Partida Rol por web

Estáis junto al autobús cuando os dais cuenta de que Minerva os sigue detrás vuestro, en silencio se acerca hasta vosotros y con cuidado conseguís forzar la puerta del autobús. Rápidamente James se sienta en el asiento del conductor y tras unos tensos segundos el motor arranca con un sonido sordo. 

El autobús se dirige lo mas rápido que puede hacia la zona donde esperaban el resto, la gente empieza a entrar al autobús incentivada por el coro de gemidos y gruñidos que se dirigen a la localización del autobús. 

Una vez subido el ultimo Jodie cierra la puerta de vehículo y da señal a James de que salga echando leches de aquí...

El autobús empieza a enfilar hacia la puerta de salida pero vehículos bloquean los caminos dejando las opciones de empujar los coches con la fuerza del autobús o de ir despacio y maniobrando entre los coches

Por un segundo, James por un momento calcula mentalmente el peso del autobús y mira el cuentakilómetros. Casi 50 por hora... Un flash de un recuerdo vago llega a su mente, cuando con sólo 16 robaron un pequeño Ford Fiesta para hacer derrapes y casi se matan contra un muro al calcular mal la maniobrabilidad del coche... No, un autobús no es un vehículo que se maneje fácil. Un volantazo puede hacerlo volcar en cuestión de segundos, un choque mal calculado y el radiador quedaría inutilizado, y con ello el autobús. Por otra parte, están esos seres que se arrastran. Pero a esta velocidad se aplastan contra el parachoques y los laterales del vehículo sin opciones a representar una amenaza, bendita aerodinámica. James bendice los diseños aerodinámicos que no dejan opción a agarrarse a ningún lado.

Con cuidado James arranca el vehículo y empieza a maniobrar entre el laberinto de coches... Un giro... otro giro... De repente notais un golpe seco en uno de los laterales, seguido por otro en el otro lado del autobús. En pocos segundos tenéis a vuestro alrededor a todos los zombies del aparcamiento, que golpean en los cristales en su ansia por carne fresca.

Podéis escuchar como las ruedas aplastan los frágiles cuerpos de las criaturas que caen al suelo y acaban bajo el bus. 

Tras 5 minutos dando giros, James consigue llegar a la entrada del parking y por fin se extiende ante vosotros la salida...

¿Pero que situación os espera hay fuera?...

Tenía la boca seca, los músculos agarrotados, y  los nudillos blancos de lo fuerte que aferraba aquel tubo de hierro en mis manos. Era lo único que creía que me iba a mantener con vida. Recordé un capítulo de Los Simpsons en el que Lisa le enseña una piedra a su padre y le dice que ahuyenta a los tigres. Mi tubo ahuyentaba a aquellas criaturas, o, al menos, eso me encantaba pensar.

Sin embargo, lo oí justo en ese momento. Un estruendo, como un trueno sin descanso que anunciaba algo más allá de lo que mi mente humana podía soportar. Aquello era el maldito Apocalipsis. Mi madre tenía razón: debía de haber ido a Misa más frecuentemente y, al menos, tendría algo de salvación.

—¡Joder!— grité con el corazón martilleándome en el pecho.

Aquellas cosas volvían, golpeaban los cristales y yo esperaba que quien condujera tuviera idea de lo que hacía porque estábamos en sus manos.

—¡Date prisa, coño!— me limité a decir sin piedad—. ¡Están aquí mismo, maldita sea!

Dave ayudó a la mayor parte de la gente a entrar en el bus, pistola en mano por si a alguno de aquellos monstruos se le ocurría acercarse demasiado al grupo.

Una vez dentro, se agarró fuerte al asiento de la primera fila del autobús, cerca de la puerta para servir de observador y avisar al conductor de posibles peligros. Una vez atravesaron la masa de infectados (no sabía como definirlos todavía, no había visto nunca nada parecido) respiró aliviado, viendo que enfilaban por fin la salida del aparcamiento.

Fue en ese momento cuando se dio cuenta del feo moratón que James tenía en un lado de la cabeza, justo encima de la ceja. Debía haberse golpeado cuando aquél zombie le saltó encima.

"Cuando tengamos un momento y alguien pueda relevarte al volante, te echaré un vistazo a ese golpe, si me dejas" dijo mientras miraba amargamente a la ambulancia que quedaba abandonada en el parking. Conseguir suministros médicos hubiese sido un buen plan, visto como pintaba aquel asunto...

Esos nos terminaran rompiendo el cristal! ya podria ser de prisiones...que estan reforzados.

Sam no podia evitar asustarse cada vez que uno de esos monstruos golpeaba mas fuerte del normal.

Yo si quereis te sustituyo al volante aun vendra una patrulla de infectados a preguntar porque conduce un rapero negro.

-....en la madre!!,,, >n<- ...corro al autobus y me pongo a salvo... ,,una vez en el auttobus yo me siento en las escalerillas de la entrada y poso mis pies sobre las portesuelas y la atranco con el tubo para que si los zombis quisieran golperla no les fuera tan facil abrirlo... ,,,cargo el arma en la mano por si acaso...

...y voy con james... -,,,hola hombre rudo, soy tati y tu??... ,,,para donde vamos ahora???...-

-Hola Tati, me llamo James. No se donde vamos, pero lejos de cualquier lugar habitado. Supongo que cuanta menos gente haya alrededor, más tiempo tendremos para pensar. Luego ya cada uno, que vea si se quiere buscar la vida por su cuenta o si cree mejor que es oportuno permanecer unidos. -James se toca el vendaje que le ha hecho Dave en la cabeza- Gracias, Dave. Lo peor es el dolor de cabeza. Mira a ver si en la guantera hay un botiquín con aspirinas. -Una vez que la carretera está limpia, le deja a Sam conducir.

-...yo traigo conmigo algunos analgesicos james... ,,,permiteme...- ...voy a mi mochila...

...toma un par de estas, seguro que te sentiras mejor.. n_n

Miro las medicinas con extrañeza. -Traes contigo armas, sabes disparar, y llevas medicamentos, oye Niña Especial. ¿De pura casualidad traerás algo de comer? No para Mi, para mi hija. Te lo agradecería encarecidamente...-

Observo horrorizada cómo el pandillero roba el autobús  y lo trae hasta la entrada de la terminal para que todos entremos. No me siento nada segura, no me fío de estas personas, pero más horrorizada aún con la perspectiva de quedarme sola en este lugar destruido, monto junto a los demás sin dudarlo. Me siento en uno de los asientos que dan al pasillo central. Me tiemblan las rodillas. El motor repiquetea y avanzamos. Manos engarfiadas y sangrientas golpean los gruesos cristales, y yo me angustio. Mi mirada al borde del llanto contrasta con la contracción de insatisfacción de mi boca y nariz.

-P-pero... están locos, son canívales, locos, asesinos... -digo refieriéndome a los locos del aparcamiento. -¿Qué le pasa a la gente?

Al poco, cuando James dice lo de ir a un lugar tranquilo, no puedo evitar reaccionar: -A no, no, no, hay que ir a la ciudad con la gente, la policía. Yo... yo... -De repente me doy cuenta de que olvidé mi bolso en el avión... el avión hecho pedazos, y con él, mi teléfono móvil. -Hay que llamar a la policía , alguien tiene que venir; el ejército, la guardia nacional. ¿Cómo es posible que las cosas estén así? Ha debido ser un atentado de Al-Quaeda, seguro, y han echado gas nervioso que ha vuelto loco a todo el mundo. Por eso la cuarentena, claro. ¡Un antentado con gas nervioso!

Minerva nos habia seguido sin hacer ruido al autobus. Por suerte James consiguio arrancarlo y fuimos a recoger a los demas con la amenizante melodia de jadeos y suspiros de esas cosas.

Lo malo es que el parking estaba abarrotado , pero por suerte James demostro que era bastante habil esquivando coches , si hubieramos chocado y el autobus se hubiera roto estariamos bien jodidos.

Cuando hemos salidos Samantha se pone al volante y David venda la cabeza golpeada de James. Me acerco a el y le doy un apreton en el hombro.

-Has estado genial. le digo sonriendo.

Entonces Tati dice que tiene pastillas y Minerva hace el comentario que varios pensamos.

Es cierto pequeña caja de sorpresas. Armas pastillas que no llevas ahi dentro pareces el inspector Gadchet. 

Miro a James

Creo que tienes razon lo mejor es evitar las zonas con mucha gente no sabemos cuantos de estos hay.

Y despues...no se creo que lo mejor seria seguir juntos y en movimiento. No somos un grupo demasiado grande y en situaciones dificiles es mejor estar juntos.

Miro a Minerva y saco de mi mochila una botella pequeña de agua del avion y se la doy.

-Toma puede que tu hija tenga sed.

Desde el asiento del conductor, sam tomaba rumbo a ningun sitio concreto, miro el nivel del deposito para saber hasta donde podrian llegar.

recordar el helicoptero, el ejercito ya esta aqui, zona de cuarentena, no se que quiere decir, pero esta claro dos cosas, no salir de los angeles hasta dentro de 72 horas.

Voto por conseguir agua urgentemente, algo de comida aunque podemos pasar sin ella, y un refugio seguro hasta que pasen las 72 horas.

-Gracias Tati -James acepta las pastillas que le tiende y se las traga sin dudar- Joder... ¿Alguien tiene un pitillo? Creo que voy a acabar por comerme las uñas.

no salir de los angeles hasta dentro de 72 horas

-¿Estas de coña? ¿Pero estás mirando a tu alrededor? ¿En serio quieres meterte ahí? -James señala la ciudad en llamas- Esto se les ha ido de las manos al ejército. Meternos allí es firmar nuestra sentencia de muerte. Más aún... Si en serio hay cuarentena, debe haber un perímetro de seguridad. Vale, vamos al perímetro de seguridad. Allí estará el ejército, la guardia nacional, o vaya usted a saber... Aunque yo creo que no habrá nada. Si no hay nada, tiramos para adelante, cuanto más lejos, mejor. Tal vez Nueva York o Atlanta estén a salvo de esto. Si hay militares, pues hacemos lo que nos digan... ¿Qué me dices? ¿No te parece mejor idea que volver allí?

La zona de los angeles es muy grande, no solo la ciudad, y si han puesto algo en la carretera como no se algo que explote?

Chicos si veis una gasolinera tendremos que parar, aunque sea para agua y cuches para comer mañana.

Sam continuaba al frente del autocar pasando entre los coches abandonados.

Poco a poco salís del aeropuerto y dejáis atrás a las hambrientas criaturas, el deposito tiene gasolina para cerca de 11 horas, dieciocho personas asustadas y desconociendo que les deparaba el futuro salieron a una ciudad en la que se había desatado un infierno, montones de coches ocupaban la carretera en dirección hacia el aeropuerto en un intento de huir de la ciudad, veis criaturas atrapadas en los asientos de sus vehículos... hombres, mujeres, niños o ancianos, la enfermedad no hacia distinción.

Mientras que las criaturas se devanaban en soltarse de su prisión un solitario autobús cruzaba la autopista en silencio, mientras que sus ocupantes observaban su nuevo futuro en el que la muerte es una realidad demasiado presente...

FIN DEL CAPITULO 2