Partida Rol por web

Soñaba plácidamente con un bosque primaveral, lleno de flores y pajaritos cantando, cuando, de repente, el escenario se convierte en una montaña nevada. Unas palabras demasiado altas, algo así como "probando, probando" repetidas por el eco, provocan una avalancha de rocas, que caen encima de Fingui. Una le cae en el hombro, y debido a un golpe real, entreabre los ojos. Ve el causante del dolor: un pie poco limpio. Se incorpora un poco para dejarlo alejado de su cuerpo, no vaya a ser que repita la maniabora. Como una zombie, deja a la goblin dueña del pie en una posición un tanto extraña, y vuelve a dormirse, intentando recordad dónde había visto a esa goblina pelirroja.

Venga, venga, venga, despertad... -Trona el altavoz, y Fingui siente como otro derrumbamiento cae sobre ella. Los goblins empiezan a despertarse, y descubren los dados brillantes desperdigados por el suelo, lo que enciende sus ojos codiciosos.

Estáis aquí para jugar a vuestro juego. Pero quien no cumpla las reglas...

Otro foco más alumbra una máquina enrevesada, de manufactura goblin. Deberá recoger los dados del suelo para "guardarlos" en el dispara-dados automático de cañones giratorios hasta que... termine. Su moderno sistema le permite disparar según la munición se intoduce en ella... pero tiene un pequeño error de fábrica: Los dados se meten por el lado de los cañones, lo que ha costado ya un par de ojos en su corta historia.

El goblin sólo será liberado de su tarea si aparece otro tramposo, o al final del juego. O si saca un 100 en un d100 con un penalizador de -1.

Venga Moucho!, pajarucho, te reto a darle con esta piedra a Jailoviurg digo alargando mi mano ofreciendo una piedra, pequeña, pero dura, a que no le das! cantarrajeo en tono de burla

Kippel siente cierto ruido que le despierta. No sabe que es pero quizá si abre los ojos . . . así que los abre y ve todo lleno de rutilantes dados. ¡OOOoohhhhhh! Qué maravilla. ¿Puedo cogerlos? ¿Son para jugar? Jugar a los dados es una irresistible costumbre así que no espera respuesta.

¡Mira, mira, mira! Hay uno verde con muchas caras. Veamos, una, dos, tres, . . . muchas. Rebuscando localizo dos dados iguales, de diez caras aunque no lo sepa. Sólo sé que con esos se juega muchas veces. Apuesto a que con mi mala suerte sacaré el número más bajo de todos. A quién saque número más bajo le recojo los dados que tire.

Mi mala suerte con los dados es de siempre. Una vez el sargento riéndose mucho me dijo que si aprendiera a contar no tendría tan mala suerte, pero no se que quiso decir. Pero ahí van, el primero es un dos y el otro un . . ., un . . ., uno de esos que a algunos humanos les gustan porque les dan suerte.

- Por hablar, recógeme los daditos.

Jail tira los dados y ve el resultado. - Brrr, va, te los puedes incluso quedar, a mí qué me importa. - Y se gira enfurruñado como sólo el sabe.

Tras estar toda la noche de fiesta en la habitación del Rais Domido, Bloch (1) había quedado agotado, aunque no sabía si era más debido a la fiesta en sí o a los contínuas interrupciones del Rais.

--- Uff… ya no tengo veinte años, voy viejo para estas cosas --- pensaba mientras intentaba ponerse en pie.

Tras desperezarse y bostezar repetidamente, decidió que era un buen momento para desayunar aprovechando que había sobrado alguna comida de la fiesta. No bien había empezado a comer cuando se le acercó un goblin bastante horondo y de cuyo nombre no se acordaba demasiado bien: 

Cita:

 El problema era que Bloch tampoco se acordaba muy bien de quién era Jailoviurg. Dado que Bloch era un caballero dio por sentado que no podría ser una de las chicas, y de serlo tampoco le tiraría nunca una piedra a una dama goblin, sobre todo siendo tan simpáticas como aquéllas. Quedaban, pues, los machos de la especie. Tampoco debería ser el goblin horondo que le había ofrecido la piedra, por lo que quedaban seis goblins entre los cuales elegir… Bueno, no, cinco, pues recordaba a Dunkel-Punkel. con su brazo entablillado Eligió entonces entre los cinco restantes uno al azar como objetivo y lanzó la piedra (2). Dada su fuerza optó por lanzar la piedra cuidadosamente como si de un hueso de aceituna se tratase, poniéndola en la palma de la mano izquierda y golpeándola con el dedo índice de la mano derecha. Aún así, dada la fuerza y tamaño de Bloch, el goblin iba a dar un buen respingo si le daba. Apuntó... y , ¡pam! la piedra pasa zumbando muy por encima de la cabeza del goblin.

Uhij se despertó sobresaltada, varios minutos después de que los altavoces los llamaran.  no fue precisamente por ellos por los que se despertó, sino por el tiburón que había estado a punto de comérsela.  Una vez se dio cuenta de que todo era un sueño (cosa que le llevó algunos minutos y una buena comedura de cabeza) miró a su alrededor. Se dio cuenta de que tenía la mano metida en la boca de otro goblin, así que la sacó y la limpió en el jergón antes de levantarse y dirigirse al resto de goblins que se dedicaban a tirar...

¿Eso eran dados?

¡¡DADOS!!

Uhij se dirigió corriendo hacia ellos y cogió un puñado de dados que encontró por el suelo. LA cara se le había iluminado y ss ojos brillaban con una mezcla extraña de malicia e inocencia. Como un niño con zapatos nuevos que usar para patear hormigas.

Escuchó algunas de las apuestas y decidió volverse a Kippel.

- ¡¡Acepto tu reto!!

Buscó entre los dados de su mano uno brillante de color ciruela y lo tiró.

- ¡¡Bieenn!!¡¡He ganado!!!Digo... ¡¡He perdido!! Bienn!!

En lo referente a los dados Uhij perdía el poco seso que le quedaba. Se lanzó a recoger su dado y los del resto para repartirlos. Luego se quedó mirando los suyos, todos de colores chillones o brillantes, y se puso a pensar a qué podían jugar ahora...

Llena de magulladuras y algo aturdida, entreabre los ojos. Viendo la inestabilidad de la montaña, Fingui decide levantarse, descubriendose intacta. Se incorpora, y escucha una voz.

Bieen! Vamos a jugar! Piensa, ilusionada mientras recoge unos cuantos dados. Cuando empieza la advertencia a los tramposos, ya está imaginando posibles juegos, pero al oir lo de quedarse sin un ojo, se asusta mucho, y da un respingo tirandolos todos al suelo.

Al ver los dados de ocho, empieza a dar saltitos, llena de alegría. Tiene el número más alto que puede sacar, y un siete, que no está nada mal. Pero en seguida ve el fracaso total, el horripilante 1, y los otros dos dados.

Que mala suerte! Piensa, arrastrando los pies por la estancia, y con la cabeza gacha. Seguro que a nadie le sale tan mal como a mí... Siiii, seguro que no!..

Apuesto a que nadie tiene peor suerte que yo! Dice, feliz por haber encontrado un juego. Quien sace peores dados que los míos, gana.

Veo como Fingui coge y arroja dados. Creo que quiere jugar a lo mismo que yo, me uniré a su juego. Soy muy bueno en el juego de ser malo . . . ¿o era al revés?

Los dados ruedan sobre el suelo y tras arrojar los mismos que tiró Fingui me quedo mirándola interrogativamente. ¿Saqué mejores o peores dados? ¿Gané o perdí? No es que importe mucho, me he divertido tirando los dados. Pero tengo curiosidad por saberlo. ¡Ah! Aún falta algo.

Cojo dados como los que tiré yo hace un rato (1D100) y se los doy a Fingui: Ahora te toca a ti, tira estos.

Estuve mirando un buen rato los juegos de mis compañeros, y aun no me habia atrevido a integrarme a ninguno, por alguna razon no me sentia con suerte con estos de los dados, derrepente pense en el juego de kippel era para probar el peor, quizas en ser malo podria ganar.

Hmmm... Dice, algo confusa. ¿Cómo se me ha ocurrido un juego tan complicado?, se pregunta, indecisa. 

Decide comparar los dados: 2-1, 7-8 y 7-7: Empate. Siguientes.. 7-4 y 4-5. Se queda pensando un rato, y salta, jubilosa:

Juuuupiiii!!! ganaste!!!. Pero de repente, se le transforma la sonrisa en una mueca de tristeza... Ohh!! nooo, perdiste! Dice, apenada... Juuuupiiii!! ganeee!! Canta, recuperando la alegría.

Dándose cuenta que no se puede estar triste y contento a la vez, y que alternar de un estado a otro es agotador, decide borrar todas las emociones y tirar los dados que le tiende Kippel.

 ¿gané? pregunta, temiéndo la respuesta.

Vaya, gané. Es decir, perdí. ¿O empaté? Bueno creo que perdí.

Y en tu caso ganaste. Es decir, perdiste. O sea, al ganar perdiste porque yo aposté que perdería yo. Quiero decir que tu sacaste más que yo, luego ganaste y se trataba de perder así que yo gané y tu perdiste. Perdiste porque ganaste. Si hubieras perdido entonces habrías ganado y en ese caso yo habría perdido. Pero ganaste y como dije al ganar perdiste.

Y . . .

Pfffff, qué lío. Ya no se si ganamos o perdimos. Pero . . . ¿acaso importa? Tomo un puñado de dados (10) de los que menos números tienen y los lanzo. A ver quién saca más unos. Yo saqué un uno, menos mal, si hubieran sido muchos unos no habría sabido contarlos.

-Yo también quiero jugar a eso! -exclama Hat a Kippel- Soy muy buena sacando unos... siempre que no quiero sacarlos... pero bueno, ¡voy a probar!

Hat se acerca a Kippel, pues había estado apartada en un rincón viendo cómo se divertían sus amigos. Haciendo malabares con los dados, Hat los va dejando caer uno por uno, hasta que los diez están en el suelo. Después de mirarlos un buen rato, con cara extraña, logra reconocer cuáles son los unos y cuáles no, pues se le había olvidado contar..

-¡Qué bien! ¡¡Saqué tres!! ¿Eso es bueno, no? Aunque ahora que lo pienso... todos los demás números son sumas de 1!! es como si hubiera sacado muchos unos seguidos!!

Sí Hat, ganaste. Puedo contar tus unos, son tres veces uno. Pero si me dices que hay más unos yo no los veo. Y aunque los viera no sabría contarlos así que lo mismo da. Oye, ¿cómo funciona el lanzador de dados?

Me pongo en pie recogiendo unos cuantos dados y acercándome para verlo funcionar en detalle. Es interesante, podría estar mucho tiempo investigando cómo funciona.

¿Cómo dijo el sueño ese que tuve? Algo así como sacar 100 con 1D100 y -1. No sé muy bien qué significa pero probaré.

Después de escuchar la respuesta de Kippel, y tras creer que le había entendido para inmediatamente después estar convencida de que no -numerosas veces-, decido volver a probar suerte.

Viendo que Kippel se ha ido a ver la misteriosa máquina, decido consultarlo con Hat.

¿Empate a 3? Pregunto, mirando con el ceño fruncido a los dados.

-No, tú tienes 4 unos... -dice Hat después de otro buen rato mirando los dados- Joo... es muy complicado este juego que me inventé... ¡Mejor juguemos a otro!

De nuevo la pequeña goblin se devana los sesos en busca de un reto interesante y sencillo, lo cual es extremadamente complicado para ella...