Partida Rol por web

Lily insistió en adentrarse en una de las primeras tiendas que vio. Se trataba de Yorllo Tuchini, una de las marcas más caras de los Ángeles. La mujer pareció transformarse al contemplar algunos modelos, pues se puso a gritar.

- ¡¡¡Ahhhhhhhhhhh!!! ¡¡¡Essssiiideeeeeeeeeeaaaaaall!!!

Cogió varias prendas de ropa y se fue corriendo hasta uno de los probadores entre gritos histéricos.

- ¡¡¡Ahhh!!! ¡¡¡Quebonitomemueropordiooooooooooooooosssss!!!

La expresión de desilusión de Maic fue de época mientras Lily se encerraba en el probador. De pronto se reanudaron sus gritos histéricos.

- ¡¡¡¡AAAAAAhhhhh!!! ¡¡¡Quememueroooooooooomemuerooooooooo!!!

Esta rodeado de dos mujeres y un sujeto sonriendo como si fuera su cumpleaños, no sabia el porque estaba alli... pero habia dos mujeres lo cual era raro pues solamente estaba con su esposa... y su suegra. Su esposa no hablaba mucho, era mas bien timida y hacia todo lo que le decia su madre... todo menos no casarse con él. En eso le gano a la muy malvada.

Recorrio la tienda pensativo, sin saber bien que usar, su madre le habia elegido la ropa casi siempre y luego su esposa. Se podria decir que era un inutil si lo sacaban de un ordenador o un monton de circuitos. ¡¡Ni siquiera sabia que talle tenia!!

-Emmm - murmuró mirando un pantalon que definitivamente le quedaria muy grande. De reojo miró a los demas, esperando sacar una idea de todo eso. Pero los gritos de la rubia le parecieron poco imitables. Se acerco a la puerta del pobrador y golpeo con suavidad-. ¿Estas bien?

Una vez escucho a un sujeto gritar asi en un probador. Con la cremallera se habia agarrado... en fin, era muy desagradable y Grant decidio que era una buena persona, que ayudaba a los demas... pero todo tenia un limite.

La señora Palmer junto a Richard María y la pareja de ancianos acudieron a la óptica, la cual encontraron con bastante facilidad a pesar de sus evidentes problemas de visión (y de oído en el caso de Richard María). La óptica no era demasiado grande, pero contenía una gran muestra de monturas que cubrían todo un lateral del local. En el medio, dos estanterías de cristal contenían gafas de sol. Tras el mostrador había lo que parecía el cuerpo disecado de un hombre descabezado. Estaba totalmente inmóvil y parecía rígido como una piedra. No tenía cabeza y no había rastro de ella por ningún lado. En la parte trasera había una habitación donde encontraron los aparatos para graduar la vista y otra que parecía una especie de almacén con cajas de lentillas, lentes, monóculos y gafas ya montadas en sus monturas.

La pareja de ancianos se acercaron al almacén donde estaban las lentillas. La mujer criticaba al hombre mientras éste intentaba ponerse una lentilla en la cuenca del ojo vacía.

La respuesta de Lily fue sosegada y elocuente.

- ¡¡¡¡Aaaaaaaaahhhh!!!! ¡¡¡¡Memueromemuerdequememuerdeeeeeeascoooooooooooo!!!!

De camino al Carrefour, Ángela comenzó a confeccionar una lista imaginaria de todos los productos y utensilios indispensables que debía recoger del supermercado; dividida por orden de prioridad y secciones, la joven concluyó que necesitaría un carro bastante amplio y mucho tiempo para seleccionar entre las diversas opciones que se le presentaban. Pero carros y tiempo le sobraban a montones, así que sonrió satisfecha.

A su lado se encontraba Deivid. Parecía que el niño sentía un extraño e inexplicable apego hacia su persona, así que, casi sin darse cuenta y sin desearlo, se había convertido en su niñera. ¿Le recordaría a caso a su madre? No es que sintiera una especial antipatía hacia los niños en general, pero sus manías de revolcarse por la arena y el barro, chapotear en los charcos después de una tormenta, manosear cualquier cosa y metérsela acto seguido en la boca, y no digamos ya la facilidad de contagiarse de gripes y resfriados, siempre habían sido un impedimento que reducía mucho la posibilidad de un acercamiento hacia ellos.

Pero, en cierto modo, le daba pena. Su madre seguramente estaría deambulando cual zombi por a saber qué lugar y el pobre chaval se había quedado solo en el mundo. Así que, resignada, aceptó el rol de cuidadora al menos por el momento, no sin antes marcar unas reglas básicas de comportamiento.

Al llegar a las escaleras mecánicas que descendían hacia el supermercado, Ángela se agachó lo suficiente como para ponerse a su altura y mirarle a los ojos, pero manteniendo la distancia de seguridad.

- Pequeño – le dijo aún con el sujetador en la boca – Escúchame con atención: Primero, no me toques hasta que te hayas lavado. Segundo: no te pongas a corretear ni te metas en sitios en los que no pueda verte, a no ser que yo te lo diga – Ángela se dio cuenta de que era un niño y, como todos los niños, haría exactamente lo contrario a lo que le ordenaban – Nos podemos encontrar con bichos malvados que se llevan a los niños para cocinarlos y comérselos, así que pórtate bien. Si me haces caso, prometo regalarte un peluche de Bob Esponja y darte muchas gominolas – La táctica del miedo y el chantaje siempre funcionaban.

Comenzaron el descenso y, después de la intervención del pequeño, Ángela le contestó - Tu madre ez una mujer muy lista y tú un niño muy obediente – el refuerzo positivo también funcionaba, o eso había leído en alguna parte.

Cuando avanzaron por el pasillo, Ángela suspiró contrariada ante la imagen de las cajeras zombis. Joder, que asco... pensó mientras apretaba con más fuerza el sujetador contra sus fosas nasales. Era la primera vez, después de su ataque, que veía zombis. Y, si había albergado alguna duda sobre su existencia, esa era la prueba irrefutable de que el periódico decía la verdad.

No dejó de maravillarle el hecho de que todos se encontraran realizando, supuestamente, los mismos actos que realizaban antes de convertirse en muertos vivientes. ¿Habría estado ella dando clases en la universidad a jóvenes zombis? ¿Les habría enseñado la mejor forma de despedazar un cadáver? ¿o qué parte del cuerpo humano era la más sabrosa? La imagen le pareció absurda y graciosa a la par, al igual que extremadamente macabra y asquerosa. 

Se acercó a Deivid  temiendo que se pusiera a berrear o a correr ante la visión de los cadáveres móviles - Pequeño, ahora tienes que estar completamente en zilencio. No digas nada y no te acerques a esas personas.

La niña contorsionista encerrada en un cuerpo de persona adulta habló. Y por una vez, lo que dijo tenía mucho sentido.
- Tienes razón, no podemos llamar la atención o vendrán a por nosotros – observó de nuevo a las cajeras y las montañas de productos. Empezó a ponerse nerviosa por dos motivos: el desorden que imperaba a su alrededor y su intención frustrada de entrar al supermercado y conseguir todo lo que necesitaba.

Tras unos momentos de meditación, se dirigió hacia la comitiva que se había decantado por bajar al supermercado.

- Tenemos dos opciones. Primera: acercarnos sigilosamente a las montañas de productos intentando que no nos vean y coger lo que podamos. Y segunda: arriesgarnos y entrar al supermercado, romper las etiquetas y mecanismos antirrobo y zalir zin que suene la alarma. ¿Alguien va armado?

Y acto seguido, dirigió de nuevo la mirada hacia las montañas caóticas, para ver qué tipo de productos eran los más accesibles corriendo el menor de los riesgos, y decantarse, después del análisis, por una de las dos opciones.

La doctora se llevó una mano a la boca al ver la perturbadora imagen de las cajeras registrando productos al unísono, como si fueran robots. Por alguna razón aquella imagen resultaba más terrorífica que si estuvieran despedazando un cadáver.

- Parece que realizan actividades motoras automáticas -dijo en un susurro mientras se acercaba despacio hacia ellas estando a un a bastantes metros de distancia. Se detuvo y se agachó observándolas mejor -Parece que algunos continúan realizando funciones básicas que automatizaron durante su vida.

Se giró hacia los demás.

- Si estoy en lo cierto, estos zombis son como sonámbulos. Realizan funciones mecánicas mientras permanecen en un estado de trance. Durante los sueños este estado puede durar un par de horas, pero en los zombis quizá sea un proceso continuado. Deben de mantener los turnos que tenían en vida.

- ¿Ocho horas diarias? -preguntó algún PNJ anónimo con una voz genérica.

- No. Doce horas diarias -respondió la doctora de forma elocuente -Deberíamos poder acercarnos. Sus instintos básicos deberían estar dormidos ahora. Mientras no los "despertemos" no deberían atacarnos.

La doctora avanzó hacia la entrada al hipermercado pasando por delante de las cajas. Iba en solitario, pero ninguna de ellas pareció reparar en su presencia de modo que el resto la siguieron. Al pasar por delante de las montañas de productos observaron que muchos de ellos se encontraban en mal estado, manchados con los restos de algún bote roto, o simplemente no les servirían para nada.

Se adentraron en el hipermercado intentando hacer el menor ruido posible. De pronto, un sonido los sobresaltó.

DIN DON DIN

A continuación, una voz de ultratumba empezó a emitir sonidos ininteligibles con el tono habitual de los puestos de información.

DON DIN DON

La voz se calló de nuevo y la doctora hizo un gesto de calma, de que no había de qué preocuparse.

- Buscad lo que queráis. Nos reuniremos aquí cuando lo hayáis hecho.

Se separaron. Las estanterías estaban a medias. Algunos frigoríficos sorprendentemente parecían seguir funcionando. Había helado y había regaliz.

Fernanda siguió las indicaciones de la doctora que les acompañaba. Parecía una chica simpática y, que demonios, siempre venía bien tener una médica en una situación como la que estaban viviendo. Los zombies se habían apoderado del mundo y de momento, eran los únicos humanos con vida.

Las explicaciones que se afanaba por dar la doctora, no eran simples de entender al menos para alguien como Fernanda, así que prefirió callar y dejarse llevar por el grupo. Seguro que si las cosas se ponían feas podía escalar por alguna estantería del supermercado y salvarse de ser mordida por una de las cajeras o la de los patines, o incluso por el que había hablado por megafonía.

La joven pensó entonces lo que podría llevarse con ella. Podía llenar un carro y ¡totalmente gratis!. Por su cabeza corrieron montones de alimentos, pero la mayoría no podían estar conservados en botes de metal o cristal, por lo que se habrían puesto caducos hace ya mucho tiempo. 

Fernanda agarró uno de los carros y comenzó a buscar su lista de la compra.

Tras largo rato buscando y desilusionándose porque había cosas que no encontraba, Fernanda llenó su carro. En el había un poco de todo: comida, bebida, ropa, utensilios de primera necesidad... ¡incluso un medio de transporte!. Vale que el medio de transporte fuera una pequeña bici de niña y que le fuera difícil subir y pasear en ella, pero el elástico cuerpo de la joven y su gusto infantil hicieron que fuera uno de los productos que más le gustaron de todos.

No pudo coger mucha comida, la mayoría de los botes estaban rotos e incluso había botes de cristal donde se podía ver la comida podrida en su interior. Daba bastante asco. Fernanda cogió un poco de todo lo que vio, intentando que tuviera material para subsistir durante una temporada y sin olvidarse de coger algún que otro producto para sus compañeros de grupo.

La circense volvió con un carro repleto de cosas al punto de encuentro, esperando que sus compañeros hicieran lo mismo y hubieran juntado entre todos una gran cantidad de alimento y utensilios.

La Jessy estaba mirando la ropa con cara de negacion 

Que poco estilo tiene esta tienda.. cogió un pantalón de pinza negro pshe...por dios que mujer se pondría esto, si es que...menuda mierda tiró al pantalón al suelo por detrás. 

Sus ojos se abrieron mucho cuando escuchó a la rubia gritar como una posesa y miró al chico de la sonrisa estúpida, el mismo que hacía de sosten de la médica 

tio..esta piva está loca..yo creo que necesita que le enchufen una buena manguera le dijo asintiendo ella muy segura y muy seria con la boca fruncida. Vamos a ver que hay por aquí...espero que algo decente o ...se quedó mirando uno de los maniquíes , para ser mas precisos las mordeduras en la cabeza ais por dios...que asquito..tienen buenos díentes, espero que no nos encontremos con ninguno seguro que esos hijos de puta tardan en caer..aunque si le ponemos a la rubia delante igual huyen ante sus gritos puso cara de bizca e estúpida y fingió en silencio como gritaba la chica mientras movía los brazos como si le hubiese dado un ataque epiléptico 

Fue por los pasillos mirando hasta encontrar algo que le gustase y oh si lo hizo...se la escucharía hasta fuera del centro comercial 

OH JODER QUE PUTA CHULADA!!! se acercó corriendo a un vestido de leopardo por encima de las rodillas que iba con sus taconazos de montate y cuidado que te matas esto me va a resaltar las tetas que va a dar gusto!! miró hacía atrás y vió si había mas probadores, si, pero al lado de la chica histérica..miro a los lados..y como los dos hombres parecían ocupados (o eso creía) se quitó el abrigo y se puso el vestido por encima, y se acercó a uno de los espejos de la tienda...se miró en el 

Tia...estas divina grrr se hizo el gesto de catwoman pero para ella al arañar el aire y se quitó el vestido que tenía debajo casi de un tirón, porque si , tal cual. Luego se puso los nuevos tacones, llevando los suyos en la mano cuando volvió a escuchar el grito de la pava poniendo cara de "¿que coño ha dicho?"

Grant aferro el picaporte, sabia que algo malo le pasaba, pero se detuvo. Era un probador, ella podria estar desnuda, no podria entrar asi como asi. Deberia pedir permiso y cuando se lo diera y estuviera decente entraria. Si, eso era lo mejor, nada de andar haciendo cosas que invadirian la intimidad de una mujer, pues, Grant, ante todo era... era.... Olvido lo que habia decidido y abrio la puerta con fuerza.

-Que es lo que....- se quedo callado al ver lo que estaba pasando dentro del cambiador.

Ángela miró a la doctora casi con rencor, después de haberse pasado meditando un buen rato para nada. Pero su teoría implicaba tener la libertad para poder hacerse con todo lo que quería, así que en el fondo estaba más que agradecida de no tener que arrastrarse por el suelo.

Indicó al pequeñajo que se mantuviera a su lado sin hablar y sin correr por los pasillos y se dirigió hacia los puestos de los carritos de la compra. No estaba muy segura de si necesitaría uno o dos, pero de momento se las tendría que apañar con uno. Como seguramente necesitaría las dos manos, decidió atarse el sujetador por detrás de la cabeza, tapando su boca y su nariz de manera grotesca pero ganando en libertad de movimientos. 

Quería ser rápida, pero era indispensable recorrer todas las secciones para recoger lo apuntado en su lista mental y seguramente alguna cosa más que viera por el camino. Además, tenía que tener en cuenta a Deivid y hacer la compra también para él.

Con cuidado y lo más silenciosamente posible, observando y esquivando a los zombis que deambulaban de aquí para allá, fue dando la vuelta a todo el complejo y revisando todos los pasillos, aunque hubo cosas que decidió no coger; en el centro comercial había muchas tiendas y ya tendría tiempo de revisarlas con más detenimiento. 

Cuando volvió a reunirse con sus compañeros, su carro era una montaña enorme de productos de todo tipo. Eso sí, colocados en perfecto orden.

Dentro del probador, Lily se encontraba semidesnuda (en ropa interior para ser exactos) junto a lo que parecía un cuerpo putrefacto y demacrado, con una blusa enroscada a la cabeza tapándole los ojos dando dentelladas al aire.

- ¡¡¡Aaaaaaaaahhhhhpordiosqueascoqueascoquitaquitabichooooo!!! -gritaba Lily descontroladamente agazapada en una esquina del probador.

De pronto, en una de sus acometidas, el zombi mordió el bolso que Lily portaba en una mano, arrancando un cacho de cuero. El rostor de Lily se tensó de pronto frunciendo los labios. Grant retrocedió un paso por puro instinto.

- Es... un bolso... de... Yorllo... ¡¡¡Tuchini!!!

La mujer saltó sobre el zombi totalmente fuera de sí mordiéndole los tendones del cuello que tenía a la vista (literalmente, pues no tenía piel en aquella zona). El zombi y la chica se enzarzaron en una violenta pelea ante la estupefacta mirada de Grant que no sabía si separarlos, sumarse a la pelea u organizar una sesión de apuestas.

No sabia que le soprendio mas: Ver a una mujer semidesnuda gritando como sirena de bomberos, un zombi dando mordiscos al aire o la reaccion de la mujer-sirena al ver su preciado bolso destruido. La rubia cayó sobre el zombi con una furia propia de un animal salvaje, atacando el cuello putrefacto del horrible ser (deberia cepillarse los dientes luego) y sin dejar de gritar "Tuchini" una y otra vez.

Grant no sabia que hacer, miro hacia todos lados buscando la respuesta en algun escaparate o el rostro de los maniquis... pero nada. Pronto, la rubia-sirena-locadelaropa podria morir si él no hacia nada. Busco un pantalon especialmente fuerte y lo paso por donde estaba la boca babeante y llena de dientes del zombi, como lo haria con un caballo y tiro de ella para que no mordiera a la rubia-sirena-locadelaropa.

-Ayudaaaaa!!!!- era la escena mas surrealista que podria haber, una rubia con rostro asesino atacando un zombi, un zombi con unos pantalones a modo de estribos tratando de morderla y un asiatico con cara de panico tratando de recordar porque estaba haciendo de jinete de un zombi enloquecido.