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Enlace a la partida aquí

Enlace al hilo de reclutamiento original

Buenas tardes/noches, Umbrianos. Paso por aquí para anunciar la baja de uno de mis jugadores en mi partida ambientada en Final Fantasy medieval, de manera que necesitaría a alguien para cubrir su marcha. Los detalles de la partida están en el enlace ahí arriba, así como reglas y demás información útil. 

Dado que ya hemos avanzado un poco en la partida, me gustaría que adoptaran al personaje en cuestión, un arquero llamado Raven que entrenó con un grupo de mercenarios en su pasado, así a modo de resumen rápido para los interesados. Los detalles pueden ser discutidos una vez ya dentro de la partida, ya que aún es un lienzo en blanco para otros muchas facetas que quizá quieran ser exploradas. Antes de empezar le haría un pequeño resumen de lo que ha pasado hasta ahora para que el recién llegado no tenga que leerse tres escenas completas si no quiere (aunque lo recomiendo encarecidamente).

El sistema utilizado es Rápido y Fácil, el ritmo es medio-bajo con posts cada 72 horas sin contar fines de semana, y en general lo que busco es a alguien que tenga ganas de rolear y que sea fiable para mí en cuanto a cumplir el ritmo. Creo que no se me olvida gran cosa, los interesados por favor leed la sinopsis de la partida y las normas para ver si es de vuestro agrado antes de contactarme, y creo que poco más, eso sería todo. Muchas gracias los que hayan leído hasta aquí. ¡Espero vuestros mensajes!

Hago un up a esto, sigue estando la vacante disponible para quien esté interesado. Dejaré la ficha por aquí para ver si así se anima alguien, aunque recuerdo que se puede apañar para hacer un personaje nuevo si no (aunque preferiría que no, pero a estas alturas no puedo descartar nada).

Nombre: Raven Drannor

Clase: Especialista en armas a distancia (Arquero para los amigos)

Descripción psicológica: 

Raven es un personaje con una personalidad sumamente calmada y equilibrada, vive bajo la filosofía del actuar en el instante preciso y no preocuparse de las cosas que no puede solucionar. Amigable con las personas y sonriente ante las dificultades, puede darle la bienvenida a un desconocido, pero no significa que esté dispuesto a darle un arma si no ha demostrado sus intenciones. Es conversador cuando la otra parte le parece agradable o interesante. Por la costumbre de estar atento a todo a su alrededor tiende a escuchar lo que sucede donde esté mientras tiene una charla con alguien al azar.

Como tirador está consciente de que cada disparo es extremadamente importante, así como de que cada decisión que tome debe ser para un éxito con el menor número de contrariedades para las unidades aliadas posibles. Es extremadamente serio a la hora de actuar en el campo, pero muy relajado a la hora de descansar a menos que esté alerta.

Descripción física: 

Su padre era capitán en el ejercito y desde que tiene memoria ha estado rodeado de armas, armaduras, sangre y caballos. Por eso su cuerpo tiene cicatrices en los brazos, manos, abdomen y la espalda, pero ninguna en las piernas, ni los pies. Ojos marrones profundos y bajo su pañuelo que lleva en la cabeza un pelo blanco hasta la espalda que esconde pues no es muy discreto que digamos un reflejo blanco bajo la luz de la luna a la hora de dispararle a alguien a mitad de la noche.

Posee un cuerpo muy ágil y elástico, con sus músculos bien definidos a simple vista, pero no prominentes pues solo le entorpecerían. Piel clara y barba rasurada con cuidado junto a su tatuaje en su hombro izquierdo con su número de su ex–escuadrón.

Esto es el concepto del jugador anterior, como dije en el primer post, se pueden añadir y cambiar ciertas cosas para adecuarlo al gusto del que llegue sin problema. Un saludo, Umbrianos. 

Bueno, pues vuelvo por aquí con ahora otra baja más en la partida, esta vez con el personaje de Lavinia que dejaré un poco más abajo. Como en el caso anterior, me gustaría alguien que pudiera acoger a este personaje con ganas, además tiene un concepto y trasfondo bastante interesantes ^^.

«A mí me lo contó mi madre; y a mi madre, la suya. Así sucesivamente hasta perderse el rastro de mis antepasados.

Hace mucho tiempo, cuando el bosque era frontera con nuestra ciudad, había una bruja. No siempre lo había sido, pero la mujer aprendió a usar la magia más pura y secreta. Se podría decir que la magia le había elegido y ella le correspondió entregándose a ella sin reservas. Abandonó su casa y construyó una cabaña en el centro mismo del bosque, sin nadie que les molestase, ni a ella ni a su magia.

O eso creía. Paseaba a menudo mientras meditaba o estudiaba sus grimorios, y si encontraba un nido roto o un animal herido, usaba su magia y ungüentos para socorrerlos. Con el tiempo, cundió la voz. Los pastores acudían a ella cuando una oveja se perdía, pues podía ver a kilómetros en la distancia y en el tiempo. Vendía pociones de amor y fertilidad, sanaba a los enfermos que le llevaban y asustaba a los niños traviesos que escapaban de noche de sus casas y se colaban en su bosque.

Su fama creció con los rumores. Tanto que un rey supo de ella y vio la oportunidad de aplastar a una nación con la que mantenía una guerra que ya duraba años. Se presentó en la puerta de la bruja acompañado de un pelotón de guardias, pues sus enemigos era taimados.

La magia alertó a la bruja. Vio el futuro y cómo prosperaría la nación gracias a su intervención.

Con engaños y tretas, llevó al rey y a su séquito al corazón del bosque. Y una vez allí, la bruja atacó. La guardia plantó cara y, a pesar de las bajas, acorralaron a la bruja prendiendo fuego a su preciado bosque, a su hogar.

En un movimiento desesperado, la bruja lanzó su último conjuro. Una enorme explosión de poder, con ella de epicentro. Absorbió la vida, los sueños y recuerdos de todo cuanto había alrededor y devolvió desolación.

El bosque, quienes estaban en él y las aldeas aledañas se convirtieron en piedra. Por los siglos de los siglos.

A día de hoy, la maldición de la bruja sigue latente. Quienes se adentran en el Bosque Maldito jamás vuelven a salir, pues acaban siendo convertidos en piedra.»

— ¿Y qué pasó con la bruja?

— Nadie la ha vuelto a ver. Quizá ella también se convirtió en piedra, o huyó lejos, donde nadie la molestase nunca más. El asunto es, Lavinia, que no debes entrar al Bosque Maldito bajo ningún concepto. Y ahora, ve a tender la ropa. No queremos que los huéspedes se quejen precisamente hoy.

Lavinia alzó la vista al techo. Ahora que la historia había acabado, las canciones de taberna se volvían inteligibles, aunque estuvieran en la cocina, al otro lado del muro. El festival había atraído a gente desconocida, de modales de dudosa consideración.

— Sí, tío Amet —respondió la chica con tono mecánico.

Lavinia salió por la puerta de atrás, con la que estuvo a punto de chocar. Ir por ahí con un parche en el ojo derecho le dificultaba apreciar la profundidad, pero no le quedaba más remedio que llevarlo.

Cuando la encontraron inconsciente a la entrada de la aldea, ya estaba tuerta. No recordaba cómo había acabado así, igual que no recordaba nada anterior a haberse despertado en medio de un cráter, rodeada de soldados y árboles de piedra…

Nombre: Lavinia Seymur
Raza: Humana
Edad: 25
Clase: Maga Roja
Descripción física: El estrés de ayudar a su tío en la posada le carcome hasta dejarla casi en los huesos, a pesar de que no se priva de comer nada. Es de estatura media, 1.70, y aunque desconocen su auténtica edad porque ni ella misma lo sabe, le calculan unos veinticinco años. Le falta el ojo derecho, por lo que siempre va por ahí con un parche; mientras que el sano es de color miel y sin desperfecto alguno. Suele llevar el pelo blanco recogido en una coleta cuando trabaja, pero cuando se lo suelta le llega un poco más abajo de los hombros. Tiene la piel tan blanca que parece que nunca le ha dado el sol.
Descripción psicológica: No recordar su pasado no la reconcome especialmente; está muy agradecida al tio Amet por haberla acogido y cuidado de ella. De eso hace ya más de cinco años, y en parte por eso no ha querido saber nada del mundo fuera de la posada que regenta su tutor. Es una chica autodidacta, que le gusta experimentar las cosas por sí misma cuando ella quiere, aunque como ya vemos, no suele tener un interés especialmente despierto. Puede que sea un poco ingenua con lo que hay fuera de esas cuatro paredes, pero lo que han ido contando los viajeros ha dejado huella en su cerebro. Hablar de ella misma le hace sentir incómoda, por lo que los vecinos la ven rodeada de un halo de misterio. Le gustan los libros especialmente, se refugia en ellos. La suma de todo esto quizá sea la explicación de porqué le cuesta tanto socializar o hablar en general, prejuzgando a menudo con demasiada antelación por su miedo a lo desconocido.

¡Me interesa!

La verdad, FF tiene ese eterno gusto a fantasía, distinto un tanto al que tiene D&D, y siempre acabo volviendo a esos mundos. Aparte de que un mago rojo es algo que siempre es divertido de llevar.

Para colmo, la historia del personaje es condenadamente buena, bien narrada y entran ganas de saber más

¡Si esta libre, me la pido!