Partida Rol por web

Dia séptimo de Nigthal, primera decana de 1374. Año de la Tormenta de Rayos, seis de la tarde.

Afortunadamente el resto del viaje había transcurrido sin más sobresaltos, la mayoría de los compañeros se habían retirado pronto a sus camarotes, Jazzminne la primera y al parecer Uldrich y el cazarrecompensas se habían encerrado en el camarote de uno de ellos para mantener alguna conversación privada que el elfo había insistido repetidas veces en tener.

Los ánimos de Jack estaban soliviantados, tanto por el intento infructuoso de motín por un para de marineros aterrados -de ahí la sangre en cubierta y las magulladuras del marinero de la Enlutada- como por la calma chicha que había ralentizado el avance del pesado navío tan diferente a la Enlutada. Pero al fin la silueta de la ciudad se marcaba claramente en la linia de costa que ya empezaba a sumirse en el ocaso tropical y nubes oscuras portadoas de aguaceros se iban aproximando a la ciudad desde el sur. El muelle y el enorme puente de piedra centenario de la ciudad fueron los primeros en aparecer.

No había barcas de pesca volviendo de un duro día en alta mar y el muelle carecía del constante flujo de estribadores y rateros típicos de aquellas horas, en cambio la mar estaba plaga de embarcadiones recretivas adornadas con pendones verdes y decenas de tambores festivos resonaban a lo largo de la ciudad. Al pasar cerca de una embarcación de lujo los marineros no pudieron evitar el asomarse y silvar hasta que el cuello se les puso rojo cuando vieron a un par de mujeres contoneandose y bailando en cubierta con el acuerpo cubierto solo con purpurina verde y llevando mascaras de ofidio de cartón piedra.

Entre los marineros de la ciudad cundieron las prisas para unirse al día de las Serpientes, un día en el que se celebraba la liberación de la ciudad de los Yu-anti y en el que toda conducta estaba permitida, el alcohol corría libremente y las mujeres se adornaban con máscaras y perdían ropa y verguenza. No fue dificil atracar para el Blue Nixie de todos modos no había nadie en el puerto para vigilar el atraque y el único oficial que llegaron a divisar dormía en vapores de ron desde hacía un buen rato. Nada hubo que pudiese impedir a la tripulación del Barco una vez realizado el atraque que se desperdigaran a toda prisa por los muellos en búsqueda de lo mejor de la fiesta. En unos minutos solo los cuatro compañeros, Khunder, los tripulantes de la Enlutada y el par de desgraciados a los que les tocaba guardia permanecían cerca de la embarcación. El redoblar de los tambores y gritos ebrios del gentío se escuchaba de más allá del puerto, sombrío y semi abandonado como nunca habían visto.

Finalmente llegamos de nuevo a la ciudad. Ésta se halla adornada de fiesta, las gentes beben sin control, y mujeres van vendiendo sus cuerpos por doquier.

Bajamos del barco, aprieto el paso ya que necesito llegar a la mansión de Lavinia. El hambre cada vez se hace mas insoportable y desconozco cuanto me queda para ser uno de esos seres. Jack, no perdamos el tiempo, acompáñame a la mansión. Le comento con un susurro mientras mi mano se va a la zona del estómago, intentando controlar los gruñidos con los que éste se queja. Un sudor frío cubre mi cuerpo, consiguiendo que las ropas se peguen de una manera enfermiza. Mi rostro, algo amarillento intenta esbozar una sonrisa, convirtiéndola mas bien en una mueca... Con pasos un tanto inseguros, me voy abriendo camino entre la gente, con una sola cosa en la mente, conseguir ayuda...

Mientras entrabamos en el puerto, no podía sinó sentirme extraño.

Toda aquella fiesta se celebraba mientras mi ánimo estaba más de luto que de victoria. Además, ni siquiera sabía el motivo de la celebración.

Una vez llegamos al puerto, los marineros se apresuraron a unirse a la fiesta, mientras nosotros hablabamos.

Deberíamos ir a casa de Lavinia, ella corre peligro y debemos avisarla. Y en una noche como esta, sería muy fácil atacarla, incluso en la mansión...

Dicho esto, empiezo a bajar la pasarela.

Llegar a la mansión Vanderboren en aquellos momentos era realmente más facil de hacer que de decir. Por doquier las calles estaban cortadas por desfiles de gente semidesnuda disfrazada de serpiente, espectáculos en los que se repartía cerveza y vino barato a raudales y largas comparsas de tamborileros, arlequines y titiriteros que hacían todo lo posible para despertar los animos festivos ante todos los que pasaban. La única manera de avanzar era abriendose paro entre la marea de ciudadanos que se apelotonaba por calles, plazas y puentes.

Quizá era el calor, el ritmo frenetico de los tambores o los ríos de alcohol que parecían correr por las calles pero lo ánimos de la ciudad parecían desenfrenados, ante un ojo antento en casi cualquier calle podía verse los movimientos cimbreantes de parejas amandose, a veces de distinto sexo, otras del mismo y a veces media docena de ellos, incluso en más de una ocasión una mirada o un gesto complice a alguno de ellos invitandoles a participar retuvo la marcha de los cuatro.

Máscaras y diversión, pero el solo veía, oportunidades y posibles problemas que a los que era conveniente poner freno, así que cuando ya bajados del barco Jazz le dijo  en medio de ese barullo de voces que alegres  habían olvidado sus problemas cotidianos .- Jack, no perdamos el tiempo, acompáñame a la mansión.

Jack se giro hacia ella,  y contemplo el rostro enfermo de su amiga. Su mente necesitó toda su fuerza de voluntad para apartar la mirada de las chicas que alegremente andaban bailando y bebiendo con poca ropa, pero si no se ponía las pilas Lavinia podía pagarlo.

Démonos prisa. El tiempo corre en nuestra contra, suerte de que esa pequeñaja esta con ella, si no podría estar la cosa perdida. ¡vamos!.

Jack seguía a  su amiga, peor no pudo evitar darse cuenta de que los pasos antes seguros y agiles ahora eran inseguros , y si bien no se atrevería a decir torpes, si que le preocuparon, por eso se adelanto un poco y cogiéndola de la mano, el mismo empezó a abrirles paso

Desde que habia mantenido aquella conversacion con Adler, ni el descanso (por asi llamarlo) en mi camarote, el llegar a puerto e incuso la fiesta mas bien desfasada, a la que se habia entragado la poblacion de la ciudad, La decadencia humana en todo su explendor, hebitaron que mis pensamientos estubiesen aun en las palabras que Cornelius.

Pero esos pensamientos poco a poco se despejaron de mi mente segun la proximidad de la mansion de la señorita Vandeboren se hacia evidente.

Airuf defiende a la señorita Vandeboren, aguanta amigo ya estamos cerca.

Dia séptimo de Nigthal, primera decana de 1374. Año de la Tormenta de Rayos, ocho de la tarde.

Tras muchos empujones, ruegos y alguna que otra amenaza consiguieron llegar al barrio donde estaba la Mansión Vanderboren, la humedad pegajosa del ambiente y toda aquella gente junta hacía que todos los miembros del grupo estuviesen empapados en su propio sudor, con los cabellos y la ropa pegandose al cuerpo. EL camino quedó bloqueado, una larga comparsa de bailarines y tambores que portaban sobr sus hombros serpientes articuladas de cartón piedra pintado de verde interrumpía la marcha, mientras el sol se iba escondiendo en el horizonte y dejando la ciudad en penumbra rojiza. Aquel camino iba a estar impracticable durante muchos minutos y demasiados ya habían perdido.

Khunder gruñó por lo bajo y olfateó a ambos lados mientras era zarandeado por la gente que borracha apenas prestaba atención al perrazo. Jazzminne no pudo evitar mirar a ambos lados, se sentía observada aunque no había nada de extraño. A sus espaldas continuaba reuniendose gente cuirosa para contemplar el espectaculo, incluso media docena de zancudos disfrazados de nagas se aproximaban para no perderse detalle.

Con la ayuda de Jack he conseguido llegar al barrio donde se encuentra la mansión. Pero... Delante nuestro veo como el camino se encuentra bloqueado. Desanimada observo como una larga comparsa de bailarines sudorosos, con unas serpientes articuladas, van bailando al son de la música...

Mierda... Dejo escapar entre dientes mientras miro a mi alrededor, ya hace rato que me parece estar siendo observada, pero con tanta gente es casi imposible descubrir por quien... Seguro que son imaginaciones mias... Hay demasiada gente, nadie me está mirando... Intento convencerme mientras que busco alguna alternativa... Quizás podría llegar a la mansión por otro camino. Me dirijo a uno de los callejones, apartándome de la aglomeración de gente...

Jazzminne sintiendose sola entre tanta gente y apabullada por el griterio y el repicar de los tambores que golpeaban una y otra vez sus tímpanos empezó a alejarse del gentío mareada, tratando de refugiarse en un callejón cercano en el que un borracho parecía haber vaciado todo el alcohol sobrante. Tambaleandose se perdió entre la penumbra. No se fijó si alguno se sus compañeros la seguía.

Jazzminne actuando de forma confusa se escabulló entre la multitud y empezó a dirigirse a un callejón cercano, probablemente para buscar una vía alternativa para llegar a la mansión. La joven elfa logró abrirse paso con poco esfuerzo mientras que el resto debía empujar a varios beodos y rameras ardientes para llegar al mismo destino. No pudieron evitar el fijarse que la media docena de zancudos aprovechando la altura avanzaban tambien hacía el callejón. Demasiado ruido para avisar a la elfa.

Jazzminne llegó al callejón sola, sus compañeros no la habían podido seguir con su misma destreza, el olor ácido de los orienes y del vomito llegó a su sensible olfato. Si hubiese comido algo en las últimas horas habría vomitado. Estaba sola por el momento y la herida le escocía terriblemente, no pudo evitar el mirar su antebrazo, una cuenca con un ojo amarillento y ciego, supurante, giraba sin sentido a la altura del codo.

La poca luz que entraba por el callejón ya sumido en el anochecer mermó aún más. Un zancudo disfrazado de serpiente se interponía entre ella y la entrada.

Entre todo el jaleo que organizan los musicos (por llamarlos de alguna forma), los borrachos, fulanas y populacho, observo como Jazzmine se adentra en un callejon, seguramente con la intencion de alejarse de las celebraciones y encontrar una ruta mas tranquila y rapida a la mansion de la familia Vanderboren. Pero me percato que no se adentra sola en el callejon y que almenos 6 zancudos van detras de ella encaminados al mismo callejon, ¿por que unos zancudos abandonarian a los musicos y a fiesta adentrandose en un callejon donde sus acuaciones no seran vistas ni aplaudidas?

Algo va mal, tengo la sensacion de que Jazzmine nos necesita urgentemente.

Le indico con señas a Jack y a Cornelius de que algo va mal y que debemos apresurarnos.

Haber si esto hace que se aparten un poco la gente y llegamos mas rapido.

Rapidamente me centro en los zancudos que entran en el callejon, me concentro lo justo antes de que los ultimos zancudos quede demasiado lejos para que pueda hacer nada, realizo un gesto rapido con mis manos y pronuncio unas palabras que practicamente quedan aogadas con los gritos y ruido de la "orquesta".

La verdad es que Cornelius no entendía lo que estaba pasando.

Sus sentidos estaban saturados por el calor, el jaleo, y la paranoia.

Quería llegar cuanto antes a la mansión, pero no encontraba la manera de hacerlo.

Mientras estaba pensando en todo eso, Ulrich le hizo unas señas indicando como Jazzminne salia del atolladero dónde estaban por un callejón, mientras un grupo de zancudos seguía la misma ruta, y Ulrich empezaba a hacer algo.

Era ese tipo de algo que uno no sabe lo que es, pero que está seguro que traerá problemas, o intentará solucionar los que ya han aparecido y uno no estaba atento a ellos...

En cualquier caso, los instintos de Cornelius le dijeron que Ulrich intentaba salvar a Jazzminne de un peligro, posiblemente los zancudos, y alguien más tenía que intervenir en esa fiesta.

Sin mediar media palabra, Cornelius empezó a correr hacia Jazzminne para avisarla a tiempo o, al menos, meterse en el fregado cuando aún había alguna posibilidad de salvarla, aunque no tenía ni idea de a qué se enfrentaba, realmente...

Jack vió las señas que Uldrich le estaba haciendo  y enseguida se dio cuenta del peligro en que estaba Jazz.  Jack se empezó a apresurar, tenía que llegar antes de que fuera demasiado tarde.

A su alrededor una algarabía de ruido, color, furcias, alcohol y música, por un segundo pensó que en otras circunstancias el estaría el ahí disfrutando de la fiesta, en cambio ahora, se abría paso através de la muchedumbre con la intención de salvar a una amiga, a la que hace apenas unas lunas no conocía, y a otra que si no se daba prisa también atravesaría las aguas en dirección al horizonte.

Si alguien se creía que estaba nervioso por las circunstancias, se equivocaba. Era como un instrumento al que se le preguntara si se ponía nervioso cuando lo tocaban, no, claro que no. El corazón se le había acelerado, los músculos y nervios se habían templado, y sus sentidos se habían aguzado, volvía a sentir la emoción del juego

Camino unos pasos por el callejón, sintiendo como mi estómago vacío se revuelve, cuando me doy cuenta de la estupidez cometida. El brazo me molesta muchisimo, lo miro, y horrorizada puedo observar, como una especie de ojo amarillento y ciego se ha formado en mi codo. Siento el gusto de la bilis en mi garganta. Aprieto fuertemente los labios, hasta volverlos blancos, para evitar el ataque de nervios que lucha por salir... Siento como mi respiración empieza a acelerarse y encima, al girarme compruebo que mis compañeros no me han seguido.

Mierda, mierda, mierda... La salida se encuentra interceptada por uno de esos zancudos disfrazados tan ridículamente. Los humanos hacen cosas tan estúpidas... Respiro profundamente, intentando acallar el sonido de mi corazón desbocado. Venga Jazzminne, no demuestres lo asustada que estas... Me doy fuerzas mientras me encamino nuevamente a la salida. Llevo mi mano disimuladamente hacia donde tengo guardada la daga, por si necesito utilizarla. No me fio de los humanos, hace años que dejé de hacerlo... Un sudor frío recorre mi espalda, mientras que con la cabeza alta paso por al lado del hombre... Disculpe, déjeme pasar. Digo con voz fría como el acero al llegar a su altura.

Al empezar a ver conjurar al elfo Sparrow y Cornelius empezaron a escabullirse a toda velocidad entre el gentío completamente ignorante de lo que sucedía a unps metros de ellos, los zancudos aprovechando la ventaja de la altura y la movilizadad se habían acercado al callejón como una manada de lobos acosando a su presa. Khunder detrás de su amo conseguía con gruñidos y ladridos lo que Adler conseguía con destreza. Casi a la par del cazarrecompensas seguía Sparrow que no podía apartar la vista de las manos de loz zancudos. Uno de ellos, el más cercano a Jazzminne parecía decirle algo a la elfa mientras que los más retrasados parecían sacar extrañas cuerdas de seda de entre sus ropajes. Un filo metálico brillo entre las cuerdas con los últimos rayos de sol.

Uldrich maldijo por cien veces a los molestos y ruidosos humanos, en el momento más critico del dwomer, un borracho había chocado contra él haciendole perder el conjuro, ahora veía a sus compañeros alejarse de él en pos de Jazzminne. Adler y Jack estaban a pocos metros del callejón, casi apunto de poder rozar al zancudo más cercano. Las telas cobraron vida y restallando amenzaron con azotarles espalda y hombros.

No debisteis entrometeros con nosotros. Siempre pagamos nuestras deudas -respondió el zancudo tranquilamente a medida que desenrollaba una larga tira de ropa de su disfraz- siempre pagamos nuestras deudas...

El olor a vómito y orines era trendamente fuerte mientras que el ruido de la gente reunida en las calles colindante hacía imposible que nadie más escuchara aquellas palabras. Jazzminne miró fugazmente la tira gruesa de ropa y pareció adivinar aristas de metal cosidas a ella. La cuerda restalló como un látigo cerca de su oreja. Ya no había duda de las intenciones de los zancudos, por encima del hombro del primero de ellos le parecío ver otros cuatro que tambien desenrollaban aquellas extrañas armas.

Así que de esto se trataba... bien... esta gente con los zancos rotos no irán demasiado lejos...

Dicho y hecho, le doy una patada al zanco más cercano, a media altura, para facilitar que se rompa y, en cualquier caso, desequilibrar al zancudo de encima y que se caiga.