Partida Rol por web

Hizo un leve sonido sin abrir la boca como un "mmmmh" y al momento miró de nuevo a Kototsu para dirigirle la palabra:

- Oi, tienes que enseñarle a dirigirse a mí como Ayuzawa-sama.

Kototsu:- Creo que he tenido cosas mejores que hacer que hablar sobre ti, Ayuzawa-kun.

Volvió a hacer aquel ruido, acompañándolo con un leve levantamiento de cabeza, hasta que terminó por responder:

Aidou:- Pues no lo entiendo.

Finalmente llegaron a la sala donde se sentarían a hablar del tema que les había hecho dejar de lado todos los demás asuntos. La sala era enorme. Parecía un salón del té con mesas y sofás además de alfombras y cuadros, pero con la diferencia de que no había nadie más en aquel lugar. Aidou se sentó de forma elegante y con una copa en la mano en un sofá de piel roja que contrastaba con su blanco e impoluto traje. Sus "consejeros" se colocaron de pie detrás del sofá. Kototsu, como conociéndose ya el siguiente movimiento a hacer, se sentó en el de enfrente, de un negro brillante. ¡¿En serio nadie notaba la ausencia de Fukiyose?!

Aidou:- Bien, comencemos la reunión. El tema principal es la violencia entre estudiantes de ambas escuelas.

Kototsu:- Y los estudiantes que se cuelan en escuelas que no son la suya.

Aidou:- Yo propongo un castigo ejemplar para ambos bandos. En mi caso les expulsaré durante un mes a aquellos que se colaron en vuestra preparatoria y hablaré a todos los cursos advirtiéndoles de que dicha conducta  es reprochable y les llevará a perder puntos y a la expulsión ya no solo de clubes sino también de la preparatoria.

Kototsu:- Me parece razonable. Imagino que consideras oportuno que yo haga lo mismo, expulsando al alborotador de mi preparatoria.

Aidou:- Creo que debemos permanecer unidos en esto, Kototsu-kun. Y un castigo ejemplar es lo correcto.

Hubo una pequeña pausa en la que Kototsu se quedó reflexionando acerca de ello. ¿Aceptaría el trato? ¿Sería realmente lo más justo?

Kototsu:- De acuerdo. También propongo que el alumno o alumnos que se salten las normas nuevamente deban pasar un periodo de tiempo en la preparatoria contraria como castigo. Creo que a tus estudiantes les parecería una tortura pasar más de un tiempo en Seigaku bajo mi vigilancia y a los míos estar aquí.

Aidou:- Desde luego que sí. Se sentirían totalmente desgraciados al conocer las ventajas de Hyotei y que nunca podrían alcanzarlas...- regresó a hacer el mismo sonido de antes, común en él, expresando reflexión mientras observaba el fondo de la copa ya vacía. El resto de estudiantes allí presentes no expresaban nada.- Bien. Creo que tenemos un acuerdo. - chasqueó un dedo y una de las chicas que había detrás del sofá se movió hasta colocarse en visión al kaichou. Era elegante y disciplinada, pero su cara no mostraba expresión o sentimiento alguno.- Redáctalo y tráenos dos copias para que las firmemos.

Chica:- Hai.

Dicho aquello la chica se marchó tras una leve inclinación.

Aidou:- Bien, mientras esperamos, ¿te hace una partida de ajedrez?

Empezaba a sentir que el Kaichou de la preparatoria contraria le caía francamente mal. No sólo era aquella insinuación de que le faltaban modales y que ni siquiera había osado dirigirle a ella sino a Kototsu como si fuera su mascota, sino también aquella prepotencia de que Hyotei era mejor y por tanto envidiable. El castigo de ir ahí sería más bien el de tener que pasar una temporada con aquellos pijos insufribles y lameculos.

Nadie la había invitado a sentarse pero como se negaba a tomar parte del papel que le había adjudicado Ayuzawa se acercó a la ventana para observar el patio del lugar, más que por interés por un intento de mantener la rabia bajo control. Porque aquello era lo que estaba sintiendo, rabia, al escuchar cómo los trataban como ganado y cómo Kunimitsu iba a ser expulsado tan injustamente.

Se cruzó de brazos, apretándolos con fuerza contra el pecho para que no se notara que tenía la respiración acelerada. Quería marcharse de allí, de aquella preparatoria, lejos de aquella gente, incluso de Kototsu que ahora mismo no se merecía una gran opinión por su parte.

De fondo solo se escuchaban la respiración de los dos combatientes en el duelo de ajedrez, el mover de las fichas y el pulsar del cronómetro.

Fue hacía un día espléndido . El sol relucía en lo más alto, los jardines estaban de un verde fabuloso, algunos alumnos paseaban por la zona por parejas o de tres en tres, caminando con elegancia y tranquilidad, Fukiyose iba con gafas de sol y un pañuelo atado a la cabeza moviéndose entre árbol y arbustos...

Kototsu:- Jaque.

El sonido de Fukiyose estampándose por no mirar, de cabeza dentro de un cubo de basura mientras pataleaba incesantemente había quedado ahogado a aquella altura en que Yukino se encontraba gracias a la palabra de Kototsu.
 

La música se había acabado y ahora sólo quedaba el crispante sonido de los golpeteos en el reloj del tablero, sin que les importaran los demás. Por suerte la visión de Fukiyose la entretuvo lo suficiente durante aproximadamente un minuto. ¿Qué hacía disfrazada así? Aquel era el modo más obvio de llamar la atención.

De repente, como si sus pensamientos hubieran conjurado la mala suerte Fukiyose cometió uno de esos ridículos que uno no esperaría de la capitana del club de tenis. Se llevó la mano a la frente y se giró para observar a los dos Kaichou.

- Iré a tomar un poco el aire si no os molesta, estoy un poco mareada.

El kaichou de Yukino se levantó en ese momento con expresión visiblemente preocupada:

- ¿Prefieres que te acompañe? El papel estará cerca de llegar pero podemos ir un momento al baño.- entonces sí que cayó en algo. ¿Por qué tenía que ir él si quien la había traído era Fukiyose?- ¿Dónde está Fukiyose?

Aidou:- Creo que es demasiado para los ojos de tus chicas, Kototsu-kun. Probablemente ha ido al baño sin que nos enteráramos porque estamos demasiado concentrados en el juego.

En ese momento la puerta se abrió y entro la chica "secretaria" con dos documentos escritos y un boli.

Aidou:- ¡Ahí está! Bien, solo nos queda firmar entonces. Dejaremos la partida en tablas.

Kototsu:- ¿Puedes ir a buscar a Fukiyose sola? ¿O prefieres que te acompañe?- comentó en tono caballeresco acompañado de movimientos elegantes.
 

Ocultó su nerviosismo con una sonrisa tranquilizadora.

- No te preocupes, Kototsu-sama, no es nada, sólo necesito aire fresco... - repitió con calma, pues lo último que necesitaban en aquel momento es que su kaichou se enterara y de que aquello les metiera en problemas. Se estaba dirigiendo hacia la salida cuando Ayuzawa dejó caer aquel nuevo comentario sobrado y la puerta se abrió ante sí. La especie de secretaria pasó por su lado sin posar la mirada en Yukino, que se había detenido, helada -. Ayuzawa-sama - su voz era peligrosamente suave -, te equivocas con las pretensiones de algunas por no decir muchas personas. Por nada del mundo querría venir a esta preparatoria y ni un millón de lugares como éste podrían hacerme cambiar de parecer. Te equivocas cuando piensas que para la gente de nuestra preparatoria sería una tortura venir aquí por enfrentarse a lo que nunca más podrán tener. Sería una tortura porque sólo los ricos piensan que el dinero todo lo puede, los demás vivimos mucho más felices luchando por nuestros deseos y sueños - tenía los puños cerrados a los costados con fuerza, aún dándoles la espalda, temblando de ira contenida. ¿Quién se creía que era? ¿Quién? En aquel momento ni siquiera se daba cuenta de que aquellas palabras podrían ocasionarle muchos problemas en un futuro y que su propio Kaichou estaría disgustado por su actitud, pero no había podido ni querido evitarlo -. Lo lamento Kotatsu-sama, iré a buscar a Fukiyose-sempai y te esperaremos en el coche. Buenas tardes.

Tras aquellas palabras se marchó con paso airado, sin esperar una respuesta del Kaichou de Hyotei ni de nadie más, demasiado acobardada y enfadada para enfrentarse a sus miradas, sumamente alterada como para mantener su postura civilizada.

Como se marchó tan rápido, no pudo escuchar la reacción de ambos kaichous, pero lo que estaba claro es que no se habrían quedado tranquilos.

Lo cierto es que justo cuando estaba recorriendo el pasillo para salir afuera, la campana que daba la finalización de las clases sonó y los pasillos se llenaron de atuendos blancos por todos lados. Lo cierto era que a pesar de ser una preparatoria exclusiva para gente con mucho dinero, había muchas más personas de las esperadas.

Por suerte, siguiendo a la multitud, Yukino logró salir afuera y alcanzar el lugar donde Fukiyose estaba hacía unos momentos. Pero el cubo de basura estaba caído y no había ni rastro de la chica.

Quería marcharse, marcharse ya, sobre todo ahora que el lugar se había llenado de uniformes blancos que la miraban de forma especulativa. Pero por desgracia Fukiyose no estaba en el lugar esperado, aunque estaba claro que con su atuendo de "espionaje" iba a resaltar como un faro en la niebla.

Tampoco era cuestión de ponerse a gritar su nombre de modo que hizo lo que creyó más sensato: seguir el camino hacia las pistas de tenis, que seguramente ocuparían una posición similar a la del Seigaku. Tenía que encontrarla y marcharse.

¡¿Pero dónde se había metido?! No había ni una nota discordante entre la gente. El único punto azul marino era Yukino entre tanta gente... era extraño que Fukiyose no se dejara ver con tanta facilidad cuando hacía unos momentos su forma de ocultarse era tan cutre...

Y entonces... alguien apareció por detrás atrapando los pechos de Yukino y pegándose a su espalda.

Fukiyose:- Qué mal disimulas, Kazehaya.-le medio riñó Fukiyose con tono serio totalmente fuera de lugar, tanto como su gesto- Aunque te pongo un siete.

¿Pero cómo de repente se había convertido en una maestra de la ocultación cuando hacía unos momentos había sido el ente más patoso sobre la faz de la tierra? Estaba pensando en aquello cuando unas manos le apretujaron los pechos, cambiando su color pálido de la tez por el rojo de la grana.

- ¡Kyaaaa! ¿Fukiyose-sempai? ¡Suéltame! - se apartó de ella con brusquedad, colorada y con expresión un tanto molesta, totalmente avergonzada -. tenemos que marcharnos ya, Kototsu-sama nos espera.

Como si no se hubiera percatado de lo molesta - y de hecho casi enfadada- que estaba Yukino, Fukiyose se limitó a poner cara de disgusto ante la noticia que le estaba dando la chica.

- La verdad es que me estaba divirtiendo.- no obstante no se negó, sino que se puso en camino a la limusina al lado de la chica- ¿Cómo no pudiste escaparte? Tenemos que entrenar más tu agilidad, Kazehaya.

Entraron en la limusina justo cuando Kototsu salía con su elegante caminar del edifcio. Kazehaya, seria, le observaba aproximarse:

- ¿En qué quedó la cosa?

- Se giraron en el último momento y no quise que se dieran cuenta de tu ausencia - murmuró distraída mientras andaban de camino a la limusina.

Lo que la tenía tan distraída era en realidad el esfuerzo de contención que seguía haciendo y que por no dejar que sus emociones escaparan de su control la estaban llevando a adoptar un aire de introspección y mutismo. Mejor eso que la tristeza o el enfado: estaba simplemente seria.

Por fin llegaron a la limusina, desde la cuál observó a Kototsu acercarse sin mudar la expresión de su rostro, aunque lo cierto era que una parte de ella esperaba su reacción, sabiendo que no quería que se enfadara pero a la vez que lo más probable era que si le reprochaba algo saltara.

- Expulsión temporal.

Aún mirando a Kototsu aproximarse, la respuesta que escuchó de la capitana fue una risa de diversión mientas se rascaba la sien. Parecía divertida por la respuesta de Yukino, pero si quería decir algo lo obvió.

Segundos más tarde Kototsu entró en la limusina. Parecía serio y algo molesto pero para sorpresa de las dos chicas se aflojó el nudo de la camisa. Dio dos golpecitos y la limusina se puso en camino. Primero hubo silencio, hasta que Fukiyose empezó:

- Bueno, entonces, ¿participarán en el festival deportivo?

Kototsu:- Sí y más vale que le machaquéis. Pero no sé si tu super estrella novata participará.- comentó mirando a Yukino.-

- Hablarás con Kunimitsu.- afirmó más que preguntó.

Kototsu:- En cuanto lleguemos.

- Y le darás un ultimatum.

Kototsu:- Sí.

- Pero no le expulsarás.

Kototsu:-Por supuesto que no.

Fukiyose miró a Yukino y asintió con confianza.

Se había mantenido mirando obstinadamente por la ventana lo que llevaban de trayecto, cruzada de brazos y piernas, silenciosa y pensativa mientras la ira iba fluyendo hacia el exterior, dejando un vacío en su interior que tardaría aún varias horas en llenarse de pensamientos más normales y alegres.

Sentía sus miradas posarse en ella de vez en cuando pero no les hizo caso, aunque no perdió detalle de la conversación. Incluso cuando llegó el momento, participó en la conversación con un tono de lo más normal que no daba ninguna pista de lo que estaba pensando.

- ¿Por qué no voy a participar en la competición? ¿Estoy castigada?

En cuanto dijo que no expulsaría a Kunimitsu no dijo nada, ni siquiera cambió la expresión de su rostro y si lo hubiera hecho hubiera sido por un ceño de incomprensión.

Kototsu:- ¿Sabes dónde está el almacén de los deportes? Tendrás que limpiarlo bien a fondo si quieres participar, Kazehaya. Lamentablemente para tí no es el peor de tus castigos.

Fukiyose:- Oi, oi... Kototsu-sama,  no sea tan duro...

Aunque sonaba algo duro, lo cierto es que tenía un deje de cansancio. Respiró hondo antes de seguir hablando:

Kototsu:- Las reuniones éstas son así, Kazehaya. Hablamos de lo que queremos escuchar, firmamos sobre acuerdos que creemos adecuados, y después no hacemos ni una cosa ni otra. Sé que Ayuzawa no hablará con sus estudiantes y por ello no pienso castigar ni expulsar a Kunimitsu. Hablaré con él, le daré un ultimatum y ahí quedará la cosa. Pero... con tu gran y heroica actuación Ayuzawa nos vendrá a ver más a menudo y tu peor castigo será que parece sentirse bastante atraído por ti. Si no hubieras dicho nada, actuando con educación y paciencia, ahora no tendríamos este nuevo problema.

El ruido que hizo Fukiyose denotaba los grandísimos esfuerzos que hacía por no reírse a carcajadas.

Finalmente su expresión seria se truncó, a pesar de sus esfuerzos por mantener sus emociones a ralla. Su ceño se crispó en señal de profundo desacuerdo y aunque odiara hacerlo, no pudo evitar poner morros, con el rostro y la mirada encendidos y los brazos firmemente apretados sobre su pecho.

- Lo limpiaré - asintió con determinación, aunque sin disminuir su expresión molesta -. Y lamento haber hecho algo que te pudiera perjudicar, Kototsu-sama, pero, pero, pero... - sacudió la cabeza, con evidentes dificultades para encontrar las palabras -...¡me enfadó tanto! Ayuzawa-sama es un engreído - concluyó, enfurruñada justo antes de que dijera lo de que se sentía atraído por ella. Su expresión cambió nuevamente, esta vez por una de estupefacción -. Pero...¡si prácticamente le insulté! ¿Cómo puede sentirse atraído por mí? - esa pregunta estaba llena de horror -. Bueno no te preocupes por mí, ese será mí problema, de ningún modo repercutirá sobre Seigaku - concluyó sin demasiada convicción. aunque bajando por fin su nivel de enfado. Por primera vez parecía avergonzada -. De verdad que lo siento si te molestó. Entiendo lo del castigo y me parece bien.

El coche paró finalmente y Kototsu regresó su corbata a su sitio y recogió su maletín:

- Eres estudiante de la preparatoria en que soy kaicho. Por si no te has dado cuenta, tu problema es mí problema.- Le abrieron la puerta para salir dejando que un fresco aire se adueñara de la zona.- Mañana mismo a la hora del descanso, te quiero ver limpiando el almacén.

Y sin más salió de allí ante las atentas miradas de los demás estudiantes de Seigaku. Otoya estaba apoyado en la pared esperándola pero antes de nada, Fukiyose le puso una mano en el muslo. Se notaba que en esos momentos le estaba dando apoyo:

Fukiyose:- No te preocupes, Kazehaya. Yo te metí en esta... así que te ayudaré con ese almacén.- Luego salió y antes de largarse le dijo una última frase.- ¡Pero la próxima vez intenta controlar ese genio!

Genio. No es que Yukino tuviera problemas de mal genio es que no toleraba las injusticias y la prepotencia con que Ayuzawa hablaba de los alumnos de Seigaku le había parecido una de las mayores injusticias que había presenciado en su vida. ¿Que podría haberse controlado? Sí, pero no le había parecido bien hacerlo. No le había parecido bien marcharse sabiendo lo que aquel chico pensaba, le había parecido que tenía que darle su opinión, hacerle comprender que estaba en un error. si lo pensaba fríamente, estaba claro que había sido un error pues gracias a ello más que solucionar algo sólo se había llevado que problemas por no decir que ahora el kaichou de Seigaku la tendría en mala opinión y, ¿qué podía decir al respecto? Se lo merecía.

Se sentía un tanto deprimida cuando por fin descendió de la limusina pero no iba a transmitir sus problemas a los demás así que sonrió al ver a Otoya esperándola con sus cosas.

- Otoya-kun, gracias por esperarme. ¿Llevas aquí mucho rato?

El chico dedicó una amplia sonrisa de felicidad y se apartó de la pared en cuanto vio aparecer a Yukino. Le cedió un par de libros pero le prohibió tajantemente que le quitara ambas mochilas.

- Solo media hora.- comentó con alegría antes de comenzar a caminar.- ¿Preparada para recoger a tu hermano y empezar a grabar por fin?

A él se le notaba emocionado. Lo cierto es que llevaban bastantes tardes ensayando y aunque muchas veces se habían confundido, la última vez sonó realmente bien. Otoya tocaba la guitarra y la verdad es que las letras eran bastante buenas.

- Mi hermanita le está esperando para jugar a un juego de mesa nuevo que tiene. Creo que ha encontrado a un gran amigo en tu oni-san. Me alegro la verdad.

Otoya era todo positivismo e ilusión. Con cada palabra o cada gesto parecía que el sol brillaba más. Al menos eso decían sus fans.

- Sí, claro - asintió con una sonrisa alegre.

Iba a dejar lo que había pasado hacía escaso rato a un lado de modo que no interfiriera en su tarde. Sería importante para Kotaro y para Otoya y ella estaba feliz de poder hacer algo por ambos. No tanto de que el chico no le permitiera llevar sus cosas, de modo que se limitó a abrazar los libros contra sí, entre los cuales se encontraba el de biología que había tomado prestado de la biblioteca.

- Estoy feliz de que se hayan hecho amigos, me preocupaba que Kotaro echara de menos a sus amigos de Tokio pero si ya ha conocido a gente entonces es que todo está bien - comentó con cariño mientras ambos echaban a andar hacia el colegio de sus hermanos -. Oi, Otoya-kun...¿por qué no entras al club de teatro? Nos falta un chico.