Partida Rol por web

- ¡Arriba dormilón! ¿Qué horas son estas de seguir en la cama? - Oyes gruñir a tu madre, que te despierta a gritos que se clavan en tu cabeza como si del sonido del martillo de un herrero se tratara - Por los dioses, ¡que peste a alcohol! ¡Esto parece una destilería! Hasta tu lobo huele mejor que tu. ¿Hasta qué hora estuviste bebiendo anoche?

Tu madre te quita la manta con la que te cubres para dormir y acto seguido abre la ventana en forma de ojo de buey de tu habitación que da al exterior de la casa. El frío, el resplandor de las antorchas que iluminan las calles de la Mina Argenta y el ruido del exterior terminan de hacer el trabajo que tu madre había empezado al entrar en tus aposentos.

Volk se encuentra en la puerta observando la escena. Si no fuera por que es un animal, pensarías que le está haciendo gracia ver tu rudo despertar...

- ¡Ggggrrrrrrhhh! Gruño cuando oigo a mi madre despertarme. - Ya no soy ningún niño madre, sé lo que hago. Me llevo una mano a la cabeza que me da vueltas por la resaca.

Intento evitar que me quite la manta pues sé que va a hacerlo, pero no sé que extraño poder tienen las madres que el caso es que siempre lo consigue. - ¡Ggggrrrhhh! Vuelvo a gruñir. Siempre que me quedo bebiendo hasta tarde, igual. Me resigno mientras me incorporó ya que es obvio que no me va a dejar seguir durmiendo.

Me siento en la cama y veo a Volk en la puerta, como disfrutando. - Serás traidor. Le miro entrecerrando los ojos con rencor. - La dejas pasar y encima disfrutas. ¿Qué clase de amigo eres tú? Cojo la manta y se la tiro para molestarlo simplemente. Pero el muy astuto la esquiva de un salto y me mira girando la cabeza a un lado como si no fuera su culpa.

- Madre hoy no tengo que salir de caza, ¿qué más te daba dejarme dormir? Le pregunto y la miro un tanto desafiante aunque ya conozca la respuesta...

- Ya se que no eres ningún niño - gruñe la enana - a tu edad y todavía viviendo en casa ¡cuando ya tendrías que estar casado y dándome nietos! - Cuando ve que por fin te incorporas en la cama, aunque solo sea para sentarte, una sonrisa de satisfacción ilumina su cara y cambia el tono de su voz, dejando a un lado los reproches de madre, y sale de la habitación por la puerta diciendo - Se que hoy no te toca ir de caza, pero ha habido un cambio de planes. Ve a hablar con tu padre...

- Pufff. Resoplo cuando mi madre habla de matrimonio e hijos. Eso sólo te haría feliz a ti. Pienso, por no decirselo y no romper sus esperanzas, aunque ya sabe perfectamente que pienso sobre ese tema.

Lo primero que pensé cuando entró a despertarme fue que quería darme una de sus infinitas lecciones de fragua e inscripción, vamos que quería que le quitará parte de su trabajo, lo que no me hacia estar nada animado. Sin embargo, cuando me cuenta lo de mi padre sonrío levemente. No me hacia niguna ilusión un cambio de planes en mi día libre, pero siempre era mejor noticia que pasarme el día sudando en la fragua. - Vaaaale. Le contesto como con desgana. - Me visto y voy.

Aún tardo unos minutos en levantarme de la cama, debido a una mezcla de pereza y que me pongo a pensar que puede haber pasado para que me requiera mi padre. Me visto lentamente entre bostezos y de vez en cuando le doy un patadita a Volk en el costado, porque se ha acurrucado en el medio de la habitación para darme envidia.

Cuando ya estoy listo me acerco a Volk, que ni se había inmutado con todas mis advertencias, me siento encima de él, aunque sin dejar caer todo mi peso para no hacerle daño, y le digo con malas pulgas. - ¡Vamos lobo perezoso, tú vienes conmigo! Si hubieras evitado que mi madre entrara, ahora los dos podríamos seguir durmiendo. Me levanto de encima de él y me dirijo a ver que quiere mi padre, pero mirando de reojo a ver si Volk se mueve, aunque cuando me quiero der cuenta ya estaba a mi lado.

Sales de tu habitación, junto a Volk a un palmo de distancia de ti, y llegas al salón de tu casa. Tu madre se encuentra en la chimenea, removiendo una gran cacerola que desprende un rico olor a carne asada.

Tu padre está sentado en la mesa junto a un par de enanos más a los que reconoces por ser parte del grupo de caza.

Hoy te has levantado un poco perezoso, eh? - comenta tu padre con sorna cuando te ve aparecer por la puerta - nos han fastidiado el día de descanso, hijo mio, así que tenemos que salir cuanto antes. Ya sabes que llevamos una temporada un poco floja en lo que se refiere a encontrar piezas frescas que llevarnos a la boca. Pero anoche, los exploradores dieron con un numeroso grupo, tal vez una manda entera, de venados y parece ser que están de migración - tu padre se pone de pie enérgicamente, soltando un manotazo a la mesa que hace moverse las jarras y los platos que hay encima - ¡Tenemos que dar con ellos antes de que se nos adelanten los salvajes! Las tribus de humanos y orcos de las estepas no dejarán pasar esta oportunidad para abastecerse y debemos ser más rápidos que ellos.

Ummm, que bien huele. Pienso al oler lo que cocina mi madre mientras me acerco a mi padre y sus acompañantes.

Escucho a mi padre con atención, pero no veo el porque de tanta prisa. Cuando termina de hablar, llega mi turno para contestar y volver a mostrar mi bien creida superioridad. - Perezoso no es la palabra padre, es resacoso. Muestro una gran sonrisa mostrándome orgulloso, como si beber hasta caer redondo fuera lo mejor del mundo. - Pero vayamos a lo serio. Es importante cazar esos venados, ¡sí! Pero no sé porque tanta prisa. Yo me quedaría aquí por lo menos hasta habernos acabado esa cazuela que huele tan bien. Señalo con el pulgar por encima de mi hombro hacia donde está mi madre. - Total, son orcos y humanos. Digo en tono burlón. - Unos demasiado tontos y los otros demasiado débiles como para quitarnos la caza a nosotros. Ja-Ja-Ja-Ja. Me río con sonoras y profundas carcajadas.

Ya se que tu te quedarías aquí, hijo, comiendo como un cerdo. Por suerte no te toca a ti decidir si nos quedamos o nos vamos. Son ordenes de arriba y ya sabes lo que ocurre cuando se desobedecen este tipo de ordenes. Así que, ¡en marcha! - dice señalando a la puerta y los dos enanos que iban con él abren la marcha.

¡Ggrrrhh! Gruño cuando mi padre se pone en marcha. - Que prisa, ni desayunar puede uno. Replico de mal humor.

Comienzo a seguirlos, pero para un momento a recoger mi equipo y armas que estan en la entrada de la casa. Justo antes de salir por la puerta voceo a mi madre. - ¡Madre hasta luego! Pasa un buen día y guardame un poco de eso que huele tan bien para cuando vuelva.

Salgo de la casa y comienzo a seguir a mi padre y sus compañeros. Volk camina tranquilo a mi lado, sin hacer un sólo ruido, es el lobo más sigiloso que he visto nunca. Acaricio su lomo de vez en cuando para notar la suavidad de pelaje y activarlo para la caza, pues es un ritual que tenemos entre los dos.

Sigues a tu padre hasta las puertas de Mina Argenta. Allí hay congregados varios grupos de enanos. Si no todos, la mayoría de las partidas de caza han sido convocadas para este trabajo.

Subido sobre unas cajas a modo de tarima para sobresalir de entre los demás enanos, se alza Ebrik Hierro Frío, el líder del clan.

- Hijos de la roca, prestad atención. Esta podría ser la partida de caza más grande que hemos visto en años, ¡años! Debéis salir a por todas las presas que podáis traer. Y cuanto más rápido, mejor. Los exploradores ya han informado que la tribu orca de Las Mil Lanzas están por la zona, así que si tenéis que enfrentaros a ellos, no dudéis ni un momento o esos salvajes acabarán con vuestras vidas.

Con un gran estruendo, las grandes puertas principal de la ciudad comienzan a abrirse y la luz del día y el viento helado se cuelan rápidamente en el salón donde estáis todos reunidos.

- Dividiros en grupos de cuatro y que comienza la caza. ¡Que la roca os guíe hasta la victoria!

Todos los enanos comienza a vitorear a Ebrik y seguidamente inician una marcha que hace retumbar el suelo.

- Bueno padre, como nosotros ya somos cuatro podemos iniciar la marcha. Ahorrémonos los vítores que tampoco ha sido para tanto el discurso. Ja-ja-ja-ja. Me río con marcadas carcajadas. - Vamos, demostremos a esos malolientes orcos lo que es cazar. Le digo a mi padre y a sus compañeros mientras comienzo a andar hacia la salida acompañado por Volk, al cual vuelvo a acariciar levemente el lomo.

Sales por las grandes puertas de la ciudad junto a tu padre y los otros dos enanos. Más allá de las puertas la gran llanura de las Tierras Gélidas os dan la bienvenida. Sientes el viento helado azotarte la cara aunque el sol calienta levemente el ambiente, por lo que no hace un frío demasiado intenso. Las primeras nieves del invierno se han adelantado y cubren los picos de la montaña bajo la que vivís, pero el resto de la llanura aún no está cubierta de nieve.

Los diferentes grupos comienzan a dispersarse en todas direcciones - Nosotros tomaremos rumbo sur, hacia la costa, hacia el Paso de los Tres Picos - comenta tu padre que encabeza la marcha - los animales están emigrando y siempre suelen ir al sur cuando llega el frío. En esa zona hay más tribus humanas que orcas, así que estaos preparados, si nos ven cerca de sus campamentos reaccionaran de manera hotil.

Mi padre tan inteligente como siempre, pero también tan aburrido como siempre. Con lo interesante que es enfrentarnos y competir contra orcos y nos tenemos que conformar con humanos. Más le vale acertar y que esté allí la caza...

- ¡Entendido! Digo escuetamente. No voy a llevar la contraria, aunque fuera más divertido ir donde hay orcos, lo importante ahora es conseguir comida y si para hay que concentrarse y dejarse de tonterías. Yo lo hago de manera instintiva cuando comenzamos a andar y Volk también está atento, pues ya le he ido avisando de lo que se venía encima.

Agarro con fuerza mi ballesta y camino junto a mi padre y los otros dos enanos, atento a todo. Ruidos, movimientos entre los árboles, huellas en la nieve...

Avanzáis durante varios kilometros en la dirección que marcó tu padre. Entre todos dais con el rastro de vuestras presas. No parece ser un grupo muy numeroso de animales pero sin duda las huellas que encontráis son más que suficientes para que cada uno cace al menos tres o cuatro presas.

El rastro no es precisamente reciente y tal vez la camada nos lleve varias horas de ventaja - te dice tu padre cuando ambos os alejáis un poco de los otros dos enanos - Podemos seguir el rastro minuciosamente como hasta ahora o podemos avanzar más rápidos para recortar la distancia que nos separa de los animales, pero si hacemos esto último será más difícil seguirles la pista. ¿Qué opinas, hijo?

- Pues opino que por muy bien que sigamos el rastro si no logramos darles alcance no conseguiremos nada. Estaba claro que si aceleramos el paso nos resultará más difícil seguirel rastro, pero quizás el olfato de Volk nos ayude a pesar de que nosotros vayamos un poco más despistados... - Creo que deberíamos acelerar padre no vaya a ser que alguien les de caza antes que nosotro. Le contesto con franqueza.

Me agacho junto a Volk y le susurro al oído mientras le acaricio la cabeza. - ¿Tienes el rastro muchacho?

Aceleráis el paso, siguiendo el rastro durante un par de kilometros más o menos. Pero llegáis hasta una zona a los pies de una pequeña montaña donde el pastizal y la maleza dan paso a un suelo más duro, compuesto en su mayoría por roca, por lo que perdéis el rastro de los animales.

- ¡Maldición! - refunfuña tu padre - Estábamos siguiendo una buena pista y la hemos perdido. Si volvemos sobre nuestros pasos creo que podremos encontrarla otra vez.

Tu padre empieza a dar media vuelta para volver sobre sus pasos cuando de repente Volk olfatea algo y se aleja un poco de vosotros, acercándose a las rocas de la montaña. El animal te mira y rápidamente vuelve a tu lado, dándote con el hocico...

- ¡Grrrr! Gruño al ver que los hemos perdido. ¡Mierda! Pateo el suelo, como queja ante el inesperado cambio de terreno.

Cuando me he resignando a seguir y comienzo a darme la vuelta para retroceder junto a mi padre Volk me alerta de que tiene algo. - ¡Padre detente! Volk tiene algo. Acaricio el lomo del lobo y le felicito. - ¡Buen chico Volk! Vamos, llévanos tras esas piezas.

Junto a Volk, tu padre y los demás, acudís al lugar que tu lobo te había indicado y te das cuenta de que hay un rastro de sangre en el suelo... y un serpenteante sendero oculto que sube por el lado de la montaña.

Avanzáis en fila de a uno por el sendero ya que resulta ser estrecho y algo resbaladizo debido a la gravilla. Ascendéis unos diez metros sobre el nivel del suelo y el sendero se abre en una pequeña explanada. Encontráis una abertura en la pared de la montaña de unos dos metros de alto por tres de largo y un olor fétido sale de ella.

Volk se encara a la abertura y gruñe...

- ¡Puuagg! Digo al oler la peste que sale de la montaña. - Este olor es verdaderamente repugnante.

Volk está bastante alterado, hasta el punto de gruñir a la grieta. Esto no es bueno... - ¡Volk cálmate!

Me acerco al surco de sangre para comprobar si está fresca o está seca. Aunque por el olor tenga la impresión de que debe ser de hace unos días, prefiero comprobarlo. Mientras compruebo el estado de la sangre me dirijo a mi padre y mis compañeros. - Deberíamos comprobar que hay ahí dentro. ¿Alguien tiene algún problema olfativo? Jajaja. Digo en tono de broma para quitar hierro al asunto.

Compruebas el rastro de sangre y descubres que está reseca. Tal vez lleve dos o tres días.

- Esto me huele mal - comenta tu padre, que no puede evitar hacer el chiste malo debido a la situación. A continuación se acerca un poco a la abertura, se agacha y recoge lo que parece ser un hueso - Deberíamos seguir la pista de la manada. Aquí me da la sensación de que los animales que encontraremos no estarán precisamente vivos...

- Venga, no tardaremos nada en echar un vistazo rápido. Quien nos asegura que no haya algo interesante, las apariencias engañan. Quien nos asegura que este apestoso olor no nos esté engañando. Digo totalmente convencido de entrar, aunque fuera yo solo.

- Si no queréis pasar por el olor esperad aquí. Volk y yo echaremos un vistazo. ¡Vamos Volk! Ordeno al lobo para que venga a mi lado. Me giro y comienzo a andar hacia la abertura en la roca. - En menos de diez minutos estoy aquí. Les digo alegre. Esto que iba a hacer ahora sé que no gustaría a mi padre, pero a mi me encantaba. Salir de la monotonía de la caza en campo abierto era una aventura que no iba a dejar pasar, aunque no me quedara otra que soportar este a apestoso olor.