Partida Rol por web

Ankor asiente con la cabeza antes las palabras de Sortien.
Si ese es el plan... aunque no se que pretendes haciendo que me quede aquí.
Dice al oido de Sortien en un susurro casi imperceptible.

Ya lo verás....Vamos Kanlil...

Tras un hosco asentimiento por parte de Ankor, Kanlil sale el primero del escondrijo y asciende la colina en la que se emplaza Vallealto callejeando por el lado sur del barrio de los Candeleros. El pupilo hace subir al maestro hasta llegar a una casa de piedra de grandes dimensiones, dos plantas, ventanas enrejadas y paredes cubiertas de hiedra, muy inusual por que en la angosta Vallealto pocos edificios gozan de un espacio cercado a su alrededor como del que goza éste. La cerca es además forjada, dejando clara la importancia de lo que rodea. Aunque Kanlil siente el deseo anhelante de saltar la valla o al menos acercarse a ver a través de ella, procura mantenerse lejos de ella. Un ruido de pasos lo lleva a ocultarse a él y a su maestro en un portal; por las silenciosas calles cruza una sorprendente patrulla de vigilancia. Es rara por que está compuesta por mercenarios valleses y no bárbaros. ¿Es que Horgan Hos permite que los más ricos de Vallealto mantengan este tipo de lujos?

Los dos vigilantes pasan de largo y permiten a Kanlil emprender el camino de descenso hasta la avenida de los Candeleros, adonde maestro y aprendiz llegan minutos más tarde. De nuevo rodeados por un completo silencio, emprenden con ahínco la búsqueda del conjurador.

Kanlil conduce a su maestro hasta la avenida de los Candeleros. Mira alrededor en busca de Forad.
¿Maestro, por donde lo viste? Tal vez no se haya movido del sitio, esperando a que volviésemos…
Kanlil continua escudriñando todo con la mirada, buscando en los sitios donde más probable sea esconderse.
¡Forad! Forad, somos nosotros!- comenta en voz no demasiado alta, cada vez que se acerca a algún posible escondrijo.