Partida Rol por web

Bravo 1-2, también conocido como Ryan Raynor, estaba caminando por los pasillos hacia la zona ñoña de la comisaria, donde todos los geeks hacían sus cosas de geeks. Entre ellas, las Oficinas Forenses. El caminaba, con porte distendido, haciendo uso de su metro noventa de puro musculo contenido en el traje azul de la policía del estado de Nueva York. Llevaba el arma y el bastón con soltura, el mismo no interrumpía su caminar, y sus borceguís podían estar tan limpios que el reflejo podía verse en ellos. Llego hasta las oficinas y golpeo con educación, al tiempo que le hacia un guiño para inspirar confianza en Celarian.

Vestuario Masculino. 18:35 horas 28/02/2018

El vestuario a aquellas horas se encontraba vacio y con las luces apagadas. Los del turno de mañana hacía más de tres horas que habían abandonado las instalaciones y los de la tarde hacía el mismo tiempo que se habían incorporado. Los del turno de noche aún disfrutaban probáblemente del almuerzo en su extraño horario vital.

El primero en entrar fué Raynor, que encendió las luces al pasar por la puerta, que crepitaron un par de veces antes de estabilizarse en ese blanco hospitalario. Tras él entraron Jefferson y O'Malley y, algunos segundos más tarde Johnson, que estaba escribiendo alguna cosa en su teléfono.

Vestuario Femenino 18:35 28/02/2018

El vestuario a aquellas horas se encontraba vacio y con las luces apagadas. Las del turno de mañana hacía más de tres horas que habían abandonado las instalaciones y las de la tarde hacía el mismo tiempo que se habían incorporado. Las del turno de noche aún disfrutaban probáblemente del almuerzo en su extraño horario vital.

La primera en entrar fué Vaamar, que encendió las luces a su paso por la puerta, seguida de Courier y de Woods, a la que a los pocos segundos de entrar le sonó un aviso de mensaje en el movil.

Había sido un duro día de trabajo a pesar de que no había salido a patrullar. Habían sucedido demasiadas cosas desde aquella mañana, la reunión con McGee, la mini tertulia pre-conferencia de prensa en la que por ansiedad había metido la pata, la conferencia con los periodistas sedientos de sangre que parecían presionarlos para aprovechar algún momento de debilidad, en el que alguno bajará la guardia para saltarle a la yugular a todo el departamento de policía... y luego el despacho 17, con todo lo que eso significó. A decir verdad, le resultaba extraño que Celarian no le haya contestado con la misma vehemencia que había contestado durante toda la mañana, en algún punto se sentía decepcionada. 

Repasaba todo lo acontecido en el día mientras se despojaba de todo su equipo y lo iba guardando en su locker, y se ponía unas calzas deportivas que acentuaban el casi perfecto cuerpo de la agente, con un equilibrio tan balanceado entre curvas y musculatura, que hacia juego con su rostro, de mezclaba una piel y facciones suaves, con una mirada y expresión llenas de carácter y determinación. Se colocó por fin unas vendas en las manos y muñecas, y se preparaba para saludar a sus compañeras y dirigirse hacia el gimnasio, por lo menos a golpear durante algún tiempo la bolsa de boxeo. No había hecho ninguna actividad física durante el día, y además no tenía otra cosa mejor que hacer.

Lyara parecía algo abatida, aunque aquel día de trabajo se hubiera dado por finalizado, seguía dándole vueltas al asunto de los asesinatos. Se sentía algo incómoda al no estar dedicándose al cien por cien al caso, pero las órdenes recibidas habían sido más que claras al respecto. Saludó a sus compañeras con una ligera sonrisa y un sutil asentimiento. Echó una ojeada a su smartphone, pero decidió terminar de cambiarse antes de dar una breve respuesta al mensaje que había recibido. Al contrario que Courier ella vistió ropas de calle, posiblemente pensando en volver a casa.

Quién sabe, igual aún tenía tiempo de darle algunas vueltas más a los pasos que tomarían al día siguiente. Aunque probablemente le vendría bien ir a cenar fuera.

-Que el resto del día os sea provechoso, ¡hasta mañana si todo va bien! -Se despidió con una ligera sonrisa antes de abandonar el vestuario, camino al exterior. Miró a la agente Vaamar por un instante, con semblante pensativo. Sin embargo fuera lo que fuera lo que le rondaba por la cabeza, decidió continuar por su camino tras ensanchar la sonrisa.

Janinne no le había vuelto a contestar al mensaje del móvil. No sabía si su anterior sms le había sentado bien, mal o si le había resultado del todo indiferente. Quizás había sido demasiado atrevido por su parte, pues desde entonces no le había vuelto a dirigir la palabra y de hecho estaba casi segura de que ni la había vuelto a mirar. Le hubiera propuesto una pequeña charla, quizás cenar algo rápido antes de regresar a casa, no obstante, ya parecía tener planes.

Un poco de ejercicio tras aquel día de duro trabajo mental le hubiera venido bien a la agente Vaamar. Dudó un instante si quedarse a entrenar con su nueva compañera, aunque finalmente se decantó por regresar a casa. Había existido cierta tensión entre ellas durante todo el día y no sabía cómo se tomaría su compañía. Además, Sam esperaba ansioso en casa por verla, no podía dejarle allí solo y tirado.

- Lo mismo digo Woods. – Respondió Celarian cuando la otra elfa de la unidad se despidió.

- Woods… ¿Cuál era su nombre de pila? ¿Me lo han dicho? Seguramente sí, pero no lo recuerdo. ¡Vaya memoria la mía! – Pensó la joven elfa.

Cuando Woods abandonó el vestuario, Celarian se acercó a Jeaninne haciendo el menor ruido posible mientras pensaba en que decirle. No se podía negar que la joven humana tenía un cuerpo escultural. A Vaamar le ruborizaba mirar cómo se cambiaba, por lo que no se dirigió a ella hasta que se hubo puesto el chándal para hacer ejercicio.

- Jeaninne… - Dijo en un murmullo casi inaudible. – Jeaninne… - Repitió en tono más alto captando la atención de la humana. - ¿Hemos empezado con mal pie? ¡Sabes, no me gusta decir siempre lo que ronda por mi cabeza, pero no puedo evitarlo! Me pasa desde que era una niña… - Hizo una pausa para respirar y prosiguió hablando de forma descontrolada. – Estuve yendo con la doctora Roberts. Me ayudaba a controlar mi verborrea. Es duro realmente tener éste problema. Me causa muchos problemas. ¡Hay veces que digo cosas muy desacertadas! Hay veces que no pienso lo que digo o lo que escribo. Como en el mensaje ese que te puse. No es que no crea que eres bonita. Eres muy guapa realmente. Realmente guapa sí, pero… - Chasqueó la lengua. - ¡Joder ya la estoy cagando! ¿No? – Gruñó para sus adentros dándose cuenta de que estaba temblando. – Mierda… buenas noches. – Dijo dándose media vuelta y encaminándose hacia la puerta del vestuario no sin antes recoger su mochila.

Jeaninne se quedó sorprendida mirando a la agente Vaamar. Había estado esperando algo, pero no exactamente aquello, sin dudas le agradó la forma que tuvo de dirigirse a ella. La joven agente se permitió bajar la guardia, había estado esperando aunque sea que Velarían le contestara el mensaje que le había enviado, pero era probable que ni lo haya leido, ya que no había recibido ninguno por parte de ella.

Hemos empezado con mal pie, eso seguro. - dijo dejando escapar lo que parecía una sonrisa, una sonrisa genuina. Mientras asentía con la cabeza prosiguió - Mira, yo también he sido impulsiva al contestarte, y tal vez hubiese sido mejor esperar a que estemos solas para decirte lo que pensaba. He estado muy mal en decirte todo aquello delante de todos. Lo siento mucho, realmente. Que dices si mañana empezamos desde cero? Sin rencores? - al decir esto le extendió la mano, que estaba vendada y preparada para golpear aquella vieja bolsa de boxeo del gimnasio.

Celarian se dio media vuelta y suspiró aliviada ante la reacción de su compañera. Ya pensaba que la había tomado por loca nada más acabar de exponer toda aquella sarta de sandeces que había soltado sin pensárselo dos veces. En cambio su actitud fue realmente conciliadora y eso le gustó a la elfa.

- Gracias por tu compresión, Jeaninne. – Dijo esbozando su mejor sonrisa. - ¿Cómo…? – Detuvo la pregunta que le rondaba la cabeza para valorar su adecuación. - ¿Vas a pegarle al saco? ¿Te libras así de mucha tensión y además te ejercitas no? Fui atleta olímpica… - Esa última parte la dijo en voz baja, casi inaudible. – Sé que es esforzarse para llegar a algo y no alcanzar tu meta. – Chasqueó la lengua mientras mantenía su triste mirada fija en el suelo. – Tendría que volver a ponerme en forma. 

Bajando la escalinata del cuartel una figura vestida con una cazadora de cuero de tipo aviador y con la cabeza embutida en un casco cerrado de color negro mate la esperaba apoyada en el final de la barandilla. En cuanto Johnson la vió levantó la mano para que ella pudiera reconocerle, tendiéndole con la otra mano un casco similar al que portaba él.

-¿Nos vamos?-dijo, dejando entrever lo que parecía una sonrisa tras la visera de su casco.

Aparcada justo enfrente de la acera de la comisaría les esperaba una Yamaha Dragstar negra con detalles en cromado.

-¿Algo que deba tener en cuenta a la hora de escoger restaurante? -preguntó mientras subía a la motocicleta y le quitaba el caballete.

Más allá del aparcamiento para agentes de la comisaría, el ambiente era frío, si bien no lo era tanto como cuando habían llegado a primera hora de la mañana. La nieve sucia que cubría las aceras y el asfalto había desaparecido, por lo que era de suponer que durante el día había estado brillando en sol; pero a aquella hora ya había vuelto a ocultarse tras el horizonte, dejando como vestigio un casi imperceptible tinte rojo  en el borde del Skyline de la ciudad.

Las farolas ya estaban encendidas e iluminaban las aceras con su luz mortezina anaranjada.

Tras vestirse con algo de prisa, sacó de su taquilla un casco de y unos guantes de moto y una cazadora de tipo aviador.

-Buen trabajo el de hoy, muchachos. Mañana será otro día. dijo saliendo por la puerta

Descendió por las escaleras con cierta parsimonía mientras trataba de ubicar a Peter. Una vez supo cuál era su destino aligeró un poco el paso para llegar a su altura. Vestía de manera bastante casual, una camiseta de manga corta a rayas y una bomber que aún no había cerrado por encima, en conjunto a unos pantalones de tonalidad oscura. 

- O no, podríamos quedarnos. Sería un giro inquietante de los acontecimientos -bromeó mientras tomaba rápidamente el casco que le era ofrecido, tomándose su tiempo en ajustárselo en la cabeza. Era bastante meticulosa con todo, y si bien conservaba cierta elegancia con aquellos gestos, era algo lenta si no existía la urgencia.

- Podríamos completar el tour asiático. Tal vez algo picante, ¿tailandés? -sugirió fijándose en su expresión, a ver qué le parecía. Si no le entusiasmaba demasiado el curry o sacar fuego por la boca en general, se apuraría a proponer otro plan. Tampoco tenía intención de hacerle pasar un mal rato.

Echó un vistazo momentáneo a la calle, aunque pronto empezó a acercarse a la moto, mostrando la determinación que siempre solía acompañarla.

Hasta mañana, jefe – comentó Don a Johnson.

Se dio una ducha en silencio. Se le ocurrían mil bromas a gastarle a Ryan por su asignación con Vaamar… pero le daba pereza hacerlas… además, no parecía justo regodearse de un compañero ya en el suelo, sobre todo si fuiste tu quien le dio el empujoncito para llegar allí.

Se vistió y comento. Bueno camaradas, será hasta mañana.

-¡Hasta mañana, Don! -se despidió Jefferson de su pequeño compañero, mientras procedía a desvestirse.

El orco se despojó de su uniforme y procedió a guardarlo en el interior de su taquilla. Tras dirigir una breve mirada a los dos pequeños pósters de mujeres orcas que adornaban la taquilla, se puso su camisa y unos cómodos vaqueros, tras lo cual se colocó encima la chaqueta de tono pardusco y se ajustó la corbata verde alrededor del cuello. Por último, tomó su llamativo sombrero púrpura y se lo puso encima de su alopécica cabeza.

-Raynor, Jefe, os veo mañana -se despidió Jefferson, haciendo un saludo al levantar durante un breve instante su sombrero.

Sé lo que dices, mi único objetivo en este mundo es hacer lo posible para hacer de esta ciudad un lugar más seguro para todos, y especialmente para mi familia, sé también que por mucho que hagamos, nunca es suficiente. Y si, golpear la bolsa me ayuda bastante... - dijo mientras ya miraba a Celarian de forma más amigable, y pensar que hace pocas horas atrás, su relación parecía bastante lejos de ser buena.

De pronto su celular sonó, lo cogió y leyó un mensaje de Celarian que parecía haber llegado con demora. Jeaninne se puso colorada como un tomate, e inmediatamente terminó de guardar sus cosas en el locker, pero parecía que no entraban. En la desesperación y para hacer más rápido empujó todo cómo pudo y cerró la puerta. - Mejor será que vaya yendo, no quiero volver a casa muy tarde... - se la notaba nerviosa, tanto que saludó torpemente con la mano a la agente Vaamar y se giró para golpearse accidentalmente en la pierna con una de las bancas del vestuario. - Maldita sea! - se la oyó gritar pero sin interrumpir su camino hacia el gimnasio. 

Ryan estaba un poco apagado, cansado luego de la larga jornada. Aun asi, no entro a ducharse, solo a cambiarse, y se coloco algo similar a un equipo deportivo rapido, zapatillas camiseta sin mangas y pantalones cortos holgados, y se fue a entrenar al gimnasio del Precinto, para agotarse físicamente tanto como lo habia hecho mentalmente. Estaria alli un buen par de horas, hasta desfogarse, y luego si, ducha e iria a descansar.

Mientras se dirigía hacia el gimansio, ya desde el pasillo, Ryan  pudo escuchar cláramente como alguien estaba haciendo uso de uno de los sacos del gimnasio. Y parecía que se estaba empleando a fondo.

En cuanto entró, las grandes instalaciones deportivas del departamento estaban vacías, principalmente debido a la hora. Solían llenarse en las horas previas o inmediatamente posteriores a los turnos de trabajo.

La hilera de máquinas de correr estaba a oscuras, así como la zona de máquinas de musculación y biciclétas estáticas.

La única zona iluminada era la zona de artes marciales, donde una extensión bastante grande estaba cubierta con tatami de color verde apagado. Ya fuera del tatami, una hilera de 4 sacos de boxeo colgaban de cadenas.

Y era en uno de estos sacos, en los que se encontraba la agente Courier golpeando de forma casi frenética.