Partida Rol por web

Marcos camina lo más sigiloso que puede, para que el padre no escuchara sus pasos y determinara hacia donde iban. Con su cabeza le señalo a Isabel una puerta, esperando que estuviera abierta. De seguro algún lugar estaría accesible para ellos, así que solo tenían que ser tenaces y buscar en todos lados.
Solo esperaba no arrepentirse de esto, sospechaba del padre pero no quería que una imprudencia les costara la ese refugio. Lo cierto es que tampoco iba a dejarse estar por una duda, algo no le cerraba de todo eso, así que lo llevaría hasta las últimas consecuencias.

Asiento una vez a Marcos, con firmeza y mis cejas estaban ligeramente fruncidas. Sentía curiosidad en saber que podríamos encontrar y un poco de miedo en no ser descubiertos.

Aprieto la mano de Marcos, brindándole confianza o quizás me la brindaba a mi. Permanecía en silencio, expectante, mirando fijamente la puerta.

Pisando con la punta de sus pies, Marcos trata de no hacer ruido, sabe que un solo paso en falso puede ser peligroso pues no tienen idea de como reaccionara el padre. Pero una de las maderas del piso de la iglesia hace un ruido bastante perseptible en la quietud del establecimiento.

El joven insulta por lo bajo tan mala suerte. Espera que no lo haya oido, aprieta los dientes como si de esa manera lograra hacer desaparecer su frustracion.

Imito a Marcos, caminando de la misma forma, lenta y pausada, intentando así evitar sonido alguno, pero la madera del suelo nos hizo una mala jugada...

-¡¡¡Joder...!!!- susurro a Marcos y cierro mis ojos con presión y mi mano, nuevamente apretaba la suya. Permanezco inmóvil, esperando lo que vendría a continuación.

La madera crujió bajo vuestros lentos pasos, era un edificio viejo y aunque la madera estaba cuidada hacía ruidos. Por desgracia en ese tipo de sitios, había mucho eco y a veces los ruidos se oían más de lo que uno podía pensar.

Os quedáis por unos instantes paralizados. ¿Os habrá oído?

También había ruidos apagados que venían de fuera, a veces alguno de aquellos seres chocaba contra los porticones...

A veces la misma madera crujía sola por causa de la dilatación por el calor, al ser verano...

Quizá el padre os había oído pero no le había dado más importancia, o sí, tampoco lo sabiais en esos momentos..

De todas maneras, al llegar a la puerta esta estaba cerrada con llave.

Contiene el deseo de darle un puñetazo a la puerta, de seguro la llave la tiene el padre Matías, así que, por el momento, ese recinto estaba vedado para ellos. Pero no debían desanimarse por algo tan pequeño como una puerta cerrada, habían sobrevivido a verdaderas oleadas de zombis, así que esto solo suponía un pequeño retraso.
Una vez más le indico a su compañera con la cabeza hacia donde ir. Justo a su derecha hay otra puerta, mirando hacia donde debería estar el padre comienzan a caminar hasta la misma. Si no estaba abierta era de suponer que el padre había cerrado la otra por alguna causa importante. Apretó la mano de Isabel como para darse confianza, saber que ella estaba allí a su lado, apoyándolo y dándole ánimos. Jamás en su vida había dependido tanto de alguien como ahora lo hacia con ella.

Cerrada. Por un momento pensé que estaría abierta y que encontraríamos...algo, lo que fuera, pero no, debíamos seguir en la busca y no perder la calma, ni la esperanza.

Devuelvo el apretón de mano a Marcos y apoyo mi cabeza en su hombro, caminando así hacia nuestra próxima puerta.

-Tranquilo...- susurro -Te noto tenso, no podemos perder la calma ¿Vale?- aprieto nuevamente su mano.

Continuamos caminando y esperaba con ansia, tener éxito en nuestra próxima parada.

Algún carraspeo y algún sonido lejano de la escoba del padre os dieron seguridad suficiente para probar con otra puerta. Era extraño cerrar las puertas en un sitio como ese, aunque es posible que al recibir visitas inesperadas, aquel padre quería velar por su intimidad o quizá por miedo a un robo, quien sabe.

Probasteis la siguiente puerta. Nada, estaba cerrada.

Una sospecha inundaba en vosotros. Hasta la cocina y el comedor, que habíais visto entrar y salir al padre el día anterior también estaban cerradas.

Marcos suspira cuando al girar el picaporte este se resiste. Las acertadas palabras de Isabel habían logrado calmarlo, esto último que había pasado solo acentuaban sus sospechas. Trato de imaginar que era lo que ocultaba el padre o que temía para tener todo tan inexpugnable.
-Bueno- le susurro a Isabel muy cerca del oído-, no nos dejó muchas opciones, vamos a encararlo, le pedimos que nos abra la puerta de la cocina. Para preparar algo o lo que se nos ocurra. Ahí lo interrogamos.
Quizás hablando descubrieran algo, sabía muy bien que pareciendo casual y hablando de cualquier cosa a veces a las personas se les escapa algún detalle revelador. Trato de fingir animosidad, como si lo de Romo y las sospechas del padre jamás hubieran hecho mella en su confianza. Isabel era tan capaz como él, tanto de defenderse como de pensar rápidamente algo para salvar sus vidas. Se alegro mucho de tenerla cerca.
-¿Vamos?

Negaba con la cabeza una y otra vez ante lo ocurrido. Sin duda, ocurría algo extraño en aquella iglesia y el padre Matías nos ocultaba algo. Era hora del segundo plan.

El susurro de Marcos en mi oído, hizo que mi piel se erizara y que abandonara mis pensamientos y mis paso a seguir. Giro la cabeza, lentamente, mirándolo a sus ojos.

Permanecía en silencio, contemplando su rostro. Era la única persona que tenía en aquel momento. Por un instante pensé en mis padres, en mi familia, en mi hogar, pero inmediatamente deshice el pensamiento porque dolía pensar en ellos, en si aquella enfermedad o virus o lo que fuera, había llegado allí y ahora formaban parte de... los caminantes.

-Espera...- tomo a Marcos del brazo, deteniéndolo y sin pensarlo, acorto la distancia que nos separaba. No desperdiciaria mas tiempo, quizás no tendría otra oportunidad...

Mis brazos rodearon su cuello y mis manos de forma intensa se deslizaron por su alargado pelo. Mis ojos estaban fijos en los suyos y mi pecho, descansaba en el suyo.

Le sonrío y finalmente, la corta distancia que separaba nuestros labios, ya no existía. El roce de sus labios con los míos, era mejor de lo que había imaginado.

Mis ojos lentamente se cerraron, para así, disfrutar de aquel deseado momento.

Cuando ella lo detuvo, pensó que tenia algún plan en mente, pero cuando lo abrazo y miro en sus ojos olvido todo. No más zombis, no más iglesia, adiós padre sospechoso, lejos quedaron las preocupaciones y cansancios. Sintió las manos de Isabel recorriendo su pelo, el olor de su cuerpo y la pureza de sus ojos. Un momento tantas veces interrumpido, tan esperado y ansiado por ambos llego al fin. Sus labios se encontraron, pudo sentir como quemaron los suyos consumiendo su interior, recorrió con sus manos su espalda, atrayéndola hacia él y aferrándose a ella como lo haría un naufrago con su única salvación. Fue mucho mas intenso que cualquier cosa que haya sentido, tan necesario como respirar, tan único como vivir.
Cuando al fin se separaron, Marcos quedo un buen tiempo sin decir nada, solo mirándola y disfrutando del momento. Como si temiera que se rompiera ese hechizo que los había envuelto por unos segundos. Lo cierto es que aunque quisera decir algo no le habria salido nada, lo habia dejado sin aliento.

Apoyo mi frente a la suya y mis manos tomaron su rostro. Sonreía y a la vez saboreando el dulce sabor que habian dejado sus labios en los míos.

-Mucho mejor a como lo imaginé...- susurro, soltando una risilla nerviosa. Me había negado en muchas ocasiones en dar un paso mas con Marcos, con miedo a perder la amistad que teníamos, pero, aquel momento lo había deseado con todas mis fuerzas y aquellas fuerzas se hacían cada vez mas y mas intensas. El deseo había ganado la batalla, además ¿Qué importaba ahora? Quizás no tendríamos un mañana y no podía irme de éste mundo sin expresarle lo que sentía.

Suspiro, y una vez mas mis manos se aferran a su pelo -Desearía tener mas tiempo, olvidarnos de lo que sucede en el exterior... saborear tus labios una vez mas...- mis labios rozaron los suyos y la calidez de su aliento me hizo estremecer -Pero... si queremos sobrevivir, debemos movernos...- suspiro y frunzo las cejas, con cierto dolor.

Las palabras de Isabel lo hicieron volver, como si de repente se diera cuenta que tenia un suelo bajo sus pies. Marcos, el siempre desconfiado, se sentía ahora totalmente ligado a esta chica de rostro angelical y voluntad de hierro. Acaricio su rostro con lentitud, grabando en su mente cada detalle, pues este momento seria irrepetible.
-Vamos a tener tiempo- le dijo, aunque también se lo decía a si mismo-. Vamos a estar bien.
Aun la tenia entre sus brazos, pero con lentitud, se fue separando de ella. No quería hacerlo, quería que esa escena durara para siempre, que el tiempo se detuviera, que el planeta deje de girar y los muertos permanezcan así. Pero no se engañaba, si algo lo caracterizaba era la falta de conformismo, iban a sobrevivir, pero lo harían luchando, sin rendirse jamás.
-Tenemos que hablar con el padre- dijo con una mirada segura y decidida, luego suavizó la mirada cuando encontró los ojos de Isabel-. Vamos…

Aún mi ceño continuaba fruncido y al escuchar su voz, lentamente mis ojos comenzaron a cerrarse. Suspiro con resignación y mis dedos comenzaban a soltar su suave y sedoso pelo.

-Vale...- susurro y el tono empleado fue como el de una niña pequeña caprichosa a la que se le prohibe algo anhledado. Y así, lentamente comenzabamos a separarnos.

Asiento una vez con la cabeza y doy unos cuantos pasos hacia atrás, pero al encontrarme con su mirada, perdí nuevamente el aliento. Mi mano buscó la suya y mis dedos entrelazaron los suyos; aquella distancia que nos había separado segundos atrás, había quedado reducida.

Sin soltar su mano, acerco su rostro con mi mano libre y de forma desesperada, beso una vez mas sus labios, esta vez con cierta necesidad -Si no cumples tu promesa, te haré pagar por ello...- le digo desafiante y mis ojos se fundían en los suyos.

Aquello tan sólo había sido una excusa. El deseo de saborearlo, había sido mas fuerte que yo. El impulso había ganado.

-En marcha- le digo con firmeza, robando un último beso.

Siente un nudo en el pecho al notar las pocas ganas que tiene Isabel de separarse de él, pues también tiene la necesidad de continuar ese abrazo, ese beso purificador. Dentro suyo hay algo nuevo, algo que nunca existió o simplemente había ignorado. Aun no podía darle un nombre, o tal vez no quería hacerlo, pero desde ese momento se convirtió en lo más preciado.
Cuando Isabel volvió a la carga con otro beso, más apasionado que el anterior, Marcos la estrecho contra su cuerpo, con fuerza. La parte práctica de su cerebro hizo que se separara una vez más, pero casi perdió el control con ese último beso robado, tan dulce e inocente que lo hizo sonreír. Con una mano tomo su barbilla, mientras que con la otra aun tenían los dedos entrelazados y con vos suave y algo ahogada dijo.
-No voy a dejar que nada se interponga entre nosotros. Sos lo único bueno que me paso en la vida- jamás había dicho algo tan profundo y personal, incluso se sentía como desnudo, mostrando partes de su alma que siempre mantuvo ocultas-. Vamos a tener tiempo para nosotros y si no lo tenemos lo vamos a crear.
Apretó su mano un segundo y se volteo, para ver hacia donde tenía que estar el padre Matías y también para que no vea el temor de no poder cumplir su palabra.

Aquellas palabras me habían emocionado y me percaté de un cambio en Marcos. Al fin había podido romper aquella barrera que nos separaba. Al fin me mostraba aquel lado sensible, el cual nunca dude en que existía.

Tomados de la mano caminabamos y una sonrisa de felicidad se dibujaba en mi rostro. Mis ojos brillaban y por un instante, olvidé el caos que había fuera de la iglesia.

Marcos era lo que necesitaba en aquel momento, un apoyo, alguien que me animara a no rendirme en el posible fin del mundo; me había dado una razón para seguir: luchar por nuestro futuro, por él y por mi.

Ve la mirada de Isabel y no puede evitar sonreír. Su amiga había pasado a ser una parte de sí mismo, alguien que sacaba lo mejor de sí mismo, le daba esperanzas y algo por que vivir. Recordó cuando venían en el bote, tan tranquilos y despreocupados, totalmente ajenos al virulento mal que se estaba por el mundo. Volvió sus ojos hacia Isabel, no dejaría que nada le pase. Se mantuvo callado, tratando de ponerse serio, pero esa sonrisa no dejaba de aflorar en sus labios. Tenían que hablar con el padre y sacar algo en claro de todo esto.

Y juntos caminamos para enfrentar al padre Matías, tomados de la mano y al igual que Marcos, sonreía y lo miraba de vez en cuando y nuestras miradas se cruzaban... y aquella sensación extraordinaria surgía en el estómago.

-¿Preparado?- pregunto a Marcos, apretando su mano. Estábamos a unos cuantos pasos de la habitación en que se encontraba el padre Matías. Esperaba conseguir alguna información valiosa y no tener que utilizar la fuerza.

El silencio que producía esa estancia se había vuelta embargador, y solo se había roto por aquellos susurros que salían de vuestros labios, apasionados. Por unos momentos, os habíais trasladado en un mundo, ajeno a todo ese sufrimiento y habíais disfrutado de un rato a solas y tranquilos.

A lo lejos ya no se oía nada, hacía un rato que no se oían zombies a las afueras, y al parecer el sacerdote había acabado sus tareas en el vestíbulo principal.

De repente.. un leve sonido, casi imperceptible, que provenía de una de las puertas cerradas. A penas lo habíais podido oír, aunque por la cara que ponía el otro, sin duda no había sido imaginación. El sonido era lejano, y metálico, como un entrechocar de dos piezas.