Partida Rol por web

Al ver a Marcos, comienzo a correr hacia a él. Mis brazos se abren y me lanzo a su pecho, rodeando su cuello con mis brazos.

-Lo siento, lo siento, lo siento- digo una vez y otra vez. Mis manos se aferran a su pelo de forma necesita, al igual que mi cuerpo al suyo.

Noto su pecho desnudo y me aparto rápidamente -¿Y tu camisa?- pregunto confundida y en ese instante, me percato de aquel ruido y no pude evitar sobresaltarme.

-¡¿Qué es eso?!- pregunto con un hilo de voz mirando hacia aquella puerta.

Cuando Isabel se arrojó a sus brazos olvido todo el horror recientemente vivido, dejo que el calor de la muchacha expulsara el terror y el miedo. Se dejo mecer por el perfume de su pelo y la agitacion de su respiracion. Despues de unos momentos se dio cuenta de que le faltaba su camisa, Marcos dijo rapidamente.

-Estaba llena de sangre...- justo en ese instante los sonidos atenuados detras suyo volvieron a escucharse, sientio un escalosfrio y notó que la sangre abandonaba su rostro-... Zombis- dijo con voz queda, queria contarle todo a Isabel, compartir ese temor, pero eso seria lo mismo que borrar para siempre esa sonrisa de su rostro, el brillo de sus preciosos ojos-. Despues me encargare de ellos, no los dejare alli. El pa.. ese hijo de puta los encerraba ahi abajo- sintio la furia encenderse en él, como una llama oscura y espesa-. Ahora no importa...

Buscó algo en lo que concentrar su atencion, sacar a Isabel de esa sitio, algun lugar donde esas zombis (Romo) no se escuchara. A cada instante veia el rostro de su amigo, era terrible, peor que saber que hubiera muerto, incluso si los hubiera traicionado y abandonado no seria tan horrible como eso.

El sacerdote, o supuesto sacerdote, seguía inmóvil y maniatado con aquellas cuerdas. Sin duda parecía muerto, aunque en esos días oscuros que vivíais, esa palabra cada vez tenía menos sentido y aún así era el puro protagonista.

El ruido que se escuchaba a fuera de aquella iglesia era constante y casi os habíais acostumbrado a ello, no parabais de oír a esos cuerpos condenados lamentarse y gruñir. Golpeaban las puertas y repiqueteaban las paredes.

Pero algo llamo vuestra atención y os puso los sentidos alerta de nuevo. Aquel sonido parecía ir in crescendo, como si de repente todo el pueblo se hubiera despertado, el rumor era generalizado y solo auguraba malos presagios. A lo lejos también pudisteis oír lo que parecía un coche, y aunque enseguida se alejó, pareció agitar mas aún a esos zombies de afuera.

<< clonk.. cloonk >>

De repente unos ruidos muy fuertes sonaron en la puerta principal de la iglesia, donde se habían puesto los bancos en barricada. Se podía oír como la madera crujía y era golpeada, como si de repente todos aquellos zombies quisieran entrar en ese edificio santo.

Lo miro algo confundida, pero mis manos no dejaban de acariciar su rostro y mis ojos no se apartaban de los suyos. Notaba en sus ojos mucha mas preocupación, como si algo hubiera ocurrido en aquellos minutos que me aparté de su lado. Frunzo el ceño y no puedo evitar sentirme mal por haberlo dejado solo.

-Siento haberte dejado...aquí...- le digo en voz baja y miro de soslayo al cuerpo del sacerdote. Por un instante dudo de las palabras de Marcos, pero con lo ocurrido anteriormente, sabía que aquel hombre era capaz de cualquier cosa.

-Debemos descansar...- susurro apoyando mi frente en la suya, cerrando mis ojos y tomando su rostro en mis manos -lo necesitamos...- agrego en el mismo tono de voz.

Pero aquel descanso debía ser aplazado. Los gruñidos, gemidos y golpes en la parte de afuera del templo, era alarmante y aterrorizante.

-Saben que estámos aquí...- mi tono de voz era mucho más bajo y mis ojos ahora estaban como platos, pero mis manos aún estaban aferradas a él -¿Y ahora qué?-

Isabel tenia la capacidad de cambiar el animo de Marcos de una forma asombrosa, tal vez era porque ella se convirtió en lo unico bueno en su vida, en ese mundo. Pero lo cierto es que con unas pocas palabras, una mirada intensa que llegaba al corazon y carisias que tocaban su alma, lograron expulsar un poco todo el miedo que sentia... Al menos por unos segundos. Todo su cuerpo se tensó al escuchar el auto y mucho mas cuando era un hecho de que los zombis querian entrar.

-Rapido- dijo Marcos frenetico-. Voy a tratar de apuntalar la puerta, vos sacá todo lo que sea comida y ponelo en las mochilas. Agua, latas, ropa, lo que haya. Si podemos mantenerlos afuera mejor...- suspiró con cansancio-. Pero si no podemos vamos a tener que irnos lo mas rapido que podamos.

No queria abandonar ese lugar, a pesar de tantos horrores vividos, era un sitio seguro y casi libre de zombis. Pero si no podia hacerlo estaba dispuesto a incendiar el lugar de ser necesario, esperando que las llamas llegasen hasta lo mas profundo de la iglesia, acabando con el sufrimiento de tantos zombis pudiera, purificando ese refugio...

Sin perder tiempo corrió hasta las enormes puertas de la iglesia, si ponia los bancos de una determinada forma quizas retrase, o evite, el ingreso de los muertos. Sentia el corazon salirsele del pecho, trabajaba a contra reloj y con la muerte revoloteando a su alrededor.

Asiento varias veces con la cabeza, casi de forma frenética.

En realidad no sabía en dónde estaba ubicada la cocina o alguna habitación con almacenamiento de alimentos. Abrí mi boca ligeramente para preguntarle a Marcos, pero ya estaba corriendo en dirección a las puertas.

Suspiro y comienzo a correr en busca de alimentos. Sentía nauseas y mucho miedo por lo que ocurriría a continuación. Si aquellos seres lograban entrar a la iglesia, estaríamos perdidos.

Había más gente fuera, más sobrevivientes. El ruido de aquel coche me había inquietado y por un instante deseaba salir en busca de aquel ruido, pero eso sería un suicidio.

Sin saber bien donde buscar, empiezas a abrir puertas para llenar rápidamente las mochilas. El tiempo apremiaba y no sabíais cuanto aguantaría esa puerta.

Entrando en una de las habitaciones, que hasta ahora habían estado cerradas, te encuentras un pequeño dormitorio, muy simple, donde había una cama, una ventana pequeña y un escritorio en una esquina. Habrías descartado rápidamente esa habitación, sino fuera porque algo llamó tu atención.

Encima del escritorio, yacía un diario, escrito a mano, la letra era arcaica y bonita, aunque una de las paginas estaba manchada con sangre. Siguiendo esa visión, viste otras manchas de sangre repartidas por la habitación.

Delante de dicha mesa, había varias fotos colgadas de un sacerdote, salían varias personas en esas fotos pero el denominador común parecía ser un hombre ya mayor y con aspecto afable.

Otro choque mas, sacudió la mente de Isabel, al reconocer en una de esas fotos al "padre" Matías, que al parecer era un preso de un centro penitenciario donde había asistido el sacerdote.

En la última página del diario se podía leerse:

"Todo esta yendo muy rápido, y los servicios de emergencia aún no han aparecido. Ayer acogí a una madre y a su hijo que estaban huyendo de esos seres, pero no se cuando mas aguantaremos. Hoy ha llegado también un viejo conocido, Alex, con quien había trabajado su espiritualidad en la cárcel. Tuvo suerte de estar de permiso cuando estalló toda esta crisis. Creo que es un buen hombre..

Firmado: Matías Gálvez"

En otra de las habitaciones, encontráis rápidamente una cocina con una despensa con bastantes alimentos. Suponéis que la comida les llegaría a la iglesia una vez al mes, por el tamaño de las provisiones y el tipo de alimentos que tardan en caducar.

Con presteza, Isabel, llena las mochilas con agua y barritas energéticas, pan y queso, que al parecer es lo que se ha conservado en mejor estado.

Cada golpe en la puerta venia acompañado por gruñidos y gemidos, tambien identifico con claridad el chasqueo que hacias los dientes de esas cosas al cerrarse con fuerza, como si ya estuvieran saboreando su carne. Tenia los pelos de punta y por unos segundos se quedo mirando la puerta, incapaz de moverse. Pero por suerte salio de ese estado para ponerse manos a la obra, ignorando el hedor nauseabundo que venia del otro lado y los incontables crujidos que hacia la madera al tener que soportar el peso de cientos de cadaveres.

No supo si fue por la adrenalina, el miedo o que, pero levanto un pesado banco como si fuera de carton. En otro momento se habria maravillado de lo que uno es capaz en un momento de necesidad, pero ahora sentia un insesante tic tac en su cabeza, como si una bomba estuviera a punto de estallar. Por un lado queria terminar con eso cuanto antes y por otro huir hacia el lado contrario.

-Dios, que esto aguante, que aguante- murmuraba con los dientes apretados y trabajando freneticamente. Escuchaba a Isabel revolviendo cosas, pero no podia apartar la mirdada de su trabajo, solo esperaba que tuviera cuidado.

Marcos hacía lo que podía para reforzar una barricada improvisada. Al acercarse a la puerta podía notar el hedor que emanaban aquellos podridos, incluso podía notar la ondulación y la presión a la que estaba forzada la puerta.

Sabía que era temporal y que en cuestión de minutos eso terminaría cayendo, pero seguramente le daría un margen de tiempo suficiente para decidir que iban a hacer a continuación.

Una vez colocadas los bancos sobre la puerta, los vaivenes se detuvieron un poco. Solo un poco. No era suficiente para contener a la hambrienta horda de muertos vivientes. ¿Cuantos habria del otro lado? ¿Cien? ¿Doscientos? ¿Miles? La verdad que no importaba, la iglesia caeria en cuestion de minutos y ellos caerian con ella si no se apresuraban.

Le dedico una ultima mirada a la puerta, luego corrio hasta donde estaba Isabel. No habia tiempo para enmascarar la verdad, tenian que abandonar ese refugio, como a tantos otros antes.

-No va a aguantar- le dijo con la voz ronca-. Tenemos que irnos ya...

-Dios...- murmuro al tiempo que leía aquel diario manchado por sangre. Nos habíamos equivocado referente a los servidores de Dios. Miro por unos segundos la foto del verdadero padre Matías, parecía un hombre bondadoso y quizás el nos hubiera ayudado en aquella pesadilla.

Agarré el diario, la foto y corrí en busca de alimentos. Los ruidos de aquellos seres cada vez eran más intensos. Necesitaba estar con Marcos ¿Dónde estaba la cocina? Mis piernas estaban cansadas, al igual que el resto de mi cuerpo y especialmente mi mente. Y allí estaba...

Entro a la habitación y agarro los alimentos suficientes. Ahora por fin a reencontrarme con Marcos. Ahora corría con más fuerzas. Me dolía el pecho, sentía punzadas en él y en el estomago.

Y allí estaba él, la única persona que me quedaba en aquel mundo perdido -¡¡¡MARCOS!!!- grito con todas fuerzas mientras corría hacia él.

Él no podría con aquella puerta; los dos no podríamos con ella.

Ambos terminaron abrazados con los ruidos de destruccion y muerte sonando sobre ellos. Ese abrazo era tan necesario como al barricada que habia colocado Marcos, sin ese abrazo no tenia sentido luchar. Se habian convertido en la necesidad de cada uno, el motivo por el que luchaban y por el que querian sobrevivir a todo ese horror.

-Tenemos...-dijo entrecortadamente-. Tenemos que buscar una salida. Como sea, si entran...-no termino la frase, no queria hacerlo.

Isabel habia juntado bastantes provisiones, por lo menos les alcanzarian para varios dias. Si conseguian salir de alli, un vehiculo seria prioridad y un refugio una necesidad.

-Tenemos que abandonar la ciudad, es muy peligroso.

Asiento frenéticamente mirándole a sus ojos.

-Pero... ¿Por dónde huiremos? Quizás haya una salida en la parte trasera, pero eso no nos asegura que el camino esté despejado de las criaturas- le hablaba con cierta agitación y se apreciaba el nerviosismo en mi voz.

-No recuerdo si la iglesia se conecta con algún edificio vecino, para saltar de uno a otro, pero eso no nos asegura que las demás edificaciones no estén atestadas de ellos...- hago una pausa, tragando saliva y emitiendo un suspiro de desesperación.

Sentía nauseas y ganas de llorar... pero no podía derrumbarme no ahora -Busquemos una puerta trasera- y al terminar mis palabras, doy un beso a Marcos, en su boca y le sonrío acariciando su rostro con mi mano -En marcha...- susurro y tiro de su mano.

Acepto ese beso como si fuera una droga para su maltrecho cuerpo y su atrofiada mente. Asi que, con la sensacion del beso aun en sus labios, comenzaron a buscar freneticamente una salida. El miedo de que esta desembocara en un callejon atestado de zombis era algo tan palpable que paralizaba. Pero otra opcion no tenian, si se quedaban no tendrian defensa para toda la masa de muertos que queria devorarlos.

Llevaba el bate que le habia arrebatado al padre, era mas duro que su caño de sombrilla, asi que no se doblaria como este. En su cintura aun se encontraba la pistola de bengalas, unica arma de distancia que poseian. Cada pequeño objeto se habia convertido en un trampolin para seguir viviendo.

La mano de Isabel oprimia la suya con fuerza, ambos sentian muchisimo miedo, pero era mas facil sobrellevarlo con el otro al lado. Toda puerta que atravezaban la volvian a cerrar detras suyo, en caso de que los zombis irrumpieran por la puerta principal, aun tendrian que atravezar esa para poder atraparlos.

Como un crepitar de una hoguera, o de un árbol siendo destruido por un rayo, oísteis crujir la madera de forma estruendosa, decenas de aquellos podridos seres habían conseguido derribar aquellas santas puertas de gruesa madera, y ahora se estaban enfrentando a un pequeño obstáculo de maderas apiñadas que había dejado Marcos, aunque eso no iba a servir mas que por unos instantes mas.

Lo mejor habría sido detenerse unos momentos y pensar la mejor manera de huir, pero ahora ya no había tiempo. Había que correr!

El sonido de la barricada destruida fue como una corriente electrica en el cuerpo de Marcos, el tiempo se habia agotado. No podian planear nada, solo elegir una salida y rogar que sea la correcta. La alternativa era demasiado terrible para pensar en ella, incluso morir no era tan horrible como vivir para toda la eternidad como un muerto viviente...Romo!

Recordo que habia visto una ventana alli donde habian dejado al pobre compañero. Pero eso no la hacia mas segura. El techo era la forma mas facil de evitar a los zombis, pero un error y terminarian heridos. Lo cual seria fatal. La parte de atras estaba llena de zombis, estaba casi seguro de ello, pues cuando pensaron que Romo habia huido se fijaron y solo habia zombis. La ventana era una alternativa seductora, pero no queria equivocarse.

-¿El techo, la parte de atras o una ventana del sotano?- le pregunto a Isabel a toda velocidad, por su parte preferia arriezgarse en el sotano, pero tendrian que matar a los tres o cuatro zombis encadenados que habia alli. Tambien verian a Romo... No habia tiempo para pensar en eso, era salir o morir.

El corazón me dió un vuelco al escuchar como las puertas de la iglesia se abrían para dar paso a esas criaturas hambrientas.

Ahora corría con más fuerzas, con todas las que tenía y apretaba mucho más fuerte la mano de mi amigo, de mi Marcos. Sentía la necesidad de protegerlo y por un instante al mirarlo, sentí que todo saldría bien como había ocurrido anteriormente.

Su pregunta me cunfundió. Lo miro con el ceño ligeramente fruncido y se mi boca salen unas palabras casi en susurro: -Confío en ti- confiaba en su conocimiento y en que era lo mejor para los dos. Si debíamos enfrentar la misma muerte, lo haría; a su lado lo haría todo, incluso perder mi vida o dar mi vida por él.