Partida Rol por web

 Kaddok y su perro rodearon al siguiente goblin, sin embargo este parecía estar preparado para su táctica tras ver como habían acabado con sus otros compañeros. El goblin se echó rápidamente a un lado, esquivando los ataques de ambos contendientes. 

Aprovechando la distraccion del goblin causada por el perro, Lapius le cerceno el cuello a la criatura.

"Muere sabandija!"

Parece que Lapidus había respondido a su atacante con el mismo odio ancestral pero con bastante más eficacia, su daga atravesó el diminuto cuello de la criatura y ésta cayó al suelo emitiendo un desagradable gorgoteo. Si Camlo liquidaba a los bellos durmientes sólo quedaría en pie el duende que se enfrentaba al gigantón.

Galstak se dolió tras la última cuchillada en la espalda, pero no se volvió rápidamente. No, se volvió lentamente. Muy lentamente. Sus ojos entrecerrados despedían chispas y su respiración resonaba como la de un toro a punto de embestir. Ahora sí. Ahora estaba enfadado. MUY enfadado.

- HRUMMMMMMM...

Cerró los dos puños, inmensos como martillos pilones, y se lanzó a por el pequeño desgraciado.

Galstak se dolió tras la última cuchillada en la espalda, pero no se volvió rápidamente. No, se volvió lentamente. Muy lentamente. Sus ojos entrecerrados despedían chispas y su respiración resonaba como la de un toro a punto de embestir. Ahora sí. Ahora estaba enfadado. MUY enfadado.

- HRUMMMMMMM...

Cerró los dos puños, inmensos como martillos pilones, y se lanzó a por el pequeño desgraciado.

- RAAAAAARRR - Resoplando como un toro bravo, Galstak se lanzó de cabeza sobre su pequeño oponente. Éste intentó interponer su cuchilla, pero un manotazo la quitó de enmedio...

... y desequilibró también al goblin, sacándolo del lugar de impacto cuando los dos puños del Bárbaro descendieron para clavarlo al suelo.

El goblin estaba solo, pero la extrema torpeza de su oponente le había envalentonado hasta límites insospechados, escgrimía su cuchillo y salivaba anticipándose a la victoria. Demasiados nervios, no daba pie con bola. Para los espectadores de este épico duelo el espectáculo que estaban dando ambos contendientes estaba resultando... lamentable.

Grygory vio que el giganton del palo de madera parecia estar teniendo problemas con el Goblin, asi que intento esmerarse en el disparo. Dejo de recitar, cerro un ojo intentando concentrarse en la criatura que no dejaba de moverse, y pulso firmemente el gatillo.

La saeta salio disparada violentamente y comenzo a girar por el aire hasta que acabo su viaje insertandose en la oreja del Goblin y penetrando hasta la mitad de la extension de la saeta. La criatura dejo de saltar y chillar de repente.

Casi sin tiempo para ver si el giganton agradecia la ayuda, Grygory volvio a cargar su ballesta en busca de mas objetivos...

Camlo miró atrás,  parecía que , pese al torpón gigante  que luchaba de una manera tan extraña contra las alimañas goblin,  estaban acabando con ellos.

Decidió no correr riesgos. Apuntó lentamente en la sien del goblin que tenía a sus pies y sin inmutarse disparó el gatillo.

El hechicero descargó la basllesta sobre las cabezas de los goblins, disponiendo de ellos de una manera sucia pero eficiente. La plaza parecía segura y sin rastro de más pirómanos, pero el pueblo era un auténtico caos de gritos, cánticos, humo y gente corriendo de un lado a otro. De la catedral surgió una figura familiar que corrió hacia vosotros: el Padre Zantus.

- Gracias a Desna que están bien y que han dispuesto de estas bestias.- Dijo viendo las antorchas en el suelo. A una señal suya salieron varios acólitos del templo cargados con cubos de agua y dispuestos a apagar los pequeños fuegos que salpicaban la plaza. Zantus pareció reparar en las heridas de Lapidus y Galstak.- Acercáos.- Les ordenó antes de sacar de entre sus ropas ceremoniales un símbolo sagrado de Desna, una mariposa cola de golondrina, y esgrimirla en lo alto mientras entonaba una oración y una ráfaga de luz inundaba a los presentes cerrando sus heridas. - Quisiera poder hacer más por vosotros...- se excusó viendo que las heridas más grves no terminaban de cerrarse.- ...pero me temo que he empleado casi todos mis recursos.

Entonces se escuhó un grito procedente del norte de Sandpoint, parecía surgir junto a las mismísimas puertas de la ciudad, la voz de un hombre pidiendo socorro y un perro que no dejaba de ladrar. - ¿Podéis haceros cargo? Debería quedarme para asegurarme de que la catedral no vuelve a ser pasto de las llamas.

Mientras el padre Zantus invocaba su plegaria Camlo se aseguró de registrar a los caídos y a su lider.

-Por mi parte no hay problema Padre, iré a ver que demonios sucede y a acabar con todos los miserables goblins que encontremos ...espero que mis nuevos camaradas también ayuden -miró al resto de presentes con una media sonrisa  y dijo en un tono grandilocuente-por cierto, me presento, soy Camlo nómada , artista y hechicero varisio.

Hizo un ademán de reverencia y sin dilación comenzó a correr hacia donde se odía el ruido

-Vamos !

A pesar de sus aparentes prisas el nómada, artista y hechicero varisio se tomó su tiempo registrando los cadáveres, especialmente el de la cantora. Un tiempo bastante precioso a juzgar por los gritos de auxilio.

 - ¿Hay gente en peligro y os poneis a rebuscar cuerpos?, por no hablar de ese perro que seguro que esta en peligro si estas bestias andan cerca. -Kaddok hablaba con cara de asombro- Vayamos a ayudar a esa gente, que parece necesitarlo. Mi nombre es Kaddok y agradezco vuestra ayuda para acabar con la amenaza de estos goblins. Y este -dijo señalando a su perro, mientras este saludaba con un ladrido- es Saco de pulgas. - Y Kaddok se puso en marcha.

Galstak se miró las heridas, aún sangrantes, y le dedicó un saludo agradecido al varisio de la ballesta.  - Hrumm... gracias, buen hombre.

Después se acercó cojeando al Padre Zantus. - Ehmmmm.. perdonad, Padre, pero si tenéis luego un poco de tiempo...

- ¿Sí, hijo?

- Sí... que sepáis que esta mañana he hecho unas ofrendas en vuestra catedral a Desna y a Gozreh... y veréis... - se acercó aún más a la oreja del sacerdote - tengo la sensación de que no me han sido especialmente favorables, que se diga. No sé yo si los dioses están muy contentos con el edificio...

Y sin esperar respuesta del clérigo, que se había quedado estupefacto, el shoanti echó a andar renqueando hacia la posada del Ciervo Blanco. - Hrumm... id yendo vosotros, buenas gentes, ya os alcanzaré yo si eso.

- No crerais que todos los Varisios somos iguales - dijo Grygory señalando a Camlo - No se preocupe padre, iremos para alla - a muchos hubiera sorprendido el alturista gesto del Varisio, pero Grygory conocia bien la ciudad, y sabia que habria mucha gente "agradecida" por el trabajo... que era justo lo que el necesitaba... - mi nombre es Grygory - dijo mientras se ponia correr hacia la zona que el padre Zentus habia señalado - ¡ anda ! pues al final va a ser que todos los Varisios si somo iguales... - bromeo Grygory.

 Gracias señor cura - agradecio Lapidus al sacedote, mostrando su fea sonrisa.

Viendo que el hechicero se ponía saquear, el enano decidió ayudarle en tan trabajosa tarea, y ante la pulla de druida no pudo mas que decir - Tranquilo, que no llevara ni un segundo, y de alguna forma tendremos que cobrar la sangre que hemos derramado.. JAJAJAJA

Por cierto, mi nombre es Lapidus: enano y cerrajero. Parece que se nos da bien exterminar trasgos, terminemos de coger lo que haya de valor por aqui, no sea que algun listillo se nos adelante y continuemos con la cacería...

Galstak se metió corriendo por un callejón en dirección a la Taberna del Ciervo Blanco mientras el resto de aguerridos y espontáneos defensores de Sandpoint tomaban otra calle en dirección a la Puerta Norte del pueblo, de donde parecían surgir los gritos.

El gigante Shoanti resoplaba en soledad poco acostumbrado a andar por ahí correteando de un lado a otro, si bien se sentía bastante liviando ante la ausencia total de armadura. Sólo le faltaban unos metros para alcanzar su objetivo, al doblar una esquina se daría de bruces con la taberna y sus armas y... ¿sus compañeros? Salían de otra calle y le miraban con la misma cara de sorpresa. A él y a la panda de goblins que a pocos metros de la puerta de la taberna acosaba a un hombre de aspecto adinerado y su perro de caza, que no paraba de ladrar. Uno de los trasgos estaba montado en una extraña y repugante criatura similar a una enorme rata calva y carga a sus víctimas esgrimiendo una rudimentaria arma de asta. El hombre se agazapa tras unos barriles y es el perro, que sale en defensa de su amo, el que recibe una herida fatal cayendo muerto al instante. Sus secuaces jalean y aplauden al bizarro jinete.

Definitivamente, no era el día de Galstak.