Partida Rol por web

Sin el sonido de la lluvia, lo único que se escuchaba ahora era la brisa que movía las ramas de los árboles. Durante un instante no pasó nada, y Kaede, Amano y Juzoh se mantuvieron muy quietos y en silencio. No hubo ni rastro de Kagami, pero Kouryu continuó parado, de pie donde se había quedado.

Entonces apareció. Kagami salió de detrás de uno de los troncos que había a un lado del camino. Su rostro era serio e imperturbable como una roca, pero Kaede podía sentir que su espíritu era frágil, como si supiera que caminaba hacia una derrota segura.

Kagami se paró delante de Kouryu y permaneció allí durante un momento, sin decir nada. Luego, lentamente, se llevó una mano al mango de la espada.

—¿No es más bien al revés? —dijo—. ¿No eres tú el que ha venido a buscarnos a los cuatro? Y ya te has encargado de dos de nosotros... Sólo faltamos el chico y yo. Por eso estás aquí.

Kouryu no dijo nada, y tampoco hizo ningún movimiento. Pero la lucha estaba a punto de comenzar, todos podían sentirlo en el ambiente. Sólo era cuestión de segundos, y de cuál de los dos contendientes hiciera el primer movimiento.

–Escuche, capitán. Lo alejaremos de aquí– Yuki tenía la sensación de que aquel ser iba a por ellos. O más concretamente a por los guardianes o a por ella misma. Haber acabado con aquel demonio no implicaba que otros seres no quisieran evitar el cierre de la puerta. La guerrera miró a Akari e hizo un gesto con la cabeza hacia el cielo. Aquello se ponía feo.– Si nos alejamos, se olvidará de ustedes. Pero le prometo que a la mínima señal de que se acerca a esta cabaña, volveré a ayudarle. 

Yuki lanzó una mirada torva a su hermano. Aunque seguía queriéndolo con todo su corazón, se sentía muy decepcionada con él y no estaba dispuesta a vender su alma por complacerlo. Sabía que él estaría en contra de volver, por eso la promesa había sido solo en su nombre.

–Voy a ayudar a Kaede y el resto, Moriya. ¿Vienes o continuarás "buscando un terreno adecuado"?

No le hace gracia dejar al Capitán y a su hijo dentro del cobertizo, pero es cierto que deben enfrentar a la amenaza que presenta Kouryu. A Yuki tampoco parece gustarle mucho la idea, pero no pueden hacer nada. 

-Bueno, debemos movernos rápido. No hay tiempo que perder.

Comprueba que lo tengan todo para poder irse y alejar el peligro de la buena gente de Nagoya. Se aleja del cobertizo, esperando a los demás.

-Va a ser una lucha difícil. 

Miré a Amano y Juzoh, la verdad era que podía notar el espíritu de Kagami quizás fuese algo que solo se podía saber entre guerreros, pero podía sentir como su determinación flaqueaba, era algo muy inusual en él.

Si Kagami caía derrotado, el siguiente era yo, así que lo mejor sería atacar todos juntos para tener una opción, hice la seña con las manos haciendo el ademan de la punta de los dedos de la mano derecha chocando contra la palma de la izquierda, pero teníamos que hacerlo en el momento exacto, no podía permitir que Kagami muriese, por más odio que le tuviera.

Me preparé llevando la mano a la empuñadura de mi katana, esperando el momento preciso, mientras sentía la tensión en el aire crecer más y más...

Moriya no dijo nada. Se limitó a seguir a Yuki y Akari mientras corrían de vuelta hacia el puerto para encontrar a los demás. Hibiki tampoco perdió el tiempo y aprestó su sirasaya para seguirles el paso.

No pasó mucho tiempo hasta que dieron con una escena alarmante. Kagami estaba parado en mitad del camino con una mano en la empuñadura del arma. Y frente a él, un hombre enorme, de casi dos metros de alto cubierto por amplios ropajes blancos y un tocado rojo de Tosa.

Nada más verlo, Yuki sintió una punzada de miedo y tristeza. Había algo tan familiar en él que casi le dolía, y al mismo tiempo su aura era tan aterradora que la guerrera temió no poder mover un músculo hacia él. Akari, por su parte, pudo sentir que el ambiente estaba cargado de energía espiritual. No era una energía como la de Setsuna, oscura y violenta, si no una energía opresiva, dominadora e indiferente a todo lo vivo. E increíblemente grande.

Kouryu no se movió de donde estaba. Pero de pronto abrió los labios y habló con voz monótona y grave.

—Bien, ya estáis todos aquí —dijo—. ¿Empezamos ya? ¿Queréis atacar primero?

Kaede, Juzoh y Amano comprobaron que, efectivamente, Akari, Yuki, Hibiki y Moriya acababan de aparecer por el sendero que iba colina abajo.

Sin pensarlo dos veces, Juzoh saltó de los arbustos donde se escondía y se lanzó al ataque con un rugido que reverberó en el bosquecillo. Blandió el Kongo Rakan por encima de su cabeza y dirigió un golpe terrible directamente a la cabeza de Kouryu. Pero este, que hasta ese momento se había mantenido inmóvil como una roca, se dio la vuelta a una velocidad imposible y esquivó el golpe como si nada, haciéndose a un lado y recuperando su pose tranquila e impasible.

Juzoh se tambaleó y estuvo a punto de caer sobre Kagami, que se apartó para adoptar una posición de guardia inmediatamente.

Aquí hay algo raro

–Kaede, Kagami... Cuidado

 ¿Así? ¿Sin más? ¿Por qué Kouryu había estado esperando a qué estuviesen juntos todos los que habían decidido ir por mar juntos? ¿Y por qué no atacaba inmediatamente? Algo le decía que era mejor que los guardianes no atacasen inmediatamente, o al menos que no se trasformaran. Y estaba aquella sensación...

–Kouryu, ¿Dónde están los maestros Okina y Shigen?– La guerrera se movía despacio con la naginata preparada, evaluando sus posibilidades, como un animal acechando a una presa a la que no se ha decidido a atacar, pero a la vez tratando de que el enemigo centrase su atención en ella, para que así el resto pudiese atacar.– Eres veloz, pero no eres tan poderoso como para acabar con ellos limpiamente.

Nos habían descubierto?

No estaba del todo seguro, pero si noté que el resto del grupo estaba se presentó ante Koryu y el combate se hizo inevitable, Juzoh salió rápidamente, finalmente Yuki se puso a medirlo y me dio una advertencia, el factor sorpresa ya estaba acabado, así que me preparé para atacar, pero quería encontrar una abertura en su defensa, así que con paciencia esperé el momento justo.

Moriya tenía la katana preparada frente a sí, y se movió lateralmente tan despacio como el terreno le permitió. La mirada fija en su oponente, se quedó de una pieza cuando vio la rapidez con que Kouryu había esquivado el ataque de Juzoh. En ese momento lanzó su propia embestida, confiando en hallar una brecha en su defensa.

Kouryu se agachó y rodó hacia la derecha sin tocar el suelo siquiera, poniéndose fuera del alcance de la hoja. Moriya palideció. Aquella velocidad era sobrehumana.