Partida Rol por web

Se sienta al lado de Heinrich Aldmer: -Espero no molestar. ¿Tienes un momento para una conversación? Es sobre lo que hablamos anteriormente -dejando a juicio de Aldmer el si quería que alguien más los acompañara o no.

Le mira con cortesía pero también con algo de precaución, preocupada por la reacción de Aldmer cuando ella mencionara a Carre anteriormente.

-Como dije antes, vinimos a esta isla pensando en una entrevista contigo. Estamos buscando a Carre, que ha desaparecido. -Y se adelanta a su objeción-: No le queremos mal. La Sociedad le busca porque él nos pasó un informe antes de desaparecer, un  informe que nos interesa mucho, pero desgraciadamente, no fue completo. Fue apenas un aviso.

Espera a ver la reacción del otro solo un momento antes de explicar: -No deseamos hacerle daño, y si "gente de mala catadura" le busca, tal vez podamos echarle una mano. ¿En qué lío se ha metido? ¿Quién le persigue, lo sabes?

- Eso depende.- Respondió Aldmer con una sonrisa paternal y algo gamberra.- ¿Vas a darme el mismo rapapolvo que a ellos?- Preguntó con humor.

- Naewen ¿Que crees que se de vosotros?- Fue todo lo que preguntó el hombre en un tono más serio después de escuchar atentamente todo lo que dijo la elfa.

La expresión de Naewen se ensombreció ante la broma de Aldmer. No le gustaba cómo había derivado y terminado la conversación y se arrepentía de haber hablado con ellos. -No, no voy a regañar a nadie.

Se encogió de hombros. -No tengo ni idea de lo que sabes de nosotros. ¿Por qué no nos lo explicas? -invita ella.

Aldmer sonrió con amabilidad pero cierto paternalismo, pero prefirió no decir nada más sobre lo ocurrido con Helgya y Cade.

- No se nada de nada.- Respondió directo el hombretón.- Dime ¿Cuanto contarías a unos desconocidos que aparecen preguntando por un amigo, que ha decidido esconderse, sobre él?

-Razonable -asegura Selt-, pero una lata -bromea.

-Carre dio el aviso a la Sociedad y parecía encontrar algo raro en su avistamiento. Seguro que esperaba que mandasen a alguien a hablar con él. ¿No te comentó nada sobre que Sheila Heidmarch mandaría a alguien? -tanteó Selt-. Vale, aunque no quieras decirnos donde está él, ¿puedes decirnos al menos por qué está ocultándose, quién cree que le persigue? Quizás esté relacionado con el tema que nos preocupa. Después de todo si somos los chicos malos, eso no nos dirá nada nuevo.

Selt reprime las ganas de guiñar el ojo en plan socarrón a Aldmer, aunque está hablandoles en plan informal Selt sospecha que tira más a lo serio y digno. O pijo, vaya.

-Queríamos hablar con él sobre la Dama Velada. Es posible que te haya dicho algo al respecto -dijo Aerilaya, pensando que más datos igual convencían a Aldmer de que no eran los que perseguían a Otto Carre-. No se me ocurre cómo podríamos convencerte de que no somos los asesinos que piensas que somos, así que hagamos otra cosa. ¿Podrías hacernos al menos de intermediario, cuando salgamos de aquí? ¿Decirle que le buscamos y que él decida?

Se encogió de hombros. -Aunque yo también creo que Seltyiel tiene razón, su desaparición ha sido justo después de su informe, y ya resulta éste extraño e inesperado de por sí. Dudo que sea casualidad, a no ser que Otto esté metido en asuntos con la mafia o algo así -Aerilaya intentó introducir también una nota de humor en la conversación, siguiendo la línea de Seltyiel.

Pero en su caso borra la sonrisa enseguida, preocupada por el misterio de Carre, por los drows y lo que les esperaba al día siguiente, y aun con mal cuerpo por la media discusión con Helgya y Cade.

 - Como os he dicho no ha desaparecido, se ha escondido, es distinto.- Explicó el criptarca serenamente.- Y no, no creo que seáis unos asesinos. No todos al menos. Pero el caso no es solo que no lo se, es que solo hace falta un desliz para llevar a unos asesinos hasta la puerta de un fugado. Así que me disculpareis que peque de prudente.

- Otto no es mala persona.- Contestó tras miraros unos instantes y asegurarse que nadie más andaba cerca.- Pero tiene una extraña facilidad para meterse en líos, y este es gordo hasta para él. Aunque yo no se que hubiese hecho en su caso..- Comentó el hombretón pasandose una mano por la cara y suspirando.

- Otto tiene una... hijastra. En uno de sus líos anteriores, en Taldor, acabó relacionado con una mujer de la vida alegré que le terminó dejando abandonado con la hija adolescente de ella y sin el dinero de él. Sabrá el Forjador por que Otto siente tanta devoción por esa niñata egoísta y viciosa, pero el caso es que es así. La muchacha enfermo hará unos meses, fue algo rápido y fuerte, algo que los clérigos podían curar, pero por un precio desorbitado.

- No cree que le persigue nadie muchacho. Le vendió al Consorcio Aspis algo que no estaba dispuesto a entregarles. Para ser justos con él debo decir que tenía un plan, uno bastante bueno, pero no esperaba que su “hijastra” lo vendiese.

- Cuando salgamos de aquí... ya veremos. Lo cierto es que Otto necesita una salida antes de volverse loco encerrado. Pero cuando hay dinero de por medio nunca se es demasiado cauto.

-¿El Consejo Apis? Vale, eso me pasa por hablar demasiado pronto. La mafia entonces, por decirlo así -dijo Aerilaya, que nunca había entendido a los que se metían en aquella clase de líos por culpa del dinero. Claro que la gente no entendía los líos que ella se metía por su ansia de conocimiento-. Aunque todos hacemos muchas tonterías por temor a que les pase algo a los que queremos. Es comprensible... aunque no sensato lo que hizo. Diría que hubiera podido sacar dinero de otra forma más segura.

Se encogió de hombros.

-Espero que cuando salgamos de aquí sea algo más "que ya veremos". Debería ser él quien eligiera si entrevistarse con nosotros, después de todo -observó Aerilaya-. Y no veo qué mal le puede hacer que le pases tú el mensaje, en vez de decirnos directamente dónde está él. ¿Cómo se llama la hijastra? ¿Se recuperó del todo? ¿Qué es lo que supuestamente iba a vender Carre?

- Como he dicho, ya veremos.- Sonrió el criptarca a la elfa como si lo que ella estuviese pidiendo es lo que estaba el sugiriendo desde el principio.

- Louisse.- Respondió Aldmer con una mueca de disgusto.- Y si, los cuatro mil platinos que pagó Carré la dejaron como nueva para que pudiese venderlo y largarse con el dinero a Taldor.

- Algo que según él pertenecía a la Sociedad.- Dijo simplemente el hombretón aunque estaba claro que sabía más de lo que había dicho.

Aerilaya hizo una mueca de disgusto. Nunca había entendido a los traidores ni los desagradecidos.

-¿Algo que pertenecía a la Sociedad? ¿O sea... la Dama Velada? Vamos, no seas tímido. No soy uno de los deanes ni un miembro del decemvirato. No me voy a escandalizar. Pero prefiero saber en lo que me estoy metiendo, también... no sea que acabemos también nosotros en líos con el Consorcio.

 - Si, es la Dama. Y no, no tengo ni la menor idea de por que los Aspis pagarían 4000 platinos por la localización de esta ni por que a Carré le parecía que era “asunto de los Pioneros”. Cuando yo conocí a Otto ya no trabajaba con vosotros y sinceramente a mi nunca me han terminado de gustar vuestros métodos.- Explicó Aldmer encogiéndose de hombros como dejando claro que no buscaba broncas pero que las cosas mejor claras.

Líos con el Concorcio Aspis... Selt se sintió inmediatamente más interesado. Además, también quería saber en qué andaban esos en Puerto Enigma. En Magnimar podían ser muy influyentes, pero aquí eran solo un pez más en una pecera llena de peces más grandes, más gordos y con los dientes más afilados. Aun así...

-¿Sabes cómo contactó Carre con el Consorcio? ¿Fue en la propia ciudad?

¿La Dama Velada? Vale, aun más interesante. -Supongo que no quieres expandirte un poco más al respecto... -tanteó Selt, a ver si había suerte y les contaba algo más relacionado con la Dama Velada-. ¿Por qué no te gustan los métodos de la Sociedad? -con curiosidad.

Y curiosamente melindroso para tan hombretón. Tendría que vivir una temporada en Puerto Enigma para ver lo que eran métodos incómodos, je.
 

 - No tengo ni idea, yo no me se mover con la soltura de Carré en ese tipo de... ambientes. Soy más pájaro de biblioteca, o de campo de batalla.- Comento el hombre divertido por lo que parecía una broma privada.

- Es sencillo, no me gustan los métodos que suelen usar en su organización. Oh si, ya les he oído decir que no se puede prejuzgar. Pero lo cierto es que no su organización usa comúnmente métodos directos y rápidos que acaban ocasionando daños colaterales, problemas derivados y destrucción de objetos de interés histórico. Y no solo no se censuran esos hechos si no que se consideran una herramienta normal de su labor. Y eso sin contar que para una organización que busca el conocimiento se sabe bien poco de su estructura interna.- Explicó Aldmer tranquilo pero firme. No parecía que odiase a los Pioneros, pero desde luego no le gustaban.

-Sí, a mí me pasa lo mismo. Estoy más cómoda en una biblioteca o en unas ruinas antiguas. O incluso en el campo de batalla, aunque nunca he disfrutado con la violencia -coincidió Aerilaya.

Pero sacudió la cabeza.

-¿Comúnmente? ¿Destrucción de objetos de interés histórico? Aquí es donde está vuestro gran error. Porque lo que dices no es común ni cierto. La Sociedad rara vez ha ocasionado la destrucción de objetos históricos y el uso de métodos directos y rápidos no es tampoco la regla general. Al menos no son métodos que los humanos juzgaríais como rápidos. Mirad, señor Aldmer, os voy a ser sincera. A mí la Sociedad nunca me ha atraído demasiado, a pesar de que llevo dos años colaborando con ella y ahora soy una de sus capitanas-aventureras. Honorífica, pero en fin.

Se inclinó hacia Aldmer. -¿Te preguntas por qué no me atraen? Primero, porque están dirigidos por humanos. No, no es por una idea racista. Lo creas o no, encuentro muchas cosas a admirar en vuestra raza. Pero la humanidad rara vez logra diferenciar entre política y conocimiento. Oh, humanos individuales sí. Probablemente tú lo hagas, los eruditos suelen hacerlo. Pero en su conjunto no, y los humanos que suben a posiciones de poder suelen contaminarse de este vicio si no lo tenían ya. No me atrae la Sociedad porque de vez en cuando se olvida de su objetivo primario, el registro imparcial de la historia y la búsqueda de conocimientos enterrados por las arenas del tiempo, para hacer lo que no se puede definir de otra cosa como política. Siempre he creído que tiene que haber alguien responsable que decida enfrentarse a los males que pretenden corromper este mundo, pero la Sociedad no puede venderse como un erudito imparcial y un paladín al mismo tiempo. Y eso es lo que me disgusta, porque eso crea confusión en las mentes de mucha gente, y unos cuantos de los "líos" que acabas de mencionar. En mi opinión, la Sociedad necesita aclararse con lo que es realmente y su objetivo final, y venderse en consecuencia.

Se encogió de hombros.

-Su forma de actuar, sin embargo, no es en general demasiado rápida ni directa. Varía, porque es una organización muy laxa y eso depende mucho del carácter del capitán-aventurero que dirija las expediciones, o del temple de los agentes de campo en concreto, pero ¿puedes decir francamente que es diferente a lo que hacen el 99% de los humanos? Vuestra raza actúa así, siempre. La Sociedad no es especialmente rápida y directa para ser una organización eminentemente humana, pero a vuestra raza os es imposible pensar de otra forma, porque no estáis preparados para hacerlo de otra forma. Sólo los que han roto con vuestra barrera de longevidad, y unas pocas personas que han forjado un carácter más cauto y reflexivo, han logrado adecuarse a otra forma de percibir el tiempo. Tal vez tú pertenezcas a esta última categoría -Aerilaya dedicó una sonrisa al hombre-, pero piensa un poco a ver si realmente es factible crear una organización humana que reúna las suficientes personas con ese carácter y conocimientos y talentos de diversa índole para desempeñar una labor como la que realiza la Sociedad. Yo llevo siglos viajando por este mundo y todavía no he encontrado a una sola organización humana que lo logre. Siglos, Aldmer, y medio mundo recorrido. Creo que es una muestra lo suficientemente amplia para poder decir que algo así es más una utopía que una esperanza con visos a hacerse real.

Aerilaya sacó un frasco con una finsuión de menta fría de su bolsa, aunque les ofrece primero a sus dos interlocutores.

-Una organización como la Sociedad debería crear por defecto equipos multirraciales para los trabajos de campo, y también en sus órganos directivos, pero tal y como funciona el mundo eso también es un sueño imposible. ¿No es cierto? Y en cuando a la destrucción de objetos históricos, no estoy de acuerdo. La Sociedad ha tenido poquísimos accidentes al respecto. En realidad su historial de recuperación es impresionante. ¿Sabéis lo que yo les achaco a mis superiores? El que monopolicen muchos de estos descubrimientos. Por ejemplo, mi grupo recuperó hace un año un artefacto Shory inestimable, un auténtico Núcleo de Vuelo. ¿Y qué hizo la Sociedad? Lo ha enterrado en sus criptas, y sólo un puñado de expertos de la Sociedad tiene acceso a él. Si lo llego a saber, no se lo habría entregado.  Una cosa así debería pertenecer al mundo, y debería haber una legión de expertos estudiándolo. La Sociedad debería facilitar que eruditos de todo el mundo tuvieran acceso al estudio de ese tipo de cosas, en vez de restringir su estudio y ofrecer al mundo únicamente un estudio filtrado a través de las Crónicas. Debería ser un medio para impedir que eruditos ansiosos de gloria, gobiernos avaros o mágicos ansiosos de poder acaparen estas glorias del pasado, en vez de ser un modo más de acaparamiento. Esa NO es forma de avanzar en el conocimiento.

Aerilaya sonrió amablemente a Aldmer.

-Y hay otras cosas que me molestan de la Sociedad, pero no me extenderé para no aburriros, ni a ti ni a mi compañero. Sólo contestaré a la pregunta que sin duda quieres hacerme. ¿Por qué estoy con ellos, si me molestan tanto ese tipo de cosas? Bueno, señor Aldmer, la Sociedad existe y hace una buena labor. Y por pensar que hacen ciertas cosas mal, no vamos a cambiar nada. La única forma de cambiar algo, en este caso, es desde dentro. Así que si Helgya y tú deseáis quedaros con vuestros prejuicios, hacedlo. Aunque de un hombre de conocimiento como eres tú hubiera esperado un poco más reflexión previa y un poco menos de prejuicios.

Tras dar un momento al mago para reflexionar sobre aquello, añadió: -No, no todos los pioneros somos iguales. No, no existe una mítica organización monolítica integrada por golems clónicos. No, nuestros métodos de actuación no son idénticos ni tampoco pensamos igual.

 - Quizás no serán métodos rápidos para lo que tu consideras que hacemos los humanos. Pero le aseguro que lo son, y mucho, para cualquier arqueólogo que merezca esa denominación.- Explico Aldmer con educación pero pasión.- Y si, destrucción de objetos históricos. La mayoría de los Pioneros van a por el meollo del asunto, a por el tesoro o ese gran objeto que les ha traído hasta ahí. Y si hay un muro de por medio no tratan de conservarlo por los jeroglíficos que posea, lo derriban. Si hay vasijas de mil años de antigüedad que nos podrían hablar sobre las costumbres alimentarias de un pueblo las destrozan en busca de posibles objetos escondidos.

- No señorita. La Sociedad puede tener algunos buenos eruditos, incluso a algún arqueólogo decente. Y hasta podría reconocer que en su mayoría muestra interés en la historia. Pero sus incursiones a menudo son más dañinas que beneficiosas. Buscan más la épica que el saber y el tesoro que el hallazgo. Son mejores que saqueadores si, pero también han hecho un gran mal.

- Que haya poca gente capacitada y preparada para la arqueología no significa que deba dejarse ese trabajo en manos de cualquiera. Igual que hay muy poca gente capacitada para la cirugía y no por eso dejamos que cualquiera abra a enfermos y heridos.- Repuso Aldmer con precisión y contundencia.- Si a la Sociedad realmente le importase el saber hace siglos que habrían establecido la obligación de llevar a alguien que supiese lo que se hace, y quisiese hacerlo. Pero no, respetan más a bardos y cuentistas que a profesionales.

- Yo solo tengo cincuenta y cuatro años señorita, pero le puedo decir que tampoco he conocido ninguna organización de cualquier otra raza que cumpla lo que indicáis. Pero lo cierto es que voy a declinar hablar del tema racial. Como os dije no me apetece acabar como los muchachos por algo que ciertamente no va a aportar más que aire perdido.

- Parece molestaros mucho señorita Naewen que es juzguen por pertenecer a un grupo. Y sin embargo vos emitís juicios como el del “99% de los humanos” ¿No le resulta curioso que toda la gente con la que habla tenga prejuicios excepto usted?- Comentó el hombretón con tono más didáctico que irónico, aunque no añadió más sobre el tema.

Aerilaya parpadeó ante tantos prejuicios, y adoptó una expresión resignada.

-Bueno… cuando hay tantas ideas preconcebidas es difícil intentar traer un poco de verdad. Os aseguro que tenéis ideas muy equivocadas. Naturalmente, algunos capitanes-aventureros son del tipo impaciente o avaricioso, pero ese no es un comportamiento que la Sociedad estimule o premie. La inmensa mayoría de las expediciones de la Sociedad no se pueden encuadrar en ese patrón. La Sociedad busca preservar el conocimiento, no logros rápidos y fáciles. Supongo que os habréis encontrado con algún grupo inepto antes, para tener tanta pasión al respecto. Lástima, porque no es la norma.

Hace un gesto resignado. -Pero dado que veo que es inútil convenceros de lo contrario, no volveré a intentarlo. Aunque si os interesa saberlo, no me molesta que me juzguen por pertenecer a un grupo, sino porque me juzguen bajo unas premisas sobre ese grupo que son falsas. Soy la primera en reconocer que la Sociedad tiene fallos y ha cometido errores, pero que te prejuzguen de antemano bajo unas ideas tan erróneas... sí, es molesto.  Aunque veo que tendré que acostumbrarme a que hagan eso en esta región del mundo.

Se levanta, alisándose con un gesto distraída una arruga de la túnica.

-Y naturalmente que tengo prejuicios. Como todas las personas de este mundo. Aunque yo intento revisarlos y evaluarlos. Cuando he hablado así, no era por denigrar a la raza humana ni por unos prejuicios nunca analizados. He hablado en función de mi experiencia. Si os interesa saberlo, también creo que mi raza tiene muchos defectos y los humanos muchos otros puntos fuertes. Pero una cosa no quita la otra. Los humanos, en general, tienden a ciertas características. Los elfos también tiran a otras, por cierto, aunque yo no me encuadro con todas ellas. Carezco de algunas de las peores… pero también de algunas de las mejores.

Inclinó la cabeza a modo de despedida.

-Tened buena noche, señor Aldmer. Mañana nos espera un día agitado. Y ya me diréis cuando os podáis ponernos en contacto con Otto Carre. -Miró hacia donde Seltyiel estaba hablando con Helgya-. Será mejor que busque a mi compañero y hagamos esa exploración, no sea que algo nos caiga encima en el momento más vulnerable de la noche. No está de más asegurarnos.

- Por supuesto señorita, pasen una buena guardia.- Fue todo lo que respondió el hombretón que no pareció alterarse por la bronca de la elfa.

Selt estaba un poco sorprendido tanto de la cantidad de prejuicios que parecía haber en aquel grupo hacia los pioneros como de lo molesta que parecía sentirse la capitana hacia ellos. Las dos cosas le parecían bastante poco comunes, después de todo la Sociedad había llegado a muchos sitios donde nadie lo había hecho, ni siquiera los arqueólogos puristas en los que parecía encuadrarse aquel Aldmer, y era una organización de alcance y fama mundial. Y la capitana le había parecido de la clase de persona que suda de la opinión de los demás. Aunque, ¿quizá no en todo? Selt piensa en cómo ella se arriesgaba sin pensar en su seguridad solo para obtener información que a él le parecía trivial. Tal vez aquello del conocimiento le tocaba una fibra especialmente sensible. Selt no lo entendía, pero eh, pero aquel tipo de pasiones tan personales para otras personas rara vez parecían racionales. Y sin duda la desmesurada curiosidad y ansias de saber de Naewen era cualquier cosa menos racional.

Bien, quizá tendría que revisar sus ideas. No es que le importase, claro. Por él como si Aldmer pensaba que él era un bárbaro iletrado y la Sociedad un grupo pirata. Pero tenía que convivir con Naewen, así que su humor le importaba más.

-Bueno, señor, le aseguro que nosotros en particular no somos expoliadores ni destructores de conocimiento antiguo -le dice a Aldmer.

Posa una mano sobre la de Naewen. Era un gesto de apoyo, algo para calmarla y hacerla recapacitar un poco. -Da igual, capitana. ¿Qué importa lo que estos piensen sobre nosotros? Yo sé cuánto valoras tú el conocimiento, y probablemente todos esos juntos no reúnen la mitad de tu entusiasmo por eso. Déjales que piensen lo que quieran, eso no nos afecta -le murmura en élfico.

Y se despide en voz alta en el taldane que la mayoría de los humanos usaba como lengua universal. -Descanse lo que pueda, señor. No sabemos las dificultades que nos traerá el mañana.

Selt se vuelve hacia Naewen cuando se alejaron de Aldmer.

-¿Estás bien? No se puede decir que seamos grandes conocidos, pero esto no me parece típico de ti. En serio, ¿qué importa lo que piense este puñado de supervivientes? Helgya es la hija de un pueblo bárbaro que no entendería la diferencia que hay ni entre la Sociedad y la universidad de Absalom, y en cuanto a estos otros, bah. Son eruditos, Naewen. Pero no como tú, estos pertenecen a la variedad académica y, créeme, no tenéis nada que ver.

Aprieta su mano. -Mira, yo trato con criptarcas a menudo, así que sé de lo que hablo. Los hay de dos tipos, los académicos y los aventureros, y son dos especies muy diferentes. Los académicos creen que el mundo empieza y termina en el reducido espacio de su círculo colegiado. A menudo piensan que sólo hay una forma de hacer las cosas… la aprobada por las eminencias reconocidas en su círculo… y no tienen ni idea de cómo es una expedición a los lugares que la Sociedad suele visitar. ¿Crees que ese Aldmer se atrevería a meterse en la mitad de lugares que tú has visitado y estudiado? Ja, seguramente se cagaría de miedo. Mira a esta gente, Naewen. La mitad está cagadita de miedo ahora mismo por los drows. Son distintos a nosotros, capitana, y no van a entender lo que les dices por más que se lo expliques. Déjales que te llamen liante, cuando ellos se atrevan a meterse en los mismos sitios que tú, entenderán lo difícil que es hacer "arqueología ortodoxa" en un lugar donde casi todo lo que se mueve, y gran parte de lo que no se mueve, es una amenaza letal. Y si jamás se atreven a hacerlo, y ten por seguro que la mayoría de estos jamás se atreverán, no van a entenderlo por mucho que se lo expliques.

Espera a que ella piense en aquello antes de preguntar, con toda la amabilidad de la que fue capaz: -¿Puedo saber por qué te afecta tanto? ¿Es algo personal, verdad?

-Sí, gracias, estoy bien. Tranquilo, no te preocupes, no me tomo en serio a Helgya. Sólo me molestó un momento que me prejuzgara tan rápido por todo. Sí, sé que debería haberlo ignorado, pero me pilló en un mal momento. No me esperaba encontrarme con drows aquí. Lo de este Aldmer es diferente. Hubiera esperado más analítica de alguien se llama a sí mismo estudioso, pero en fin. No estoy tan segura tampoco de que éste no haya salido de los círculos académicos, lo cual lo hace todavía más sangrante.

Aerilaya miró las manos de ambos entrelazadas, y se soltó suavemente. -Pero lo sé. Que piensen lo que quieran -dijo, sin ninguna ganas de contestar a la última pregunta. Pero Seltyiel estaba siendo amable y tampoco quería ofender a un compañero-. Sí, claro que es personal. Que me acusen de destruir conocimiento es algo más que un insulto. Es… ohhh si tuviera otro carácter le hubiera arrojado una bola de fuego a la cara. ¿Tú sabes lo que he llegado a hacer por conseguir conocimiento? ¿Tú sabes el precio que he pagado por eso? Acusarme de ir con descuido y destruir, ¿qué se habrá pensado ese pazguato pomposo que no tiene edad ni para haber aprendido un décimo de lo que yo lo he hecho…?

La maga aspiró hondo, obligándose a serenarse. Los arrebatos de ira no eran propios de su carácter, pero aquello, por alguna razón, la había molestado profundamente.

Suspiró. -Y sí, lo sé. No nos ha acusado a nosotros personalmente. Pero alguien que presume de valorar el conocimiento al menos debería molestarse en aprender más antes de prejuzgar. Ese es un comportamiento tolerable en una cría de una cultura bárbara, no de alguien con la formación de Aldmer.

Se encogió de hombros. -Pero no te preocupes, esto está cerrado y olvidado. Dudo que ya nada de lo que digan vuelva a molestarme. Realmente ha sido una estupidez por mi parte dejar que me afectasen sus opiniones. Que piensen lo que quieran. -Y añadió suavemente-: Yo tampoco estoy hecha de acero, Seltyiel. Esta situación también me ha añadido tensión, llevo meses con dolores de cabeza y falta de sueño, y aunque te parezca extraño, haberme unido a la Sociedad formalmente es otro eje de nerviosismo para mí. Odio los grupos organizados. He evitado comprometerme con ninguno desde hace tiempo, y de pronto me encuentro ligada a uno, uno que aunque no me es desconocido y con el que no estoy del todo en desacuerdo, tiene puntos que me ponen nerviosa y me hacen desconfiar. Y sí, sé que no lo entiendes. Es imposible que lo hagas, Seltyiel, pero me has preguntado y he intentado ser sincera. Pero no quiero profundizar más en esto, así que, por favor, no insistas más.

Aunque no puede menos que añadir, refunfuñando, todavía algo indignada: -Aunque de todos los puntos oscuros de la Sociedad, y sabe Nethys que tienen unos cuantos, de lo que menos les acusaría es de ser unos vándalos destrozatumbas.