Partida Rol por web

Red Hook. Un vertedero de basura humana en el extremo de Brooklyn, entre muelles en decadencia y mataderos abandonados. Las casuchas de ladrillo que antaño albergaban a la orgullosa mano de obra americana que movía la industria de la ciudad se han convertido en nidos de depravación y vileza, infestados por extranjeros de pieles tiznadas y miradas torcidas que chapurrean en idiomas oscuros y desagradables. Corrillos de hombres con barbas desarregladas y ropas raídas se reúnen en los soportales y las esquinas. Mujeres de extraña belleza mediterránea se ocultan tras las ventanas, cerrando las cortinas a vuestro paso, y los niños desgarbados y malnutridos martirizan cruelmente a algún perro callejero, tan flaco y lleno de moscas como ellos mismos.

Las miradas de las personas con las que os cruzáis son hostiles: Reconocen a los extraños, y parecen poder presentir a los polis.

El calor de la tarde trae el olor del puerto: Madera podrida, restos de alcantarillas y petroleo, una brisa cálida y húmeda que impregna las calles con su hedor. Además, las obras de demolición del centro del distrito crean un estruendo continuo de martillos neumáticos y grúas, con el ocasional trueno sordo del derrumbamiento de una fachada, que hace temblar el suelo, y cubre las calles con una nube de ladrillo pulverizado y polvo de cemento que se mete en los ojos y se pega a la piel y al pelo.

Tus contactos son reacios a hablar de Red Hook, y los pocos locales que colaboran, lo hacen a regañadientes, y porque el dinero de la Policía siempre es mejor que pasar hambre.

Te cuentan lo que todo el mundo sabe, que Red Hook está controlado por los Gangsters y por los extranjeros, que es un lugar peligroso y que la policía hace bien en no entrar allí si no es bien armada y en grupos numerosos... y eso no garantiza que salgan todos de una pieza. Los rumores apuntan a un Diner en la esquina de Columbia con Centre, donde hay que ir si sabes lo que quieres buscar.

También están inquietos por las obras de demolición. Dicen que han aparecido huesos entre las viejas paredes y en los sótanos. Las autoridades dicen que son de animales, pero los lugareños murmuran sobre desapariciones de niños en los últimos meses.

 No recuerdo haber venido a este lugar de la ciudad en mucho tiempo,  o tal vez nunca. 

Jerry se detiene junto a una boca de incendios y apoya su pierna en ella, con su elegante zapato Mark & Svensson reposando sobre la gastada superficie metálica. Se enciende un puro a medio consumir, con un zipo plateado. Por sus movimientos nerviosos y su ritmo frenético de consumo de tabaco, los que le conocen podrían darse cuenta de que está algo alterado. Pero quizás sus compañeros no han pasado el suficiente tiempo a su lado.

-Conozco a un par de tipos por aquí. Mira a su alrededor con gesto de fastidio. El ruido de las demoliciones es desquiciante. Un niño zarrapastroso le observa con gesto malévolo desde una farola cercana.-Este barrio es un asco, harían bien en demolerlo, o bombardearlo directamente. Esta gente es escoria, pasto de los jodidos gángsters y los picapleitos. -El niño sale corriendo a la caza de un incauto perro tan famélico como pulgoso.

-En fin, visitaré a "Apu". -Señala un local de venta de objetos de segunda mano que está en la esquina de la acera de enfrente. Las alcantarillas vomitan vapor como si fuera el sudor del asfalto. -Será mejor que me esperéis aquí fuera, quizás así seamos más discretos. No tardo nada. Compraos un helado o algo así.

Dicho esto se encamina hacia el local del toldo rojo hecho jirones, con su chaqueta marrón enrollada en el brazo izquierdo y el 38 oculto en ella.

Al cabo de unos minutos sale con gesto serio y la chaqueta sobre el hombro, pero según se acerca a sus compañeros, les guiña el ojo con complicidad. -Nada con lo que el señor Washington no pueda lidiar. Se da dos golpecitos en la cartera, en el bolsillo de su pantalón.

-Apu no estaba muy colaborador, pero al final ha sido razonable. Le hace un gesto a sus compañeros invitándoles a dar un paseo. Mientras camina, habla en voz moderadamente baja. -Este lugar está tan mal como siempre. Controlado por mafiosos e inmigrantes. Por lo visto están encontrando huesos en las obras de demolición. En sótanos olvidados, en tapias polvorientas.-Se ríe. "Apu" estaba asustado, no dejaba de balbucear. Se dice por el barrio que han desaparecido niños en los últimos meses. Su mirada se cruza con la de una mujer uniceja de tez oscura que cierra la ventana con un golpetazo.

-No sé, esta gente no es de este mundo. Lo mismo se dedican a comer carne tierna de bebé. -Tira los restos del puro y los pisa contra la ardiente y pringosa acera. -Bueno, ya veremos. Aparte de los usos y costumbres de estos salvajes Apu me ha dicho que visitemos un diner en la esquina de Columbia con Centre.

-No sé, quizás ahí encontremos algo relacionado con nuestros queridos adoradores de...Con ellos. Sigue al cabo de una breve pausa. -De todas formas haríamos bien en ser discretos, este barrio es peligroso. Pero creo que deberíamos echar un vistazo en ese restaurante.

El lugar es un cuchitril grasiento y sórdido con las ventanas sucias y las mesas manchadas. Apenas se ven dos o tres trabajadores que comen platos grasientos, y una pareja de hombres de tez morena que lanzan una rápida mirada cuando entráis en el local, antes de volver a sus asuntos en voz baja.

La camarera se acerca.

- ¿Qué va a ser, parejas?

 La verborrea de Thomson no ha echo nada interesante por hacer que me presentara alguna prueba, el cafe puede que me ayude.

Mesa para cuatro, cafe por favor. replico mientras voy a la mesa que nos preparan. 

No tenía ni idea de porqué me hacían estas cosas. Tendría que estar en la calle... um... la calle. Bueno, en una calle recogiendo muestras de sangre de algo que había pasado. Sin embargo Cleveland me quería con sus perritos falderos pasándole información sobre una chiflada que se había acercado al depósito y al archivo buscando un caso de hace cuatro años. ¡Cuatro años! Eso tendría que estar más que enterrado.

- Buenas chicos - le doy la vuelta a la silla y me siento con las piernas abiertas. No importa, llevo unos pantalones de estos que estan haciendo estragos estos días - Para mí un te frío, con mucho hielo y limón - le digo a la camarera guiñándole un ojo - ¿Alguno de vosotros me cuenta porqué Cleveland quiere que investigue sobre una tal... Alaquin Hint?

Thomson comienza a juguetear con una servilleta sobre la mugrienta superficie de la mesa. Con la ceja derecha levantada, se acerca un poco a Eva y carraspea. -Amiga, creo que no es el mejor lugar para hablar de ciertos detalles.

Se yergue sobre el asiento y entrecruza las manos, apoyadas sobre la mesa pero protegidas de la inmundicia por la servilleta. -Si creemos la mitad de las advertencias que nos han hecho, este lugar podría ser peligroso. Por no hablar de este barrio de mierda. -Sonríe sardónicamente. -¿No tenéis hambre?

Echa un rápido vistazo a los trabajadores, y se queda observando un poco más a los tipo morenos. Intentando que nadie se de cuenta, desabrocha el botón de la funda del 38 y deja la mano derecha descansando en las proximidades.

Cuando la camarera se acerca para servir los pedidos, Jerry saca el block de notas y comienza a pasar páginas hasta llegar al dibujo que hizo a partir del símbolo que les enseñó Saljuk.

-¿Tenéis huevos con bacon? Ah, y también...-Baja la voz y gira el block sobre la mesa. Da dos golpecitos con su dedo índice sore el símbolo, prestando mucha atención a la reacción de la camarera. -¿Es bonito, verdad? Hace una breve pausa. -¿Dónde podemos encontrarlos?

La joven, que se había acercado con una sonrisa encantadora al llamado del detective, cambió súbitamente de gesto. Con rapidez, arrancó la hoja del block del detective, metiéndosela rápidamente en el bolsillo al tiempo que lanzaba una rápida mirada alrededor.

- ¿Es usted idiota, polizonte? ¿Quiere darle de comer a los peces? Guarde eso y marchense de aquí. Si les encuentran...

Deja la frase en el aire cuando alguien requiere su atención desde la barra. Vuelve a poner su sonrisa y se marcha a tender, sin mirar hacia vosotros de nuevo.

 La sutileza sureña, niego para mi mientras miro a la mujer y luego a mi compañero pero sin apartar la mirada por el rabillo.

Jerry suspira y sonríe, mirando a Annie. -Qué simpática te has levantado hoy, querida.

Guarda silencio y se enciende el enésimo cigarro, mientras observa a los otros tipos del local, con cierto fastidio en la cara. -Estos jodidos mafiosos tienen a la gente acobardada.

 Es mi esencia...cada dia un humor mas sutil replico mientras me echo para atras en el asiento y miro al resto como sigo... Si vas por ahi enseñando esas cosas te aseguro que no terminamos el dia vivos o al menos tan enteros como ahora. 

Recuerda lo que dijo el caballero con el que hablamos antes

-Pues se aceptan sugerencias. Da una profunda calada. -Todo esto es muy raro. Digamos que no me siento cómodo, hay cosas que no encajan. Mira a su alrededor. -Y este lugar no me gusta.

Mira con sus ojos grisáceos a Eva. -Nuestro hombre desapareció hace unos días. Al parecer, estaba escribiendo un libro sobre...Bueno, no sabría decirte. Sobre sectas y asuntos, "paranormales". Estaba investigando en este barrio, y al parecer tenía contacto con una secta de adoradores del diablo. El caso es que ha desaparecido y en su piso hemos encontrado restos de sangre y  marcas producidas por unas grandes garras.

Aplasta el cigarro contra el mugriento cenicero. -Olemos a policía. Casi nadie hablará. Pero si abordamos a, por ejemplo, la camarera, cuando salga, quizás hable en la intimidad.

 Niego mientras le miro y le escucho, parece que nadie se ha preocupado de nosotros y del numerito.

Lo extraño no es eso, sino la hermana de la victima, no se por que decir que me da muy mala espina, puede que nos oculte algo...recordad lo que se nos dijo en el edificio donde vivia la victima. 

La mañana pasa. La joven os sirve los pedidos. Clientes entran y salen. Algunos os miran, otros os ignoran.

En la cuenta, una nota en una esquina: "El callejón, en una hora"

 Arqueo una ceja y guardo la nota en el bolsillo de mi chaqueta antes de tomar la taza de cafe y darla un sorbo...

Thomson mira la nota con fingida indiferencia, y se guarda de decir nada. -Estupendo, por fin alguien que habla.

Cuando acaban sus consumiciones, invita a sus compañeros a salir. Se aleja un momento y echa un vistazo por el callejón, para buscar un buen sitio donde permanecer a la vista de alquien que salga del restaurante y que a la vez sea discreto, en la medida de lo posible.

Al cabo de un rato vuelve a hablar con los otros investigadore. -Pues nada,  a esperar. Puede que sea peligroso, hay polis que no han salido bien parados de aquí. Me quedaré por ahí esperando que salga la camarera.