Partida Rol por web

Las cosas se pusieron interesantes: Xena lanzó su Chackram que giró en el aire y rebanó una parte del costado de uno de los enemigos, luego volvió hacia ella y pasó nuevamente por el mismo lado haciendo que el hombre gritara de dolor. Gabrielle, con su bastón comenzó a pelear contra el otro enemigo. Su bastonazo le dió en el pecho y provocó un buen golpe que lo tumbó para atrás.

Las flechas de Frago y Eton se clavaron en el guerrero número uno, contra el cual batallaba la princesa. En su espalda y en su pecho las mismas se clavaron pero el maldito siguió avanzando. Merle y Creta dispararon contra el que batallaba Gabrielle, provocando flechazos en la espalda y bastantes heridas.

El último Érgido, el número tres, trató de atacar a la rubia pero falló y la espada pasó cerca de la chica pero sin hacerle un rasguño.

Los dos primeros enemigos ahora intentaron contraatacar...

Comenzaron a avanzar, la selva se fue moviendo a medida que se fueron alejando de ella. El aire estaba calmo aunque, al fondo del cielo parecían acercarse unas nubes de tormenta. 

Ambos jóvenes estaban pacíficamente conversando cuando un resplandor se vió en cierto sector, entre la maleza. Era de una tonalidad roja y algo muy extraño. 

Una luz inusual...

-Hércules, ¿has visto eso? Por todos los dioses.. ¿¡qué..!?

No pude terminar la pregunta. El resplandor rojo me sorprendió, me dejó sin habla. Instintivamente busqué mi espada con la mano, sin dejar de mirarlo. Estaba lejos, pero sea lo que fuere, no me tranquilizaba.

Las veces que había visto esas luces, era cuando aparecía un dios, y cuando eso pasaba, prácticamente nada bueno podíamos esperar.
Así que me puse en guardia y avance hacia la luz, alerta ante cualquier cosa que pudiera pasar…

Gabrielle batalló contra el Érgido que peleaba por ese lado y su golpe lo tiró al suelo. El que combatía contra Xena tuvo más suerte y la golpeó con mucha fuerza, haciéndola volar por los aires.

Los guerreros que combatían contra la joven rubia terminaron de liquidar al Érgido. Los que combatían junto a Xena lo dañaron bastante pero el mal parido se volvió a levantar. El otro, el que aun estaba sano avanzó hacia Gabrielle, viendo a su compañero caído.

Las llamaradas salieron disparadas un momento, con lo cual Hércules pensó que estaban frente a otro enemigo. Pero otro personaje salió de la espesura, con su sonrisa de superior y su aire ostentoso.

-Creo que me necesitáis -dijo Ares mientras formaba una bola de fuego entre sus manos solo por diversión.

-Digo... vais al Monte Araris solos... ¿estáis chiflados? Sin mi ayuda estáis muertos.

El dios de la Guerra era orgulloso y amaba las batallas, pero eso no quitaba que quizás estuviera diciendo la verdad.

-¿Qué dices nena? -le preguntó a Calisto ignorando a Hércules por completo.

-“Sabia que eras tu, esa luz roja es inconfundible-dije mirando al suelo hacia un costado, hablando mas que nada para mi mismo que hacia mi medio hermano- es tu decisión Calisto…”-

xena estaba adolorida, pero debia acabar con aquel sujeto, se levanta tragandose el dolor, pero no el coraje, lanza otra vez su chakram, no planeaba ser sorprendida de nuevo, practicamente la batalla era nuestra

Su aparición repentina me dejó asombrada. Su ayuda antaño había sido valiosísima, pero era un dios tan voluble que desaparecía en cuanto notaba aburrimiento. Esperemos que esta vez estuviese de nuestra parte..

-¡Ares! Me alegra ver de nuevo tu cara de fanfarrón.. ¿Vas a echarnos una mano, o qué?

No nos vendría mal su ayuda, cuanto más porque él sí parece saber a dónde vamos. Quién sabe lo que nos encontraremos allí.

La batalla siguió con mucha fuerza. Xena esta vez no tuvo problemas en que su chakram surcara los aires hasta dar con el oponente anterior y lastimarle de tal forma que quedó imposibilitado de levantarse. Solo quedaba un Érgido ahora, al cual Gabrielle había hecho algo de daño pero de forma muy leve. No cabía duda que en el siguiente round el mismo caería y así las chicas tendrían el camino libre para ir al Monte Araris.

-Ay, Calisto, Calisto... como si tuvieras que preguntarlo.

Dice Ares pasando al lado de Hércules y dirigiéndose hacia donde la muchacha está sentada sobre su montura.

-Caballos... tan... humano.

El Dios sonríe a Hércules como diciendo "ah sí, cierto que también estás aquí". Luego, poniendo los brazos en jarras y mirando al cielo, dice:

-Ehm... así que, como primer paso de favor divino que tal si nos trasladamos al Monte usando mi teletransportación. Digo... a menos que queráis seguir caminando por dos días.

Mire de reojo a Ares y fruncí el seño, tomando los caballos y apartándolos a un costado para atarlos a un árbol, luego volví con Calisto y en voz alta dije:
-“Pues manos a la obra, no?”-

todo habia salido a pedir de boca, la batalla practocamente estaba ganada, ahora faltaba controlar el fuego, xena cabalga alrededor del fuego lanzando arena para intentar apagarlo, mientras grita a los demas que acaben con todos y despues le ayuden

Gabrielle se dispuso a acabar con el Erguido que quedaba.

Los guerreros, en compañía de Gabrielle, terminaron de dar final a la batalla contra el Érgido que quedaba en pie. Su cabeza se partió a la mitad cuando, luego de todas las flechas, el golpe con bastón de la joven de cabellos dorados, lo acabó de vencer. Ahora esta batalla estaba ganada, pero aun quedaba el Monte, adonde Hércules había partido junto a Calisto para recuperar el casco. Era el final de este combate, pero debían dar descanso a estas tres almas, purificándolas con fuego.

-Luego de ayudados a apagar el incendio debemos volver con nuestras gentes y decirles que la aldea está a salvo. Os agradezco, poderosas guerreras,- dijo Merle -sin vosotras nunca hubiéramos podido vencer.