Partida Rol por web

El gran "Hamshanks" ignoró toda pretensión de bromas mientras entraba
en la sala de reunión de la Gran Logia de Absalón...

"Nunca hay tiempo para hacerlo bien, ¿verdad?"
Gruñe en voz alta mientras recorre con su mirada la gran sala.

"Han estado alguna vez en Qadira? La religión es casi una moda en aquellas tierras desérticas, con nuevos cultos que surgen como malas hierbas dia a dia, y son aplastadas con la misma rapidez. Ha sido así durante siglos...

"Sin embargo, algunos pocos cultos logran dejar una marca, a veces sobre la propua Qadira...a veces tan solo en las Crónicas.

Hace tres siglos, el archidemonio Moloch, predijo la que quienes se rindieran al calor del desierto serian recompenzados.
Cientos de engañados Qadiranos de adentraron en el desierto para morir, creyendo que el calor era su paraíso.
Tan solo los más devotos sin embargo, encontraron la oculta Ciudadela de Fuego, donde un temible ídolo de Moloch, una especie de estatua monstruosa, con cabeza de toro, los juzaría y enviaría a los mas dignos hacia Malebolge,...la sexta capa del Infierno.

Jajajaja.
No es de extrañar que los sacerdotes de Sarenrae lanzaron en aquel entonces una cruzada para demoler directamente la ciudadela. Sin embargo, dos semanas más tarde, una tormenta de arena se tragó la gran expedición y, al parecer, tambien a la Ciudadela y su ídolo.
Nada hemos sabido desde entonces...

"Hasta hace diez días, en realidad. Recientemente, las tormentas de arena recorren las tierras altas de Qadiran, y esta vez todo un valle de dunas se ha visto arrasado, y despejadas grandes masas de arena.

Al parecer, unas ruinas han quedado visibles, surgiendo de las arenas en ese valle.
Ha sido visto por un miembro de la organización. Un mago que las descubrió al sobrevolar las dunas tras la tormenta...: la Ciudadela de la Llama, presumiblemente.

"Espero que nosotros seamos los primeros en enterarnos acerca de su reaparición.
Necesitamos actuar con rapidez. El "Decemvirate" no espera ningún problema, por lo cual los envía....

¡Pero yo sí que espero problemas! quien sabe lo que infesta ahora a esa ciudadela?
¡Entren ahí rápido y encuentren ese antiguo ídolo...El es clave para todo este viejo culto demoníaco.
Es probable que se trate de una estatua de mi tamaño aproximadamente, y debe tener según los escritos una cabeza de toro....Vayan rápido, y por el amor de Gorum tengan cuidado!.

- Lo cierto -Dijo una hermosa humana que dirigió la vista al suelo mientras hablaba- es que es una dura responsabilidad. Si una expedición de los de mi orden fracasó no sé como yo, apenas más que una novicia, puedo tener éxito. No soy ninguna luchadora me temo, mi cimitarra es más de adorno que otra cosa. Espero que los demás tengáis mucha más experiencia que yo.

Aunque sus ropas eran rudas y estaban gastadas como las de un aventurero, tanto los pequeños detalles que había añadido a la ropa de viaje como sus propios ademanes parecían no encajar de alguna manera, como si aquella ropa y aquel trabajo le hubiese llegado desprevenida. Su hermosa, elegancia natural y dulce voz parecían encajar mejor atendiendo a un embajador que dirigiendo un combate contra demonios.

Owen había estado sentado desde que llegó a la reunión. Buscó un lugar cómodo y se dejó caer allí con su bastón a mano.

Era un tipo joven. Tenía la piel morena y un poco cuarteada, de haber pasado demasiado tiempo al sol. Y sus ojos verdes parecian ansiosos e inmensos. Avidos de algo.
Vestía un traje de viaje, bastante usado ya. Unas buenas y comodas botas. Y una mochila bastante llena de cosas de la cual colgaba también una ballesta ligera. Se le veía una daga al cinto y llevaba un bastón rematado en acero por la parte alta.

Escuchó atentamente y con mucho interes la explicación de Hamshanks sobre la ciudad perdida. Y estaba más que dispuesto a ir hasta allí. No obstante una de la mujeres que estaban allí habló con un poco de nerviosismo. Por lo visto era una novicia de Sarenrae y estaba preocupada por la misión.
Al parecer la sociedad estaba falta de clérigos, ya que nos habían encasquetado a una un tanto miedica.

No os preocupeis joven novicia. Seguro que entre los demás habrá algun buen luchador que podrá protegernos.

Sin dudarlo miró al enano con aspecto fiero. Desde luego tenía pinta de guerrero salvaje.

 El enano, joven para los estandares de su raza, permanecía silencioso, con una jarra de latón en una de sus gruesas manos, de la que iba dando sorbos, y una pipa en la otra, de la que salía un aromático aroma a hierba. Mostraba orgulloso un mostacho en forma de herradura, de color negro intenso, y su cabeza lucía unos azules tatuajes, grandes, flanqueando su cabeza, dejando en el centro del cráneo una ancha cresta de color negro también.

 Vestía armadura, de escamas metálicas, y la parte de vestimenta que quedaba a la vista, era de recio y grueso cuero color castaño. Al alcance de las manos yacían un pesado escudo de roble reforzado con metal y una hacha de guerra, de buen acero enano. Junto a ellos se hallaba una mochila con algunas piezas de equipo a la vista.

 - Trranquilizate mujerr.- Pronunció con fuerte acento el enano.- Si hay que blandirr arrmas déjaselo a los guerrrerros, y si son enanos, mejorr.

 No se prodigó más en palabras, como sieso bastara, se dedicó a fumar de nuevo de su pipa.

El león que estaba tumbado sobre una de las paredes de la sala de reunión levanto la cabeza al oír la el fuerte acento del compañero enano. El animal emitía un suave ronroneo.

- En realidad, imagino que ese supuesto valle de dunas debe de encontrarse muy al norte de Sadaq - había un joven que durante la charla de los presentes ni siquiera había levantado la vista de un gran libro de mapas, parecía estar absorto – antes de llegar a las montañas Zho. ¡ Oh ! disculpar mis modales – dijo cerrando el libro – el nombre que mi padre me dio es Henutsen – hizo un gesto con la cabeza a modo de saludo – y aquel de allí es mi buen amigo Kasr. – el hombre señalaba al león que estaba recostado en un lateral de la sala, el animal levanto y bajo su cola, no quedaba claro si era un saludo o simplemente respondía nervioso al haber escuchado su nombre - Mi deber dentro de nuestra sociedad sera el de documentar las campañas en las que participe, aunque en mi ciudad ejercia como filosofo.

Henutsen se había puesto de pie, era un hombre joven y bastante delgado, rondaba la veintena, con la piel morena y cuarteada por el sol, la cabeza completamente afeitada y los ojos pintados con una línea negra. No llevaba ningún tipo de arma ni armadura a la vista, pero cerca del león había una gran mochila bastante llena, una armadura de cuero, una cimitarra y una ballesta. Henutsen iba vestido con una elegante túnica blanca y un cinturón de piel de leopardo, adornado con piedras verdes.

Escuho, en completo silencio, mientras permanezco de pie en uno de los rincones de la Sala de reuniones de la Gran Logia de Absalom, con mi espalda apoyada en la pared y mis brazos cruzados sobre mi pecho, como Hamshanks nos explica los motivos que le han llevado a convocarnos en dicha sala, y como los que parece que van a ser mis compañeros de viaje se presentan o hablan sobre sus cosas.

Después, tras realizar un pequeño ruido con mi garganta con el fin de atraer la atención de todos los presentes, digo:

- Señor, mis futuros compañeros de expedición, encantada de conoceros. Mi nombre es Imdlara y soy una elfa proveniente de las agreste tierras de Varisia. -

Después, y tras realizar una pequeña reverencia con el fin de saludarlos a todos, miro fijamente a Hamshanks y le digo:

- Señor, ¿a cuantos días de viaje se encuentra aproximadamente el templo que tenemos que explorar?. Lo pregunto porque me temo que el viaje hasta la ciudad de Absalom ha mermado considerablemente las raciones de viaje con las que contaba y, antes de partir, puede que necesite comprar algunas de ellas. -

La pregunta de la sacerdotisa de Sarenrae había servido para que todos los que estaban en la sala se fuesen integrando en la conversación, e incluso presentandose. Le llamó la atención especialmente el tipo que tenía al enorme felino como compañero. Parecia de Osirian, aunque no estaba seguro. Pues no era la única nación con desiertos.

Al momento descartó aquellos pensamientos, y se concentró en la misión. Desde luego la elfa había señalado un buen punto.

Sí. Yo también espero que la sociedad nos aprovisione. Sobretodo si va a ser un viaje largo.

Al ver que algunos se estaban presentando, Owen decidió hacer lo propio.

Por cierto. Mi nombre es Owen Grend. A su servicio.

El Capitan Dennel Hamshanks se había mantenido de brazos cruzados durante las presentaciones. Sin embargo, al oir las palabras de la joven fata, le regaló una sonrisa torcida y alzando la vista por encima de ésta pareció dar una orden hacia los guardias que custodiaban una de las entradas.
Obedientes, abrieron la puerta que guardaban, y tras unas cortas ordenes ingresó al lugar un hombre bastante obeso, vestido con ropas ricas y adornado con anillos, collares y pulseras de oro y platería.

Varios sirvientes ingresaron con el, asi como algunos guardias ataviados con ropas típicas del desierto.
Evidentemente, se trataba de un importante mandatario de Qadira, dados los símbolos heráldicos que adornaban los escudos de sus guardias.

Les presento a Hassan Hasbras. Dijo el capitán acercándose a saludar al obeso hombre.
Es un importante comerciante de Qadira, y se ha ofrecido a guiarlos hasta Sedeq. No necesitaran ningún tipo de vitualla. El se encargará de todo al menos hasta alcanzar el desierto.

Tras intercambiar unas pocas palabras más con el Capitan, la joven Imdlara, junto a Leila y a el enano Dranger se reunen en una sala contigua con una comitiva de Andoranos...

Mientras tanto, Henutsen y Owen, son guiados por el propio Hassan Basras, el cual les confiesa algunos secretos...

Ahora, después de un rápido viaje a Sedeq, durante el cual terminan entablando una gran amistad con el rico mercader, se despiden ante las ardientes arenas del desierto.
Tras un viaje agotador a través de la interminables dunas de Qadiran, el sol cae a plomo sobre un laberinto de roja piedra , con delicados arcos y columnas altísimas llamadas "hoodoos" salpicando el paisaje. En algún lugar dentro de esta extensión se encuentra la ciudadela de la llama y en el interior, el ídolo de Moloch!.

Uno de los Andoranos intercambia unas palabras con los otros, quienes simplemente están ahi para identificarlos como miembros de la facción. Una vez verificadas sus identidades, mete la mano bajo sus oscuras ropas y extrae un sobre.
Me entregaron ésto para ustedes. Dice el mensajero. No se de que trata, ni quiero saberlo. Agrega antes de retirarse.

El comerciante, Hassan Basras, evidentemente tiene rasgos típicos de los habitantes de Qadira.
Sin embargo, cuando se encuentra a solas con ustedes dos, saca un sobre de entre sus ropas y se los tiende.
Me han pagado bien por entregar ésto...asi que no quiero problemas, ya cobré mi oro y cumplí con mi parte...no quiero saber siquiera de que se trata, jajajaja! Rie con la alegría de una misión cumplida.
Tras verificar que el lacre está en perfectas condiciones, leen su contenido...

 Cuando Hassan Basras abandona la tienda donde se resguardaban del la mejilla mas ardiente del sol, se cruza con Kasr, el leon que siempre estaba cerca de Henutsen que se encontraba tendido a la entrada del tenderte. Al comerciante le costo esquivar al animal antes de salir.

- tendras que contarme como has acabado aqui hermano - Henutsen hablaba en Osiriani, la lengua natal de su tierra - sobre esto, dijo señalando la hoja de papel - creo que no tendre ningun problema en quedarme con los libros, mapas o claves...  o al menos poder hacer una copia de lo que nos encontremos. Tampoco creo que tengamos muchas dificultades para hablar con alguno de los supuestos cultistas... suponiendo que encontremos a alguno con vida, claro - Henutsen permanecio callado unos instantes - debemos apoyarnos entre nosotros, si tienes dificultades, no dudes en que yo debo ser el primero con el que hables... yo hare lo propio شقيق

Henutsen se habia pasado gran parte del viaje documentandose, dibujando mapas de la zona por la que podia estar la ciudadela de la llama. Durante el viaje, Kasr, el leon que siempre estaba cerca de el, habia permanecido tranquilo, aunque algo incomodo, como si ese no fuera su lugar. Todo eso cambio el dia que dejasteis Sadaq. El joven estudioso se habia embutido su armadura de cuero duro, y llevaba su mochila bien ajustada, sus armas preparadas, y un llamativo odre de agua.Sobre su ropa vestia una camisa blanca que tapaba parte de la armadura, y acababa en un turbante que, si se lo ajustaba, tan solo dejaba ver sus dos ojos, en el momento en el que pisasteis l arena del desierto y se perdio cualquier vestigio de civilizacion, Kasr parecio cambiar de actitud, mostrandose mucho mas majestuoso, dominante... sin duda el felino sentia que aquellas arenas eran territorio conocido para el.

Henutsen encabezaba la marcha por el desierto, y en los momentos de descanso se dedicaba a dibujar los hoodoos que mas le llamaban la atencion, repasando siempre en sus mapas que estuviesen siguiendo el camino correcto.

Despues de que Hassan les diera el sobre con sus instrucciones y se marchara mira con una sonrisa a Henutsen. Le había parecido que por el color de su piel podría ser de Osirion, pero no lo había podido confirmar, y no quería arriesgarse a descubrirse. Despues de todo, en la gran biblioteca no le habían dicho que habría otro miembro de la orden en la misión. Pero si estaba con él en la tienda no lo ponía en duda.

Owen contestó en Osiriani al ver como Henutsen hacia lo mismo.

Pues es una larga historia, como me supongo que será la tuya. Lo importante es que estamos aquí y tenemos una misión que cumplir. Yo también puedo hacer las copias que sean necesarias. Y si encontramos varios lo mejor es que los dividamos entre los dos. Así nos aseguraríamos que llegasen algunos almenos.
En cuanto a los cultistas, no lo tengo tan claro que los encontremos. Si nadie los ha visto en todo este tiempo o estan estiguidos o se esconden muy bien. No obstante si los vemos creo que sabré hacerles hablar.

Ante la úiltima afirmación de su compañero de facción no dijo nada. Aunque asintió levemente con la cabeza. Para despues despedirse.

Que el divino Faraón vele por nosotros y nos de la fuerza y valor para cumplir su voluntad.

Henutsen va guiándolos por el sendero de lozas y piedras que esporádicamente se puede observar semi enterrado entre las dunas. Evidentemente la reciente tormenta ha sido brutal, pues muchos de estas grandes piedras rojas parecen haber estado enterradas en dunas unas semanas atrás.
El guia, realiza unos cuantos dibujos, en donde marca los hoodoos más destacados, y aprovecha para ir marcando las zonas en donde se puede ver el camino desenterrado recientemente.

El camino desciende a través de un laberinto de rocas, abriéndose en un estrecho cañón de piedra lisa y roja, rodeada de imponentes hoodoos. En el extremo más lejano, dos hoodoos tallados en forma de hombres con enormes cabezas de toro, yacen en la parte más baja del cañón, mientras que cerca de ellos se pueden ver unas marcas en el suelo, oscuras, como causadas por quemaduras recientes producidas por algún fuego.
A ambos lados, las paredes del cañón se elevan abruptamente en una serie de balcones rugosos, hacia los acantilados más arriba.
Grandes puertas de bronce, incrustadas en una enorme pared de barro gris, se pueden ver a través de un arco en el lado alejado del cañón.

Durante el trayecto, la dureza que para alguien de tan poca fuerza como Laila provocaba el caminar con armadura metálica, no soltó ni una sola queja, pero a la noche tuvo que emplear lsus artes curativas en sí misma, en las llagas que habían surgido en sus pies y en los dolores musculares que el acarreto de tanto metal le provocaba. A la mañana siguiente, algunos se sorprendieron de que vaciase su cantimplora antes de comenzar la jornada.

- Mi señora me ha concedido el don de crear agua a voluntad, así que si para alguno de ustedes la marcha se le hace tan penosa como a mí, no me importará compartir ese don con cualquiera, puedo crear tanta agua como desee, incluso en un desierto yermo. También puedo purificar comida, aunque encontremos un animal muerto y putrefacto devorado por los buitres, puedo hacer que sea comestible... aunque no mejorar su sabor.

- Desgraciadamente eso me impedirá solicitar a mi señora otros dones, como tener luz, leer escritura mágica o detectar la magia o los venenos cuando quiera. Como tengo entendido que los señores de la naturaleza -dijo mirando a Henutsen- y los practicantes de artes arcanas -añadió mirando a Owen- también pueden tener esos dones cuando quieran, quizás sería buena idea que nosotros tres no pusiésemos de acuerdo para repartirnos las funciones. Quizás nuestro señor de la naturaleza acepte encontrarnos comida con la ayuda de su poderoso amigo, crear agua, y purificar luego para evitar envenenarnos, y quizás nuestro gran estudioso de lo arcano, acepte proporcionarnos luz, detectar la magia y leer para los demás las inscripciones arcanas. Yo por mi parte me comprometo a proporcionar una pequeña ayuda para las pruebas difíciles y las posibilidades de defenderse de ataques mágicos, así como ayudar si alguno cae envenenado. Para mí al menos sería un alivio poder disponer de agua y comida sin cargar sin ella, así como poder detectar la magia de las trampas y tener luz cuando fuese necesario sin tener que preocuparme por preparar eso yo misma. Por mi parte, y tal y como ordena mi señora, toda mi magia está enfocada a cuidar de mis semejantes, recompensaría con creces esa ayuda ajena.

A Leila le parecía un trato justo, cada uno de los tres se comprometía a poner dos de sus servicios al servicio del grupo, y se guardaría el tercero para sí, según sus inclinaciones.

La llegada al desierto desperto recuerdos en Owen. No era el desierto que conocia, pero no por ello era menos peligroso. Sería una dura prueba para todos, sobretodo los que no estuviesen acostumbrados a sus penurias.

Al primer día la sacerdotisa vació su cantimplora. Era una locura, a pesar de que pudiera crear más de la nada. Su propuesta por otro lado era más razonable. Aun así habría que aleccionarla.

Lo que acabais de hacer es una estupidez. Nunca sobra agua en un desierto. Por más que podais crear. Uno no se puede fiar sólo de la magia. Además si os pasara algua cosa qué sería del resto.
No. Debeis cargar con vuestra parte de equipo, o pedirle a algun otro que la lleve. Pero no podemos desperdiciar nada.

Respecto a los conjuros que hablais, no teneis que preocuparos de la luz. En cuanto a la magia, dudo que encontremos nada hasta llegar al templo. Aun así voy preparado.

Leila miró al mago, primero sorprendida, luego bajó la mirada ante la reprimenda y dos notas de ligero rubor cubrieron sus mejillas. Sin duda aquel hombre sabría mejor que ella de qué hablaba y realmente había alguna razón para cargar con aquel peso muerto cuando podía crear agua tan fácilmente... tenía que haber una razón.

- Lo siento, no se volverá a repetir.