Partida Rol por web

Os alejáis del centro de la conspiración y echáis un vistazo rápido en los cuatro almacenes que hay en el lado de los de Joril de este piso. No encontraís allí ni al albio ni al salvaje. Es por eso que, evitando pasar por el patio, donde los rodroguios suelen andar dando problemas, tomáis el camino más largo para llegar a la torre por donde subir a vuestro piso. En vuestro camino, os cruzáis con dos de los refugiados a los que Vantras emplea para las tareas domésticas. Están cargando sucias sillas desde algún almacén y subiéndolas por las escaleras de caracol al piso de los caballeros. Los dejáis atrás y os encamináis hacia vuestra cámara.

Por desgracia, Faldoras, estás cogido por los brazos. Primero forcejeas para liberarte de tus captores. Y aunque eres más fuerte que ambos, juntos pueden contigo. La mujer a la que apartaste de la patada te saca la espada de la vaina, y un desarrapado que hay a su lado se la arrebata.

El tipo grandullón grita Las llaves, ¡¡¡las tengo!!! ¡vámonos!. Sortien, dirijes tu estoque contra él, y a pesar de que salta hacia la puerta para abrirla, le clavas tu estoque profundamente en el muslo, derribándolo cerca de ella. Dos mujeres le arrebatan las llaves y comienzan a probar desesperadamente en la cerradura. Los presos de las demás celdas gritan y jalean por lo que ven. El mundo parece volverse loco a vuestro alrededor. Cuando vas a ensartar a uno de los captores de Faldoras, Sortien ves por el rabillo del ojo a otros dos presos, uno de ellos la mujer que apartaste antes, que van a lanzarse contra tus pies para derribarte. ¿Quieres seguir haciendo un doble ataque, a pesar de eso?

Sortien, te ves obligado a girar sobre ti mismo para evitar que te derriben los dos que te acechaban. Con una estocada diagonal y rapidísima alejas al hombre que queda marcado en la cara por la punta de tu hierro. La mujer, sin embargo, se escabuye por debajo de tu guardia y te engancha por una pierna. Grita, aúya y grita aún más:
¡Huiiiid!¡Salvaaaad a mi Forlad!¡¡¡¡HUID TODOS!!!

A pesar de que alzas tu voz todo cuanto puedes, los presos están revolucionados, y por desgracia no consigues detener el pandemonium que hay a tu alrededor.

La mujer sigue probando llaves en la puerta de la celda, junto a otros dos tipos ansiosos por salir que casi la asfixian. Los presos se arremolinan junto a la puerta, y entre la mujer y los dos hombrecillos escuálidos arrastran a Faldoras hacia la puerta.
El tipo que robó la espada a la mujer que se la quitó a Faldoras se coloca cubriendo las espaldas de todos los presos menos el grandullón cojo, el adolescente moribundo, el que tiene el pecho perforado y el del tajo en la cara. Coloca la punta de la espada en el cuello de Faldoras, y grita a Sortien:
¡Detente o lo mataré!
El hombre, de pelo castaño y mirada furtiva, desarrapado y sucio, y muy desesperado, sabe cómo coger la espada. No sería un peligro para Sortien cara a cara, pero puede acabar con la vida de Faldoras con tan sólo hacer descender su filo.
Afuera, todos los prisos jalean a los refugiados, animándoles a matar al caballero y a escaparse de las celdas.

Maldita sea!!!

No, no lo hagas. Comprende que hemos venido para ayudaros, pero como lo estais haciendo no es la manera correcta, hay muchos más soldados arriba que les será facil deteneros. Pero nosotros conocemos otra manera de salir...

intento quitarme a la mujer de mi pierna

Faldoras sabe que todo se esta a punto de ir al traste, va a morir mucha gente y esto es lo último que el querria.[b]- Estamos de vuestro lado, y si haceis lo que decimos os sacaremos de aqui, si montais un motin os mataran a todos !ESTAROS QUIETOS !

Los refugiados aquí presos ignoran vuestros argumentos, la mujer prueba otra llave sin éxito, y mientras, el tipo de la mirada esquiva apoya el filo de la espada en el cuello de Faldoras.
¡Cállate!¡Bigotudo violador de niños!¡No des ni un paso, tú!

Otro hombre dice ¡usaremos al caballero como rehén!¡ Matad al otro!, a lo que la mujer que tiene a Sortien enganchado por una pierna añade: ¡Noo! Venga con nosotros, ¡ayúdenos a escapar y a rescatar a mi Forlaaaaad! El grandullón cojo grita pidiendo auxilio, y una de las mujeres se adelanta y trata de detener la hemorragia de su pierna. El tipo de la espada pregunta a Sortien.
Cuando salgamos, ¿cuál es la ruta más corta hasta las armas, y cómo se llega hasta el techo de la barbacana?
Uno de los hombres que rodea a la mujer le da un empujón y se hace con las llaves, probando más rápidamente que ella. La histeria parece cundir entre los refugiados.

El albio no se vuelve para mirarte a la cara, sigue subiendo por la escalera de caracol.
Hilidareth na Orenonté, último de mi pueblo. Y te ayudé por que vuestra estúpida moral os obligará a ti y a tus amigos a devolverme tal favor.
Te apresuras a seguirlo, subiendo los escalones de dos en dos. Arriba hay una habitación idéntica a la inferior, y el albio ya está abriendo la puerta que conecta con el edificio.
Sigue por este pasillo y pega en la primera puerta a la derecha. Tus amigos están dentro.
Hilidareth casi te empuja fuera de la torre.
Tendréis noticias mías, no vengáis a buscarme. Dile a tu amigo Kanlil que recuerde lo que le dije. ¡Adiós!
El albio ignora cualquier tentativa de conversación. Escuchas la puerta cerrándose y trabándose delante de tus narices. Te encuentras solo en un silencioso pasillo.

La mujer que tienes enganchada a la pierna grita:
¡Por favor!¡Escuchadle!¡Nos va a ayudar!
El tipo de la espada mira detrás y asiente con la cabeza.
¡Lares!¡Dale las putas llaves al espadachín! ¡Tú!¡Venga, pasa y coge las llaves!
El de la espada se hace a un lado, pero mantiene la espada en el cuello de Faldoras. Los otros dos siguen sujetando al caballero. El tal Lares te tiende las llaves. Pero antes de que las cojas, el griterío afuera se redobla y una voz se alza en él.
¡POR LA JUSTICIA!¡QUÉ PASA AQUÍ!¡HERMANO FALDORAS!¿QUÉ HABÉIS HECHO, MALEANTES?
El iniciado baja los escalones apresuradamente y se percata de lo que pasa.
¡SOLTAD A MI HERMANO!¡MORIRÉIS TODOS SI LE HACÉIS ALGÚN DAÑO!
Desenvaina su pesada hoja y va corriendo espada en mano hacia la puerta. El de la espada alza la hoja un poco. ¡Lo mataré si te acercas más!

Cojo las llaves y acto seguido para pillarle por sorpresa me doy media vuelta y realizo mi ya tan conocido ataque esta vez dirigido al ojo de mi oponente.

(realizo un ataque apuntando a los ojos=cabeza)

Todo ocurre en un parpadear de ojos, Coges las llaves, giras como si fueras un torbellino apartando a todos los de alrededor, el de la espada se gira y la punta de tu estoque atraviesa limpiamente su ojo derecho. Clavas más de un palmo de acero en el cerebro del pobre infeliz, que ni siquiera tiene tiempo de de decir algo antes de morir.
Los presos se hacen a un lado y te gritan y te maldicen. La mujer llora y reniega de ti a voces. Los dos tipos que sujetaban a Faldoras lo sueltan y se pegan a la pared, lo más lejos posible de Sortien. El iniciado llega hasta la puerta y dice a Sortien:
¡Vamos!¡Pásame las llaves y yo abriré la cerradura mientras te defiendes de esos maleantes!
Te tiende ansioso la mano.

Forad retira la comida ofrecida a Kanlil, mira al resto como esperando una petición y vuelve a guardarla en sus zurrones.

- Menudo lio. No recordaba cuando comenzó mi "hueco" en la memoria, fue justo cuando tratabamos de salvar al aprendiz del manco. Y no tengo bastante con tratar de oradar mi mente en busca de mis recuerdos. Encima aquí hay un lio de narices, aunque parece que el viejo cascarrabias sabe que hacer, espero no tener que usar la magia para ayudar en esa huida, pero sería conveniente prepararme para ello esta tensión mental no es buena.

Tras guardar las vituallas. Forad cierra los ojos y, con cierta tranquilidad, comienza a recitar sus extraños cánticos. La escena es muy diferente a cuando llegó a la fortaleza desquiciado, maliciente y exánime, ahora la calma que le no es una calma tensa como en aquel momento.

Kanlil se para en seco al escuchar el ruido de pisadas, y se lleva instintivamente la mano a la empuñadura de su espada corta. Concentrándose en la dirección de donde viene el ruido, Kanlil intenta escuchar con mas atención, por si escuchase algún tipo de conversación.

Ante el gesto de los demás Verom se para, mientras ellos intentan averiguar quién baja, se gira y comprueba si alguien les sigue.

Sortien
Por el número y frecuencia de pisadas, deben ser tres personas.

Verom
A través de la puerta que conecta con el edificio se ve el largo pasillo que desemboca en el patio interior de este ala de la fortaleza. En el patio hay tres hombres de armas, mercenarios de los grupos menores, conversando con Bicho. Ninguno parece haberos visto.

Kanlil
A pesar de tu buen oído, las pisadas se te cruzan entre ellas, sabes que bajan más de uno, nada más.

Segundos más tarde, veis aparecer descendiendo rápidamente por la escalera de caracol que acabáis de usar a Bonderas, Guldras y el iniciado de bigote rubio que custodia las celdas. Bonderas se aclara la voz y os llama a Faldoras con un calmado ¡Eh!¡Un momento, hermano!. Seguramente os habían visto bajar instantes antes.

Bonderas se queda callado un rato, pensativo, mirando las mochilas colgadas, los zurrones y las pesadas ropas de viaje que lleváis puestas. Luego sale de su ensimismamiento y responde al caballero:
Soy yo el que vengo a prestaros ayuda. El iniciado Natros nos ha comunicado el \\\'incidente\\\' al que el señor Sortien y tú os habéis visto expuesto. Vantras gustaría de hablar ahora con ambos sobre lo sucedido. ¿Podríais acompañarme los dos ante nuestro capitán? Es necesario aclarar los hechos para impartir justicia.

Veis el rostro de Bonderas congestionado por lo que para él debe ser una gran humillación. Pero antes de que pueda hacer alguna tontería, es Guldras quien se planta delante del gigante negro y le mantiene fija la mirada.
Si no has salido por la puerta antes de que termine de hablar, le pediré a Cosiga tus gastados huevos, o quizás - dice acariciando el pomo de la espada con el jinete de dragón grabado en él - me los lleve yo mismo. Por que encima un palmo de acero y tengo una hoja de metro y cuarto a mi favor, mientras tú vas cuerpo al aire y tienes las manos desnudas de cualquier arma...

La concentración de Forad se interrumpe con el monólogo del caballero.

-El albio... algo no cuadra...

Forad permanece callado en un rincón. Sus ojos están abiertos como platos tratando de analizar a los, para él, nuevos habitantes de la fortaleza. El que más llama su atención es el enorme y tosco negro. Su rostro le es familiar, lo debe haber visto antes. Pero... ¿cuando?. Tambien hay algo en su voz que le resulta familiar.

Guldras asiente con la cabeza.
Por supuesto que estamos contigo. Así que escúchanos y quédate para ayudarnos, y luego sigue con la tarea a la que te has encomendado.

Todo está dicho adelante!

Sortien mira de reojo y con pose de mando a Forad, acto seguido observa que nadie vigila y si ve que todo está bien comienza a descender las escaleras