Partida Rol por web

Grant tiraba con todas sus fuerzas de los pantalones que había dispuesto para amarrar al zombi por la boca. En un movimiento brusco del bicho, una de las piernas que Grant sujetaba se le escurrió de la mano. El pantalón giró alrededor del zombi y con la inercia del movimiento se enroscó alrededor de la cabeza de Grant.

SHHIIIIAAAAP!!!

De alguna forma, el pantalón había dado varias vueltas alrededor de su cabeza impidiéndole ver y enganchándose consigo mismo, lo cual le impedía desprenderse del pantalón. Grant se tambaleó hacia los lados desorientado. Su dañada mente hizo el resto cuando olvidó la forma en la que había llegado a aquella situación. El olvido le hizo recuperar el equilibrio y la calma de modo que se irguió y con el pantalón aún enroscado alrededor de la cabeza, se rascó la coronilla contrariado ¿Desde cuando había perdido el sentido de la vista?

Ella estaba muy en su labor de hacerse la modelo delante de un espejo hasta que escuchó el ayuda del chico y se lo vió corriendo con un pantalón hacía los probadores , chasqueó la lengua y se acercó hacía donde estaban, seguro que la chica habia visto una cuca...JODER UN PUTO ZOMBIE!!! discreta como ella sola..hizo lo primero que se le ocurrió en la zona de probadores habría perchas de estas de madera gorda y maciza o de metal al ser ese tipo de tiendas. Pues cogió una de un extremo y fue a clavar percha en la cabeza de la muerta esa por la boca, según habia visto en las pelis eran blanditos y ese lo parecía 

aaaaaaaarghhh!!!

La Señora Palmer localizó rápidamente una óptica justo enfrente del supermercado. Se dirigió hacia ella, acompañada por el músico y una pareja de ancianos. Como siempre, no hizo muchos esfuerzos por entablar conversación.

Lo primero que le llamó la atención fue una especie de pellejo mugriento tras el mostrador. El olor le hizo lagrimear, y rápidamente se tapó la nariz con la blusa.

-Por el amor de Dios... Huele peor que Alvin tras comer alubias... (*)

Sin quitarle un ojo de encima al cadáver, recorrió rápidamente con la mirada la tienda, para terminar entrando en la parte trasera. Allí había una gran selección de gafas y demás aparatos de visión. Tras unos segundos de rápido escaneo con ojo crítico, escogió unas gafas de media luna con montura fina y cuerda para el cuello. Sin embargo, todavía tenía el problema de la falta de apoyo en la oreja izquierda, y las gafas quedaban continuamente ladeadas. Necesitaba algo para sujetarlas. Recelosa, se acercó a la pareja de ancianos.

-Disculpen... ¿no tendrán una horquilla?

Entonces la mujer se movió, y el hombre quedó plenamente a su vista, intentando meterse algo en el ojo. De pronto la Señora Palmer quedó paralizada en el sitio, mirando fijamente al anciano. Ella no se dio cuenta, pero se rostro había adquirido un tono rosado, una vena había aparecido en el cuello, y sus manos se habían convertido en garras.

Con velocidad inusitada para una mujer de su edad, avanzó a grandes zancadas, cogiendo por el camino un ojo de plástico que estaba en un mostrador, a modo de decoración, y apartando a la mujer de un empellón, agarró con una mano al hombre por la nuca y con la otra le metió sin miramientos el ojo de plástico en la cuenca, con la pupila hacia dentro.

-¿Te gusta, ridículo espantapájaros? ¿Te gusta? ¡Ahora podrás comprobar tú mismo lo vacía que tienes la cabeza por dentro! (**)

Richard María acompañó a la pareja de viejos y a la Señora Palmer con la esperanza de poder encontrar un monóculo, una pieza fina de la nobleza con la cual había desarrollado un cariño especial, aunque se le caía cada dos por tres (seis) dentro de la taza.

Cuando la señora Palmer se tapó la nariz con la blusa, el compositor olisqueó el aire con calculada esquisitez. Después tosió compulsivamente, sintió arcadas y estuvo a punto de vomitar sobre la moqueta del centro comercial.

-Ciertamente, es un olor pintoresco. Aunque he olido a tramoyistas con peor aroma.

Von Souflé se perdió en la habitación trasera y se sentó en una de las sillas donde se graduaban la vista. Cogió una caja de lentes, rebuscando una que pudiera servirle. Abstraído como estaba en esta laboriosa tarea, probando lente tras lente, y viendo siempre borroso, no fue consciente de lo que hacían la señora Palmer y la pareja de ancianos.

El bulto borroso se hacía menos o más nítido a medida que iba probando lentes, hasta que finalmente dio con la adecuada, y vio a la señora Palmer metiéndole algo parecido a un huevo por la cuenca al pobre anciano decrépito mientras le insultaba. El improvisado monóculo se le cayó al suelo de la impresión, y acudió raudo y veloz a ayudar, tal como era su obligación y deber moral.

Entre la señora Palmer y él le dieron una paliza al pobre anciano, que por poco no lo cuenta.

-Calmémonos, señora Palmer. No hay que hacer leña del árbol caído.-dijo von Souflé mientras se adecentaba la chaqueta del esmoquin.Después rebuscó por el suelo su monóculo y volvió a ponérselo con pose digna pero bastante incómoda. Se lo ató al bolsillo superior de la chaqueta con hilo dental.-Con esto podré encontrar mejor a Alfred. 

La Jessy con toda su mala leche había ido a meterle la percha al zombie demacrado en la boca COMETE ESTO ZOOOOOORRA!! y si, lo logró, atravesó a parte del zombie con la percha incrustada en todo el cielo de la boca y toró hacía arriba, sonando un CRUNCHÑÑ~~BLURP 

La cabeza había acabado separada del cuerpo el cual cayó en el suelo muy cerca de la loca del bolso. La Jessy enarcó una ceja con gesto de asco mientras movía un poco la percha ostia de dios...esto es como una piruleta....solo que a lo pa los muertos JAJAJAJAJAJAJAJAJA su voz chillona resonaba por toda la tienda mientras no perdía de vista la cabeza ni el cuerpo rubia!!! pegale con el bolso a ver si se mueve ese saco de huesos!

¿Como habia llegado alli? El olor a humedad y encierro le decia que estaba en el sotano... Solo que no recordaba porque bajo. Quizas su suegra estaba en casa y decidio esconderse alli, no era raro eso, pero no creia que fuera ese el problema. Unos ruidos y gritos lo aturdieron, como si cientos de gatos entraran en una jaula de cientos de loros y todos armaran un ruido de mil demonios. Se palpo la cara notando algo sobre ella, parecia tela... ¿Y esto? ¿Una cremallera? La abrio y se encontro de lleno con una escena macabrisima y mujeres semidesnudas. Estuvo a punto de volver a cerrar la cremallera pero eso no seria caballeroso.

-¿Que ha pasado?- habia un intenso olor a podrido y parecia provenir el cadaver sin cabeza, obviamente-. ¿Eso es un zombi? -poco a poco las cosas volvian a su mente aunque de forma fragmentada y sin orden. Se dejo el pantalon de sombrero, olvidandolo completamente-. ¿Estan bien?

Debia hacer algo con su memoria, sino no recordaria datos basicos, como que estaba rodeado de zombis y su vida peligraba.

El cuerpo del bicho cayó al suelo cuando la Jessy lo descabezó. Lily había morido en el cuello al zombi desgarrando un tendón del cuello. La herida del zombi no había sangrado, pues su cuerpo estaba totalmente seco, sin embargo, una vez muerto, el cuerpo empezó a sangrar tímidamente por la herida que Lily le había provocado. No le dieron mayor importancia.

La chica se limpió los restos que tenía encima como si no hubiera pasado nada, se recolocó el pelo, se vistió, sustituyó el bolso por otro y salió de la tienda con elegancia y naturalidad.

- ¿Vamos a otra tienda? Aquí el servicio es bastante malo -dijo sin detenerse contoneando las caderas de uno a otro lado.

Tras hacer un largo recorrido por todo el Carrefour, Ángela y Fernanda llegaron con los carros llenos de cosas. En el lugar acordado ya se encontraba la doctora que contenía también su propio carro. La doctora habló para todos los presentes cuando todos hubieran vuelto.

- Sería una tarea muy tediosa quitar la alarma de todos los productos que hemos cogido. Por suerte, hay un técnico entre nosotros que se ha ofrecido a desconectar las alarmas. Así podremos salir tranquilamente. Debemos esperar a que vuelva y nos dé su consentimiento.

El hombre no tardó mucho en volver con gesto de suficiencia afirmando que había inutilizado el sistema de alarma.

- ¡Vamos! -concluyó la doctora visiblemente incómoda sin su apoyo.

 Pues chica..veamos...yo ya tengo lo mio...pero..no se...supongo que tendremos que pillar algo de comer..yo casi que estoy con hambre eh...pero visto lo visto tiró la piruleta de zombie a otro lado, no se había dado cuenta pero casi que se la había llevado un buen rato de paseo igual si vamos a algun super de por aquí? Parece que hace mil que ni dios se pasa, no se, unos meses o unos años....así que las conservas estarán bien con algo de suerte y de paso pillamos agua que eso nunca se pone malo se rascó la cabeza un poco...y se dio cuenta de algo que les hacía falta....ostia y vamos luego a los lavabos, que tenemos que ponernos majas, que vamos echas una mierda, que me decis...super primero para pillar cosas, y luego baños? Miró a los otros tres mientras mascaba ya el chicle sin sabor en su boca 

Cuando vio la sangre manando del cuello del zombi, una lampara se encendio sobre su cabeza, una idea surgio de su mente con la intensidad de una supernova. Si tenia razon, cambiaria su situacion radicalmente. Era algo sumamente importante... Pero al abrir la boca solo salio un suspiro... Maldita memoria. Olvido lo que estaba pensando. Las chicas ya se estaban por ir.

Grant se apresuro a ponerse ropa descente, cambiando la que tenia rota, sucia, manchada y gastada. Parecia que no se la quitaba hacia años. Lo que no pudo evitar fue el olor, eso era algo que deberia quitar con un baño... o muchos perfumes. Al menos no era el unico que olia asi, todos parecian recien sacados de un basural. Entre la chica de amplio busto, la loca de los bolsos y el tipo que sonreia como idiota Grant se sentia descolocado. Muchas veces no sabia donde estaba, otras no conocia a sus compañeros y muchas solo seguia al resto por pura inercia.

-Necesito un bloc de notas y un boligrafo- dijo en voz alta y rostro pensativo. De esa forma no olvidaria nada. ¡Que gran idea!-. Recuerdenmelo, por favor. Tambien tengo hambre... pero este lugar parece haber sido saqueado hace mucho... Pero en el deposito debe quedar algo, casi nadie revisa alli.

El grupo no tardó en estar de nuevo al completo con tres carros repletos de material. Fernanda sonrió complacida por lo que había recogido, aunque cuando observó el carro que había traído Angela se quedó helada. Ella había pasado por las zonas donde su compañera de grupo había llenado de artículos el carro, y juraría que no había visto algunas de las cosas que llevaba, pero también podía ser que fuera tan inmersa en conseguir helados que no se hubiera dado cuenta.

Cuando recuperó el aliento, buscó en su carro toallitas íntimas que había recogido y se acercó a ella.

- Toma, las cogí para ti.

Volvió a su carro y al aviso de la doctora, todos salieron corriendo con el cargamento en la dirección marcada.