Partida Rol por web

Cuando las manos de Alyanna se posan en el arma, es cuando empieza el auténtico jaleo, pues desde la plataforma donde flotaba el arma  un corriente de aire envuelve a todos vosotros, como si se descomprimiese la iglesia, arrasando todas sus ventanas que caen con estrepito junto con el techo que deja ver algo que no debería ser de este mundo, un ojo demasiado grande para no ser más que una pequeña luna que observa la escena... El suelo tiembla y los aulladores parecen temer la presencia del ojo que observa desde fuera y se vuelven para huir, algo a lo que tendréis que hacer si quereis sobrevivir, hay suficientes grietas en las paredes de la iglesia para hacerlo...

- Corred - gritó mirando entre las grietas de la iglesia algun quiebro por el que huir. Evadne corrió hacia el lado opuesto por el que lo hacían los aulladores evitando siquiera mirar a aquel ojo omnipresente que les acechaba desde algun lugar o dimensión. ¿Que ser terrible sería su dueño? ¿Que tipo de encantamiento recaía sobre la guadaña?

Dejando de luchar y viendo como empezaban a notarse grietas en aquella iglesia. Guardé mi espadón, a la vez que escuché a Evadne, como pedía que corriéramos.

Sin mirar hacia atrás empecé a salir siguiéndola y sin querer mirar hacia atrás lo que se quedaba allí...

Arthur ayudó a Alyanna a tirar del arma. - ¡Vamos, moza! ¡Tira más fuerte! Voy a ayudarteeeee!

No pensaba irse sin el arma y sin Alyanna, no después de todo lo que había tardado en llegar, de todos los combates y sufrimientos. Era vencer o morir, era llevarse el arma y a la mujer o quedarse allí.

- ¡Tiraaaaaaa!

- ¡Vamos joder, Arthur! - gritó Alek acercándose a la puerta - No tenemos todo el día. - Lo bueno era que se habian librado de los aulladores.

NOtengo que mirar, simplemente actuar. ARthur me ayuda en mi momento de debilidad y tiro del arma con fuerza para llevarnosla y correr hacia la salida. Tenemos que irnos, tenemos que salir de aqui, tal vez no deberiamos haber venido.

No todo portal tiene que ser una bonita invitacion para hacer una visita. 

Os encontrais frente a la puerta principal, arriba de las escaleras se encuentran los barbaros dispuestos a defenderse del ataque de Arthur. Dos de ellos sacan unas ballestas de bastante mala calidad que cargan con habilidad, en tanto que los otros dos cargan contra Arthur.

Arthur rió con toda la fuerza de sus pulmones. A la vez que su cara se contorsionaba en una mueca de furia. 

¡MALDITOS! ¡VENID AQUÍ, VENID A MORIR! VOY A ARRANCAROS LA PUTA CABEZA, VOY A DESTRIPAROS.

El guerrero echaba espuma por la boca pero sus compañeros ya empezaban a enterarse de que era en su mayor parte un farol, sin embargo los enemigos solían subestimarlo. Los dos primeros cargaron como gilipollas contra él...

Cargaron a su muerte, Arhur lanzó su espadón hacia delante en un tajo horizontal, cortando a la altura de la pierna del primero, de la femoral, el fémur y toda la pierna en definitiva, para luego girarlo en el movimiento y subir por entre las piernas, partiendole los huevos, atravesando toda la tripa  y llegando hasta empalarlo en la caja torácica... Lo peor para el miserable era que casi toda la fuerza la había hecho el propio idiota con su inercia.

- UNO Y QUEDAN TRES. - dijo lanzando los restos sangrientos hacia un lado y mirando al otro.

Niego, pero no puedo cambiar a Arthur, es su manera de pelear y para bien o para mal es lo que necesitamos en este momento.

Me quedo atras esperando a lo que pueda venir por donde no nos esperemos o para curar a los demas

Evadne apuntó a los barbaros que se preparaban para descargar sus ballestas. No era un tiro facil pero no era el momento de titubear. De fondo las carcajadas de Arthur y el sonido de los huesos crujiendo de los bárbaros que caían bajo los estoques de su espada.

- Ignis rael´ik Fulmini - dijo Alek mientras se movía. De sus manos salió despedido un rayo hacia uno de los bárbaros que portaban ballestas.

De repente la puerta principal de la mansión se abre y se ve la delgada silueta de Kakuonsäde saliendo de ella, armada con su arco. Al parecer ha escuchado los gritos de Arthur, como de seguro habrán hecho más enemigos inesperados...

Solo son unos segundos pero la brutalidad de Arthur que destroza a su rival según se acerca y se encara al siguiente bárbaro armado con su espada que a pesar de la violencia que ha visto sigue teniendo ganas de enfrentarse a tal rival, pero su golpe falla por mucho. En tanto Evadne dispara su ballesta, pero sale desviada, no acertado por muchos centimetros a uno de los ballesteros, en cambio Alek si que le golpea con su hechizo aunque el tipo consigue que la llamarada solo queme una parte de su armadura y piel, por lo que puede disparar. Los dos ballesteros se centran en Alek al ser un hechicero, uno de ellos falla, el otro golpea el muslo haciendole un feo rasguño, poca cosa si comparamos la fea quemadura que le ha provocado su rival.

Arthur, cubierto de más sangre aún, giró la cabeza hacia el compañero del bárbaro al que había troceado.

El atacante lanzó su ataque y falló por medio metro, Arthur no tuvo ni que apartarse.

- Pero... ¿Es que nunca os cansáis? ¿ES QUE TANTAS GANAS DE MORIR TENÉIS? MUERE MUERE MUERE CABRÓN. - Gritó el guerrero lanzando otro ataque. Observó la cara de su oponente al atravesar con su espadón el corazón de este.

- Dile al demonio que te mando yo y que te haga tratamiento especial, escoria, y que me haga un hueco para cuando yo llegue... o que se largue con el rabo entre las piernas.

- El rabo... já. - sonríe maníacamente y mira a los de las ballestas. - ¡Vosotros sois los siguientes! ¡Pero a vosotros os cortaré las piernas y luego os curaré para paséis tullidos el resto de vuestra patética existencia!

Tras hacer una ligera mueca de dolor, Alek agarró con fuerza su lanza, si querían guerra la tendrían. Lanzó un nuevo hechizo contra el ballestero que le habia acertado con intención de que fuera definitivo y librarse de las saetas. Después, buscó cobertura. Pero el disparo se estrelló cerca del ballestero sin acercarse siquiera.