Partida Rol por web

CLaro que fuimos

Y ahora que hacemos con esta gente?

Pues nada, a la tumba de piedra… Esperemos que allí tengamos oportunidad de deshacernos de estos.
Kanlil sigue a los bárbaros hacia la que debe ser la tumba de Feleppo.

-Gorum, Ilos, a las puerrtas del norrte y el este. Que no salga ningún Hombre acompañado de un guarrrro-, dice sin oportunidad de réplica el bárbaro a dos de sus hombres. Luego Beros os guía hacia el noreste, dejando atrás la plazoleta de la fuente. Beros vira hacia el noreste tomando una calle levemente descendente, más ancha, adoquinada, con bonitas casas de madera y piedra de reciente construcción. No hay ni un alma en la calle, y los únicos sonidos que pertuban la paz reinante son los de los lejanos cuernos que anuncian el inicio de la Reunión de la Luna llena. Los bárbaros se mueven con felina gracilidad, controlando con penetrantes miradas cada esquina y cada callejón que cruzáis. Marchando con Beros a la cabeza y un portador de antorchas detrás, los tres come-hierbas os agrupáis en el centro, con un bárbaro a cada ala. El ritmo es lento, y tardáis una buena media hora en ver, por fin, las piras que iluminan el amplio boquete de la muralla por donde trasiegan los valleses que trabajan en el mausoleo de Feleppo cada mañana...

Kanlil camina en silencio hacia donde les conducen los bárbaros. Observa con cierto alivio como dos de los bárbaros no les acompañan, dejando el número en cuatro, algo más asequible en caso de que las cosas se pongan feas.

Sin duda el momento de buscar lo que hemos venido a buscar se acerca poe ello he de estar ojo avisor

Algún ruido que pasa imperceptible para vosotros llama la atención de Beros.

-Alguien se movió a unos cincuenta pasos en aquella dirección. Ningún comehierrba pasta a estas horrras... seguidme.

Con remarcada tensión, tanto los bárbaros como vosotros tomáis una calle empedrada y resbaladiza por la humedad provienente de la lluvia en las relucientes cabezas de los guijarros. La calle se curva suavemente hacia la derecha y la cantidad de luz en la zona va disminuyendo gradualmente hasta quedar sólo la de las antorchas que portan los dos Lago. Ni el viento corre aquí ni la lluvia cae fuerte, así que el silencio reina a vuestro alrededor.
La calle se ensancha en una vulgar plazoleta en cuyo centro se acumulan algunos bártulos bajo una pesada lona. Un tenderete de madera quemado y la puerta quebrada de un edificio de piedra que tiene un cartel anunciándolo como una carpintería recuerdan el reciente saqueo de esta zona de la ciudad. Beros toma una calle ancha y embarrada que corre paralela a la calle principal por la que antes descendíais. Acelera el paso obligando al grupo a moverse casi al trote.

Según avanzáis hacia la nuevamente visible muralla, es en una de esas malsanas callejas laterales, llenas de desperdicios acumulados durante años, donde Sortien reconoce en una forma agazapada la sucia melena del conjurador... la mirada de ambos se cruza durante un segundo.

Ahí estas peludo, quedate ahi quieto!!!

Por allí!!! creo haberrr visto a alguien moverrrrse!!

Indica Sortien en dirección contraria al escondrijo de Forad

Forad los ve pasar a todos. Uno tras otro sus compañeros de fatigas. El corazón se la agarrota, se le bloquean las ideas. Todo lo que tiene montado es un tendrete que el viento se puede llevar.

El cruce de miradas con Sortien es demasiado breve. Querría decirle tantas cosas... querría haberle dicho que...

- ¿Y ahora que hago? Seguro que quieren encontrar al Pelarum pero... - Forad vuelve la cabeza apretándose en su escondrijo y cuando vuelve a mirar los ve alejandose en dirección contraria.

Se gira hacia Pelarum y lo observa. ¿Que es más peligroso si se delata, lo que pueda hacer el loco o lo que le puedan hacer el resto de bárbaros?

- Con ellos estaría más seguro... aunque mis hermanos... pero esos bárbaros que les acompañan... tengo que saber como terminaron mis hermanos aquí.

Una sonrisa pícara se vislumbra en la faz del conjurador cuando cruza su mirada con la del bárbaro. Su mirada parece decir: "es cosa mia, yo he hecho que se fueran en dirección contraria".

Kanlil, cuando su maestro grita haber visto algo moverse, dirige instintivamente la mirada hacia donde señala Sortien. Solo espera que no sea realmente Forad, y que su maestro lo haya delatado. Cuando mira en esa dirección no ve nada moverse. De reojo echa una mirada a su maestro, como buscando algún tipo de señal. De momento permanece quieto, esperando la reacción de los bárbaros.

Sortien en sus largos años de experiencia ha aprendido a no subestimar a ningun enemigo, y de ese modo evita hacer ningun tipo de señal a Kanlil cuando este le mira, pues estos barbaros son más avispados de lo que parece. Además el que más se cree que ha visto algo moverse es el mismo Sortien, y así lo verán los demás.

Sortien toma una calle corta que desciende con cuatro suaves escalones hasta la avenida por la que el grupo de búsqueda caminaba antes de que Beros oyera el ruido delator. Los bárbaros, ante su rápido arranque, no pueden hacer otra cosa que seguirlo. Forad respira aliviado cuando el último Lago que portaba una antorcha sale de su vista.

Sortien toma una calle corta que desciende con cuatro suaves escalones hasta la avenida por la que el grupo de búsqueda caminaba antes de que Beros oyera el ruido delator. Los bárbaros, ante su rápido arranque, no pueden hacer otra cosa que seguirlo.

Tras un estúpido correteo por la avenida principal del barrio de los Candeleros, Beros aprisiona el brazo de Sortien con una garra de frío y duro hierro.

-Parrra viejjjo estúpido, no pudiste ni atrrraparrr una vaca prrreñada con tu torrrpeza. Si viste algo lo espantaste con tus grrritos y carrrerras. Si vuelves a verr algo, señálamelo a mí en silencio, de lo contrrrarrio me llevé tu otrrro brrrazo de rrecuerrdo, ¿entendido?- dice malhumorado el cazador. Espera a que Sortien asiente para seguir.

-Ahorrra, dime, ¿qué fue lo que viste?

Sortien asiente y dice
De acuedo Beros, tenerrr razón. Vi a alguien con un pelaje marrón, no pude distinguirlo bien.
Si crrres que estorbamos en la busqueda dinoslo! ¿hicimos dificultades para encontrar al guarro?

Kanlil, que no se entera de nada de lo que está pasando, sin saber si realmente Sortien ha visto a Forad o no, permanece un poco a la expectativa. Mira a todos lados, por si viese a Forad.

Beros medita las últimas palabras de Sortien, lanzándole una sagaz mirada.

-No. Vinísteis con nosotrrros. Apostarrría mis niños porrr que ese guarrro intentó contactarrr con sus antiguos compañerros. Crreo entenderr tu jjuego, viejjo, te rrecomiendo que lo parres. Además, jjurro porr mi ancestros que no quierro dañarr al guarrro ni a vosotrrros. Ya os dijje que tengo que llevarrlo vivo y enterrro a la rreunión- las palabras del bárbaro suenan sinceras en vuestros desconfiados oídos.

-Sigamos hasta el hueco de las parredes de piedrra. Como los hemos asustado, tenemos tiempo de rrreparrrtirrnos y esconderrnos esperrrando su llegada. También es posible que cambien de camino; Jolad y Carum, a la escalerrra del campamento y al cauce del arrroyo. Así no quedó ninguna salida sin vigggilancia...- los dos aludidos asienten con la cabeza y se alejan al trote por donde veníais. Beros echa a caminar tras haceros un ademán para que lo sigáis.

Camináis en silencio hasta llegar al final de la calle. Allí se abre una plaza llena de materiales de obra, tablones de madera, sillares, toneles con argamasa, poleas y cimbras... dos grandes pebeteros hacen innecesaria las antorchas de vuestros acompañantes. En frente, el lienzo de la muralla va reduciendo su altura en una escalera de gigantes hasta tocar el suelo. Hay una apertura de más de veinte pasos, suficiente para construir una puerta con barbacana que suponéis ya no verá la luz hasta dentro de mucho tiempo. Detrás, a través de esa abertura en la muralla, se alza el recinto que Feleppo pretendía convertir en las barracas de sus hombres de armas. Ahora se alzan los cimientos de un gran edificio, que Sortien compara en tamaño con aquel gran templo arruinado de Kolundral que visitó de joven en Valleseco. Mientras los cimientos fraguan, los carpinteros están preparando todos los armazones de madera que permitirán levantar el mausoleo. Aunque en este instante todo esta quieto y silencioso, podéis imaginar el caótico bullicio que habrá en el recinto en las horas de sol.

Kanlil alcanza a ver a cuatro jóvenes bárbaros de rostros hoscos cerca de los pebeteros. Uno de ellos está alimentando el fuego. No les debe hacer mucha gracia quedarse allí mientras el resto de sus hermanos se encuentran en la reunión.