Partida Rol por web

Almacén

Galstak mejoró su agarre sobre la empuñadura de su hacha, preparado para cualquier cosa... y se apostó a un lado de la puerta doble de donde se oían los engranajes y los ruidos de los hornos, apoyando la espalda contra la pared y mirando lo que hacían sus compañeros.

Almacén.

Camlo no detectó aura mágica alguna procedente de las puertas. Eran puertas mundanas, corrientes y molientes.

Galstakk se situó junto a las que daban acceso a la fundición, en la pared oeste.

Lapidus examinó la caja de caudales. Era de buena calidad y se encontraba en un estado excelente. Una caja como esa podía costar, fácil, unas 65 monedas de oro.

Bueno, ya habéis visto cómo está esto. Lo mejor será esperar prudentemente antes de continuar con la partida. confianza, lo que se dice confianza, no es que produzca esta nueva web.

Almacén.

Camlo no detectó aura mágica alguna procedente de las puertas. Eran puertas mundanas, corrientes y molientes.

Galstakk se situó junto a las que daban acceso a la fundición, en la pared oeste.

Lapidus examinó la caja de caudales. Era de buena calidad y se encontraba en un estado excelente. Una caja como esa podía costar, fácil, unas 65 monedas de oro.

Kaddok, Saco de Pulgas y Grygory seguían esperando en el exterior de la fábrica, pese a que el enano ya les había dado la señal para que pasaran al interior del almacén.

En la cara de Kaddok podía verse que estaba pensando en otras cosas, parecía preparado para el combate pero sólo después de que el combate le llegara a él. Su perro le saltó encima casi tirándole al suelo en el proceso, lo cual despertó a Kaddok de ensoñamiento. "Sssssh" le chistó a su perro y tras comrpobar que sus compañeros ya habían entrado decidió seguirles "Vamos dentro, Grygory" dijo con un susurro.

Camlo se acerca sigilosamente a la ventana de la pared norte para intentar vislumbrar algo a través de ella. Intenta evitar el ángulo en que alguien desde el otro lado pudiese verle acercarse.

Presta también atención a cualquier ruido procedente de detrás de la puerta o la ventana.

El ruido amortiguado de la caldera procedente del otro lado de las puertas dobles (pared sur) hacía difícil poder distinguir ningún otro sonido. Camlo se acercó discretamente a la ventana para echar un vistazo. Daba a un callejón. Al otro lado había un edificio de viviendas y, entre ambos, una pequeña embarcación que, por su aspecto, llevaba varada mucho tiempo a la espera de reparaciones.

- Jrummmm... - gruñó por lo bajini, mirando cejijunto lo que hacían sus compañeros - ¿Vamos ya?

Examinó las puertas junto a las que estaba y empujó levemente, a ver si se abrían o estaban cerradas...

Camlo asintió ante la pregunta del bárbaro y se dispuso a un lado del acceso.

Fundición

La puertas se abrieron lentamente, aumentando el volumen del fragor de la caldera y mostrando un espectáculo dantesco.

Una extensa hilera de hornos permenecen encendidos a lo largo de la pared sudeste de esta enorme estancia. Hay varias mesas de mármol, que se utilizan para convertir el cristal en bruto en otras formas más elaboradas, con mesas de madera adjuntas en las que se despliegan un montón de herramientas de cristalero.

En el extremo noreste se encuentra la caldera principal. Tiene una gran cámara en la que arden unos troncos tratados alquímicamente a juzgar por el fulgor azulado que desprenden las llamas. Unas tuberías de piedra surgen de la caldera principal y recorren la pared sudoeste ramificándose hasta otras caldera más pequeñas que funcionan a menor temperatura y que se utilizan para mantener los trabajos de vidrio a la temperatura adecuada, ya que el cristal se hace añicos si se le hace enfriar demasiado rápido.

Las únicas salidas se encuentran al otro lado, una puerta sencilla en la esquina sudeste y otra doble en la sudoeste.

Hay un total de ocho goblins desperdigados por la sala. La habitación es un sórdido muestrario de su aburrimiento. Los cuerpos de varios trabajadores asesinados se encuentran en distintas fases de desmembramiento, los goblins han estado quemando brazos y piernas en la caldera con despreocupada alegría y vertiendo cristal fundido en los restos en un intento de replicar la macabra obra de arte que se encuentra en el centro de la fundición: el cuerpo de un hombre atado a una silla recubierto de gruesas capas de cristal líquido ya endurecido.

El calor, la luz de las llamas y los cadáveres se combinaban para ofrecer algo muy parecido al infierno.