Partida Rol por web

- Ningún problema... - Dijo Eldren Nimwë. - Me fío totalmente de ese hombre. Lleva mucho tiempo trabajando conmigo. 

Fue entonces cuando el candidato a la alcaldía por el partido republicano sacó su teléfono móvil y marcó un número. Se lo llevó a la oreja y cuando comprobó que daba tono se lo pasó a Celarian Vaamar. La elfa vio como efectivamente, se estaba marcando un teléfono y el contacto ponía "Secr. Harrison".

- Aquí tiene... - Le dijo al pasarle el teléfono.

- Señor, Nimwë... - Respondió finalmente alguien al otro lado del telefóno. - Estoy con el tema de la campaña. Dígame...

Buenos días, señor Harrison. Soy la inspectora* Celarian. Estamos con el señor Nimwë en jefatura realizando algunas comprobaciones y nos vendría muy bien su colaboración -le dije, intentando parecer vaga y sobre todo, totalmente inocua -. Le agradeceríamos que se uniese a nosotros... ¿digamos como mucho en media hora?

No es una petición sino una orden, pensé, pero como sea tan borde como acostumbro no vendrá.

Suspiré. No me gustaba disfrazar las cosas. No me gustaba tampoco tener que esperar... otra vez.

- ¿En media hora? - Preguntó. Me es imposible llegar tan pronto. Lo siento mucho, señora Celarian... - Se mantuvo unos segundos en silencio. - Quizás pueda estar en una hora y media. ¿Qué le parece? Entre que me despido de los hombres con los que estoy reunido, cojo el coche y vengo... el tráfico de Nueva York... ya lo conoce...

-No, no me parece bien, pero supongo que a su jefe no le importará estar encerrado en una prisión maloliente durante todo el tiempo que tarde usted en llegar, si es que no puede venir antes. También supongo que pensará que a usted no le importa demasiado lo que le ocurra a él.

Por supuesto, en cuanto esas palabras salieron de mi boca, me apresuré a levantar el brazo e indicar a todos que se callaran. Joder, ¿es que no jugaban al poker? Pues yo sí.

-Así que usted verá. He dicho media hora y eso es justamente lo que quería decir, no más. O su jefe pasará la noche en prisión por su culpa.

Sin darle oportunidad a que dijese nada, colgué y le devolví el teléfono a Nimwë.

-Lo siento, señor Nimwë, pero no me gusta que me hagan esperar y mucho menos cuando se trata de algo importante. Espero que no le importe que le haya usado de cebo.

- ¡Agente Vaamar! - Exclamó el comisario bastante indignado. ¡Por favor, serénese! - Le ordenó. - Está usted desaforada. Más de lo habitual quiero decir...

Se notaba que la situación empezaba a superar a Khorlin McGee. Se sentía inútil, pues realmente no había aportado nada a la investigación salvo pegas una detrás de otra. De hecho, se le veía incómodo en la planta sótano del Departamento. No solía bajar demasiado al laboratorio, no realizar trabajo de campo. Si encontraba una buena excusa para marcharse sin duda la aprovecharía.

- Entiendo si juego, agente Vaamar. Sabe jugar... - Sonrió Eldren Nimwë ante la pregunta de la agente.

Fue entonces cuando miró al comisario y todos intuyeron en la mirada de aquel elfo cierta compasión por él. ¿O más bien era vergüenza ajena?

- Comisario McGee... - Pronunció el nombre del enano. - ¿No tiene nada más importante que hacer? - Le preguntó. - No hace falta que permanezca aquí por mi. Estoy agusto con éstos agentes se lo aseguro...

- ¿En serio? - Preguntó visiblemente sorprendido el comisario.

Carraspeó, se colocó el uniforme agarrándose si cinturón y tirando hacia arriba, era como una manía o un ritual y finalmente habló de nuevo.

- Lo cierto es que si. Tengo muchas cosas que hacer, se lo aseguro. - Miró a todos los allí presentes. Todos callaban y le miraban invitándole a marcharse. - Si me necesitan, llámenme. - Dijo antes de despedirse con un ligero movimiento de cabeza y abandonar el laboratorio.

- ¡Perfecto! - Exclamó Rupert Murdock una vez McGee se hubo largado el comisario. Parecía que el también se alegraba de poder empezar a trabajar de una vez por todas. - Mientras esperamos... Podemos practicar las pruebas forenses sobre el torso de gel. ¿Quién va a probarlo? - Dijo ofreciéndo el bastón del museo.

A ver si ese bribón viene o no, tengo ganas de saber si ha sido él y si es tan listo como ha parecido.

El agente estaba contento, no tenía que molestarse en perseguir a un sospechoso, y a cambio se podía quedar a ver una demostración de fuerza con un arma ancestral de esos orejas picudas.

Tengo ganas de ver cómo corta ese sable tan raro, mi gente creía que era mejor una buena hacha doble orca, aunque con lo idiotas que eran mis ancestros, igual me llevo una sorpresa.

El jefe se fue, lo cual era lo mejor que podía hacer. La verdad es que si quería únicamente resultados, lo mejor era que no estuviera allí cuando los consiguiéramos, dado que podía poner en duda cómo lo hacíamos.

Por otro lado, me puse a pensar en las cámaras. Todavía debíamos esperar porque Boyle no estaba allí. Pero a mí no me olía demasiado bien aquello, así que...

Mientras esperamos... Podemos practicar las pruebas forenses sobre el torso de gel. ¿Quién va a probarlo? 

Las palabras de Rupert me sacaron de mi ensimismamiento y procuré responder a mi modo habitual.

Creo que debería ser el propio señor Nimwë quien lo probara. De ese modo podrá asegurarse de que nada le ocurre a su... reliquia, ¿no le parece? -dije, mirando a nuestro hombre directamente con una sonrisa que decía... ¿no quería estar durante las pruebas?, pues aquí lo tiene, en primera fila.

Acto seguido, me giré hacia Nine y Zoddert.

-En cuanto terminemos aquí, iremos a ver a Boyle. Nada de esperar a que venga. Quizás tengamos que llamar a Frank y a Ryan para ver cómo les va y organizarnos con ellos.

Finalmente, me volví para seguir atendiendo a la demostración. Ya teníamos un sospechoso, pero eso había que manejarlo con cuidado. 

Eldren Nimwë asintió con la cabeza. Se desplazó hasta donde se encontraba el bastón cedido por el museo y lo agarró. Lo miró con devoción y desenfundó su filo acercándose entonces al modelo de gel.

- Allí voy... - Dijo.

Entonces se quedó mirando unos segundos el molde y entonces lanzó su ataque. Trazó un arco perfecto con su brazo a una velocidad excepcional. El filo del arma pareció doblarse sobre sí mismo en el aire y sonó como cortaba el aire. Cuando impactó contra el molde, éste se partió por la mitad con un corte perfecto y limpio.

- ¿Qué les parece? - Sonrió.

El molde había quedado seccionado en dos partes. La superior cayó al suelo, mientras que la inferior permaneció sobre su base. La herida producida por Nimwë al maniquí era sin duda mucho más grave que las que se habían reseñado en los cuerpos de los asesinados.

- Este tipo de armas, en las manos adecuadas, son norte de necesidad. - Añadió el elfo. - Pero hay que saber usarlas. Tienen una esgrima muy particular. El asesino es un aficionado...

Ooooooooh!!! No tiene nada que envidiar a una buena hacha doble orca portada por un buen orco de brazos anchos!!! Normal que destrozaran a los míos en la Gran Guerra!

La "representación" de Nimwë fue espectacular. Incluso el bueno del orco se quedó con la boca abierta. Pero sin duda, dejaba entrever que el asesino no había utilizado todo el potencial de su arma. También podía haber aprovechado la situación para demostrar que si hubiese sido él, las heridas producidas habrían sido diferentes.

De todas maneras, pregunté lo evidente.

¿Por qué dice que el asesino debe ser un aficionado?

- ¿Por qué lo digo? - Preguntó. - Se acercó a Vaamar y le facilito la empuñadura del arma. - Miró al señor Murdock. - ¿Puede preparar otro molde? - Le preguntó. - Pruebe usted agente Vaamar. Trate de partir por la mitad el maniquí...

- Evidentemente... - Dijo con resignación. Aquellos moldes eran muy caros. Si iban a destruir unos cuantos de ellos el Departamento iba a ponerle alguna que otra pega y recortaría en otros productos durante los meses subsiguientes. - Enseguida...

Rupert se marchó al interior del almacén y minutos después regresó arrastrando una camilla sobre la cual se encontraba otro de esos moldes. Retiró el anterior y colocó el nuevo en su sitio listo para realizar la siguiente prueba.

- Vaamar, Courier, Everton... - Dijo. - Cuando quieran... - Señaló el maniquí.

-Está bien -dije, cogiendo el bastón.

Nimwë estaba empezando a caerme bien. A pesar de que había tenido que ponerme en plan "déjate de tanto rollo y no me hagas perder el puto tiempo", se estaba portando, quizás porque era inocente, tal y como alegaba.

O puede que solo estuviese disimulando.

Fuera como fuese, cogí el arma, me detuve justo enfrente del nuevo blanco... e intenté imitar el mismo movimiento que había efectuado el dueño del arma, haciendo todo lo posible por cortarlo en dos.

Nueve se quedó boquiabierta al presenciar tal ataque del elfo. Sin dudas, en el caso de que hubiera querido escapar lo hubiese podido hacer con toda seguridad, era inútil que ella se quedara en posición para interceptarlo. El elfo la habría dejado fuera del camino más rápido de lo que ella hubiera podido reaccionar.

Lejos de preocuparse se relajó, y bajó la guardia. Ok, puede ser que Nimwe no se el asesino, pero entonces quien… se preguntaba mientras observaba a Celarian atacar al maniquí. No todos los días tenía la oportunidad de ver a una bella guerrera elfa empuñando un arma tan espectacular. La visión encendió un poco la temperatura de la humana y le hizo poner los vellos de punta.

Celarian Vaamar trató de imitar lo mejor que pudo al señor Nimwë. Lanzó un fuerte golpe contra aquel molde y en efecto fue demoledor, pero para nada tanto como el que Eldren Nimwë acababa de hacer de demostración. El filo se hundió en el compuesto de aquel maniquí. El filo se dobló sobre si mismo como bien había dicho Ben Tyler que haría, creando el efecto de que el corte se había hecho con un filo curvo. La herida fue profunda, pero para nada tanto como la que acababa de realizar el portavoz del pueblo élfico.

Por otra parte, se asemejaba bastante más a las que se habían producido en las víctimas. Se trataba de un corte limpio y profundo. A simple vista hubiera sido mortal de necesidad, pues con facilidad hubiera alcanzado algún órgano vital. Concretamente, el corte efectuado por Vaamar, fue a la altura del pectoral izquierdo. Posiblemente de haberse encontrado un corazón latiendo debajo de esa capa de gelatina, hubiera sido alcanzado por el filo de niobinio. Fuera como fuera, Rupert Murdock, ya tenía una herida con la que trabajar y unos pruebas genéticas que realizar en la sangre que había encontrado en el filo del arma de Nimwë.

- Ven... - Intervino el fascinado profesor Tylor, cuando vio aquella demostración por parte de los dos elfos. - A eso me refería cuando les dije a sus compañeros que usar este arma no era tan fácil. - Sonrió. - En manos inexpertas el letal. Ya lo han visto con el ataque de la agente, pero en manos de alguien entrenado en el uso de este tipo de filos... - Meneó la cabeza fascinado por el arte con la que Nimwë había utilizado el bastón. - ¡Es un arma sencillamente demoledora!