Partida Rol por web

1827

♥ Capítulo II - Corona de espinas ♥

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23/04/2024, 22:22
Theresa Bain

Arthur es un caballero muy apuesto de buen renombre.- Tomó las manos de Mary para ayudarla a incorporarse, estando ya preparada con su disfraz.- Madre no permite que tengamos relación más allá de lo estrictamente laboral con los clientes pero él… Él no es como el resto, no es como la relación del duque y Claudette.- No pudo evitar compararse, sobre todo teniendo en cuenta que era otra pareja oculta por distintas razones. Y no era la única puesto que Mary conocía la extraña unión que había entre Slora y Charlotte, estando el secretismo romántico a la orden del día.

Está esperando a cerrar unos negocios, después me ha prometido que nos iremos de Londres, juntos.- Como cualquier dama de baja casta, Theresa también soñaba con abandonar la mala vida y tener un futuro, una familia, alguien a quien amar.- Ojalá puedas encontrar también un doctor que te haga sentir así.- La explicación le sirvió, siendo suficiente para no incidir más en el tema.

Pero basta de cháchara. Es momento de sacar nuestras “armas” y divertirnos un poco.- Le guiñó un ojo de manera coqueta antes de guiarla hacia la puerta para adentrarse, por fin, en un terreno tan desconocido como era el club de caballeros con más renombre de Londres.

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23/04/2024, 22:22
Narrador

Si cualquier erudito tuviera que describir en pocas palabras el club “The Athanaenum” posiblemente diría “lujo, arte, poder y mucha madera de ébano”.

Tras salir por la puerta del almacén y cruzar un largo pasillo recto iluminado, Theresa descorrió unas hermosas puertas blancas, simulando ser las mismas puertas del cielo, para dejar paso al gran salón con forma de “L” y que podía dividirse en tres zonas bastante diferenciadas, aunque todas compartían la decoración en tonalidades oscuras, sobre todo una amplia gama de marrones combinados con la madera regia de los muebles y techos altos, con detalles de mosaicos en un dorado apagado bajo la pintura crema.

En la parte sur, justo en la zona horizontal de la “L”, custodiada bajo arcos se encontraba la parte de las bebidas. Pegado a la pared un extenso armario con puertas de cristal donde asomaban licores, vinos o bebidas alcohólicas de distintas partes del mundo, reconociendo alguna por haberla visto en el almacén nada más llegar. Posiblemente el vino que había bebido estaba entre una de esas botellas.

Sobre la barra un par de elegantes copas y una pequeña caja de puros que debían de haber rellenado hace poco, viendo que estaba llena y perfectamente colocados. En ese momento no había nadie atendiendo las bebidas ni parecía hacer falta, los seis taburetes oscuros estaban vacíos aunque un hombre se encontrase entre dos de ellos, de pie con un vaso de líquido ámbar medio lleno.

Llevaba un traje elegante compuesto con un abrigo largo negro y un chaleco de rayas marrones y blanco, dándole un poco de color. Era alto y delgado, no tenía un cuerpo demasiado fortalecido pero sí unas orejas un poco más grandes que intentaba ocultar bajo el cabello oscuro y un sombrero de copa que todavía llevaba. Sus ojos eran pequeños y oscuros, logrando descubrir el color gracias a estar mirando en dirección a ambas chicas. Sonrió, marchando sus hoyuelos y contagiándose Theresa de ese ánimo, pudiendo imaginar Mary de quién se trataba.

Theresa se apartó de su lado sin dudar y, dando disimulados saltitos de alegría, acabó en brazos de aquél caballero. Aunque no la soltó, dejando la mano apoyada en el bajo de la cintura de Theresa, se pusieron a charlar olvidándose por un momento de la presencia de su amiga.

Continuando con el salón, en la parte central y uniendo la zona vertical con la horizontal, se encontraba la “zona de las artes”. Un piano decoraba el centro del lugar y, a su lado, Claudette empezaba a cantar una hermosa pieza que Mary podía reconocer de la ópera de “Oberon” de Weber. Su voz resonaba perfectamente en todo el salón y el piano era su compañía perfecta, creando un ambiente más distendido.

A su lado había distintas piezas escultóricas, todas representaciones de antiguos reyes que habían tomado el trono. Aparte, numerosos cuadros y de gran tamaño también de la familia real, estando presentes el más grande que correspondía al del rey ya fallecido y a su lado el príncipe Philippe.

Por último, la parte norte del vertical era un lugar apartado para aquellos que no quisieran beber pero sí disfrutar de la buena música y compañía. Pudo contar al menos 6 grupos de asientos distintos, con sillones o sillas oscuras y una mesita redonda pequeña. Podía imaginarse el lugar lleno de caballeros fumando y bebiendo, charlando sobre asuntos “no aptos para damas” o disfrutando de esos paseos que las chicas de Madre daban por la sala, siendo parte del decorado, pero por culpa de la lluvia estaba prácticamente vacío, a excepción de dos mesas.

En la mesa más cercana a una chimenea con fuego crepitante se encontraba su amado doctor. La moda de Evans era bastante clásica, siempre con chaquetas oscuras y camisas blancas, además de un maletín de cuero que le acompaña allá donde vaya. En esos momentos estaba abierto y colocado a su lado, sacando de manera distraída una libreta que Mary reconoció como su agenda, acostumbrado a anotar datos de sus visitas para poder leerlo más tarde. En la mesa había una copa llena de color claro.

Muy cerca suya estaba Madre, quien acababa de salir de cerrar una puerta a su espalda que debería conducir al “salón privado” donde estaban Slora y el duque. Parecía con prisa, pero en su camino la había interceptado ni más ni menos que el obispo St. John, el hombre de vocación religiosa que había oficiado el entierro de su padre y posiblemente sus futuras bodas.

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23/04/2024, 22:23
Narrador

El cansancio empezaba a hacer mella en todos los miembros de la familia, aunque la esperanza de una nueva pista abría una pequeña ranura de luz dentro de la tormenta: Tenían una misteriosa dama con una descripción muy parecida a su hermana desaparecida, la compañía de un hombre de común apariencia y el destino del carruaje que tiró el vestido de Mary a las puertas de su casa.

“Noir”.

Aunque no todos los caballeros hubieran tenido la valentía de adentrarse en la zona pobre de Londres, allí donde habitaban enfermos, rateros, prostitutas y gente de muy mala vida, muchos podían haber escuchado sobre su existencia simplemente por las habladurías en los círculos más selectos.

Se trataba de una mancebía que rompía con las normas escritas por la sociedad sobre lo considerado “controversial” y situado junto al puerto, siendo el lugar de descanso de los mercaderes y marineros tras largas travesías. El pecado liberado, la lujuria, el deseo carnal, apuestas ilegales o un sinfín de irregularidades que pondrían en peligro a más de una reputación. Allí no existían las normas ni tampoco la seguridad, siendo al final un coliseo romano lleno de barato alcohol aguado y damas semidesnudas que buscaban conseguir un par de monedas a cambio de someterse. ¿Estaría Mary realmente en un sitio así? En cualquier caso, Mildred había tenido mucha suerte de estar en esa zona y poder reunirse con su familia.

Justamente dejando atrás a la hermana mayor y esperando que esta vez sí cumpliera con su petición de quedarse a cargo de la casa, los gemelos marcharon del salón y, tras pedir un carruaje que los criados se encargaron de preparar, volvieron a encontrarse bajo la tormenta de Londres.

El tiempo no había mejorado ni un ápice desde que ambos llegasen a la casa, pero el frío se había concentrado lo suficiente como para notar una caricia afilada en sus mejillas desnudas. Fueron un par de minutos los que necesitaron para que el carruaje familiar se detuviera a escasos metros de ellos, esperándolos. El cochero bajó para abrirles la puerta y ayudarles a entrar si así lo requerían antes de subirse a su puesto, agradeciendo tener un techo fino que pudiera cubrirle durante la travesía.

¿A dónde quiere que les lleve, milord?

Notas de juego

Os voy a tener 2 turnos de viaje para coordinar tiempos con el resto. Tenéis también tiempo de hablar si queréis ;)

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24/04/2024, 09:13
Mary Robertson
Sólo para el director

Quedó impresionada con lo que vio. Aquel lugar se notaba que era exclusivo para hombres y podía reconocerlo porque tenía un gran parecido al despacho de su padre. Mientras que las mujeres tendían a decorar todo con colores vivos, luz y flores, los hombres siempre elegían los colores oscuros, las sombras y la comodidad frente a la exuberancia. Sin duda no era un lugar para una mujer, tanto color apagado era deprimente. Claro que tampoco entendió cómo consideraban el club exclusivamente de caballeros, pero luego tenían señoritas de compañía... Le pareció una forma de engañar a sus mujeres muy poco digna y muy poco caballeresca ¿Sabían de aquello las damas? Suponía (esperaba) que no porque sino ¿Por qué lo permitían?

Aquel pensamiento incomodó a Mary porque no encajaba con el mundo ideal que había construido alrededor suyo, donde los mayores eran casi perfectos y eran gente de bien (salvo alguna que otra excepción). Menos mal que el hermoso canto de Claudette la sacó de aquel oscuro pensamiento y la iluminó con la luz de su bella voz. Cantaba muy bien, habría sido un gusto escucharla en el baile de Temporada.

El Baile. Aquello quedaba tan lejos, aunque solo había pasado un día, pero tanto había ocurrido desde que pisara por primera vez aquel amplio salón en palacio que el tiempo se había distorsionado para la joven Robertson. La pimpollo estaba saliendo de su capullo, y el jardín donde se encontraba no era tan hermoso como se había esperado que fuera. Se detuvo en contemplar la imagen del príncipe Philippe y el sueño que había tenido de poder bailar con él ahora era algo lejano e imposible de alcanzar. Seguramente no iba a poder asistir a ningún baile más. Ya tendría suerte si la volvían a aceptar en sociedad después de haber convidido con prostitutas y ladrones. Se tuvo que recordar que eso ya no era lo importante, ahora tenía el deber de proteger a su familia. No había que olvidar lo que le había traído hasta ahí.

Antes de que pudiera darse cuenta Theresa la había dejado sola y se había ido rápidamente a atender a uno de los caballeros. Las miradas y sonrisas entre ellos, la hicieron pensar que quizas fuera ese famoso Arthur del que la meretriz parecía haberse prendado. Debía ser fácil enamorar a una mujer desesperada con falsas promesas, como parecía haber hecho el duque con Caludette ¿Sería este caballero otro charlatán? ¿Cómo distinguir al hombre que lo decía de verdad del que solo lo hacía para coseguir los favores de una mujer? De nuevo fue asaltada por pensamientos pesimistas y oscuros impropios de ella... Debía alegrarse por Theresa, y pensar que su amado la sacaría de ahí y vivirían felices, así como tenía que confiar que el doctor Evans la ayudase a ella también.

Ahí estaba él, tan apuesto y seguro de sí mismo como siempre, acompañado por su maletín del que no se separaba nunca. Era una muestra que había venido a trabajar, como le había dicho Theresa. Su corazón palpitó con fuerza al verle y tuvo ganas de correr a sus brazos y pedir que la sacara de ahí. Pero no podía hacerlo, había muchas cosas en juego y debía ser discreta ¿La reconocería si se acercaba a él?

Mary se miró en un reflejo y ni ella misma se reconocía. Por si hubiera duda, se recolocó un poco mejor el corsé para hacer que sus pechos parecieran más grandes y exuberantes antes de acercarse al doctor. Fue decidida pero en su camino casi choca con Maude. Se detuvo para dejarla paso y la sonrió para indicar que todo iba bien. Para su sorpresa la madame se paró a hablar ¡con el mismísimo padre John! Aquello la dejó intrigada ¿Qué tendría que tratar una prostituta con un obispo? ¿No deberían ser enemigos acérrimos? Retrasó un poco su paso para poder escuchar lo que decían.

Notas de juego

preciosas imágenes y preciosa descripción ;)

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25/04/2024, 13:15
Leroy Robertson

Al puerto —fue la simple respuesta de Leroy al cochero mientras subían.

Una vez dentro, Leroy tomó aire durante unos segundos, como si estuviera haciendo acopio de fuerzas para la siguiente conversación. 

Antes de nada —comentó al fin—, solo quiero aclarar que anoche no dormí en casa de la duquesa ni hice absolutamente nada con ella. Al llegar a su casa, la puerta estaba abierta y escuché ruidos extraños en el piso superior, por lo que salí de allí. Yo no soy ningún criminal.

Carraspeó un poco y se ajustó la chaqueta, como si estuviera componiéndose para la siguiente embestida de información. 

En cuanto al perfume. Conozco una florista en los bajos fondos. Es un encanto de muchacha, con todas las virtudes que la Naturaleza da a los caracteres más afines a la divinidad angélica, hermano, con un perfil tallado por diestras manos y un espíritu dulce como una noche de verano. —¿Era necesaria esa introducción? Ah, ¡desde luego que lo era!—. Ella puede saber algo de eso. Iremos a visitarla después.

Volvió a carraspear y a ajustarse la chaqueta, pero esta vez se revolvió en el asiento un poco, como si para la siguiente embestida de información le hiciera falta aún más valor.

Y hay algo importante. A partir de ahora tú serás Leroy y yo seré Nathaniel.

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25/04/2024, 17:02
Elisabeth Colville

Cuando le ofrecieron el plato de sopa caliente, Elisabeth lo aceptó y se sentó en la mesa, dispuesta a tomársela toda. Desde el almuerzo del día anterior que no había probado bocado y podía sentir un enorme vacío en su estómago. Empezó a comer, llevándose las cucharadas a la boca y tragando el caldo aguado. Enseguida sintió el calor extendiéndose por su cuerpo y caldeando sus pálidas mejillas. Siguió comiendo, en silencio, hasta que sintió que el nudo de su estómago empezaba a bloquear el alimento y volvió a sentir náuseas. Toda aquella situación que estaba viviendo había hecho que apartara de su mente los dolorosos recuerdos de la noche anterior, pero ahora, al empezar a llenar su estómago de aquella sopa insípida, las imágenes del fuego, el humo y la de su madre, regresaron con mayor fuerza. 

Soltó la cuchara y se quedó durante unos segundos con la mirada clavada en el plato, mientras podía escuchar los sonidos de las mujeres de mala vida que trabajaban en aquella casa de mala reputación.

«Si madre me viera...»

Seguro que su madre armaría un gran escándalo si pudiera verla en aquella situación. Vestida como un zagal y rodeada de gente de mal vivir. Le daría algo... 

Pero Elisabeth había sido testigo del trato del duque de Mousehole hacia su esposa y no quería pasar por los mismo. Tenía que luchar, enfrentarse a sus fantasmas y...

«Detener a George...»

Con eso en mente, armándose nuevamente de valor y con el estómago algo más calmado, finalmente Elisabeth salió de la casa, acompañada de ese tal Cuervo. De nuevo volvió a sentir las inclemencias del tiempo y sus ropas quedaron completamente empapadas. Quizás tendría que haberse quedado con las que ya tenía mojadas y haber rechazado aquel plato de sopa. Ya no quedaba nada del calor que la había reconfortado y, lo único que sentía, era como daba vueltas en su estómago...

Caminaba unos pasos por detrás de él. Intentaba dar las zancadas largas para no quedarse rezagada ni dejar en evidencia su condición de mujer y noble. Desde que era una niña la habían estado formando para que supiera comportarse ante la sociedad. Le habían enseñado a caminar con la delicadeza de una flor y ahora tenía que esforzarse para poder pasar desapercibida. 

Se detuvo al escuchar las preguntas de Cuervo y le miró con los ojos muy abiertos. La lluvia estaba calando hasta su ropa interior y sentía de nuevo el frío entumeciendo sus músculos. 

Negó con la cabeza y su voz tembló al hablar. 

No, señor, no estoy casad-o. Sólo tengo un hermano... Él... — Para ella los demás estaban muertos... Ojalá Amadeus estuviera con ella, él la escucharía y la apoyaría... — Él... se preocuparía...

Dijo finalmente con un hilillo de voz y siguió andando. Tenía que seguir manteniendo aquella fachada, pero las preguntas de Cuervo la habían hecho vacilar y había estado a punto de perder completamente el personaje de "Ben".

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25/04/2024, 17:24
Nathaniel Robertson

Antes de abandonar la mansión, Nathaniel detuvo a algún criado que fuese de alto rango en la jerarquía del servicio y de su mayor confianza, y le advirtió que ni Margaret ni Mildred tenían autorización del vizconde para salir de la casa. Debían dejarlas a su aire, siempre que permaneciesen dentro de la vivienda, pero si alguna de ellas intentaba salir, debían impedirlo por todos los medios posibles y, en el peor de los casos, si no fuesen capaces de impedirlo, como mínimo debían acompañarlas donde fuesen.

Una vez resuelto esto, se acomodó en el carruaje y exhaló el aire de sus pulmones con agotamiento. Todavía se sentía molesto con su gemelo, y esa era una sensación bien extraña, pues era prácticamente como estar enfadado consigo mismo. Sin embargo, por encima de cualquier enfado, estaba la preocupación por Mary todavía flotando sobre su cabeza, además del cansancio que le pesaba sobre los hombros y le enturbiaba el ánimo y el pensamiento.

Escuchó primero aquella justificación de Leroy, a la que respondió tan solo con un leve encogimiento de hombros. No quería volver a insistir en el tema, preguntándole dónde había estado entonces, y decidió dejarlo correr sin más. Sí que notó después que su hermano se estaba preparando para decir algo, tal vez otra mala noticia más, así que se preparó también para escuchar. Arqueó las cejas al escuchar hablar de una florista, y más cuando Leroy desgranó todas sus virtudes. Pero fue al oír que debía adoptar su nombre cuando suspiró profundamente. Se imaginaba a qué podía deberse esa petición, al fin y al cabo, él mismo había oído los rumores que corrían con su nombre, pero no había esperado tener que preocuparse por aquello ese día.

De acuerdo —dijo al fin, tras unos segundos—. ¿Conoces ese lugar, el Noir—No estaba seguro de querer saber la respuesta, pero le parecía necesario—. No me refiero de oídas, ¿lo has visitado alguna vez? ¿Sabes algo que pueda sernos de ayuda para manejarnos allí? —Mantuvo la mirada en su gemelo un momento—. Y en cuanto a esa florista… espero que no tengas ninguna pretensión con ella más allá del entretenimiento… —dejó la frase como suspendida en el aire, esperando alguna confirmación en el rostro de su hermano.

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26/04/2024, 00:11
Leroy Robertson

Las preguntas de Nathaniel hicieron que Leroy abriera ligeramente los labios, casi con sorpresa. No había dicho nada de Noir, claro, no había dicho nada. La costumbre, seguramente. O que prefería los sobreentendidos, quizás. Pero estaba claro que se dirigían a una zona oscura que no permitía oscuridades. O bueno, más bien en la que había tantas oscuridades que era mejor aclararlas un poco de entradas.

Sin embargo, la última aclaración de Nathaniel hizo que Leroy abriera mucho los ojos.

¡Pero por supuesto! —enfatizó—. ¡Nada más que un entretenimiento, hermano! Nada más que un entretenimiento. Uno muy dulce —empezó a decir esbozando una sonrisa un poco boba— y refinado y aromático y… —Se puso serio de nuevo, muy serio, y carraspeó mientras miraba a su hermano de nuevo—. ¡Solo un entretenimiento! ¡Nada más! ¡Por supuesto!

Carraspeó de nuevo mientras se ajustaba una vez más la chaqueta.

Sobre Noir —carraspeó otra vez. ¿Había un ligero rubor en sus mejillas? No, no podía ser—, sí, bueno. Lo conozco, sí. Un poco, no te creas.

Volvió a carraspear y a removerse en el asiento.

La madame se llama Maude. Maude di Angelis. Madre. —Carraspeó de nuevo al decir eso—. Así le dicen. —Se encogió de hombros—. Lo mejor es que hablemos directamente con ella, aunque de ser necesario podemos hablar con Doris. Ella lleva ya un tiempo trabajando ahí, es una mujer con experiencia, así que seguro que conoce los cotilleos.

Al decir eso último, tuvo que removerse una vez más en el asiento y rehuyó la mirada de Nathaniel para mirar por la ventana.

Cómo llueve, eh.

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26/04/2024, 13:17
Aveline Salisbury

Aveline suspiró pesadamente.

— Es que la enemistad de los Colville y los Robertson parece muy profunda… Yo no conozco a penas a los Colville, pero hay algo que no pongo en duda y es que los hijos heredamos las cuestiones de los padres, por supuesto las culpas y las deudas también. No hay forma de escapar de ello.

Habló con cierta resignación, solo había de ver aquella mancha que habían heredado los Whalenburg. Aquello hizo que pensara inevitablemente en el panfleto y la clase de “herencia” que ella misma dejaría detrás. Sacudió levemente la cabeza para quitar aquellos pesares de su mente, pues no le importaba tanto que hablaran de ese modo de ella, como cuánto podía afectar aquello colateralmente a su familia. Sin embargo ella no era de quedarse de brazos cruzados y se dispuso aún más decidida a terminar de arreglarse, con el ánimo movido por su entereza.

¡No te preocupes! Si Declan y yo sobrevivimos al resfriado del lago de las abejas ya no hay nada que nos tumbe. Volveré bien. Aunque quizá sí es mejor que no me ensucie más, jajaja. 
 

Asintió entonces a su propuesta y se preparó con ela, incluso rió al recibir las cosquillas en el costado, que por supuesto le devolvió entre más risas hasta que fueron interrumpidas. Ava terminó de ponerse las ropas murmurando:

Hay que ver lo sencillas y funcionales que son estas prendas… ¡Deberían dejar que usáramos pantalones!—exclamó metiéndose las manos en los bolsillos. Claro que su mente estaba divagando y al escuchar la sorpresa de su hermana se acercó y susurró.— ¿Qué hace aquí? Debes bajar y enterarte de todo Leo. Este es el mejor momento para que yo salga, hay que aprovechar la distracción de la princesa. Escucha, excúsame, es fácil, dile que sufro de migraña, que las declaraciones del panfleto me han enfermado sobremanera y me encuentro descansando en la oscuridad.

Terminó de correr las tupidas cortinas y colocó un cojín cubierto con las sábanas solo por si acaso. Corriendo recogió las cartas para meterlas en el zurrón con su diario, envueltos a su vez en telas para evitar que se mojaran demasiado.*

— Bajaré por la escalerilla del servicio para que nadie me vea, dile a Robert que me espere en la cocina para salir según lo planeado. ¡Deséame suerte patito!

Notas de juego

*Entiendo que ya dispongo de las cartas de declan y las mías.

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26/04/2024, 16:25
Alexander Whalenburg
Sólo para el director

Simplemente no quería que su padre se dejara llevar por años de rabia contenida, mas la reciente casi perdida de su única hija o lo que podría llegar a decir aquel hombre. Avanzó con paso seguro, sabiendo lo que recibiría y preparándose mentalmente para ello. El ambiente de la sala era frio, totalmente distinto a lo que sintiera al ver a su amigo, incluso a pesar de las circunstancias. El noble le daba la espalda, despreciando su presencia y quizás tentándole a hundir el filo de una daga en su espalda. Gracias a Dios decidió venir él mismo.

-Buenos días Lord Colville- las palabras corteses salieron de su boca como témpanos de hielo sin sentimiento alguno, como escupidas por costumbre-. Lamento mucho la tragedia que aconteció a su familia. Son tiempos oscuros ciertamente- se movió con tranquilidad, acercándose al centro de la sala y colocando sus brazos detrás de su cintura, alzando el mentón agregando-. Suerte para usted que esta ante uno. Mis padres están ahora ocupados con otro asunto importante- no pudo evitar restarle importancia al noble, aunque no hubiera sido adrede-. Dígame lo que se ofrece y con gusto intentaré ayudarle.

Seguramente su padre ya le hubiera arrojado afuera o algo más drástico. Esperaba que contara el asunto que le traía al bastión de una familia que despreciaba y solo por ello toleraría su presencia. Algo unía a sus familias, mas allá de esos papeles y estaba seguro que Colville sabia que los tenían.

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26/04/2024, 18:50
Mildred "Millie" Robertson

Se sentía algo culpable por no habérselo contado todo, pero estaba cansada de los cuchicheos y además creía que hablar de su conversación con cuervo les podía provocar un tic en el párpado.

-No tienes que dármelas –descentrándose de la sensación en que le dejó la discusión con sus hermanos, atendió a Dagger.

-Solo espero que aceptes mis disculpas por haber expuesto nuestra conversación frente a Nathaniel y Leroy- dijo aturdida también por Margaret. Su inestabilidad e ideas sobre el descanso de madre o dedicarse a Dios para acallar al maligno, no le ayudaban.

Me debe un favor y le he pedido… Le he pedido si podría hacer de chófer

Aunque la ayuda a veces llega de forma inesperada.

-Eres parte de la familia, Beatrice. Levántate - agradeciendo el pequeño respiro que estaba dispuesta a darle la joven doncella, la observó instándole con un suave movimiento en su codo –Es una oferta muy tentadora la que me presentas, y no te imaginas la alegría que me da saber que sigo contando contigo- negó triste con la cabeza - Pero debo rechazarla. Margaret no está bien- y Amadeus no se encontraba en casa para paliar los desvaríos de Eula en caso de volver a hacerles falta.

-Si me voy no sé cómo reaccionará... ¿Podrías avisar al doctor Evans?

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26/04/2024, 18:22
Declan Augustus Salisbury

Sintió una vergüenza teñida de culpa y de sorpresa. ¿Cómo dos palabras tan sencillas, una mera formalidad dirían algunos, podía desatar tal cataclismo? Miró a su madre y mantuvo su agarre, hasta que se separó. No dijo nada más. Dejó que las palabras reposaran en ambos mientras trataba de hacerse a la idea de todo. Debemos perdonarnos por nuestro pasado o el viaje al futuro se volverá insoportable, se dijo, como si al verbalizarlo lo hiciera más posible.

Se quedó sentado pensando en su padre, en el estado en el que se encontraría. No había estado atento a los sonidos del exterior, así que la reacción de su madre lo tomó por sorpresa. Tardó unos segundos en procesar las palabras pero cuando entendió lo que estaba sucediendo sus ojos se abrieron de par en par y se puso rápidamente en pie para acercarse a la ventana.

No podía creer lo que estaba presenciando. ¿Qué hacía allí la mismísima princesa? ¿Cómo se atrevía la reina a mandarla hasta allí tras las órdenes de arresto que había emitido? Des de luego se trataba de una visita protocolaria, a juzgar por las damas y los guardias que acompañaban a la joven. Miró de nuevo a su madre, vio el terror que se agolpaba en sus ojos. Él mismo estaba sumido en un mar de nervios. Pero se negó a dejarse desconcertar. Se acabó. Se irguió de nuevo y habló con una voz más incierta de lo que le habría gustado.

— Vamos a recibirla, madre.— siseó, hablando más rápido que de costumbre.— No vamos a ocultarnos. No tendría sentido hacerlo. Los guardias de Slora están aquí, custodiando la entrada, por ende saben que estamos en casa. Si no respondemos pronto, podríamos alertarlos y poner en peligro todo nuestro plan.— ya empezaba a escuchar el repiqueteo en la puerta.—  Haremos lo siguiente.—  se dirigió hacia la puerta y llamó a la cocinera.— ¡Señora Brown! Por favor, haga el favor de abrir la puerta cuando le diga. Y prepare té y nuestros mejores víveres para recibir una importante visita.— volvió a girarse para mirar a su madre.— Recibiremos a la princesa aquí. Atribuiremos la ausencia de criado y de Leo a que están velando por Ava. Diremos que se encuentra mal, que está indispuesta en cama, quizás si exageramos un poco la princesa decida marcharse antes para evitar un contagio, incluso podríamos fingir algunos síntomas nosotros mismos.— ¿y la ausencia de su padre? Oh, asumió que la princesa sabía a qué se debía, ¿si no porque estaría allí? Tomó aire, recapitulando. — Madre, podemos hacerlo. Escuchemos que tiene que decir y después empleemos tu labia para acortar su visita.— la miró intensamente, tratando de convencerla de que podía con eso y con mucho más. Seguidamente se acomó su atuendo. — Señora Brown, abra la puerta para recibir a nuestros invitados.—  y se dirigió hacia el vestíbulo para recibir a la princesa como mandaba el protocolo.

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26/04/2024, 20:41
Amadeus Barnabás Colville

Amadeus aplanó sus labios en una línea y frunció su ceño. -Entiendo, o al menos, creo entender -musitó -Está bien, dejemos fuera de esto a Elisabeth -suspiró sacando el aire por la nariz. Alzó las manos en un gesto indicando a Archibald que le dejara pensar, o asimilar, todo lo que acababa de arrojarle encima, pesadas piedras en forma de palabras.

-Es posible que tenga una forma de conseguir la ubicación de los diamantes -soltó pensativo -El abuelo y yo usamos el mismo detective para hacer nuestros seguimientos -explicó a su hermano -Pero... tendré que convencerlo de que le conviene más ser fiel a mí que a mi abuelo y pagar para que lo vigile a él y a sus contactos, o investigue sus papeles.

Dejó que el peso de lo que decía se asentara en Archibald, acaso él tenía otras ideas en mente. Luego de unos instantes dijo: -Mientras tanto no tenemos otras opción que seguirle el juego -carraspeó -¿Se te ocurre alguna excusa convincente para que yo vuelva al redil? ¿Podríamos hacer de cuenta que tú me has convencido de que estaba equivocado sobre el duque?

Respopló pensando en su madre y su muerte, todavía el dolor y la realización no alcanzándole del todo. -Lo sé, sé que fueron ellos -alzó los hombros y los movió hacia abajo obligándose a destensarse -Pero tampoco descartes del todo que haya sido el abuelo el que provocó los acontecimientos terribles de anoche, por más que no hayan mencionado a las muchachas... Tiene muchas cartas bajo la manga y todo para parecer inocente a su favor, al menos frente a la vista de otros.

Notas de juego

Pido disculpas, pensé que había contestado.

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26/04/2024, 21:41
George Colville
Sólo para el director

No hay nada que cause más ternura que un niño fingiendo ser un hombre.- Se giró, ayudándose con su bastón. Hace años que George tenía la compañía de un bastón de ébano oscuro para ayudarse a caminar debido a su avanzada edad, y aunque aquello debía ser un signo de debilidad le reafirmaba al chocarlo más fuerte contra el suelo, como si fueran campanas intimidatorias que advertían de su llegada.

Por supuesto lo lamenta, no esperaba otra cosa de las últimas personas que vieron a Vivianna con vida.- Lo sabía, al menos una parte de la información.- Mi nuera abandonó el palacio durante los bailes, tiempo en el que tanto tú como vuestro padre estábais en el salón.- De manera posiblemente teatral, regresando a su posición inicial, volvió a darle la espalda a Alexander para mirar el cuadro familiar.

Sé que estuvo aquí, intuyo que reuniéndose con la única persona presente en ese momento.- Dejó unos segundos de silencio mientras fijaba la vista en la imagen de su madre.- Volveré a preguntar una última vez, ¿dónde está Amerie Maw?

Alexander escuchó movimiento en el pasillo, alguien acercándose. No sabía quién pudiera ser, Chase, Amerie, un criado… En cualquier caso la tensión empezaba a ser pesada.

Notas de juego

alex

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26/04/2024, 21:41
Narrador
Sólo para el director

Su papel como “hombre de la casa” iba a estrenarse mucho antes de lo que pudieran esperar y ni más ni menos que con una visita real, poniendo en marcha un rápido plan que todos los integrantes tomaron como una orden.

La señora Brown, una mujer regordeta y de baja estatura, se colocó junto a la puerta mirando el pomo como si el hecho de apartar la vista hiciera que desapareciera. Esperaba el momento exacto en que le permitieran abrir, conteniendo los nervios entre cada nuevo “toc toc” que llegaba del otro lado, impacientes por ser recibidos.

Por otro lado Poppy se aseguró de alisar el vestido con sus manos y mirarse en cualquier superficie que pudiera reflejarse, cuidando su cabello y escondiendo unos mechones que se habían escapado de su recogido. Carraspeó la garganta y se colocó junto a su hijo antes de tomar aire y meter tripa, queriendo fingir que tenía un par de tallas menos a pesar de que el corset que aprisionaba su cintura ya se encargase de esa labor.

Fue después de dar la orden y que la señora Brown se dispusiera a abrir que Declan pudo ver a Eleonor asomándose en el piso de arriba por el pasillo, escondiéndose al instante. Al menos tenía localizada a una hermana, pudiendo imaginársela oculta entre las sombras y sin respirar para fingir ser un fantasma de la casa.

Nada más abrir, lo primero que vio fue a uno de los guardias que habían acompañado a la princesa y el encargado de los continuados golpes en la puerta con los nudillos. Era alto y de tez oscura, vistiendo el uniforme de palacio con colores rojos y naranjas con franjas blancas, además del escudo de la familia real en el pecho. Se apartó a un lado para darle visión al resto del séquito, aunque la figura más llamativa sin duda era la de la princesa.

A pesar de la lluvia, Mariah Grace estaba impecable. Llevaba un vestido azul con hermoso encaje en las mangas amplias, colgando por sus brazos como si fuera una cama. Había numerosos detalles florales bordados a mano, sobre todo en la amplia falda y el cuello cuadrado, dejando descansar sobre su pecho un colgante con una esmeralda que relucía en los escasos rayos de sol.

A su espalda tenía dos criadas encargadas de elevar un poco el vestido, lo suficiente como para que no tocara el suelo mojado y se manchara. Se movían a su son como si fueran sus sombras, aunque por suerte los movimientos de la princesa eran pequeños y gráciles, estudiados para ser delicados.

Por último, terminando la comitiva, otro guardia con lo que parecían un par de libretas de cuero negro entre sus hermanos.

Notas de juego

declan

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26/04/2024, 22:37
Sólo para el director

THE ATHANAENUM: Con Obispo, Madre y Doctor

  • Mary: Escucha la conver de obispo y madre

CARRUAJE ROBERTSON: Solos. Llegada a barrio bajo (casi atropello de Fantine)

  • Leroy: Hablando
  • Nathaniel: Hablando

CASA ROBERTSON: Con Beatrice

  • Mildred: Hablando.

CALLES BARRIO BAJO: Con Cuervo. Verá casi atropello de carruaje Robertson y Fantine

  • Elisabeth: Hablando

PARQUE: Con Archibald

  • Amadeus: FALTA POST

CASA SALISBURY – HABITACIÓN: Con Eleonor.

  • Aveline: Marcha hacia las cocinas (escuchará grito de Declan. Encuentro con Robert)