Partida Rol por web

Xena y Hércules ven algo que los demás no notan. Sobre el suelo hay un hilo realmente delgado pero que gracias a la suerte han logrado divisar. Es el segundo el que nota que este hilo recorre toda la habitación en forma horizontal, dividiéndolas en dos partes. Una es la que ellos ocupan y otra donde se encuentra el sombrío trono.

Una trampa, evidentemente al pasar por ese hilo accionarían algún mecanismo. El hechicero del casco no es ningún tonto, sabe que mientras estén vivos no serán sus siervos ni estarán en su control, y está encargándose de evitar que eso siga así.

-Bueno, aquí estoy... os dejaré hacer el primer ataque.

Calisto no parece notar nada raro en el enorme cuarto. El necromante parece estar aburrido de la situación así que se dirige a los guerreros diciendo:

-Bueno, aquí estoy... os dejaré hacer el primer ataque.

Gabrielle ve algo que Calisto no nota. Sobre el suelo hay un hilo realmente delgado pero que gracias a la suerte ha logrado divisar. Ve que este hilo recorre toda la habitación en forma horizontal, dividiéndolas en dos partes. Una es la que ellos ocupan y otra donde se encuentra el sombrío trono.

Una trampa, evidentemente al pasar por ese hilo accionarían algún mecanismo. El hechicero del casco no es ningún tonto, sabe que mientras estén vivos no serán sus siervos ni estarán en su control, y está encargándose de evitar que eso siga así.

Gabrielle se adelante lo justo para ponerse al lado de un cable.

Tened cuidado, hay trampas. No sé si esta es la única, pero está claro que no va a jugar limpio. Dice señalando un hilo que recorre toda la habitación en forma horizontal, dividiéndolas en dos partes. Una es la que ellos ocupan y otra donde se encuentra el sombrío trono.

Xena no0ta la trampa desde el principio y trata de ver por las paredes algun lugar de donde puedan salir flechas, caer rocas o algo, busca la trampa que esa cuerda detona

La trampa se hizo evidente, pero fue de pura suerte, pues la adrenalina del momento hubiese impedido un juicio justo y reparar en ello, a veces me lamentaba de ser tan impulsivo.
-“Que comiencen los que pueden atacar a distancia”- dije haciendo referencia a Ares, Calisto y Xena con su Chakram, mientras yo buscaba algo que poder arrojar…

No me había dado cuenta de la trampa, menos mal que los demás me hicieron verla. Teniéndola presente, me dispuse con cuidado a no perder más tiempo. Concentrándome, de nuevo la oleada de calor tan conocida me inundó, y sentí cómo el fuego estaba listo para fluir de mí hacia ese ser repugnante..

Calisto extendió sus manos y dos chorreantes llamaradas luminosas cruzaron el cuarto y prendieron fuego parte de la vestimenta del Necromante. El maldito, tiró su túnica oscura y reveló una armadura debajo, pero ella igual estaba perforada en varios sectores por el fuego.

-Vereís lo que hago... yo.

El mago oscuro entonó una oración extraña y unas puertas se abrieron conectando mágicamente zonas de estas cavernas. De ellas salieron cinco Érgidos dispuestos a defender a su jefe. Ares intentó tamibién atacar con fuego y pudo lanzar unas llamas pequeñas que atacaron al primero de los cinco guerreros. Este se prendió fuego tan rápido que empezó a girar sobre el suelo, intentando apagarse.

Pero quedaban los otros cuatro que se aproximaron listos a combatir.

Apenas vi la armadura del Nigromante me percate de que esto seria mas complicado, sin embargo el muy cobarde convoco mas Ergidos, se ve que no podía combatir el solo como un verdadero guerrero.
Me quede quieto, esperando a un Ergido, con suerte su ataque era tan precipitado que terminaba siendo uno de ellos quien activase la trampa, mientras me prepare para dar un fuerte puñetazo a la cara…

-¡Cobarde!-murmuré con rabia cuando ví cómo los érgidos surgían ante nosotros para defenderle.

No pensaba amedrentarme, y con mi espada me abalancé hacia uno de ellos. Ya rozábamos la victoria, el Necromante estaba ahí, y ningún érgido me iba a arrebatar el placer de hundir mi espada en su carne, si es que la tenía..

Xena corre hacia donde estal los ergidos, salta sobre uno de ellos para quedar tras el y grita -Todos atras-

despues da una patada al erguido haciendo que se tropiece con la cuerda

Uno de los cuatro combatientes contra los que peleaban tuvo la desgracia de pisar la cuerda. Dos planchas de piedra, que parecían antes ser parte de la caverna, se soltaron y lo terminaron aplastando como a una pasa. 

El Necromante maldijo cuando eso pasó. De los cinco Érgidos ahora solo podían pelear tres. De ellos uno fue golpeado en la cara por Hércules y luego rozado por la espada de Calisto. La hoja se le clavó en el costado y un menjunje de sangre y tripas cayó al suelo.

Sin embargo ese pérfido guerrero aun seguía en pie. Entonces Gabrielle vino y lo terminó de destruir al aplastarle la cabeza con su bastón.

Quedaban ahora dos enemigos y el Necromante cada vez estaba más iracundo.

De los dos Érgidos restantes, uno de ellos falló el contraataque ya que rodó sobre el cuerpo de su compañero caído. El otro decidió que el Dios de la guerra era un buen objetivo y se dispuso a atacarlo. Sin embargo Ares sonrió, su armadura absorvió el golpe de la Espada.

-Ahora niño, vas a saber lo que es el poder...

Dijo, y se preparó para dar su tiro de gracia. Fue entonces que el Necromante volvió a aullar y llamó a otra tanda de guerreros.

-Bien, chicos lo bueno de ésto es que sabemos que no puede combatir y su número de guerreros no es infinitos.

Dos guerreros entraron a la sala. Uno llevaba unas cadenas y el otro tenía un escudo y un hacha. Con el quedaba en pie eran tres.