Partida Rol por web

Entre unas cosas y otras, el verano terminó. No habían encontrado una fecha adecuada para poder dormir juntos y entre los entrenamientos hiper duros de Fukiyose y el trabajo de Tezuka, tampoco se vieron tanto como habrían querido. 

Así llegó la vuelta a las clases donde Yukino se reencontró con el resto de sus amigos. La mayoría estaban muy morenos, otro parecían haber crecido y algún que otro, como Tachibana, no habían cambiado ni un ápice. Lo primero que se encontraron en clase fue que la profesora había decidido cambiar de asiento a los chicos y chicas, para que así, según ella, se relacionaran con el resto de la clase también. A Haruka aquello le dio muchísima pena. El punto de inflexión en el cambio de la chica para tener amigos y una vida mucho más feliz había sido la decisión de Yukino por sentarse a su lado cuando llegó hacía ya bastantes meses. Ahora Yukino debía elegir con quien sentarse y no podía repetir. 

Ojalá el verano hubiera sido más largo. Nunca antes se le había pasado tan corto como aquel en el que a pesar de los ratos pasados con sus amigos y con Tezuka se había quedado con un deseo de más, más horas para compartir y disfrutar con la personas que quería. De algún modo se sentía avergonzada por no haber pensado siquiera en sus compañeros de Tokio pero lo cierto es que no tenía nada que ver con sus relaciones actuales.

Por suerte, volver a la preparatoria no era tan malo. Aquello significaba que vería más a Tezuka o eso creía, pues los últimos días apenas habían encontrado un momento para verse y lo cierto era que después de toda la tensión de la cena con su padre aquello había acabado en nada.

Tal vez por eso no se sentía tan triste por el hecho de que la separaran de Haruka, porque estaba secretamente feliz por todas las otras cosas que le deparaba haber vuelto a empezar las clases. Aún así consoló un poco a la chica, azorada, aunque no era como si Haruka expresara de forma clara que estaba apenada por ello. Después de unas pocas palmaditas en el hombro se desplazó por la clase hasta llegar a Mei.

- ¿Nos sentamos juntas?

¿Quién se lo hubiera dicho un par de meses antes? Pero ahora Mei era Mei, a quien consideraba una de sus mejores amigas, discreta, inteligente, legal. En realidad le apetecía mucho sentarse con la rubia y tal vez fuera mejor de aquel modo, sin que Momoshiro u Otoya tuvieran que pelearse por su atención.

Justo cuando Otoya iba en dirección a Mei, Yukino se le adelantó y le preguntó sobre sentarse juntas, hecho que dejó totalmente congelado al chico y que pronto le provocó que su fantasma saliera por su boca, todo esto sin que las chicas se dieran cuenta. Mei pareció bastante agradecida de que Yukino hubiera pensado lo mismo que ella. Lo cierto es que de todas las personas de la clase, era con Yukino con quien mejor se llevaba y como Otoya ni siquiera se lo había pedido...

Además, había una gran ventaja con aquella decisión, y es que Mei, al ser la representante de la clase, tenía pleno derecho a elegir el lugar antes que nadie. Eso, y que era la más popular de la clase, por lo que le cedían el turno a decidir. Por ello esta vez Yukino cambió el estar pegada a una pared maciza con la ventana. ¡Sí! ¡La ventana que daba al patio del colegio! Una posición privilegiada en una clase. Y ahora Yukino se encontraba ahí, con Mei a su derecha y Otoya detrás de ella, sentado con Haruka y llorando a mares mientras nadie le miraba.

Tras el nuevo cambio dentro de clase, Mei se levantó para dirigirse a sus compañeros. Había varios puntos que tratar. Habló sobre el festival deportivo interno del centro, en el que habría que elegir a una participante y a un participante que luchara por su clase para el mes siguiente, del viaje al que tenían derecho y de que se necesitaban voluntarios por semanas para acudir a la biblioteca y ayudar tanto en la colocación de los libros como los préstamos.

- ¿Algún voluntario para hacer las dos primeras semanas?

Mientras todo esto ocurría en la clase, hubo algo que llamó la atención de Yukino. Y es que en el patio había una chica altísima con otra no tanto paseando y charlando. Eran Charlotte y Kuroko. Charlotte parecía bastante avergonzada mientras que Kuroro hablaba gesticulando con las manos lo que parecían movimientos de lanzamientos de balones de basket. Y lo curioso era que no parecían darse cuenta de que Fukiyose, en su modo " espía", las seguía de bastante cerca.

Estaba feliz con su compañera y por su lugar privilegiado junto a la ventana, que además se encontraba delante de Otoya y Haruka. Tan contenta estaba que de hecho ni siquiera se percató de las caras de decepción de Otoya aunque a su parecer le había hecho un favor al chico si no quería que Momoshiro se enfadara con él.

El sol del verano le estaba calentando de forma agradable la piel del rostro de modo que era difícil prestar atención a las palabras de Mei, que en aquel momento pedía voluntarios. Voluntarios que no tengan a Fukiyose de capitana para obligarlos a entrenar hasta la muerte, se dijo a sí misma. La verdad es que por más que le gustara la biblioteca no creía disponer del tiempo necesario para encargarse de eso así que apartó la mirada hacia la ventana para no encontrarse con los inquisitivos ojos de Mei.

Fue entonces cuando sus ojos repararon en la prima de Haruka y en Sakura hablando mientras la capitana del club de baloncesto hacía gestos de lanzar la pelota. Sonrió, apoyando la barbilla en la palma de su mano. Seguramente estaba intentando convencer a Charlotte para que ingresara en el equipo de baloncesto. Fue entonces cuando vio pro primera vez a Fukiyose.

Yukino emitió un extraño sonido atragantado que terminó en una andanada de toses, consecuencia de haber cortado una risita a la mitad. Más sorprendente aún que el hecho de que las pésimas dotes de camuflaje de Fukiyose funcionaran era el hecho de que, si no se equivocaba, la causa de que las estuviera espiando era celos. Se llevó una mano a la frente, sintiendo vergüenza ajena y con una clara sensación de déjà vu.

La fuerte tos de Yukino alertó a la clase justo cuando Mei estaba explicando el por qué era tan importante la participación de los estudiantes - ya que ninguno quería apuntarse a lo de la biblioteca- con el centro y actividades referentes a él. Cuando Yukino alzaba la mano para chocársela con la frente, eso fue visto como un gesto de proposición que Mei pareció agradecer.

- Gracias, Kazehaya. Te ocuparás de las dos primeras semanas. Durante ellas no tendrás que hacer las labores de limpieza y...- en cuanto vieron que se librarían de limpiar, muchos más levantaron las manos, pero fueron adjudicados para las siguientes semanas después de Yukino- alguien de otra clase será vuestro compañero. Kazehaya-san tendrá que presentarse cuando acaben las clases de la mañana en la biblioteca. En cuanto a las notas...

Siguió explicando mientras por la ventana, Fukiyose, con gafas de sol incluídas, aparecía por entre dos arbustos, a pocos metros de Kuroko y Charlotte que seguían con su charla en dirección al pabellón.

Al final, tocó el timbre de la clase y todos salieron disparados hacia el tablón de anuncios donde estarían ya colgadas las notas por orden de mejor nota a peor. Cuando Yukino se encontró, se vio en la segunda posición, detrás justo de Mei que contaba con todo matrículas de honor. Yukino tenía todo sobresalientes pero no alcanzaba matrícula en ninguna. Tercera Haruka, cuarto Tachibana... ¡¡Y Otoya había aprobado todo con notables!! El chico estaba pletórico. Tanto, que seguía pensando que aquello había sido obra de aquel nenúfar azul y lo primero que hizo fue alcanzar a Mei y Yukino, abrazar a Mei y levantarla.

Otoya:- ¡Arigató! ¡Arigató! ¡Esto es gracias a ti!

¡Nooooooooooooooooooooooooo! ¿Por qué? ¡¿Por qué?! ¡Fukiyose la iba a matar. ¡Pero había sido culpa suya! Y encima le iba a tocar con un desconocido. Pero que...¡asco! ¡No tenía tiempo para labores de voluntaria! Le costaba muchísimo compaginar sus estudios, el tenis, el teatro, las labores domésticas y encontrar tiempo para estar con su familia, sus amigos y su novio y ahora le habían añadido una tarea más a la lista. ¿Cómo narices iba a poder sobrellevarlo todo? De repente todo el relax veraniego había sido remplazado por una vaga sensación de agobio. Ni siquiera ver a Fukiyose hacer el ridículo la distrajo, no sabiendo lo que se iba a enfadar cuando le dijera lo de la biblioteca.

Ahogó un suspiro. No valía la pena seguir lamentándose pensó cuando sonó el timbre, dirigiéndose junto a los demás a ver el tablón con sus notas donde aparecía segunda de toda la clase. Bueno, si ya entonces había podido compaginarlo, también podría esta vez. además, sólo eran dos semanas, eso era nada.

- Enhorabuena Mei-chan - le sonrió con deportividad. No le importaba no haber quedado primera, sólo quería que la chica fuera consciente de aquello cuando Otoya se acercó, aprovechando su oportunidad para abrazar a la rubia con su habitual efusividad. Su sonrisa se amplió, divertida -. Felicidades Otoya-kun. Ahora vuelvo, un momento.

Se marchó en dirección al tercero piso. No tenía tiempo de hablar con Tezuka pero se había esforzado mucho en sus notas y quería echar un vistazo al tablón, deseando que sus resultados hubieran mejorado.

Cuando subió se encontró con mucha gente mirando el tablón de los de tercero. Muchos aún seguían buscando su nombre, otro comentaban acerca de las notas, las reclamaciones o el premio que les iban a dar por haber trabajado tanto. Otros animaban a otros y mientras Yukino observaba sobre la mitad de la lista buscando el nombre de Kunimitsu.

???:- Creo que deberías mirar entre los cinco primeros.

Tezuka había llegado hasta ella, susurrándole aquello al oído. 

Por más que buscara, intentando pasar desapercibida entre la multitud, no era capaz de encontrar el nombre de Tezuka. Sus ojos recorrieron una y otra vez la franja central y habían empezado a desplazarse hacia la parte baja cuando la voz del chico la sorprendió. Le dirigió una mirada de reojo antes de hacer caso de lo que le había dicho y verle ahí, gloriosamente situado entre los cuatro primeros.

Juntó las palmas de las manos, apoyándolas sobre la barbilla con expresión feliz pero sin querer montar un numerito delante de todos aquellos sempais.

- ¡Felicidades! Soy una gran maestra - bromeó con un brillo alegre en la mirada. La verdad es que tenía ganas de darle un gran abrazo pero tenía claro que no era apropiado ante tanta gente y menos con Mashima rondando por ahí.

El chico también parecía feliz. Tenía los ojos achicados por la sonrisa y aunque también mantenía la distancia, se le veía bastante próximo a Yukino.

- ¡Eh! Que quien hizo los exámenes era yo.- mantuvo la broma.- Segunda en la lista, ¿eh? Será que yo soy un gran maestro entonces, ¿no?- sin sentido pero bueno. Había bajado hacía diez minutos al baño y vio las listas puestas.- La próxima vez quedaré primero, por encima de Kototsu, y te superaré. No puede ser que una chibi-chan como tú me supere...

- Ah, creo recordar que has estado muy ocupado últimamente, quizás por eso tus calificaciones no son tan buenas - se mordió el labio, aguantando su sonrisa para que no se ampliara irremediablemente a una más estúpida -. Aunque no puedo vencer a Mei. Pero estará contenta al comprobar que alguien más de su familia ha sacado un poco de su cerebro... - esta vez el labio escapó del control de sus dientes, convirtiéndose por fin en aquella amplia sonrisa que había tratado de contener y que, tras unos pocos segundos, se atenuó bastante -. Por cierto, me ha tocado ser voluntaria en la biblioteca así que no creo que tenga mucho tiempo durante las próximas semanas.

Tiempo para él, quería lamentarse, pero eso no se vería guay así que se limitó a encogerse de hombros un tanto azorada.

Tezuka alzó las cejas, algo sorprendido. Levantó la cabeza un poco y dijo un "amm..." sobre el tema de la biblioteca. Parecía que se estaba callando algo, porque él nunca decía "amm..." y siempre tenía algo que decir para Yukino. 

El timbre que indicaba la vuelta a clase sonó y la gente empezó a meterse en su clase.

- Buena suerte con Fukiyose.- le dijo antes de ponerle la mano en la cabeza, como despedida. Aunque aquella vez fue diferente, porque al quitarla sus dedos recorrieron la mejilla de la chica.- Tira para clase, anda, Kazehaya.

Fue su turno de alzar las cejas en señal de sorpresa por su respuesta o mejor dicho por la falta de una. Una fina arruga surcó su frente y tal vez hubiera aprovechado para preguntar sino fuera por la caricia que siguió a continuación, ruborizándola un poco.

- Si no me vuelves a ver en unos días, acusa a Fukiyose-sempai y busca mis restos en su jardín - comentó con total seriedad, sin que su expresión traicionara la broma antes de despedirse con la mano -. ¡Hablamos luego! Sigue esforzándote...Kunimitsu-sempai.

Le guiñó un ojo, divertida, antes de marcharse hacia su clase de nuevo.

Cuando Yukino bajó los demás ya habían entrado en clase y el profesor estaba a punto de empezar la lección, pero lejos de reñirla, le sonrió y la felicitó por sus magníficas notas.

El resto de las clases fueron bastante amenas y cuando quiso darse cuenta ya era la hora de hacer su primera "guardia".

Al llegar a la biblioteca se encontró con poquísima gente dispersa y en silencio. Unos buscaban libros, otros tenían leves encuentros adolescentes a escondidas, algunos estudiaban en las mesas y otros, como Teszuka, aprovechaban para leer de pie en la sección de cómics.

¡Vaya! A veces seguía sorprendiéndose de lo amables que eran los profesores de aquella preparatoria, parecía como si vinieran de otro mundo, de uno más simpática. Sonrió con cierta timidez, agradeciendo la felicitación de su profesor antes de tomar asiento y atender a las clases, sin pensar que tal vez el motivo de felicitarle las notas era, sobre todo, a causa de su traslado.

Tal vez fuera por eso o por las notas de Tezuka que no tardó en concentrarse de nuevo en las clases con cierto espíritu de autosuperación que parecía hacerla incombustible y así se dirigió a la biblioteca, mucho más enérgica y animada de lo que se pensaba en principio. Sentía como si pudiera con todo.

Le extrañó ver a Tezuka ahí pero se limitó a saludarle con la mano a lo lejos con aquella sonrisa que reservaba sólo para él. El chico estaba leyendo y ella tenía trabajo que hacer de modo que se acercó al mostrador en busca del papel donde debía estar anotado su nombre y el de su compañero.

La tutora de Yukino estaba allí, en el mostrador, firmando unos papeles.

- ¡Ah! Kazehaya. Estupendo. Puntual.- le tendió una hoja donde debería firmar todos los días en la llegada y en la salida- Solo son tres horas al día durante dos semanas. Nos encantan los voluntarios. Aquí está tu compañera.

Al apartarse, vio sentada tras el mostrador, al lado de la silla que ocuparía Yukino, a Mashima.

- Es un curso superior así que ella está al mando.

Mashima terminó de atender a un chico que se llevaba un libro y miró a Yukino, exhibiendo su cara de disgusto. Fabuloso. De entre todas, tenía que ser ella.

- Bueno, yo me voy, portaos bien y trabajad bastante.

Y de repente aquel "amm" cobró tanto sentido como la presencia de Tezuka en la biblioteca porque su compañero no era tal, era una compañera con una a mayúscula luminosa y una flecha de neón señalándola de nombre Mashima, de imagen despampanante y de mirada seca, al menos cuando de posaba en ella.

Todo su ánimo se apagó de golpe. Mashima. Su gozo en un pozo. Durante dos semanas iba a compartir tres horas al día con aquella chica que le había dicho de forma tan clara que no había forma de que se llevaran bien porque las dos estaban enamoradas de Tezuka, por no decir que recientemente se había enterado de que una noche en Alemania habían estado juntos, aunque no llegara a nada serio. Sus propios sentimientos por la chica eran demasiado confusos para definirlos. Se sentía inferior e insegura en su presencia y una parte de ella deseaba agradarle mientras lo otra no quería tener nada que ver, por no hablar de la compasión que el despertaban sus sentimientos frustrados.

¡Era demasiado complicado! Pero allí se encontraba, sin saber si sonreír o no y sintiendo la mirada de Tezuka clavada en la nuca. Podrías haberme avisado, pensó un tanto disgustada. Aquel lado sobreprotector le recordaba demasiado a su padre.

- Sí, profesora - accedió modosamente, sin saber qué decir, antes de tomar asiento junto a su compañera. Bueno, lo mejor era ponerse con el trabajo -. ¿Te parece si atiendes tú a la gente mientras yo voy ordenando los libros? O podemos cambiar si prefieres - se apresuró a decir para que no pareciera que se estaba escaqueando.

¡¿Pero qué había hecho ella en otra vida para merecer aquello?! ¡¿POR QUÉ?! Ahora entendía la presencia de Kunimitsu allí. Quería asegurarse de que no se tiraban de los pelos o algo por el estilo... pero Yumi era bastante más elegante que todo eso. Nunca entraría en un combate - físico- tan absurdo como aquel. 

Estaba molesta porque desde que aquella chica llegó, Tezuka se sentía atraído por ella y no sabría decir hasta qué punto. ¡Pero qué veía él en ella! Si era una cría inocentona...

¿Y qué vayas a encontrarte con Tezuka? Ni de coña.

Se levantó y cogió la pila de libros.

- Siéntate. Ya los coloco yo. 

Y sin más dilación se marchó. No tardó mucho en llegar Tezuka con un libro en la mano, dispuesto a llevárselo. Se apoyó en el mostrador.

Tezuka:- Dos semanas.

Seca como siempre la chica se marchó como si al sugerirle que se encargaría ella de colocar los libros le hubiera dedicado un insulto. Asintió, parpadeando un par de veces para mantener la compostura que en aquel momento pugnaba por quebrarse en una cara de resignación y desespero. Iba a ser horrible.

- Te mato - dijo a la vez que Tezuka decía aquellas palabras mientras registraba el libro que se iba a llevar junto a su nombre. No se sentía muy feliz de que le hubiera ocultado aquello a propósito. Si lo hubiera sabido habría intentado cambiar con alguien pero ahora ya era demasiado tarde. Aunque aparentemente nadie diría que estaba afectada lo cierto es que estaba totalmente abrumada y aquello se había convertido en un leve enfado dirigido hacia Tezuka por haberle ocultado aquel hecho -. Van a ser las dos semanas más felices de mi vida - comentó con sarcasmo en voz baja que disminuyó todavía más con su siguiente frase -. Más vale que te marches, tu presencia aquí sólo va a empeorarlo...

La gran bienvenida de Yukino era la esperada para Tezuka que no había variado su expresión. No sabía si el motivo que le iba a dar le iba a servir de algo, pero lo intentó:

- Si te lo hubiera dicho no habrías venido. Y eso te habría hecho quedar muy mal. Tienes que afrontar las circunstancias... además, no creo que sea tan malo. Seguro que Mashima...- ¿Ya se había olvidado de lo de Alemania? ¿De sus sentimientos no correspondidos por él? Mejor callarse la consecución de la oración. Suspiró, cambiando el peso de pierna aunque Yukino no pudiera percibirlo- Está bien... me voy. Pero solo porque tengo entrenamiento. Ya verás como no es para tanto.

Dicho aquello se dio media vuelta, olvidando por completo el libro que le había llevado al mostrador. Justo cuando iba a pasar al lado de Mashima, a ésta se le cayeron unos cuantos libros y él se los recogió para que no tuviera que agacharse, gesto que la chica aceptó con una leve y azorada sonrisa. Intercambiaron un par de palabras y después cada uno se fue por su lado. 

No estaba para nada de acuerdo con Tezuka pero, ¿y qué si no haber asistido le hacía quedar mal? ¿Era su imagen más importante que pasarlo mal de forma innecesaria durante dos semanas? No, no, seguro que no, ni hablar. Dijera lo que dijera Tezuka estaba segura de que lo peor estaba por llegar. Mashima parecía una persona muy controlada pero también llena de rencor y ya había demostrado en una ocasión que estando las dos solas perdía la paciencia. Yukino estaba lejos de sentirse tranquila.

Se despidió con un cabeceo de Tezuka, enfadada como para decir algo mientras veía cómo a la chica se le caían unos libros que él recogía. Miró el reloj. Habían pasado cinco minutos y todavía le quedaban casi tres horas. Iba a ser una tarde muy larga y encima estaba segura de que no pasaría ese día sin que Fukiyose llamara hecha una furia.