han dado la paliza, que está en una mesa.

Se miran hacia vosotros y os observan

Justo antes de contestar, unos desconocidos entran en la puerta. Por las pintas, también son forasteros, que seguramente hayan ido a presentarse al sheriff como vosotros.

Oh vaya, dos nuevos forasteros... Me llamo Derryk y soy el alcalde del pueblo. ¿Cuáles son vuestros nombres y vuestras intenciones? La de estos amables caballeros ya las conozco... Derryk comenzó a toser y eso interrumpió la conversación.

Los orcos han venido aquí porque... Bueno, pasaban cerca del lugar, y el astirax notó algo de magia. Se alejó del grupo y aún no ha vuelto.

La magia no está en el pueblo. De hecho yo no la conozco ni la practico, pero... pero....

El legado está muy furioso. Me ha dicho que sabe que estamos ocultando algo y, al resistirme, pues me han golpeado...

Realmente no se nada, ¡de verdad! dijo levantando la voz con terror Pero... Bueno, hay unas cuevas, las cavernas de la Lágrima, que se adentran varias millas en el interior del "territorio de las fatas". Son una fuente de agua fresca para el pueblo cuando no llueve... Y se que los contrabandistas las utilizan de vez en cuando como lugar de encuentro y zona de almacenamiento.

¡Iban a destrozar el pueblo si no les decía nada! Así que... giró la cabeza para no miraros les hablé de esas cuevas.

¡Lo siento mucho, de verás! Pero no tuve opción. Lo peor de todo, es que si el legado encuentra pruebas de la existencia de la célula de resistencia, acusará directamente al pueblo, lo que acarreará más problemas...

¡Por favor, forasteros, si han amado algo en su vida, por favor, ayuden al pueblo de Koln!

No os pido que ataquéis al legado ni a sus orcos, si no que vayáis a la caverna y limpiéis cualquier prueba de la existencia de una célula de resistencia.

Entro en la casa y veo la peculiar reunión que allí se está dando en este momento. Los hombres me miran y el Alcalde, más recuperado, comienza a hablar acerca de lo que allí ocurre. Escucho atentamente sus palabras y pienso acerca de ellas:

"Así que este pueblo tiene una célula de resistencia oculta. Es interesante, pues eso significa que son potenciales aliados para la causa de quienes se oponen a la voluntad de Izrador. Debo proteger a estas gentes y luchar por su causa, que en el fondo es también la mía. Si el Legado llega a descubrir que hay hombres aquí que se oponen, arrasará con todo el pueblo. No puedo permitirlo."

Respondo al Alcalde cuando llega el momento, dando un paso al frente y sacándome la capucha para revelar mi identidad como elfo. Una vez todos lo han notado, comienzo a hablar:

 - "Mi nombre es Fendor Ferendil, un elfo del norte de Erethor. Mi intención no es más que ayudar a quienes se opongan a la Sombra, esperando a que le devuelvan la mano a mi pueblo cuando llegue el momento. Izrador ha tomado gran parte de este mundo y yo creo que la única forma en que podamos hacerle retroceder es uniéndonos como pueblos libres y luchando como hermanos en contra del mal común. Ayudaré en lo que necesite el pueblo y la Resistencia si con eso obtengo vuestro favor. Sé que son un pueblo pequeño y sin gran poder militar, pero estoy seguro de que sus hombres de armas son valerosos y no dudarán en acudir al llamado cuando este llegue."

Doy otro paso en frente mientras asiento con la cabeza y le ofrezco una mano de amistad al Alcalde, mientras sigo hablando:

 - "Y acerca del problema actual, cuenten conmigo. En lo personal, es un placer matar orcos y Legados, por lo que no necesitas pedirlo."

Me quedo frente a él mientras le sonrío y miro al resto de los presentes, sabiendo que deben ser hombres que piensen igual que el Alcalde y los resistentes, quienes no dudarán en oponerse a la Sombra cuando llegue el momento de contraatacar.

 Argos no puede evitar fijarse en los forasteros, en especial en el primero en presentarse. El hombre da medio paso atrás asombrado por lo que ve.

 ¡Un elfo! ¡Una Fata!¿Qué coño hacía un elfo del norte en la otra punta del continente? Debe estar loco, como una cabra. Si alguno de los orcos lo ve lo degollarán vivo.

 El elfo daba bastante la nota, sus ropajes y el equipo llamaba a gritos a los orcos para que le castigaran. Luego el alcalde, alentado tal vez por la presencia de fatas se anima en hacerles una confidencia. Una célula de la resistencia actúa por la zona. Mientras el alcalde expone, a la ligera, la presencia de rebeldes en la zona, Argos se fija en la reacción de los otros aldeanos y del sherif, en busca de muestras de sorpresa o miedo en sus rostros por lo dicho por el alcalde o la presencia de una fata.

 Bien, al fin los encontré.

  El alcalde les pide ayuda para intentar limpiar las cuevas antes de que lleguen el legado y los orcos. Ciertamente, de encontrarlos podría suponer el fin de Koln. En cualquier caso, parece ser que el alcalde parece muy relajado, debería ir con cuidado con quien habla y con quien dice las cosas.

Me quedo impresionado ante la falta de cautela o sencilla confianza que demostraba el elfo; algo completamente desconocido para aquellos viven bajo el yugo de la sombra - Eso algún día le traerá problemas... Es peligroso

Me apoyo en la pared, algo reticente, mientras sigo escuchando- Diablos... debemos limpiar la cueva antes de que el Legado llegue; sería fatal que lo encontrasen.

Yo conozco el camino- Dije, levantando la mano. - Pero el Legado viaja con muchas tropas, y a caballo. Debemos partir ya; si nos retrasamos seguramente llegarán antes que nosotros.

Estas revelaciones supongo que si fuese de este pueblo me sorprenderían, pero al ver las caras de mis interlocutores y del forastero que se a mostrado ante nosotros descubro que igual llevo mucho tiempo apartado de la sociedad.

Primero Orcos y ahora elfos....porque se de que "lado" estan cada uno sino sería para preocuparse.

Miro tanto al alcalde por su doble juego, como al elfo con rabia. 

- Os ayudaré solo por hacer daño a ese Legado ponposo. Con una sonrisa añado.- Igual incluso matamos alguna fata,...sin ofender amigo elfo me refiero a los orcos.

- Contad conmigo, no puedo ver sufrir a los pueblos que están oprimidos por estos sucios orcos. Vi lo que le pasó en el pueblo hace un rato y quise intervenir... pero después me di cuenta que quizá esto trajera más problemas que soluciones. Solo espero en que esté usted bien y si puedo hacer algo por ayudarle aquí puede contar con esta humilde y pequeña gnomo. Puedo ayudar en muchas cosas, así que contad conmigo y limpiemos esa cueva de rastros, y bueno, si nos encontramos con algún apestoso por el camino... pues habrá que intervenir. Dice la pequeña gnomo con una pícara sonrisa.

¡Fatas! ¡Pero no! dijo Derryk alarmado mientras ponía sus ojos como platos

¡Cúbranse, por favor! A pesar de que en esta casa no se tiene por costumbre delatar a las fatas, no puedo decir lo mismo del pueblo. Si la gente les ve, ¿qué piensan que creeran del motivo de mi paliza? ¡Que fue por ustedes! ¡Cúbranse, de verdad! dijo con voz suplicante.

Se tranquilizó lentamente y dijo Siento si les he molestado, pero no sólo ustedes dos están en peligro ahora mismo, si no también mi pueblo

Os mira a todos y os sonríe

Gracias por ayudar, de verdad. Os estaré eternamente agradecidos. Quizá, si necesitan ayuda, pueden preguntar a Azahn dice señalando al sheriff que creo que alguna vez ha ido a las cuevas... También pueden ir a ver a Hurly, el Curtidor y al cordelero Severi Daklan.

El sheriff se pone muy tenso al oír las palabras del alcalde. Se cruza de brazos medio indignado y asustado. Quizá no sea sencillo hablar con él

- Lo primero será hablar con el sheriff y después hablar con los otros dos. Dinos, señor, ¿dónde podemos encontrar a Hurly o al señor Daklan?

Cuando el alcalde le dio su respuesta la pequeña gnomo se fue directa a hablar con el sherrif. Le miró con sus preciosos ojos verdes y su sonrisa perlada y poniendo un dedo en su cuerpo y una mano cerca de su entre pierna le dijo:

- Y dime bombón, cómo puede un hombre como usted ayudarnos. ¿Quizá sería tan amable de caminar junto a nosotros y ayudarnos a deshacernos de esas pistas, o al menos podría decirnos dónde podemos encontrar el lugar? ¿Eh, qué te parece mi idea? Dice lanzando ligeros gemidos y jadeos al final de cada frase.

Me cubro, haciendo caso al Alcalde pues noto su preocupación por el pueblo, pero no comparto su miedo por mí:

"Soy un guerrero elfo, devoto de mi Reina y enemigo jurado de la Sombra. No temo morir, pues eso es lo más noble que puede sucederle a un combatiente de la libertad en este mundo oprimido. Mi sueño es morir como una persona libre a vivir escondiéndome y temiendo."

Escucho atento sus palabras y entiendo que todos estos hombres nombrados son miembros de esta resistencia, pues a eso debe referirse con que conocen las cuevas. Veo como Lunnaris se acerca a hablar con el Sheriff y me quedo a su lado, asintiendo a sus palabras con mi cabeza y mis gestos, mas no encontrando las palabras que complementen de mejor manera su discurso.

 Argos mira con patente desconcierto a las fatas y escucha los comentarios de unos y otros. El más interesante sin lugar a dudas es del muchacho escuchimizado que aprece ser oriundo del lugar.

 - Si conoces el lugara deberías acompañarnos muchacho.- Dice en parte ofreciendose para ir.- No te preocupes por el legado y sus tropas. Ese maldito ereño va a caballo, pero los orcos van a pata y cargadaos con pesadas armaduras. Si vamos ligeros deberíamos poder llegar antes.

 Termina diciendo fijándose en la paticorta gnoma, mientras esa se comporta como una gata en celo.

 - Si conocemos ya el lugar, y la gente está lista, propongo no perder más el tiempo y partir directamente.

Deberíamos... Dije, cruzándome de brazos- Pero con más motivo aún deberíamos irnos ya. No tenemos armaduras, ni armas decentes- Hice crujir mis nudillos- Yo sé defenderme, pero sin duda es absurdo enfrentarnos a un Legado y a sus siervos de forma tan gratuita. Quiero ayudar, pero mi vida vale más que un puñado de baratijas de contrabando. - Me acerqué a la puerta, echándome la capucha a la cabeza: - Quién tenga intención de ver el sol salir otro día... Que venga conmigo. No me quedaré para charlar con el bueno de Hurly ni de Severi. -Hago una breve reverencia al alcalde y al Sheriff.

Miro al elfo, a la gnoma, al tal Argos y al muchacho que nos guio. Veo cierta prisa por partir y no es que el tiempo no tenga importancia, pero aun así la falta de preparación en un plan me escama lo suficiente para no lanzarme ha hacer algo realmente peligroso.

- Aun adelantando al Legado y a los orcos muchas cosas pueden salir mal, como para ir sin la ayuda que los amigos del alcalde nos puedan proporcionar.

- ¡Oh madre mía! ¿Qué harán unas fatas perdidas en un pueblo como este?

Me balanceo de un pie a otro con visible nerviosismo, una cosa es una aventura y otra acompañar a unas fatas en una misión contra el oscuro, me supondría la muerte o aún peor. Necesito salir de allí ya, me siento encerrado, así que cuando oigo la proposición de nuestro guía me decido a hablar.

- Estoy de acuerdo con él, la velocidad es fundamental, si llegamos a un enfrentamiento directo no tendríamos ninguna posibilidad. Hemos de partir ya, limpiar la cueva y desaparecer sin ser vistos por los orcos.

- Además no me gusta la cara de ese sheriff.

El sheriff mira a Lunnaris y no hace ningún comentario ante sus palabras. No parece que vaya a responder.

Ante vuestra prisa, el alcalde os dice

Si queréis partir ya, podéis tomar unos caballos que hay tras la casa. Pero quizá debíais hablar primero con esos hombres. Pero eso ya es cosa vuestra. Sea cual sea vuestra decisión, os lo agradezco de corazón

Al ver que la técnica de Lunnaris no resulta, me retiro hacía donde está el resto del grupo mientras pienso:

"Bueno, el hombre no hablará. Probablemente el hecho de que seamos fatas no ayude demasiado. Eso o que la táctica usada por la gnoma es demasiado directa e inapropiada para él en este momento. Sea como sea, no creo sabio prescindir de las informaciones que puedan brindarnos los tipos nombrados por el Alcalde. Si no sirviese de nada, dudo que haya sacado a la luz sus identidades, con el riesgo que eso significa."

Hablo al resto de mis nuevos compañeros, exponiendo lo que considero oportuno:

 - "Caballeros, creo que deberiamos hablar con esas personas. Creo que puede ayudarnos más que el ímpetu, uno que comparto con ustedes, pero que no siempre guía a buen puerto. Es un asunto delicado y creo que debemos pisar con pie de plomo. ¿Que opinan?"

Aseguro mis armas, las que son ilegales en el territorio dominado, lo que poco me importa, pues me matarían solo por ser un elfo. Estar desarmado para mí es un suicidio, además que con mi arco soy mucho más útil que sin él.

 Argos asiente ante lo de los caballos. Preparándose ya para partir, cuando el alcalde asiente aliviado ante el haber aceptado la súplica de ayuda. Luego el elfo insta a retrasarnos.

 - Ellos ya han partido. Si bien es cierto que muchos van a pata y con armaduras pesadas, no basta con llegar antes. Además tenemos que hacer desaparecer las pruebas. No hay tiempo que perder. Eso es lo que creo.

 Miró a los otros hombres que pensaban igual, el chaval Gorrión y el otro forastero, Escipión.

 - Partamos ya.