Partida Rol por web

Cuando cruzo la puerta me quedo un segundo paralizada y sin saber que hacer, pero los pasos que escucho a mis espaldas me traen de nuevo a la realidad, cierro esta y busco algo con que trabarla. Mientras tanto, busco con la mirada a mi nuevo compañero y le pregunto -Bien y ahora que hacemos?- aparentemente conocia el lugar y contra quien o que nos enfrentamos.

Avanzo hasta el exterior con el rifle en la mano, preparado para hacer uso de las pocas balas que me quedan si aparece algún objetivo peligroso. Detrás de mí, la chica parece subir sin demasiados problemas, y otra cosa que ganamos. La luz lo ilumina todo, en comparación a ahí abajo, y me hace parpadear varias veces hasta que me acostumbro. La voz a mis espaldas me hace preocuparme de nuevo por los perros de ahí abajo. -Ahora, a menos que quieras seguir jugando con el cuchillo, buscamos armas. Si no hay una salida por los subterráneos, habrá que abrirse paso. -Y luego le echo un buen vistazo a nuestro entorno, confiando en encontrar algo de utilidad, o ver si alguien nos pretende saltar encima.

Espero que encontremos algo- le respondo mirando alrededor -aunque seguro que mucho de aquí ya fue saqueado. Aunque me encantaría una pistola o un rifle, me conformo con encontrar algunos cuchillos mas y algo mas grande para poder plantarle cara a lo que se me venga encima. Por cierto, que coños era lo que nos perseguía?-

Justo al lado de la puerta, encontrais unas cuantas piezas de publicidad de cartón duro, junto con maderas decorativas de uno de los stands de cocina que hay ahí al lado, que os sirven sin demasiado problema para reforzar la puerta. Quizá no aguante demasiado, pero aparentemente será suficiente para salir del paso.

Al otro lado, escaleras abajo, las garras que os seguían ya no corren, pero seguís escuchando el rechinar de uñas contra el suelo... y varios ruidos succionando, como si un fuelle estuviese obligando a un globo a hincharse contra su voluntad. Algo bastante grotesco.

-Parecían perros. Pero de eso a serlo hay un trecho, como esas cosas que hay por ahí. -Respondo con tono rápido y pocas palabras ante la pregunta final. No sé si la puerta aguantará, pero no veo aquí nada por lo que merezca la pena detenerse, y quedarse aquí dentro es esperar lo inevitable. Y cuando escucho el ruido, lanzo una mirada larga hacia la zona de la izquierda. Y retrocedo hacia el absurdo espectáculo del oeste arrastrando conmigo a la chica. -Viene alguien, y no suena nada bien. -Con el arma en la mano, me agacho buscando una posición escondida desde la que poder observar sin que me vean.

El hombre con el que estaba era de pocas palabras y respuestas pobres, si quería averiguar algo seguramente me iría mejor investigar yo misma. Pero al menos, mientras estuviese tan pobremente equipada no era una opción. Así que cuando veo que Jhon se esconde, busco un escondite cercano, pero no pegado a el -Si descubren a uno, al menos el otro podra hacer algo-

El ruido de unos pasos se antepone a la aparición de un hombre desde el pasillo situado a la izquierda de la puerta, que lleva a otra zona del centro comercial. Rápidamente, ambos os habeis escondido entre los puestos de comida, uno tras unos barriles decorativos y la otra más allá de una barra de un puesto llamado Central Tacos. El hombre, al que no podeis ver desde esa posición, camina tan tranquilo hablando con lo que parece ser él mismo, ya que no hay más pasos, en un idioma europeo que causa que Jhon se enerve ligeramente, como si le sonase el autor. Parece detenerse un instante ante la puerta, y el tiempo se detiene cuando el hombre expresa su sorpresa con un "ahá" que se alarga.

Sin embargo, el ruido de unas pezuñas os saca a todos de ese instante, cuando la puerta salta por la fuerza de un cuerpo chocándose con ella, y dos acompañantes más se abalanzan contra el hombre, que vuelve a sonar a sorprendido. La trifulca física dura unos instantes, mientras tres de esas criaturas que os perseguían desde el subterráneo atacan y muerden, y entonces tres disparos resuenan uno detrás de otro, seguido cada uno del ruido de un cuerpo al caerse. El ruido del hombre poniéndose en pie os sorprende, considerando el tiempo que han debido de tener para morderle, y soltando una maldición en su idioma se echa a caminar siguiendo su camino... y entonces podeis verle. Originalmente, debía de ser un hombre de pelo corto, peinado en punta, con un torso ancho que queda medio descubierto por una camisa morada sobre la que lleva una chaqueta del mismo color con ciertos rasguños. Aún en la mano lleva una glock, y a la espalda le cuelga una escopeta y un pedazo de hierro cruzados, sujetos por un arnés de pistolero. Sin embargo, lo más llamativo de todo es que el hombre tiene la piel y el pelo completamente recubiertos por lo que parece una sobrecapa metálica, de un negro grisaceo apagado pero conservando el brillo aún. Camina con la misma calma con la que venía, y pudiendo escoger entre salir al jardín central o ir por el otro pasillo, escoge este último y desaparece hablando para sí mismo, pues ha quedado claro que no va acompañado de nadie.

Si salís ahora, frente a la puerta hay tres cadáveres de sendos canes como el que encontraseis abajo, cada uno con un agujero atravesando el craneo... desde el interior de la mandíbula.

El alguien caminando se acerca lo suficiente, y entonces lo escucho hablar y aprieto los puños, maldiciendo en silencio no tenerlo a tiro. Pero rápidamente se me quita esa preocupación de encima cuando escucho el regalito que nos estaba persiguiendo y que se lanza directamente sobre él, lo cual sería la solución perfecta a dos pájaros y sin dar un solo tiro. Mas los que da él, que debe significar que en el último estertor ha conseguido acabar con sus asesinos, y estoy a punto de levantarme cuando también lo escucho levantarse a él. Aprovechándome de mi posición, echo un vistazo hasta que lo veo aparecer caminando tranquilamente... y con una capa de metal cubriéndole la piel. A ese hijo de la grandísima ya no puedo ni meterle un tiro, si no consigo un arma mejor, eso seguro. Lo dejo pasar muy a mi pesar, sentado en mi escondite, hasta que se marcha por otra puerta. Eso nos deja el lugar del que ha venido, volver abajo o salir al sol. -Me voy por donde él vino. -Le digo a la chica, por si quiere seguirme. Y si no quiere, pues no. Aseguro mis balas, salgo hasta donde los tres perros zombi para asegurar que están muertos, y me cuelgo el rifle a la espalda mientras salgo de la zona de comidas para ir a donde sea que ese camino lleve.