Partida Rol por web

Una chica se acercó a la posición de Ángela. Tenía el rostro congestionado y parecía fuera de sí. Agitando los brazos como si se fuera a echar a volar. Su rostro era del de una niña rica de buen ver, pero estaba, al igual que todos los demás, manchada de sangre por todas partes y con repugnantes restos de vísceras pegados a la ropa.

Sin decir nada, empezó a desnudarse junto a Ángela y utilizando el agua, empezó a frotarse compulsivamente.

A pesar de la generalizada indiferencia de casi todos, algunos empezaron a buscar una forma de salir de allí, ya fuera buscando una palanca para intentar abrir la puerta, algo para reventar el candado o simplemente una salida alternativa.

Richard María se agarró de los pocos pelos del cogote que le quedaban y tiró para recolocar su cabeza en una posición natural, la cabeza la bailaba para los lados, y el mundo entero se balanceaba con ella. Una buena bufanda le ayudaría a sujetar la cabeza en su lugar, pero como no tenía ninguna de buena lana a mano, se esmeró en reencajar sus vértebras y se abrochó el cuello de la camisa y la pajarita para afianzarla.

Una vez conseguido esto, vio como una chica se unía a Ángela, desvistiéndose y frotándose con el agua del cubo. Aquello le dio una idea, y, ni corto ni perezoso, se acercó a las dos muchachas, con los pantalones bajados. Sus intenciones claro, no eran lo que en un primer momento pudiera parecer. El cubo se había vaciado más de la cuenta creando una perfecta caja de resonancia que a un golpe suyo retumbó con una nota perfecta cuyo eco se propagó por toda la nave.

-¡Qué buena acústica! -dijo volviendo a golpear y esperando con atención el eco. -Sin embargo, tiene que haber una distorsión en el sonido allá donde esté la puerta.

Richard María volvió a golpear, creando un ritmo calmo, caótico, definiendo la triste alegría de volver a estar vivo en un mundo muerto.

La gente de aquella nave estaba loca, si si, loca. El señor alargado tenía la cabeza descolgada, eso le recordaba a algunos de sus más queridos peluches que, con el tiempo, terminaban perdiendo relleno y su cabeza se volcaba hacia los lados. Fernanda sonrió al ver como intentaba sujetársela tirando de los cuatro pelos que le quedaban por detrás. Su espectáculo comparado con el de la mujer barbuda era un millón tropecientas veces infinitamente mejor.

La pequeña acróbata observó a dos mujeres desnudándose. Abrió mucho los ojos y se acercó a ella en una pequeña carrera muy rápida. 

- ¿Qué hacéis?, hay hombres... - dijo en voz baja, casi sin mover la boca, intentando que nadie más que ellas la escucharan. Obviamente, la escuchó todo el mundo por la buena acústica de la nave. - No podéis enseñar vuestros tesoros a los chicos, eso está muy pero que muy muy muy mal. - terminó frunciendo el entrecejo, con una mano en la cintura y la otra apuntando con el dedo índice a ambas.

La buena anciana caminó hasta donde ellas se encontraban. Fernanda sonrió de manera satisfactoria al pensar que la mujer mayor le daría la razón en lo que acababa de decir, pero se equivocaba. La señora Palmer comenzó a gritar caminando alrededor del cubo y de las mujeres desnudas, propinando insultos que su pequeña inteligencia no llegaba a entender. Sus ojos se abrieron como platos, y sin decir nada, se alejó muy despacio, caminando marcha atrás y con la boca abierta.

La gran ocurrencia del señor con la cabeza descolgada, le había creado una idea en su pequeña cabecita. Desde siempre, había tenido cierta y estrecha relación con los animales, les entendía a la perfección. Siempre había escuchado que las ratas eran las primeras en abandonar el barco cuando este se hundía, y que hacia donde corrían, estaba la salida. Ni corta ni perezosa comenzó a buscar animales a los que seguir la pista. Inclinó la parte superior de su cuerpo hacia delante, manteniendo sus piernas aún erguidas aunque ligeramente flexionadas. Comenzó a caminar dando zancadas, observando pro el suelo cualquier movimiento animal que pudiera detectar e interpretar.

Tras varios minutos de búsqueda, una caravana de hormigas negras y cabezonas bordeaban la nave, todas en la misma dirección. Fernanda se puso muy contenta y, algo más alegre que concienzuda, siguió a las hormigas hasta dar con un agujero donde cabía una mano pequeña en la zona baja de una de las paredes de la nave.

- ¡Toma ya!, ¡encontré una salida! - dijo dando saltos e intentando bailar la famosa Thriller de Michael Jackson. 

Puede que no entendiera que por allí no cabía ni el tato, que era un hueco demasiado pequeño, pero posiblemente, si que se podría utilizar una herramienta para hacer palanca y abrir un hueco más grande, ¿quién sabe?.

Buscar una salida en un lugar atestado de locos gritones era complicado. Sobre todo si al acercarte a una pared donde supuestamente puede haber una puerta, te olvidas el porque estas frente a una pared lisa, en una habitacion llena de locos gritones y con una mordida en tu hombro. Lo peor era que al darse la vuelta se encontraba mirando a las mujeres desnudandose y fregando sus cuerpos con agua.

-Oh cierto, estoy en un reality...- recordo con una sonrisa mientras rascaba su menton, el cual no tenia barba, pues no le crecia o lo hacia de forma exporadica en determinadas zonas de su rostro, algo asi como un mapa-. Tengo que hallar una salida...

Y otra vez, Grant se acercaba a la pared (contraria a la que estaba ahora), solo para olvidar el porque estaba alli, voltearse, ver a las mujeres desnudandose y fregando sus cuerpos con agua y recordar lo del reality. Y otra vez a empezar.

Despues de la quinta vez de hacer eso y de saludar a los que se cruzaba muchas veces, decide hacer uso de su cerebro, el cual estaba lleno de increibles y brillantes ideas... solo que habia que encontrarlas.

-Haber, todo lugar tiene al menos dos salidas obvias, la de entrada y la salida de emergencia, la cual es por ley- busco un cartel que diga "Salida", en verde brillante o verde ocre, tampoco seria quisquilloso. Si no lo encontraba pasaria al plan B-. Si no tiene salida de emergencia, debe tener ductos de aire, para refrescar el interior o acondicionarlo- miro hacia arriba, pues mirar abajo solo le mostraria sus pies, buscando los dichosos ductos y una escalera para llegar a ellos-. Mmm si fuera Spiderman podria subir facilmente, entonces alli, usando mis redes, atrapar a mi suegra y dejarla suspendida en el aire Jajajaj Si... O mejor taparle la boca. Si, eso seria genial... ¡Rayos! Olvide que estaba viendo...

La Sra Palmer dejó el ensangrentado cenicero imaginario en el suelo, contemplando los esparcidos sesos imaginarios de su imaginario esposo zombie. Se arrodilló bruscamente (con fatales consecuencias para sus rodillas si no hubiera estado en forma) y se arrastró hacia su pobre madre-perra muerta imaginaria. La acarició tiernamente, pero ni una lágrima corrió por sus mejillas. No. La Sra Palmer ya había llorado bastante en su vida. Ahora les tocaba llorar a otros.

Se levantó, se alisó la ensangrentada blusa sin importarle que le faltara la mitad inferior por la espalda y paseó la mirada por el lugar. Aún convencida de que estaba en el baño de su casa, buscó furiosa la salida, sin mucho éxito. Pero todavía quedaban cosas por hacer, sus "queridos" parientes iban a lamentar cada año de desprecios que la habían dedicado...  y habían sido unos cuantos.

SIn embargo, no conseguía encontrar la puerta del baño. Su cerebro estuvo a punto de darse cuanta de que algo iba mal cuando vio a dos mujeres prácticamente desnudas cerca suyo, pero al fin y al cabo era un baño, irían a bañarse, ¿no?

Impotente, su furia fue en aumento. Rechinando los dientes y echando chispas por los ojos, se colocó bien las gafas y... se le cayeron. No se había dado cuenta de que las llevaba en precario equilibrio por la falta de una oreja, y al tocarlas cayeron agrietándose uno de los cristales.

Por fin el hechizo se rompió, agrietándose como el cristal de las gafas. La Sra Palmer cogió sorprendida las gafas, desvanecida ya toda la ira, miró alrededor, y se dio cuenta al fin de dónde estaba: en una sucia nave industrial, rodeada de gente extraña, con una oreja menos y... atrapada.

Ángela miró al niño esperanzada y nerviosa; en realidad, más que mirar al niño miró el cubo que portaba en sus manos. Observó el el agua turbia que se movía ondulante y, aunque le estaba enormemente agradecida, le contestó con la intención de que se fuera a jugar a otra parte. 

- Ahora no puedo ayudarte, pequeño, primero me tengo que lavar. Pero creo que Bob Esponja está en el circo, o eso ha dicho la niña de las coletas. Corre a jugar con ella, seguro que te ayuda a buscarlo. 

Sin esperar una respuesta, analizó visualmente el líquido que poco a poco se calmaba en el recipiente. Sabía que el agua estancada podía contener bacterias, virus, parásitos, desechos orgánicos, compuestos químicos… y un sinfín de elementos nocivos para la salud. Pero la desesperación por quitarse la roña que llevaba encima superaba, por poco eso sí, el miedo de contraer algún tipo de enfermedad. Para colmo, una chica rubia se había acercado también imitando su comportamiento; si encima tenía que compartir el agua, más valía que se diera prisa, antes de que su inesperada acompañante la contaminara todavía más. Después de lanzarle una mirada de desaprobación y no decirle nada, comenzó con la tarea. 

Con urgencia fue lavándose el cuerpo, poniendo especial cuidado con la cara; tenía sed y el contacto del agua fría era tentador, pero se cuidó muy mucho de no introducir ni una sola gota en su boca o podría pillar una gastroenteritis de caballo gracias a aquella magnífica ensalada de bacterias que se aderezaba con los restos de costras y vísceras de su cuerpo y del cuerpo de la otra chica. 

Cuando estaba terminando, el hombre de la pajarita se les acercó y se puso a tocar el cubo a modo de instrumento musical, momento en el que definitivamente dio por concluido su aseo. Le miró estupefacta durante unos segundos y no pudo contener una carcajada ante la situación que estaba contemplando. Esto comenzaba a parecerle gracioso y, que Ángela se riera, era la señal inequívoca de que se sentía mejor. 

Casi al momento, la chica de las coletas también se les acercó y les comentó algo sobre la desnudez. Con una sonrisa se dirigió a ella - ¿Sabes qué? Tienes razón – y acto seguido se fue en busca de la ropa que había dejado desperdigada por la estancia. 

No había sido el mejor baño de su vida, pero le había servido para calmarse y poder analizar la situación con racionalidad, si es que lo que estaba presenciando se podía denominar racional de alguna manera. Fue recogiendo su ropa, convencida de que de momento no encontraría nada más limpio que ponerse, así que sacudió todas las prendas lo mejor que pudo, desprendiendo las costras secas y los restos de suciedad hasta que estuvieron tolerantemente utilizables. Se vistió y observó su alrededor. 

Sí, definitivamente debían encontrar una salida. Más allá de las extrañas situaciones que protagonizaban alguno de sus compañeros, a las que le hubiera encantado prestar la atención que merecían, debía pensar algo para poder salir de allí. Se acercó lentamente a la puerta principal que no podía abrirse y observó el candado durante largo rato. 

Una pícara sonrisa se dibujó en su cara al recordar cómo su madre encerraba bajo candado en el armario de la terraza todos los productos de limpieza de la casa. En cuanto la pobre mujer salía a hacer algún recado, encontraba a Ángela al volver rodeada de botellas de desinfectante, lejía, jabón, amoniaco, cepillos, bayetas y estropajos, limpiando los baños una y otra vez, o la cocina una y otra vez, porque para Ángela la casa nunca estaba lo suficientemente pulcra. 

Las horquillas del pelo eran un gran utensilio para abrir los candados, pero le podían valer clips o cualquier otra cosa que pudiera introducir en el mecanismo. No entendía por qué su madre se desesperaba tanto… sabía perfectamente cómo utilizar todos aquellos productos, conocía casi de memoria todos los ingredientes y compuestos y, además, siempre tenía mucho cuidado. Y cuando llegó a la edad adulta, su habilidad le había permitido salir de algún baño atrancado de la facultad o del infecto aseo de algún bar cuando salía de cañas con sus amigos. 

Después de su pequeña regresión al pasado y el sabor agridulce que le dejó el volver a la realidad, palpó su pelo con las manos descubriendo contrariada que esta vez no llevaba horquillas. Tras unos segundos y con la destreza que proporciona la práctica, se desabrochó el sujetador por la espalda, metió su brazo derecho por la manga izquierda y viceversa y, por el cuello de la camiseta, apareció su sujetador, aún mojado por el improvisado baño. Lo desgarró con algo de dificultad y sacó uno de los finos aros que contenía, moldeándolo lo mejor que pudo para poder utilizarlo. Agarró el candado y comenzó a manipularlo concentrada, recordando con precisión los sutiles movimientos y la resistencia precisa que presentaban los mecanismos de los candados que tantas veces había abierto en casa de su madre.

          Salir de allí...si, querían salir de alli, pero claro cuando estás histérica porque se te ha jodido la chaqueta que te costó un riñon pues mucho no es que pienses, se fue directa al centro de la nave y con todo el mosqueo del mundo buscó una rejilla de ventilación de estas grandes que puede haber en una nave como esa...al menos cuando a ella le hicieron ese casting tan raro y le dijeron que se tenía que quedar en bolas ella vió las puñeteras rejillas. así que oteo con la cara de estreñida de concentración la nave. Aquello tenía que tener una puñetersa salida, que pocas pelis de zombies que es lo que parecían ser habían visto estos, claro que la mayoría eran de un programa de un reality en la tele...pshe a ella la iban a engañar, si estaban todos!! la yolancana del dedo raro, el chino cudeiro ese hablando no se que de una suegra de no se donde, la mujer mayor con problemas de senitud ya (senectud pero la pobre de eso no sabía) que había estado atacando al aire con algo invisible en las manos..

      Luego estaba el pirado del pelo raro con los pantalones bajados...a ese no se acercaba ni muerta!! y si el se acercaba o con los pantalones subidos o tacones en los cojones..que el habían dicho que eran como los chicles estos que por dentro tienen jugo que tu aprietas y al final estallan. Y el puto crio de Bob Esponja...quien cojones era y que quería ese bob aponja o como sea? pues seguro que putearles. Mejor no hablemos de la que se estaba desnudando y haciendo de MagJIfer 

La doctora había pedido a los presentes que buscaran una forma de salir de aquella nave industrial. Al final resultó ser un problema irresoluble, ya que en lugar de encontrar UNA forma de salir, hallaron seis o siete. Al final de aquella intrincada operación de fuga, la nave industrial parecía un queso gruyer, de tantos agujeros que tenía.

Por un lado, Richard había encontrado una falsa pared que no tardó en golpear con los nudillos abriendo una apertura de 3 por 3 metros. Antes, sin embargo, había hallado gracias a su portentoso oído, una falsa falsa pared, y al contrario que aquella segunda vez, en lugar de golpear con los nudillos había decidido intentar derribarla con la cabeza produciéndole (más bien, produciéndose) un imponente chichón que le dio un aspecto bastante gracioso con una protuberancia enrojecida en medio de la calva.

Fernanda había seguido la pista a un grupo de hormigas hasta un agujero por el que apenas le cabía la mano. Alegre como unas castañuelas, Fernanda introdujo su mano y su antebrazo por el agujero, rascándose ligeramente la piel al hacerlo. Continuó intruciendo su brazo hasta el hombro, llegado ese punto pudo desencajarse el hombro para introducir su cabeza en un gesto grimoso de contorsionista. El brazo y la cabeza ya asomaban por el otro lado. De una forma poco agradabel y muy impresionante, logró introducir su tronco, y el otro brazo, para finalmente introducir su pierna encogida hacia adelante, y la otra a continuación. En apenas unos segundos estaba fuera. Se recolocó el hombro y sonrió con el dedo meñique bailando en su mano como muestra de su inmensa alegría.

Grant, buscó letreros que le indicaran la salida de emergencia, pero no halló ninguno. En realidad había un enorme cartel verde con el dibujo de un un hombre corriendo hacia una puerta, pero por ningún lado ponía "SALIDA", de modo que, evidentemente, lo ignoró. Buscó un conducto de ventilación. En una situación normal el conducto de ventilación sería demasiado estrecho y estaría bien anclado con tornillos Allen de una medida geométricamente imposible, sin embargo, se encontraban en Estados Unidos, de modo que los conductos de ventilación de aquella nave estaban perfectamente acondicionados para ser atravesados por humanos. Mientras lo hacía, Grant se sorprendió al pensar que aquellos conductos supuestamente pensados para que únicamente pasase el aire resultaban mucho más limpios, espaciosos y cómodos que la mayor parte de las bocas de metro de Nueva York, pero no le dio mayor importancia.

Ángela extrajo sin pensárselo dos veces, un pequeño hierro de su sujetador y procedió a forzar la cerradura del candado. Su concentración fue tal que ignoró que los demás ya habían encontrado otras formas de salir. Deivid le intentó tocar el hombro con la intención de advertirla pero ella escapó al contacto pidiendo silencio para concentrarse en su tarea. Cual fue su sorpresa cuando al accionar el candado y abrir la puerta se encontró a todos fuera.

La señora Palmer y la Jessy estaban visiblemente enfurecidas por la situación de modo que dejaron que los demás se las arreglasen y aprovechándose de ellos para salir de aquel lugar a la luz del sol.

La nave industrial se encontraba en las afueras de una ciudad que crecía a medida que se alejaba de ellos. Una amplia y larga calle se abría ante ellos en dirección a lo que parecía el centro de la ciudad. En esa calle, los edificios mostraban evidentes muestras de abandono tales como enredaderas ascendiendo hasta las azoteas, ventanas rotas, puertas derribadas, y carteles con la palabra "ABANDONADO" colgando de los picaportes.

Una oportuna hoja de periódico llegó volando hasta los pies de la doctora Güeiss a la que todos en ese momento prestabais atención por algún motivo desconocido. La doctora la alzó y leyó en voz alta.

- LOS ZOMBIS DOMINAN EL MUNDO.

El horror que sintió la doctora le hizo soltar el periódico que calló al revés mostrando la editorial del periódico titulada: "¿Por qué seguimos sacando periódicos en el fin del mundo?".

La doctora pareció recuperarse y se giró hacia todos. Tosió un par de veces y Maic se apresuró a ponerse de nuevo a cuatro patas. Se subió a su espalda antes de hablar para todos.

- Ahora debemos permanecer juntos y establecer prioridades, como conseguir agua y comida ¿Tenéis alguna idea?

La chica pija que se había desnudado junto a Ángela tomó la palabra alzando la mano con la muñeca doblada y la otra mano en la cintura.

- La prioridad ahora es ir a un ZARA -sentenció convencida.

A Fernanda le había costado horrores introducir su cuerpo por aquel pequeño agujero, pero para algo habían servido los años machacándose para su espectáculo en el circo. En cuanto a elasticidad, era la mejor, respecto a inteligencia... ya se hablaría de ello en otro momento.

El grupo de la nave industrial no tardó en estar por completo fuera de las cuatro paredes, la última que salió de allí fue Ángela, los demás aprovecharon para escapar por el hueco abierto por el compositor, menos el hombre asiático que mientras la chica del circo se desencajaba el brazo, él se escapaba por el conducto de ventilación.. Tan solo Fernanda salió por el agujero de las hormigas, era la única que cabía. 

Fernanda y los demás marcharon al unísono hacia la ciudad que se veía en el horizonte. La mayoría estaban callados, solo murmullos aquí y alla podían escucharse, pero la joven no cesaba de tararear una melodía bastante anodina y típica que, al escucharla más de tres veces seguidas, te sacaba de quicio.

- Tata tanananana ta tata, tata tanananana ta tata, ta tata tata, ta tata tata, tatatatatatatata ta ta tata (X20) *canción típica de circo*

El periódico que fue a parar a los pies de la doctora dejó a todos asombrados. Los recuerdos que estaban volviendo a sus memorias eran totalmente ciertos y un virus zombie había asolado la tierra. A Fernanda se le inundaron los ojos al pensar que todos sus compañeros del circo se habían vuelto zombies, incluso el perro con el que había jugado al té.

- ¿Qué es eso? - dijo preguntando a la chica rubia. Lo más cercano que se le venía a la cabeza era "Zaragoza", pero dudaba mucho que la chica buscara un zara-gozano. - Tiendas, solo que va a ser complicado porque no tenemos dinero para pagar, pero yo puedo intentar robar algo. Era muy buena consiguiendo botellas verdes con una J y una B dibujadas en el papel que llevaban pegado, mis compañeros de circo estaban muy contentos con mi trabajo, pero nunca me dejaban probarlo porque era solo para mayores, así que tu tampoco puedes. - dijo dirigiéndose al pequeño rubio que buscaba a bob esponja.

Finalizó sintiéndose muy orgullosa de su aportación.

Tardo mas tiempo del necesario en salir, pues mas de una vez se preguntó que hacia en un ducto de aire, buscando alqo que no recordaba y con una mordida en el hombro. Cuando recordaba (o no tenia otra opcion) continuaba su camino hasta que salio a la luz del sol.

Era agradable respirar aire puro despues de estar encerrado en ese lugar con mucha gente loca. Al menos no era un manicomio, asi que por eso podria quedarse tranquilo. La gente loca seguia alli, pero era mejor que estar solo.

LOS ZOMBIS DOMINAN EL MUNDO.

Era el sueño de todo friki... Pero Grant no era tan tonto, en las peliculas y comics todo era facil, pero en la vida real las probabilidades de salir con vida a una catastrofe de esas magnitudes era de un 0.0001 %. Eso siendo generosos. La doctora pregunto por prioridades.

-¡Ya se!- dijo de repente-. Debemos.... debemos...- puso un dedo en su boca, mordisqueandolo pensativo, sabia bien... Pero no recordaba cual era el ingenioso e increible plan que se le habia ocurrido-. Bueno, en las peliculas siempre se separan a buscar alimentos y demas- volvio a pensar-. Aunque no recuerdo como les iba cuando hacian eso... Bueno, ya lo averiguaremos. Yo puedo ir a por comida...

Ángela se sintió plenamente satisfecha consigo misma al comprobar que mantenía intacta su habilidad para abrir candados, e igualmente estúpida cuando salió del edificio y comprobó que todos los demás se encontraban ya en el exterior. 

Inspiró profundamente, hinchando sus pulmones y regodeándose en la sensación del aire limpio y fresco del exterior. La visión desoladora de una ciudad en ruinas le sirvió para aceptar que efectivamente eran los supervivientes de alguna catástrofe mundial, a no ser que la teoría del reality fuera cierta y se hubieran gastado una millonada en los decorados. 

Parecía que la doctora se había convertido en la líder del grupo, o al menos la que intentaba mantener el orden, así que se posicionó a una distancia prudencial observando todos sus movimientos. 

Cuando la mujer leyó el titular de la hoja del periódico, Ángela contuvo la respiración al instante. Zombis! Sus peores sospechas se confirmaban. Los zombis dominan el mundo… Maldita sea! ¿No podía haber sido una guerra nuclear? ¿O un terremoto mundial? No, tenían que ser zombis, muertos en vida, carne pútrida y en descomposición en movimiento; no se le ocurría nada más infecto, escabroso, sucio y nauseabundo. Ya había pasado por la muerte a manos de los zombis una vez… ¿y ahora tenía que sobrevivir en una ciudad plagada de ellos? ¿Qué había hecho mal en su vida para merecer esta desgracia? ¿No tenía suficiente ya con ser una TOC en una sociedad… normal? 

En el acto, Ángela se colocó sobre la boca y la nariz, a modo de mascarilla, el sujetador que aún llevaba en la mano. Todo indicaba que el contagio se producía por contacto directo, por mordiscos y heridas… pero ¿y si habían mutado? ¿y si el aire estaba contaminado por un virus que se contagiaba como la gripe? Madre mía! Y ella respirando profundamente el aire del exterior! Necesitaba pruebas de que respirar era seguro y, hasta que no las tuviera, tendría que protegerse. En este caso, un sostén era su mejor opción, o más bien, la única opción. 

La voz de la chica rubia llamó su atención. Sí, ropa limpia era justo lo que necesitaba, aunque no necesariamente tenía que ser de Zara. Pero al contrario que la niña pija, Ángela sabía que había otras prioridades, como la comida, la bebida y, sobre todo la higiene, para poder sobrevivir. Ella también había visto películas de zombis; le gustaban especialmente las que transcurrían en los centros comerciales. Le parecía una pasada poder disponer de cualquier cosa a su antojo, gratis y en cantidades ingentes. Y era un sitio lo suficientemente grande para albergar a un grupo numeroso de seres humanos y poder seguir manteniendo su espacio de seguridad. 

Permanecer juntos era vital. A no ser que alguien quisiera suicidarse, claro, para lo cual la mejor opción era separarse del grupo. Por eso cuando escuchó las palabras de Grant levantó la mano y elevó la voz todo lo que pudo para que la entendieran a través del sujetador. 

- Podríamoz dirigirnos a un centro comercial y así disponer de cualquier coza que necesitemos: ropa, jabón, material de farmacia, toallitaz de higiene íntima… y mientras, de camino, azaltar las tiendas que vayamos encontrando para satisfacer nuestras necesidades más básicas, como bebida y comida – hizo una pequeña pausa – ¿Alguien conoce ezta ciudad? – dijo mirando a su alrededor. 

¿Qué le pasaba en la boca? ¿Por qué hablaba así? Palpó el sujetador, cerciorándose de que no se le hubiera metido por error uno de los tirantes en la boca.

Ella salió casi de las últimas, vio el panorama y de golpe sintió un golpe de sesasosiego  brutal...si las cosas fuera estaban así, como estaría su moto? Se la habrían robado? Seguiría siendo eso un concurso? Pues claro tonta! le dijo algo o alguien que golpeó su cerebro momentos antes de escuchar a la médica 

-LOS ZOMBIS DOMINAN EL MUNDO.

Eso fue lo que escucho ella, oh venga ya Oh venga ya los zombies no existen eso solo pasa en las pelis estas malas de pelotas en las que todos mueren se metió la mano en el bolsillo de su chaqueta donde encontró unos chicles de fresa COÑO chicles!! con un gesto de felicidad absoluta se llevó uno a la boca y empezó a masticar haciendo un sonido al entrechocar con los dientes muy pero que muy abrasivo. 

No sabía si tenía hambre, aquello era como levantarse tras una resaca del quince, pero si es cierto que estaban heridos o al menos ella si, porque lo del cuello le dolía de cojones. Lo mejor sería ir a un centro comercial si,allí habrá de todo, pero si es como en las pelis estará lleno de zombies soltó una carcajada e hizo una pompa con el chicle poniéndose bizca.

Estamos en una zona..a...miró a su alrededor por si reconocía la zona, pero no, no le sonaba de nada. bueno que fijo que hay casas, podemos entrar en ellas no? o robar en tiendas como los chacos de mi barrio se lo tomaba a broma mientras se miraba ahora los tacones para ver si estaban muy manchados, lo que no se daba cuenta era de que sus palabras podían herir a la gente o ponerlos mas nerviosos 

-Oh dios- dijo Grant corriendo hacia donde estaba la doctora, en verdad tenia prisas y nadie parecia darse cuenta del porque-. Oh dios, oh dios, se me va, se me va- repetia una y otra vez. A pocos metros de la doctora y su improvisado pedestal, tropieza con uno de los escombros, cae y se lleva consigo a la doctora, pedestal y algun descuidado que estuviera cerca. No se preocupo por las victimas de su decuido, solo se arrastró y tomó el periodico, leyendo con rapidez la fecha y el nombre, de seguro alli diria el nombre de la ciudad. Se apuro completamente seguro de que olvidaria su idea antes de decirla.

Los Ángeles. Los Ángeles era el nombre de la ciudad que lucía en el periódico. Quizá se encontraran en las afueras o quizá el periódico fuera de Los Ángeles pero se encontraran en una ciudad cercana donde también se vendiera aquel periódico. Debería buscar alguna otra prueba para asegurarse.

Una vez que consiguió respirar aire puro, Richard María tuvo la ligera impresión de que aquella ciudad apestaba. Si, apestaba a vicio y a corrupción, a drogas, alcohol y carne muerta en descomposición. El periódico entró volando y la doctora leyó la primera página. El célebre músico arqueó una ceja dando a entender que no se creía ni una palabra:

-Es un tabloide sensacionalista. De mí también vertían difamaciones, y no dejaban de acosarme con zuz paparazzi. Conozcan a la nueva amante de Von Souflé: La duquesa de Rochfort. La oscura adicción de Richard María al azúcar moreno. El compositor es pillado in fraganti copiando una partitura de Strauss. ¡Todo mentiras! -Y así era. Richard María no había amado a la duquesa de Rochfort, sino a su vecina. No era adicto al azúcar moreno, sino al regaliz. Y no estaba copiando una partitura de Strauss, sino dos. -Quiero ir al Conservatorio de música más cercano y debo de encontrar a Alfred. Es imperativo que le encuentre.

Ni corto ni perezoso, Richard María se subió los pantalones, y se disponía a irse sólo por su cuenta cuando se percató de que no tenía ni la más remota idea de dónde estaba. Bien, ni que fuera el fin del mundo. Levantó un brazo y gritó:

-¡¡TAXI!!