Partida Rol por web

- No seais imprudentes... paciencia, preparaos.

Mai, tras encordar su arco y permanecer oculta entre las sombras, alzó el arco, tensando la cuerda con la flecha suavemente sujeta y mantuvo la posicion de forma estable, como objetivo el bandido mas cercano a la hoguera, completamente iluminado. Era el mas lejano a todos. La municion estaba preparada, era la mejor para hundirse en la carne del enemigo y desgarrarla en cuanto intentasen sacarla. Eso aseguraba el riesgo de infeccion y de perdida de sangre. La flecha buscó al enemigo en su vuelo, en cuanto fue liberada. 

Shinta sigue resoluto a ir por el único que está despierto. Ya le sabe mal hacerle daño a personas; atacar a oponentes dormidos se le hace casi imposible. Camina en sigilo, casi saliendo de la protección de los arbustos.

Cuando Mai disparó su flecha y esta surcó el aire hacia el bandido frente a la hoguera, Jiro supo que no podía esperar a que Nobu atacase.

Ese bandido era el único que estaba despierto, y era necesario silenciarlo antes de que diese la alarma, por lo que le apuntó y disparó con la esperanza de que entre las dos flechas, el bandido cayese fulminado.

La tempestad se desata cuando Mai, haciendo caso omiso al consejo del sirviente, lanza dispara al hombre que está junto al fuego. La flecha silba cortando el aire hasta clavarse en el costado del hombre. Suelta un pequeño grito sorpresivo y de dolor para que, escaso un segundo después, quedase acallado por la flecha de Jiro desplomándose junto al fuego.

- ¡Nos atacan!

La voz truena por encima del viento, uno de los bandidos ha escuchado el quejido y ha dado la alarma.

Da la impresión de que los kamis están a vuestro favor, quizá podáis hacer un daño mayor antes de sufrir las replesalias.

(Nuevo turno)

Veis como una saeta cruza el lugar, clavándose en la frente del bandido que andaba apoyado en la roca. No le da tiempo ni a inmutarse, queda seco en el acto con la nuca reposando contra la fría piedra que se empieza a teñir de rojo. En consecuencia, el más lejano se mueve con rapidez dejándose caer de su improvisada hamaca para coger un arma y levantarse.

Nobu volvió la cabeza en dirección al lugar donde estaba el resto de aldeanos de Numatori, sorprendido por la rapidez con la que habían iniciado el ataque. ¿Es que se habían vuelto locos? Cuando oyó el grito de alerta vaciló un segundo, pero en cuanto el bandido que tenía frente a él comenzó a revolverse en el suelo, él lanzo una estocada con el yari, hundiendo la hoja en su abdomen. 

Jiro sacó otra flecha de la aljaba, la tenso en el arco y buscó un nuevo blanco. El bandido junto al fuego ya había caído, pero Jiro fue demasiado lento, no se esperaba el disparo de Mai, y el ahora cadáver pudo gritar y despertar a uno de sus compañeros, que dio la alarma.

Otro de los bandidos cayó muerto, y el resto estaban fuera de su campo de visión, así que Jiro apuntó al único bandido visible, al otro lado del claro, el que había dado la alarma y se estaba levantado de su hamaca para coger un arma.

La penumbra le protegía levemente, pero no supuso ningún problema para Jiro, que liberó la flecha y está encontró ágil el blanco, clavándose en el abdomen del bandido mientras se levantaba. Si caía al suelo, no volvería a levantarse.

En menos de diez latidos dos de los bandidos han muerto por las flechas, un tercero es abatido por la saeta de Jiro y un cuarto alanceado por el yari de Nobu, al cual le mana sangre por el torso pero aún se dispone a pelear. El quinto entre la confusion se pone en pie cogiendo el arma, titubeante.

Mai se desplaza para tener al que queda intacto a tiro, mientras que Shinta se aproxima bordeando la hoguera.

El abatido por Jiro se arrastra para cubrirse con el árbol, malherido.

Nobu dio un par de pasos hacia atrás, buscando abrir algo de espacio entre el bandido y él para aprovecharse de la longitud de su yari. Sin embargo, cuando se dispuso a atacar otra vez, erró el blanco y el bandido se escabulló de la punta de la lanza. 

Mai estaba nerviosa, por su culpa, habian gritado, pero las cosas iban bien, no habia casi nadie herido, a excepcion de los bandidos. Volvio a alzar el arco cuando tuvo la flecha preparada, apuntando a un objetivo algo mas lejano, pero todavia podia verle, cerca del fuego. Respiró hondo, tomandose su tiempo para afinar la punteria. Queria darle en la pierna, para impedirle el avance y la huida. Debia derribarlo si o si.  Pero no tuvo tanta suerte. El disparo pasó de largo por el costado del bandido, dejandolo ileso.

Jiro se deslizó rápidamente desde la gran roca que había tomado como cobertura hasta el siguiente gran árbol que tenía delante para así mejorar su campo de visión y tener controlados a los dos bandidos que quedaban en pie.

El que había recibido su flechazo hacía un momento se estaba arrastrando lentamente hacia el bosque, sin levantarse como había supuesto. Estaba malherido y no llegaría muy lejos. Le podían alcanzar más tarde, si es que no se había desangrado para entonces. La urgencia ahora consistía en acabar con las amenazas.

Tras la hoguera había uno de los bandidos, ya en pie y armado, pero el fuego que se interponía entre él y Jiro le cegaba e impedía un tiro limpio. Además tanto Mai como Shinta parecían dispuestos a encargarse de él.

A Jiro le preocupó más ver como el otro bandido, herido previamente por Nobu, conseguía esquivar la nueva alanceada de este, quedándose en disposición de herir a su ahora desequilibrado compañero. Dispuesto a impedir que nadie del grupo saliese herido, Jiro consideró que lo mejor que podía hacer era intentar liquidar al bandido antes de que tuviera oportunidad de intentar nada.

Jiro apuntó, siguió los movimientos del bandido y disparó, pero la flecha rozó unas ramas y se desvió de su blanco, errando por casi un metro.

Los kamis dan un respiro a los bandidos que inician el contra ataque. El que estaba expuesto a la luz de la hoguera esprinta para dar apoyo al único compañero que queda en pie, recibiendo la flecha del sirviente en el costado por el camino. El otro, tras salvarse de la acometida de Nobu, da un grito de rabia y descarga toda su fuerza en un golpe, impactando sobre el campesino y aparentemente hiriéndolo.
 

Shinta escucha los sonidos de la lucha y aunque se desplazaba hacia los que estaban más cercanos al fuego, los arqueros acabaron con sus objetivos. Decidió moverse más a la derecha, a por el otro bandido, el más lejano de todos.

El bandido, malherido, cubriéndose con el árbol se levanta reptando apoyando la espalda contra el tronco. Sujeta su aiguchi casi sin fuerzas, consciente de que la vida se le escapa.

Nobu observó como de repente le rodeaban y, por el rabillo del ojo, a Shinta correr a rematar al bandido herido. ¿Es que era idiota? No pensaba morir por su estupidez, y la de Mai... Entonces, el parangu del bandido acarició su armadura, trazando un tajo perfecto justo por debajo de las costillas. Por suerte para él, no solo no le había herido, sino que su enemigo se había expuesto al atacar con semejante ferocidad. Nobu no dejó escapar la oportunidad, y le clavó la lanza una vez más en el abdomen, provocando que escupiera un gargajo sanguinolento para, finalmente, caer de espaldas al suelo. 

Mai podia ver como Nobu estaba en apuros por su culpa, por lo que trotó un par de pasos, exponiendose antes de coger otra flecha, respirando hondo. El arco estaba tenso, asi como todo su cuerpo. Al alzarlo para apuntar, le temblaba la mano. Sabia que si se equivocaba podria darle al campesino. ¿Pero, realmente importaba? Solo el habia vuelto del combate de su esposo. El tenia la culpa. El seguia con vida, y su querido no. No importaba si moria ahora... Exceptuando que, quizas... No podria saber nunca la verdad.
Rezó a Kami-sama por que Nobu se apartara a un lado, para poder disparar.
- ¡Nobu! ¡Apartatee!- Mai mantuvo el arco arriba, a la espera de tener a tiro al bandido sin arriesgarse a ensartarlo

Shinta sigue decidido a ir contra el bandido herido, por lo que se sigue desplazando, pensando que ya sus compañeros solucionaron todo de su lado del campamento. Intenta no pensar en la matanza, y va a por el suyo.

Cuando cae el tercer bandido por el yari de Nobu la pelea ya está sentenciada. En un arrebato de ira y frustración, el que queda en pie lanza un ataque descuidado al campesino. Traicionado por la oscuridad el tajo se queda corto, quedando expuesto a posibles replesalias.

Tanto Jiro como el Sirviente se acercan hacia Nobu, más preocupados por el impacto que ha sufrido que por flanquear al bandido.

Apoyado en el árbol, el malherido clava su cuchillo en la madera para mantenerse en pie. Con la mano libre se arranca la flecha del torso. Le recorren sudores fríos y jadea en mutis por el dolor.

Nobu esquivó el último golpe con facilidad, y mantuvo la distancia con su contrincante por unos segundos, no porque necesitara ganar algo de tiempo, sino porque quería dárselo a su enemigo. Era su regalo, una última cortesía antes de acabar con él. Él, que junto al resto de canallas de su banda habían intentado desangrar a una aldea moribunda, y ahora pagaban por ello. Por su parte, Nobu saboreaba cada instante, especialmente el final, cuando reanudó su ataque. Cargó con todo contra él y le atravesó las tripas. No contento con eso, no detuvo su embestida hasta que el bandido acabó muerto en el suelo. 

Mai, una vez todo se habia calmado y Nobu demostró ser un gran luchador, al menos, en cierta medida, volvio a guardar la flecha en el carcaj y se acercó a los bandidos para recuperar las que habia gastado y no se habian estropeado del todo, sin mirar a nadie. Sabia que no iba a ser una fiesta por su decision, pero al menos, tendria la excusa de que todo habia acabado bien. Bien para ellos, claro. Mai nisiquiera miró a Nobu, ni a Shinta. No iba a disculparse por ponerles en peligro. En especial, al primero, no podia evitar odiarlo.