Partida Rol por web

La sala circular en la que entraron era lo más grandioso que había visto el guerrero en su vida. La altura de los techos no parecía tener fin y las paredes parecían reflejar una luz que no sabía de dónde salía. Pero lo más maravilloso de todo era la columna formada por la unión de estalactita y estalagmita que representaba el árbol de la vida.

Aunque había recorrido con su mirada aquella sala, Thorgrím no se percató de la presencia de la Dama hasta que ella quiso que lo hiciese.

Como correspondía se quedó callado, en un segundo plano mientras Jorunn hablaba. El hombre apoyó en el suelo la cabeza de su enorme hacha a dos manos tratando de parecer menos amenazador, al igual que lo había hecho la hija del Jal. Pero sin dejar de medir la distancia que les separaba de la bruja, evaluando si sería capaz de recorrerla velozmente en caso de que la Dama quisiera volver a jugársela con algún truco como el de antes.

Al acabar de escuchar sus palabras la hechicera se levantó del trono y se dirigió hacia la gran columna dándoles la espalda. Con un grácil movimiento señaló la columna grabada y empezó a murmurar algunas palabras del todo incomprensibles. En la columna de hielo las runas trazadas al rededor del gran árbol empezaron a brillar. Luego, poco a poco, se empiezan a apagar quedando solo algunas que continúan emitiendo un fulgor pálido y dorado.

Te das cuenta al ver las runas brillar que aquello que estáis presenciando es un poderoso sortilegio de adivinación.

Tras aquello la maga se giró volviendo a mirar al grupo. Sus labios se abrieron y una voz gélida y ronca salieron de ellos.

-Fuego y hielo, miedo y valentía, muerte y vida, noche y día serán solo uno. ¿Quién puede impedirlo cuando hasta los dioses se arriesgan a caer? Los hijos pagarán por los pecados de sus padres. Vuestros destinos ya están escritos, las nornas han velado por ello. ¡Vosotros! Vosotros tendréis quizás el poder de librar un combate justo. ¿Buscabais una respuesta? Aquí está solo el comienzo. Nada será en vano. Buscad el rostro de Odhinn...-Tras aquello la hechicera, lentamente, se volvió a sentar en su trono mientras observaba a los que allí se encontraban frente a ella.

Tras la presentación de Jorunn y su petición, Sigurd Ivarsson se quedó expectante, mirando fíjamente a la dama. No sabía si les daría las respuestas que estaban buscando, pero el hirdman esperaba que así fuese. El hombre, por su parte, también esperó que todo lo que se contaba de esa bruja fuesen meros cuentos... pero no podía estar seguro, si tenía esa fama por algo sería.

Los azules ojos de Sigurd siguieron a la dama, que se acercó a la gran columna, lo que entoces ocurrió era sin duda cosa de la magia, y Sigurd tuvo que reprimir el impulso para no tomar presta su espada. Después todo se calmó, salvo por las palabras de la dama, de las cuales no entendía nada. No era más que algo abstracto, al igual que el mismo sueño del jarl. Y como los sueños del jarl, esas palabras no hablaban precisamente de algo bueno...

¿El rostro de Odhinn?

¿Habían viajado tanto para eso, para unas palabras abstractas de los labios de una bruja?

Las cejas de Sigurd adquirieron un deje de disgusto, algo que en seguida rectificó. No quería causar problemas al grupo y no quería que la dama pensase que iba a ir en su contra. Sigurd no estaba tan loco...

-¿Qué significa eso?- Se atrevió a preguntar, a pesar de que era Jorunn quien había hablado con la dama él no estaba seguro de que esa respuesta les sirviese de algo. Quería una respuesta clara, Jorunn había lanzado una pregunta ¿por qué no había contestado de forma directa?

Debía haberlo imaginado. Los seres misteriosos siempre hablaban de forma misteriosa; al menos en los cuentos y leyendas, donde el heroe siempre tenía una respuesta ágil a mano con la que salir del paso. Pero aquello no era ninguna historia contada por un scalda y Jorunn no era una heroína.

¿El rostro de Odhinn? 
Justo cuando iba a preguntar algo más el guerrero se adelantó y Jorunn esperó a que la Dama contestase al hirdman antes de volver a tomar la palabra.

La dama de la escarcha sonrió al escuchar hablar al hirdman pero no lograbais discernir si aquella risa era una mofa hacia el hombre, si las palabras que había dicho habían sido de su agrado o cualquier otra cosa que se le pasara por la cabeza. lo que Sigurd no obtuvo, fue respuesta alguna de sus labios.

Sigurd, de nuevo, frunció el ceño. La risa de la dama no le había sentado bien y más aún su falta de respuestas. Se preguntó si tomarlo como una ofensa hacia él, Sigurd era un guerrero de sangre caliente y eso es más que peligroso en un momento como ese. Decidió soltar un gruñido de frustración al saber que no obtendrá más respuestas y esperó para marcharse de ahí lo más rápidamente posible.

Jorunn tocó el hombro del hirdman para indicarle que se tranquilizase. ¿Sería que la Dama no hablaba con gente que no fuese de estirpe noble? ¿O con gente que no tuviese conocimientos mágicos? ¿O con hombres? Quizás hild o ella tuviesen más suerte al hablar con la hermosa mujer de la gélida sonrisa.

¿Y donde podemos encontrarlo? preguntó con voz clara la mujer. Por un momento pensó en ofrecerla alguna recompensa pero nada tenían ellos que pudiese querer aquella mujer.

 El berserk escuchó atentamente las palabras de la bruja, pero no decían nada que él no supiese ya. Estaba más que claro que el guerrero tenía el poder de librar no uno, sino cientos de combates justos y por supuesto que encontraría el rostro de Odhinn, lo vería justo el día que se sentará en su mesa, en los enormes salones de Asgard.

Lo que no llegaba a entender era como esa "supuesta revelación" podía ayudar a comprender la visión del Jarl Hrolf. Tal vez la respuesta estaba en esas runas que aún brillaban en Yggdrasill y que él no podía ni leer ni mucho menos interpretar.

Sin perder en ningún momento de vista a la Dama, Thorgrim buscó con la mirada el rostro de la única compañera que podría leerlas, esperando encontrar en ella algún gesto que le hiciera saber que sabía de lo que estaba hablando la bruja.

Nada más ver aparecer las runas la völva se dio cuenta del poderoso hechizo de adivinación que allí se producía y una leve punzada de envidia se clavó en su corazón, aquella mujer era impresionante y no sólo por la sabiduría que mostraba con aquella interpretación. Hild observó a la Dama mientras se preguntaba si algún día ella llegaría a su nivel. Comprobar la fortaleza y el poder que emanaban de la hechicera fue un golpe para la völva y ver cómo se comportaba con ellos, sin miedo, incluso con cierta arrogancia, le hicieron comprender que tenía que cambiar su actitud. Seguía dudando de sus condiciones como völva, era demasiado joven y aún le quedaba mucho por aprender, pero si quería llegar a un poder como el de la Dama tendría que empezar a creer en ella misma y a ganarse el respeto de los demás. El poder que podrían llegar a ejercer sus palabras era grande, al igual que la Dama estaba haciendo en esos momentos.

Meditó las palabras encerradas en el hechizo, sin prestar atención a las miradas del berserker. El rostro de Odhin... Encontrar el rostro de Odhin... Quizás un anciano que nos hable en el camino, o puede que un cuervo que nos vigile. O tal vez... Un lobo que observe nuestros pasos. Debemos mantenernos atentos...

Escuchó la pregunta de Jorunn, aunque le daba la impresión que la Dama pocas respuestas daría ya. Y ahora, una vez encontrado lo que habíamos ido a buscar, el consejo de la Bruja, seguro que tendríamos que pagar el precio por sus palabras. Así había sido siempre y así seguiría siendo, cualquiera que quisiera conocer su destino y oír lo que los dioses tenían que decir tenía que pagar un precio. Eso era algo que sabía desde la inferior de las völvas hasta la más poderosa Bruja.

Pero Hild permaneció en silencio, convencida de que sería la propia Dama la que exigiría el precio a pagar.

-Eso, hija del clan Kjari, lo tendréis que descubrir vosotros. Vinisteis buscando una respuesta y es lo que habéis obtenido os guste o no-sus duras palabras resonaban en el silencio de aquella cueva pero sin embargo no parecía enfadada ni molesta en absoluto- Pronto pagaréis está deuda pero por el momento...-Hizo una pausa mientras se levantaba de su trono lentamente-. Tu-señaló a Sigurd- que te has atrevido a hablarme a pesar de lo que has oído sobre mí. Te elijo a ti si es que eres tan valiente como tratas de parecer...

Jorunn sintió que el fino vello de los brazos se ponía de punta ¿Significaba eso lo que pensaba? ¿Quería como prenda al hirdman para tenerlo congelado eternamente cuando se hubiese cansado de él? ¡¡Eso no podía permitirlo!! En ese momento recordó las palabras de su amiga. Poco antes Hild le había dicho que no podía obligarlos a nada, que eran ellos quienes debían elegir... y por mucho que le doliese tenía razón. Sin embargo, Jorunn le apoyaría si decidía resistirse a una muerte sin honor.
Espera...dice que la deuda pronto será pagada...entonces no tendríamos porque entregar a Sigurd.¡¡Él no es el pago!! No tiene porque seguirla...

¿Se percataría de eso el hirdman? No era ningún estúpido pero la tensión podía confundir a cualquiera.Decidió por tanto decirselo de un modo sutil. Recuerda que no tienes que hacerlo sí no lo deseas...más es tu decisión. 

La piel de Sigurd, durante un segundo, podría bien competir en palidez con la de la Dama de la escarcha. Las palabras sobre la dama parecía que eran ciertas pero ¿cómo podría rehusar? No quería que sus compañeros fueran los que sufriesen por su negativa. Más vale que caiga uno a que caigan cuatro, si bien no podía negar el miedo que lo atenazaba bien es cierto que no era miedo a la muerte, más bien a lo que puede venir después de ésta.

La Dama había exigido un pago, y ellos se lo debían, desgraciadamente era así. Sigurd había aceptado el riesgo antes ¿quedaría como un cobarde ahora? Le había prometido a Jorunn y a los demás que seguiría adelante fueran cuales fueran las circunstancias, y le había jurado al jarl que protegería a su hija. No podía romper su juramento y ponerla en peligro por una negativa.

Hiciera lo que hiciera su destino no era entrar en Valhalla, eso le quedó claro entonces.

Ahora al menos, tenía la oportunidad de salvar a sus compañeros de un destino igual si él aceptaba. Uno por la vida de otros cinco... no era un mal precio.

-No tengo demasiada elección... por desgracia- contestó a Jorunn, con un amago de sonrisa que más bien pareció una mueca.

-Está bien...- Murmuró, resignado al futuro y vacía muerte que le esperaba, decidiese lo que decidiese. Al menos, haciendo eso, tendría la conciencia tranquila.

Jorunn apretó la mandíbula. ¿Tan incompetente era como líder que no podía mantener a salvo a los suyos? No podía dejar las cosas así. Si quería ser una hija digna de su padre debía proteger a los suyos. Puede que su posición fuese "superior" a la de sus compañeros...pero una cosa estaba clara. Sin pueblo no había jarl. 

Sigurd—Jorunn agarró firmemente la muñeca del hirdman antes de que este marchase— te juro...cuando esto termine, volveré a por ti. En aquel momento no podía hacer nada salvo dejar que el hombre se enfrentase al cruel destino. No podía arriesgar el país entero por un hombre pero, cuando encontrasen lo que iban a buscar, cuando la batalla hubiese llegado a su fin, si tenía sobrevivía cumpliría su promesa y volvería a aquel lugar. Aunque fuese sola. Jorunn soltó la muñeca del guerrero y avanzó hacia los suyos con la cabeza alta y un rictus extraño en el rostro. Su orden fue clara y firme. Vamonos.

-¡Ja!¡Jajajaja!-rió la hechicera y su risa sonaba como la lluvia y el granizo-No hace falta que abandonéis a vuestro guerrero, terribles deben ser las palabras que os han dicho de mí. No le privaré de poder sentarse en el vahöll con los hombres que mueren con la espada en la mano-dijo poniendo su capa de pieles sobre los hombros de Sigurd- siempre hay elección y por miedo o valentía tu has hecho la tuya.

La dama de la escarcha se llevó a Sigurd sin dirigir una palabra más al resto y la sala se quedó en silencio completamente.

Cuando ambos personajes desaparecieron, Jorunn golpeó la pared de pura frustración, aunque también con cierto alivio. Pero ¿Serían ciertas las palabras de aquella mujer? ¿O sería na estratagema para hacerles perder un valioso tiempo? En todo caso, deberían esperar. La joven se agachó a coger la espada y se puso a limpiar las esquirlas de hielo y escarcha que se habían quedado pegadas a ella, dando así la espalda al resto mientras se tranquilizaba. Cuando envainó la espada consiguió sacar las fuerzas suficientes para hablar.

Será mejor que... descansemos mientras esperamos murmuró sin saber muy bien que decir. La joven se sentó en el suelo, con la espalda apoyada contra la pared y con la piel demacrada.  Hemos tenido suerte.Después de todo, hemos sobrevivido a la bruja.

Hild esperaba que parte del pago no fuera uno o varios de los hombres que les acompañaban, eso sería un duro golpe para todos, pero el deseo y la realidad no van de la mano y, con cierta congoja en su corazón, comprobó cómo la Dama reclamaba al hirdman. Era parte del trato y había que cumplirlo.

La aceptación de Sigurd le produjo gran tristeza pero no dijo nada ya que no había nada que decir. Era su decisión, la más correcta a ojos de Hild que, al contrario que su amiga, parecía ver más implicaciones de las que se mostraban a simple vista. Si el hirdman se hubiera negado otro ocuparía su lugar y eso si no lo tenían que hacer todos. El guerrero les estaba brindando una oportunidad para que se salvaran, no tenía otra elección que aceptar, pues ante una negativa sólo mostraría una cobardía y temor que la völva sabía que no anidaba en el corazón del hirdman.

Fueron esos pensamientos los que le hicieron mirar a Jorunn con fijeza. La conocía de años y sabía de su terquedad y tesón, pero había momentos en los que no la comprendía y el ímpetu que solía mostrar a veces los podía meter en situaciones complicadas. Jorunn había mostrado públicamente hacia el hirdman unos sentimientos que Hild no sabía que sentía, se había dejado arrastrar por el enfado cuando había dado la orden de irse, sin esperar reacción de la Dama ni su consentimiento para su marcha, pero aún más sorpendida le dejó las palabras que su amiga le dedicó al hirdman. Ella era la hija del jarl, ¿cómo podía decir que arriesgaría su vida volviendo en su busca sino era por algún sentimiento más profundo que gratitud?

Se mordió el labio para no hablar mientras veía al hirdman desaparecer junto a la Dama.

Esperar, era lo único que podían hacer. Hild se acercó a su amiga, a la cual veía triste y apagada y, sentándose a su lado le pasó el brazo por los hombros. La völva intuía que Jorunn necesitaba hablar, descargar el pesar que llevaba a cuestas.

- Tranquila... No te preocupes por él, seguro que volverá. Ya has oído a la Dama, Sirgurd regresará.

Carraspeó ligeramente intentando adivinar los pensamientos de su amiga en aquellos momentos, pero también sentía cierta curiosidad por lo que acababa de suceder.

- Jorunn, la hija de un jarl no se ofrece a volver sola a buscar a un hombre que ha servido fielmente al clan, no arriesgaría tanto por un solo hombre. No, a menos que... Sintiera algo por él.

Se quedó callada esperando a que Jorunn dijera algo. Mientras tanto, el resto de sus compañeros descansaban esperando lo siguiente que fuera a ocurrir.

Jorunn giró la cabeza mirando con extrañeza a su amiga enrojeciendo ligeramente sin darse cuenta de ello ¿Pretendía decir lo que estaba diciendo? Bueno sí. Apreciaba a Sigurd. Era un gran hirdman, además de un hombre leal pero...¿Cómo iba a gustarle? Ella había hecho votos, probablemente se casase con alguien de su mismo nivel social para forjar alianzas, además Sigurd le había desafiado y bueno... No tenía que pensar en aquellas cosas. No era lo que la völva se imaginaba.No podía ser.* Además en ningún momento había hablado de volver sola. Aunque claro, pocos habría que quisieran acercarse allí. En cualquier caso Hild estaba equivocada. Tenía que estarlo, si ella sintiese algo por Sigurd lo sabría.
Hild. Lo que insinúas... Entiéndeme, no es lo mismo que si cayese en combate. O sí simplemente muriese. Lo que pensabamos que le estaba destinado... ¿Cómo podría yo pedir lealtad hacía mí dejando que los míos caigan de ese modo sin hacer nada? 
Las palabras de la noble sonaron ligeramente dudosas, como si ella misma creyese, ahora en frío, que era extrañas aunque creía en ellas. Tras apoyar la cabeza contra la pared de la cueva desvió los ojos hacía el maravilloso grabado de Yggdrassill, intentando no dar demasiadas vueltas a las palabras de su amiga. Quizás era demasiado temperamental, especialmente en los días previos al flujo, pero eso no significaba nada. Volvió la mirada a la pelirroja, deseando que esta confirmase sus palabras.