Partida Rol por web

Tras oir el ruido que arma el mulo de carga ;P Sortien se gira para decirle que evite de hacer ruido y le da una patada a una piedra que cae al río. [b]Chofff!!

Forad comienza a tener el presentimiento de que esos ruidos son sistemas de comunicación entre los ogros. Intenta recordar como sonaban los balidos de las cabras del rebaño que cuidaba Goldriel, un pastor al que su padre compraba queso.

Kanlil, que a todas luces está muerto de miedo, intenta sacaros una sonrisa antes de salir al trote.
Conjuradores salvajes, Ogros cabríos, ¿qué será lo siguiente, Maestro?¿Enanos bailarines?
Va tratando de cordar el arco mientras sube tras los pasos de Faldoras.

Estás todavía asimilando los últimos balidos que has oído cuando los acontecimientos se precipitan a tu alrededor.

Algo ha hecho que tus compañeros, de los cuales vuelves a ver sus espaldas, salgan al trote garganta arriba. Segundos más tarde, un chapoteo te hace mirar alarmado a la derecha. Cien pasos más allá de tu posición uno, dos, tres, ¡cuatro! ogros de dispares tamaños cruzan el río en pos de tus compañeros. Los tres primeros tienen una corpulencia humana, el último es una criatura descomunal, uno de los grandes, que lleva a rastras en uno de sus brazos un macho cabrío con el cuello aplastado como si fuera un muñeco.

Te quedas boquiabierto contemplando la escena cuando un golpe de viento se lleva la niebla y te deja allí, expuesto, a la vista de los ogros. Que pasan de largo sin girar ni en una ocasión la cabeza hacia ti y siguen el camino que hace escasos momentos ocupaban tus compañeros, ahora ocultos por la niebla de más arriba.

Kanlil se detiene un momento, con el rostro rojo por el esfuerzo, y luego sigue corriendo paso arriba.
-¿Habéis oído eso?¿Como un chapoteo en el agua detrás de nosotros?

Ante la pregunta de Ankor, obtenéis por respuesta un sonoro rugido a vuestra espalda. Ankor, que cierra el grupo, se gira alarmado y ve dos formas humanoides aparecer a la carrera entre la niebla. Los ogros, algo más pequeños que Ankor, gruesos y armados uno con dos piedras y el otro con un pesado garrote, pretenden deslomar a vuestro \"burro de carga\". Werter, que marchaba un poco por delante de Ankor y después de Kanlil, ve también a los dos ogros lanzándose contra el mercenario.

Algo más atrás y ocultos entre la niebla os parece ver la silueta de otro de esos ogros... y de algo más grande y pesado.

Kanlil, ante los gritos que profiere Ankor, redobla el trote y hace un sprint con la intención de dejar atrás a las alimañas. ¡Por mi madre, Ogros!¡Se comen bebés vivos, beben la sangre de los muertos, son capaces de aplastarte la cabeza como si fuera un huevo!¿Quién me mandaría meterme aquí?¡Por favor madre, no permitas que me atrapen!.

Ante los gritos de Ankor, Faldoras detiene la marcha. Cabecea contrariado ante la notoria cobardía de Kanlil, que sigue la carrera dejándole atrás, y de Sortien, que parece huir del combate. Se cierra los enganches de la armadura y desenvaina mientras grita:
-¡QUE LA JUSTICIA GUÍE LA PUNTA DE ESTA ESPADA AL CORAZÓN DE SUS ENEMIGOS!
-¡Ankor, Sortien, junto a mí!¡Cuidado con las piedras, os las lanzarán!
La voz y la apostura de Faldoras os devuelven parte de la confianza perdida ante la visión de tales bestias. Su experiencia en el combate contra los ogros de seguro os serán de gran ayuda.

Se ve que la tensión está haciendo estragos en la percepción de Forad. Lo que creía mayor distancia se torna en la distancia esperada cuando se centra en su objetivo.

- Rego Ignem Create Vello Corporum - Surra entre dienetes tenso y metódicamente. - No falles... ¡BIEN! - La alegría le inunda por dentro tras ver que sus intenciones consiguen dar fruto.

Acto seguido se esconde tras una roca entre palpitaciones y sudores. Algo parece que quiere aflorarle desde dentro pero logra sobre ponerse a ello. Esta vez se ha salvado de perder la consciencia de la realidad y tener uno de esos lapus que le atemorizan.

-¡¡¡BRRRRRUUUUUUARGGGGGGGGGHHHHHHH!!!

Una piedra del tamaño de vuestras cabezas sale proyectada a gran velocidad hacia el grupo formado por Ankor, Faldoras y Sortien. La piedra traza un arco y parece a punto de aplastar al valeroso manco...

El ogro del garrote carga con el tronco de pino hacia Faldoras. Lo blande con fuerza descarga el golpe de arriba a abajo.

Al ver la dirección de semejante roca me hago a un lado,
esquivando estoques esto es como un juego de niños...

Tras eso respiro profundamente y emprendo mi apertura Molhan sobre uno de ellos realizando la floritura Hochalas(apuntando a la cabeza)

Finalmente observo la situación para ver cuantos enemigos veo a mi alrededor

El ogro se inflama súbitamente en llamas, que le comienzan en la espalda y rápidamente se le expanden hacia los glúteos y las piernas. Se retuerce, gruñe y grita de dolor. El olor a pelo chamuscado te asalta a la vez que el ogro, incapaz de comprender de dónde surge la llama, se va corriendo hacia el río.

Kanlil coloca rápidamente una flecha en la cuerda del arco y tras apuntar al lanzador de rocas, la suelta, rezando que su pequeño tembleque no le haga errar el tiro.
Además esta maldita niebla.
Nada mas lanzar la flecha, Kanlil coloca otra, la cual vuelve a lanzar contra el mismo ogro.

Mientras el Ogro carga hacia Faldoras, él se sumerge en un silencio de concentración. Aspira aire profundamente mientras el enemigo cubre los últimos metros que les separan. En el último instante, cuando parece que va a encajar el golpe con resignación, abre los brazos y se hace a un lado.
¡YiiiiaaaahhhhHHHH!
Su espada se mueve como si blandiera una vara de cedro y no una hoja de templado acero. La sucesión de golpes es tal que el Ogro no puede hacer nada por evitarlos, y por si fuera poco, Sortien aparece por el otro flanco desfigurándole la cara.

Otra piedra vuela hacia vosotros desde más abajo. Es un nuevo ogro, que os lanza una roca mientras corre a la gresca. Por fortuna, la piedra no impacta a Ankor, si no que cae cerca de sus pies con poca fuerza.

El ogro arroja su segunda piedra; esta vez apunta a Faldoras. Tras arrojar la piedra, coge otras dos rocas del suelo. Las flechas de Kanlil apenas le incordian según le impactan (una le da en el hocico, cerca del ojo, y le hace gruñir, lástima que no fuera con más fuerza...) y no atraviesan su gruesa piel.

Faldoras, cegado por la furia del combate, no ve llegar la piedra, que le alcanza en la cadera derecha y le derriba al suelo.