Partida Rol por web

Lo primero que sintió la Sra Palmer al despertar fue cómo las nauseas le subían por la garganta, y su primera "palabra" fue una estruendosa arcada. Arrugó la nariz, y si no vomitó fue porque no tenía nada que vomitar. Té. Olía a té. Odiaba el té. Siempre lo había odiado, su padre lo bebía cada mañana para combatir la resaca.

Aún se estaba recuperando, cuando un hombre empezó a hablar delante suyo. Le enfocó con esfuerzo, y vio que era quién estaba bebiendo ese potingue asqueroso. Casi sin dejarle hablar, se levantó mareada, le quitó la taza de las manos, y la tiró bien lejos.

-Mucho mejor -dijo, o intentó decir. Lo único que salió de su boca fue algo como "grrrugrrooo grrrieeeegrrroor". Sorprendida, se aclaró la garganta. La tenía horriblemente seca, como si no hubiera bebido en dos días. Intentó recordar qué bebió la noche anterior, pero los recuerdos estaban muy difusos...

Carraspeó, lanzó una furibunda mirada al pervertido que la había observado mientras dormía, y le espetó algo como:

-¿Grieeeen goño egreeees?

Volvió a aclararse la garganta mientras su enfado iba en aumento. A su alrededor, había más gente en situaciones parecidas. Un detalle no se le escapó: no estaba en casa, y muchas de esas personas iban increíblemente sucias.

El hombre no cambió de postura. Con la pierna derecha en posición horizontal apoyada sobre la izquierda mantenía el plato del té agarrado a pesar que la taza había volado a varios metros de distancia y se había roto contra la pared derramando todo el líquido.

- Pues verá, señora, soy el doctor Barrister, reputado crítico de cine, literatura, teatro, restaurantes, pintura, ópera, hard rock y otras disciplinas que no tengo tiempo de enumerar.

El hombre hizo el gesto como si aún tuviera la taza sobre el playo y se llevó la imaginaria taza de té a la boca. Para la sorpresa de la señora Palmer pareció no darse cuenta de que no tenía la taza en la mano, así que hizo de nuevo el gesto de apoyarla sobre el plato.

- ¿Y usted, como se llama? -preguntó con educación.

- ¡EEEEEEEHHHH! -gritó un niño enrabietado cerca del centro de la nave industrial -¿ALGUIEN HA VISTO A BOB ESPONJA?

El niño mantenía el rostro rojo de ira visiblemente cabreado. Miraba en todas direcciones buscando a alguien que pudiera responderle.

Lo ultimo que recordaba era una boca enorme y babeante, acercandose peligrosamente a su hombro. Habia intentado quitarsela de encima, pero le superaba en peso y rabia acumulada. Los dientes se clavaron profundamente en su carne (no habia mucha pero de todos modos dolió como el demonio) y arrancaron un parte de ella. Su suegra masticó y tragó. Conociendola, no se quedaria solo con eso, no señor, habia roto tantas dietas como pelos tenia bajo el brazo. El pobre Grant pasaria a ser un tentenpie.

Por suerte el sudor del amorfo cuerpo de ella, le permitió resbalar de su agarre y correr como alma que lleva el diablo. O pobre diablo que escapa de su suegra. Despues de eso todo se volvió confuso... Hasta que una tremenda luz inunda sus ojos directamente hasta su cerebro. Era como volver de una borrachera y recibir la luz del sol en todo su explendor. Y eso que jamas se habia emborrachado.

-¿Pero que...?- balbuceó. Tenia la boca pastoza y algo atravezado en los dientes. Lo saco y comprobo que era una uña...-. ¿Otra vez fuimos a ese restaurant?...

Pero al mirar a su alrededor no vio mas que extraños, gente golpeada y carente de dedos. Parecia el cumpleaños de su tio.

-¿Que ha pasad...?- sus ojos cayeron en la chica con varias capas de pintura y la otra arrinconada contra la pared, la cual se levanto con una fuerza tal que casi atravieza el techo-. ¿Es una camara oculta?

Una mujer que rondaría la treintena parecía estar buscando algo a lo que subirse. Encontró una silla y la colocó en el centro de la nave, pero al intentar subir ésta se rompió haciéndola caer al suelo. Maldiciendo por lo bajo buscó algún otro objeto, pero no encontró nada. Finalmente se quedó mirando a un hombre con aspecto de tener pocas luces y le dijo algo en voz baja.

- ¡Jooooder! He tenido trabajos de mierda, pero en ninguno me habían pedido esto -dijo sin borrar la sonrisa de su cara.

Acto seguido se puso a cuatro patas, la mujer apoyó sin miramientos el pie en su espalda y se subió sobre él para situarse un nivel por encima de todos los demás.

- ¡Hola! Escuchadme, por favor... por favor... ¡POR FAVOR!

El silencio se hizo en toda la nave ante el grito de la mujer.

- Bien. Acercaros, por favor.

Todos se fueron acercando hacia la mujer. El hombre bajo sus pies se reía por lo bajo cada tanto y soltaba algún taco sin dejar de sonreír.

- Soy la doctora Güeiss. Soy médico. No sabemos qué ha pasado. Estamos aquí encerrados y no tenemos mucha idea de qué es lo que ocurre pero hemos descubierto sutiles cambios en nuestra fisiología. Por ejemplo, a mi me faltan tres dedos de la mano. Antes de nada deberíais hacer inventario y comprobar que tenéis todos los miembros en su sitio. Orejas, dedos, brazos, nariz, etc.

Dio un momento a la gente para que hiciera las comprobaciones.

- Algunos dicen recordar una especie de enfermedad que volvía a la gente irracional e le otorgaba instintos caníbales. Todos ellos dicen haber sido atacados por ellos y declaran que eso fue lo último que recuerdan -continuó -No sé por qué razón estamos aquí encerrados, y por qué no somos como ellos. El caso es que la puerta de la nave está cerrada y no sabemos cómo abrirla. Debemos buscar una forma de salir de aquí y hacerlo con cuidado. No sabemos lo que nos podemos encontrar ahí afuera ¿Alguien tiene alguna idea?

La doctora escrutó a los presentes en busca de alguien que tomase la palabra. A sus pies, el hombre daba muestras de tener problemas físicos para mantener su postura, pero no dijo nada ni protesto. De hecho, volvía a reírse cada tanto.

Grant levanto la mano, siempre lo hacia, incluso frente a su familia. No entendia nada de lo que habia dicho, pero tenia un enorme pedazo de carne faltante en su hombro. Curiosamente, la marca de los dientes, le recordaba a una igual que vio entre los despojos de un pavo justo en el plato de su queridisima suegra.

-Me falta un pedazo de hombro y lo ultimo que recuerdo es...- se rasco la cabeza... estaba por decir algo sumamente importante. Miro su hombro, donde parte de la ropa no estaba y grito sorprendido-. ¡Mierda! ¡Me falta un pedazo de hombro!

¿Cuando habia pasado eso?.... recordaba a su suegra, la cara como una fruta por demas de madura, babeando y con ojos inyectados en sangre. Eso era sospechoso...

-Recuerdo que mi suegra me ataco... no como siempre, sino mordiendome... ¿Por que estamos todos aqui?- miro a su alrededor confundido. ¿Quieenes eran todos estos?-. ¿Es una camara oculta?

La Sra Palmer observó con asombrada fascinación al hombre que tenía delante, bebiendo de una taza imaginaria, y al resto de personas que había allí. En su cabeza, la idea de que su familia la había encerrado en un manicomio se colocó de pronto en primer lugar de su lista de hipótesis sobre dónde estaba.

Cuando la tal Dra Güeiss habló, se tomó unos instantes en revisar su anatomía. Descubrió varias heridas con aspecto de mordisco en su brazo izquierdo y en el abdomen, pero lo más impresionante era el agujero que tenía por oreja derecha. Palpó con cuidado la costra de sangre seca. Mataría por un espejo.

Entonces otro de los locos habló, mencionando un hombro perjudicado, una suegra hambrienta y una cámara oculta. La Sra Palmer alzó las cejas ante la idea.

-¿Cámara oculta? Querido, si encuentras esa cámara oculta, avísame, puede que esté con mi oreja, que me parece que también esta oculta. Está claro que estamos en un manicomio, que estás loco, y que están experimentando con nosotros. Con un poco de suerte, a alguno de vosotros le habrán cortado la lengua. Menos idioteces que escuchar.

Resoplando indignada, la Sra Palmer fue a buscar la puerta de ese sitio. Mientras, trataba de recordar cómo había llegado allí. Tenía los recuerdos muy confusos, pero sabía que tenía algo que ver con su marido y su madre... Si pudiera acordarse..

 Se palpó el cuello tras acordarse del puto cura pervertido...el caos...el vagón de metro...¿como cojones había llegado hasta allí? De nuevo hizo el gesto con la mano a la supuesta medica (si si medica) pero con más enfasis, joder que no podía apenas hablar Tro...n..ca... q... frunció el ceño cabreada con cada una de las personas que había allí, y ya cuando escuchó no se que de cámaras se le encendió la bombilla "Claro....esto es un programa de la tele...joder tía y tu con estos pelos" 

Pasó de todo y se adecentó el pelo con las manos..las cuales tenía llenas de sangre ya reseca, joder eso era mortal para el cutis...suponía claro  p...e...r...qu..pe..lotas? Es como si le costase hablar una barbaridad y además por su cara entre la sorpresa tambien había mucho dolor. Movió la cabeza negando con esta y se miró las tetas...las cuales se colocó bien ahora pa´enseñar canalillo, mucho dinero le habían costado como para que encima no lucieran.

Acordándose de lo de su mandíbula que parecía estar pillada se acercó a la mujer y se señaló esta intentando dando a entender que no podía moverla y apenas hablar.

La mujer escrutaba a los presentes en busca de alguien que aportara algo. De pronto una chica con una extraña expresión la interrumpió.

- ¿Qué quie...? ¡Ah! Ya veo -dijo fijándose en su mandíbula -Vamos a ver...

Empezó a ver la mandíbula desde distintos ángulos.

- Parece que es el anclaje frontal anterior... -dijo dubitativa.

De pronto agarró a "La Jessy" por las orejas como si se tratase de una moto y empezó a hacerlas girar como si acelerara. Ella estupefacta, no pudo decir nada por unos segundos hasta que sintió cómo tiraba más fuerte de repente de la oreja izquierda. A continuación una serie de chasquidos que duraron apenas un segundo, y trasn un poderoso pinchazo de dolor ya pudo hablar con normalidad.

- Listo -dijo sonriendo orgullosa por su espléndido trabajo.

El momento de fascinación por su dedo de goma no parecía acabar. Fernanda seguía moviendo su mano rápidamente, más rápidamente incluso que cuando daba palmas en su espectáculo de circo, y el dedo seguía moviéndose solo, dibujando figuras abstractas en el aire y retorciéndose de un lado a otro.

La voz de una mujer la sacó de su concentración. Levantó una de sus piernas para realizar un paso hacia delante, posó la pierna en el suelo y cuando fue a levantar la de detrás, la que había movido le falló y cayó al suelo estrepitosamente. Tras mucho trabajo, consiguió levantarse del suelo y dar unos dudosos pasos hasta colocarse frente a la señora que pedía atención.

Las personas que se encontraban con ella eran de lo más raro, y eso que ella había visto muchas cosas raras en el circo, pero eso lo superaba con creces: un hombre que decía haber sido mordido por su suegra, una mujer mayor que tomaba té en una taza imaginaria, una chica que apenas podía pronunciar palabra... Era tan extraño que si su jefe en el circo los observaba, los contrataría a todos para una función en su circo: "Los locos de la nave", o algo así se llamarían.

Tras la petición de la señora gritona, Fernanda se detuvo a mirar su cuerpo. Llevó las manos hasta sus cocos cardados, y a pesar de que el dedo de goma se quedó suelto hacia detrás, los demás dedos se clavaron en los cocos comprobando su estado. Se encontraban algo torcidos y despeinados, pero podían pasar... Descendió con las manos hasta su cara y tocó sus ojos, sonriendo cuando sus manos tapaban la luz y no podía ver, bajó con sus dedos por las mejillas y se acarició la boca. Le faltaban algunos dientes, como si hubieran tenido que desgarrar un material duro y un par de dientes estaban partidos. En sus brazos aquí y allá había unos cuantos mordiscos y en ese momento recordó a Di Afragmini, su jefe, abrazándola y mordiendo sus brazos.

Fernanda frunció el ceño y observó como pudo las heridas. Sus ojos aún no veían a la perfección, pero si acercaba las heridas lo suficiente, podía ver el estado de estas. la cicatrización tenía un aspecto ligeramente verdoso, incluso alguna tenían junto con la sangre, un líquido amarillo reseco. Y otro pensamiento volvió a tomar forma en su cabeza.

- ¡EN EL CIRCO! - dijo gritando y sonriendo para susto de todos - - ¡BOB ESPONJA ESTÁ EN EL CIRCO!.

O al menos así era y lo recordaba perfectamente. Salía justo detrás de ella en la función pero Luisito, uno de sus compañeros, nunca podía verlo. Curiosamente, nunca lo encontraba cuando Bob Esponja estaba en el escenario y aún no sabe por qué.

Miró un rato largo a la señora delgada con ojos de buitre. Habia algo tan dolorosamente familiar en su tono de voz, su mirada fria y asesina que creyo que en verdad su suegra habia logrado adelgazar. Pero no, no era ella. La reconoceria con facilidad. Por otro lado, sus ojos se fueron hacia la joven que acomodaba su amplio busto, no parecia decidida en si queria la derecha mas arriba que la izquirda. Luego, decidio que ambas debian estar a la misma altura y mostrar un poco de piel... Grant habia quedado con la boca abierta varios segundos hasta que reaccino y miro hacia otro lado. No debia ver otras mujeres, su suegra siempre le recriminaba cuando aparecian mujeres en la tele y el justo estaba mirando. Tenia que bajar la mirada.

¡EN EL CIRCO!  ¡BOB ESPONJA ESTÁ EN EL CIRCO!.

El grito vino de un costado, donde una chica con raro peinado sonreia ante tal afirmacion. Segun recordaba Bob esponja era un dibujo amarillo que reia de forma histerica e irritante... como su suegra. Solo que esta no era amarilla.

-No estoy loco como para estar en un manicomio- la chica del enorme busto habia sido... acomodada con la tres dedos-. Parece un manicomio, pero no lo es... nadie tiene camisas de fuerza ni nada de eso- sintió escozor en el hombro, asi que se rascó distraidamente... algo faltaba-. ¡Aggghhh! ¡Me falta un pedazo de hombro!

Tenia que salir de alli, averiguar que le habia pasado y buscar a su esposa.... que lamentablemente estaria con su suegra. Se detuvo a pensarlo..............................

-Emmm... ¿Que estaba por hacer?....

Dentro de su confusión, Ángela había conseguido relajarse lo suficiente al separarse de los demás y poder mantener su espacio de seguridad. Ahora podría pensar con más claridad. 

Escuchó anonadada la explicación de la señora de la mano amputada y se sintió aliviada al saber que era doctora. Siempre se sentía más segura cuando tenía a algún médico cerca, por lo que pudiera suceder.

Tal y como les habían ordenado, repasó meticulosamente su anatomía en busca de alguna anomalía. Horrorizada descubrió su ropa llena de manchas de sangre  y otros fluidos corporales que era incapaz de reconocer o, mejor dicho, se negó a reconocer. Encontró costras resecas, de un tamaño bastante importante, en su cuello y en su hombro, y algunas cicatrices de mordiscos por sus brazos. Empezó a perder la calma de nuevo. 

- Maldito David! –  su voz se elevó más de lo que le hubiera gustado. Por fin había recordado al conserje de su facultad y a sus compañeros de departamento, los causantes de que ella se encontrara en esa situación. Y revivió de nuevo cómo la habían arrinconado en los aseos de profesoras y la habían devorado salvajemente.

- Joder, joder, joder... estoy llena de costras y de marcas de dientes… y mi ropa… - musitó, más para sí misma que para los demás, con una mueca de asco y repugnancia total. 

Hubiera prestado más atención a las teorías de los allí presentes y a los gritos proferidos si hubiera sido capaz de controlar la idea obsesiva que se apoderó de ella: quitarse esa ropa de encima y lavarse el cuerpo de inmediato.

Levantó la mano nerviosa, intentando llamar la atención de la doctora. 

- Necesito un baño! Por favor, necesito agua, tengo que lavarme, tengo que quitarme esta ropa… - y sin dilación, Ángela comenzó a desnudarse; sus dedos recorrían  los botones de su chaqueta con una rapidez y precisión increíbles  – ahora mismo me importa bien poco cómo salir de aquí – lanzó la chaqueta lejos de ella y continuó con los zapatos – o si se trata de una puta broma o una cámara oculta… - le llegó el turno a los pantalones -  lo único que me importa es quitarme esto del cuerpo... – cuando se hubo desprendido también de la camiseta, ya en ropa interior, volvió a mirar a la mujer con desesperación – porque aquí habrá agua… ¿no?

Richard María se vio de pronto sorprendido por el tono de voz de la doctora Güeis que les hablaba desde el centro de la nave. Sorprendido por esto, el compositor prestó toda la atención que era capaz de prestar (y no era mucha). Pero se quedó con algo de la copla, y cuando terminó de hablar, Richard María ya estaba comprobando todo su cuerpo. Sin embargo empezaba a impacientarse, porque todos los demás ya habían encontrado algo y él aún pugnaba por quitarse la pajarita, la chaqueta y la camisa para comprobar si su torso velludo como el de un oso, tenía algún problema.

-Sin mordiscos. -Dijo. Por su parte, von Souflé no recordaba demasiado de la extraña enfermedad: -Ziento zer zoez, pero mis últimos recuerdos son de un cuarto de baño de gasolinera, sucio y maloliente. Estaba allí encerrado, y creo recordar que alguien intentaba entrar, mientras yo intentaba... ¿qué intentaba? ¡Oh, sí! ¡Ahora recuerdo!

Entonces se desabrochó los pantalones del smoquin y se los bajó, mostrando unos calzones blancos con notas musicales. Miró hacia abajo estudiándose las piernas y les indicó a sus compañeros la cara interna del muslo, donde tenía un mordisco de proporciones monstruosas, y enrojecido.

-¡Vaya! ¿Qué es esto rojo? Debe ser carmín. -dijo intentando quitarse el color.

De pronto el cuello de Richard María emitió un desagradable sonido, una especie de crock.

-¡Socorro! -dijo de pronto con voz ahogada sin dejar de mirar al suelo. -¡Mi cuello se ha quedado inútil!

Por desgracia, Richard María no pudo ver cómo se desnudaba la chica obsesionada con la limpieza, ni mucho más de lo que sucedía en la nave, salvo los pies de todo el mundo.

Cuando una joven empezo a desnudarse, con movimientos freneticos y para nada sexys (aunque en realidad para grant lo eran, un strip tease era un strip tease sea como sea), el joven solo pudo pensar en una cosa:

-Ahora si, esto es un reality, eso es seguro- alguien mas empezo a gritar, mas razon para creer que era un reality, sobre todo al notar que el griton era un hombre peludo y en calzones por demas de llamativos-. Si, no hay duda. Debe ser gran hermano... o algo asi..

Recordo, no sabe como, que iba a abrir la puerta. De paso buscaria agua para la chica semidesnuda y tambien para él, sentia la boca asquerosamente sucia, como si no se hubiera lavado los dientes en años.

No muy lejos de allí, un andrajoso cubo descansaba en el suelo como si estuviese recogiendo el agua de una gotera. El cubo estaba medio lleno (medio vacío para la Sra. Palmer), pero su aspecto no invitaba precisamente a saciar la sed con el.

Oh dios tronca joder que eso duele!!! Gritó de una forma que asustaría al mas valiente..y es que su voz recordaba al de una muñeca antigua con la voz chillona y un deje rastrero en ella. Al borde estuvo de meterle un sopapo a la medica ( si , si, medica) de no ser por que detrás del dolor..se había escuchado a ella misma; y no por la mente que eso tambien contaba, si no con voz normal, con su preciada y querida voz 

Joder tía eres una puta maquina!!! La abrazó, sin venir casi ni a cuento le dio un abrazo de estos que pierdes la respiración y puede que algún órgano interno? Pues de esos. Dio un par de saltitos con los tacones que resonaron en toda la nave y chillo de nuevo alegremente AIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII 

Tras ese ataque a la medica se separó y miró a la chica que se estaba quitando la ropa Tronca...que te quedas en pelotillas y te veo las luces dadas chica alzó una ceja mirandole los pezones, la Jessy sería muchas cosas, pero sutil no. Tengo una chaqueta por si lo que quieres es..se mira la chaqueta...manchada tambien con sangre y restos de ..eso era una extensión rubia? JODER TRONCO ME CAGO EN DIOS, ESTA CHAQUETA ME COSTO 70 NAPOS 70 NAPOS!! HIJO DE PUTA EL PUTO CURA ME CAGO EN DIOOOOS y así hablaba ella..a gritos, mientras se quitaba la chaqueta de malas formas y rebuscaba en los bolsillos

Ploc.

La señora Palmer continuaba su minucioso examen por las paredes de la nave, en busca de una salida, ignorando olímpicamente a todos los demás.

Ploc.

Un tic involuntario cruzó su rostro, haciendo que guiñase el ojo izquierdo. Irritada miró alrededor, en busca de algo que la llamase la atención.

Ploc.

Por el rabillo del ojo vio caer una gota al cubo. Inconscientemente había crispado sus manos.

Ploc.

Se acercó al cubo. Ahora sus labios estaban contraídos en una mueca de rabia.

Ploc.

Estaba en el baño de la casa de su familia. El grifo de la ducha estaba un poco abierto, y goteaba. Delante suya, en medio de un charco de sangre y fluidos, su marido hundía la nariz en las entrañas de su querida madre reencarnada. La sobrevino un mareo, la sangré empezó a hervirla en las venas, trastabilló y se apoyó en un mueble... tocando con los dedos un grueso cenicero de mármol. Se aferró a él.

Ploc.

Y de pronto lo recordó todo. Su marido comiéndose a su madre reencarnada, la matanza en la mansión de su familia política, salir ensangrentada a la calle, el jardinero de la urbanización mordiéndola una oreja... Fuera de sí, la Sra. Palmer comezó a gritar como una loca, dando vueltas alrededor del cubo y mirándole fijamente... como si fuese la víctima de sus acusaciones.

-¡Maldito cerdo! ¡No podías morirte sin más! ¡La mataste! ¡44 años aguantándote y cuando por fin te mueres, resucitas y la matas! ¡Asquerosa rata! ¡Púdrete en el infierno, sabandija rastrera! ¡LA MATASTEEEEEEEE! ¡LA MA-TAS-TE! ¡LA MA-TAS-TE!

Un mero observador habría visto a un loca gritando y saltando alrededor de un cubo propinando puñetazos al aire, pero un buen psicólogo habría determinado sin lugar a dudas que estaba sufriendo un transtorno espacio-temporal, que había confundido al cubo con su zombificado marido y que no aporreaba el aire con el puño desnudo, si no que destrozaba su cabeza con un cenicero de mármol. Claro, que es posible que ya no abundaran los buenos psicólogos..

El niño corrió hacia el cubo de agua y con cuidado de esquivar los frenéticos achaques de la mujer mayor, lo cogió y se lo acercó a la chica que gritaba y se desnudaba.

- Aquí tienes -le dijo tendiéndole el cubo con agua.

No era agua pura y cristalina como a ella le hubiera gustado, pero al menos parecía que estaba más limpia que su propio cuerpo.

- ¿Me ayudarás a buscar a Bob Esponja? -preguntó él con inocencia.