Partida Rol por web

El berserk miró a Jorrun con ojos asesinos mientras apretaba sus dientes con fuerza.- ¿Retaguardia? ¿Desde cuándo un guerrero como yo permanece en retaguardia?.- Notaba como la vena de su cuello se hinchaba segundo a segundo, aquella jovencita le estaba privando de su gloria sin motivo, aunque poco a poco recapacitó y se tranquilizó. Él era un buen guerrero, un hombre del clan y Jorrun era quién lideraba el grupo por orden del mismísimo jarl Hrolf. Si quería que estuviera en retaguardia tendría sus razones y él acataría sus órdenes sin protestar.

Thorgrím protegerá vuestras espaldas. No tendréis que preocuparos por nada.

El grupo, tras descansar unos minutos y discutir acerca de cual era la mejor decisión comenzó a caminar.Formaban una fila tal y como la hija del Jarl les había indicado. Las paredes del túnel estaban cubiertas de hielo y cuando la luz de la antorcha se posaba en ellas reflejaban el arcoíris que, al llegar a una zona mas amplia, refulgía por la estancia creando colores y bellos reflejos... 

Hild, Sigurd y Thorgímm se observaron atónitos. Las cosas que acababan de ver... de sentir... El guerrero de Odín llevaba el hacha en la mano incluso, como si estuviese preparado para un combate. Pero allí solo estaban ellos. A su lado se encontraban sus tres compañeros. Jorunn miraba hacia el lugar por donde habían entrado con decisión, murmurando algo con el ceño fruncido. Klemet estaba tumbado en el suelo, totalmente inmóvil mirando el techo de la cueva e Yngwe, estaba allí de pie, con los ojos perdidos y una cara que jamas hubierais pensado que podría llegar a poner, era como la que ponen los niños pequeños cuando sus padres están a punto de azotarles. Jamás lo habíais visto tan serio.

¿Qué...?

Tras aquella vivencia el hirdman se encuentra acompañado de nuevo de sus compañeros, parecían haber pasado algo parecido por lo que había pasado él. Por las expresiones de sus rostros así parecía, la mente de Sigurd, embotada intenta encontrar una razón para lo que ha ocurrido, pero le cuesta pensar.

Observó como Hild y Thorgrím sí parecen ser los mismos, aunque en un estado parecido al suyo. Sin embargo, Yngwe, Klemet y Jorunn simplemente estaban de cuerpo presente. Esto era causado sin duda por la brujería de la Dama, no había otra explicación. Cuanto más avanzaban en esa aventura más peligrosa se mostraba, y eso que aún no la habían visto de frente.

Agitó su cabeza, en un intento de despejar su mente. Si sus compañeros seguían bajo el efecto de ese hechizo debían de intentar ayudarlos -Thorgrím...- llamó al berserker, que bien podría parecer que iba a entrar en batalla -Hild...- llamó tambié a la völva -ayudadme a sacarlos de esta... cosa.

Sigurd fue directo a por Jorunn, la joven que se supone debía proteger. Era su tarea hacerlo y ni siquiera pensó en que Hild era la amiga de su infancia, simplemente sabía que era su deber y el honor de Sigurd está atado a su deber y a su destino.

Colocó las manos en los hombros de la joven doncella, y la agitó suavemente -Jorunn...- llamó -Jorunn, ¡despierta!- aunque desde luego, dormida no parecía.

-Buen intento Bruja- El bersek sostenía en las manos el hacha, sus músculos aún estaban tensos por la tensión del sangriento combate que acababa de suceder en su mente.

Miró a su alrededor, solo Hild y Sigurd parecían haberse recuperado de los embrujos que seguro habían sufrido. Pero el resto, el resto parecían perdidos en el interior de su propia mente.

El primero de los tres que reaccionó fue el hirdman, pidiéndoles ayuda y moviéndose mucho antes de que el guerrero oso pudiese tan siquiera reaccionar, demostrando un saber estar propio de uno de los hombres elegidos del jarl.

El guerrero no sabía que podía hacer, el era un hombre de armas, de acción, no alguien que supiera romper el hechizo lanzado por una bruja. A menos que ...

Thorgrím se coloco de rodillas al lado del thulr y le susurro algo al oído.- Klemet. Nadie te está esperando hoy en el Nifheim. Sus puertas no se abrirán para tí. Así que despierta.

Se aferró con todas sus fuerzas al minúsculo punto de luz que aún brillaba en su interior. Con gran esfuerzo avanzó entre la niebla de su mente y de los sueños que ésta le inspiraban hasta que por fin, consiguió abrir los ojos a la realidad. Cuando lo hizo, el dolor y el miedo se disiparon, al igual que la bruma que había rodeado sus pensamientos, siendo cambiados por la rabia. Había ganado aquella batalla a la Dama y se sentía orgullosa de ello.

Miró a su alrededor apoyada en su bastón y comprobó que no había sido la única, tanto el hirdman como Thorgrím también habían logrado escapar de las redes de la bruja, aunque sus otros tres compañeros aún seguían sumidos en sus sueños más oscuros.

Se acercó al scalda, cuyo rostro mostraba una expresión que Hild nunca le había visto, intentando imaginar por el trance que el hombre estaría pasando, pero por más que lo intentaba no lograba averigüar qué podía asustar tanto a Yngwe. Le agarró del brazo con suavidad pero con firmeza.

- Yngwe... tranquilo... Soy Hild, tu amiga. Escucha mi voz, yo te protegeré. Sólo es un sueño... Despierta Yngwe.

Los tres parecieron recobrar el sentido cuando fueron zarandeados y llamados por sus compañeros. Allí estaban los seis, aturdidos aún por lo que acababan de ver, oir e incluso sentir. ¿Sería aquello alguna clase de aviso de los dioses? ¿Un embrujo de la Dama de la escarcha? Jorunn, Yngwe y Klemet tenían un gesto de incredulidad y asombro cuando parecieron volver en sí, no muy distinta a la que habían tenido sus compañeros unos momentos antes.

La caverna seguía completamente igual, los destellos que formaba la luz en el hielo sobre las rocas brillaba aunque no de aquella manera. ¿Cuánto tiempo habían pasado así? Sea como fuera no parecía que nada hubiese cambiado allí dentro...

¿Qué...qué ha pasado? Jorunn miró a su alrededor, avergonzada de haber estado a punto de atacar a sus compañeros. Estaba Osvif...le mataron...La chica se pasó la mano por la cara antes de guardar la espada; el cuerpo le temblaba y el frío no tenía nada que ver. Yo...me dijeron que habían arrasado con nuestra aldea. 

La confundida joven miró a los tres miembros del grupo que estaban versados en la magia, como esperando que les resolviesen las dudas que no se atrevía a preguntar. El brillo de hielo daba una palidez espectral a su piel y poco a poco fue recuperando la compostura. Sin embargo, su tono aún emanaba preocupación cuando preguntño ¿Estáis todos bien?

-Era una ilusión, nada más- Respondió el hirdman, al ver que Jorunn se había recuperado se apartó de ella para dejarle espacio. Al parecer Yngwe y Klemet también estaban bien, o al menos todo lo bien que pueden estar después de lo que sea que hayan visto.

Tras separarse respondió a la pregunta de la doncella: -Estamos bien, pero creo que deberíamos continuar antes de que a esa bruja se le ocurra un nuevo juego...- Desde luego todos estarían mejor que Jorunn, la inexperta líder no paraba de tener problemas: cuando no es el ataque de unos salvajes es una escalada, y cuando no es eso es un hechizo...

El thurl despertó con un gemido ahogado, como si alguien le hubiera librado de una tenaza que le impedía respirar. Su piel estaba perlada por un sudor frío y una angustia en el pecho que no acababa de irse.

- Por todos los dioses... - murmuró, intentando levantarse, pero decidió quedarse ahí sentado unos cuantos segundos más - Debemos haber sufrido algún tipo de embrujo... no... no os dejéis llevar por su maldad. -

Eso decía, pero él mismo estaba realmente contrariado por lo que había visto. Contrariado y falto de confianza, cosa que se notó en sus ojos mientras se levantaba. - Quizás... quizás deberíamos asegurarnos bien de todo antes de continuar. -

¿Asegurarse de qué?

¿¡Estamos bien?! - Yngwe se llevó la mano dentro del pantalón palpando algo, mirando directamente a Hild quien le había sacudido para sacarle de la ensoñación, ahora él sacudía algo entre sus piernas mientras su cara se fue tornando en inusitada felicidad - Estamos bien

No iba a juzgar a la bruja por su visión, no hasta oír lo que tuviera que decir, y procuraría ser lo más prudente que pudiera en su presencia si conseguía tener la boca cerrada

El berserk se lavantó del suelo en cuanto Klemet despertó. Se quedó mirando las caras tenían sus tres compañeros, preguntándose si la suya también había digo igual, aunque supuso que no. Jorunn, Klemet e Yngwe parecían asustados, mientras que el único miedo que le producía la ilusión de la bruja a Thorgrím era saber que si volvía a repetirse tal vez no quisiera abandonarla nunca y quedara atrapado en ella para siempre.

Sigurd tiene razón.- dijó el hombretón tendiendo la mano al thurl para ayudarle a levantarse.- deberíamos continuar.

Será mejor que avancemos. Jorunn tocó instintivamente su lanza. Estaba gravemente dañada, aunque aún aguantaría unos cuantos golpes más. En todo caso era peligroso. Su habilidad con la lanza era envidiable, pero la espada... la espada aún se resistía. Las mejillas de la guerrera estaban enrojecidas ¿Cuantas trabas más surgirían en su camino? ¿Era posible aquella mala suerte? 
La noble siguió avanzando, confiando en que Sigurd la seguiría y protegería y en que el resto, incluido el scalda, que parecía compartir su mala fortuna seguirían hasta el final.

Por suerte todos habían conseguido salir de las redes tendidas por la Dama, fueran cuales fueran los sueños en los que había sumido a sus compañeros habían conseguido encontrar el camino entre la niebla, unos por su propio pie, como ella, y otros con ayuda.

Hild respiró aliviada al comprobar que el scalda volvía en sí, pero no pudo evitar un paso atrás ante su gesto. Desde luego Yngwe volvía a ser el de siempre, su actitud así lo demostraba, y en su cara no parecía haber rastro de la expresión asustada que hacía un momento había tenido. Poniendo los ojos en blanco y dando a aquel hombre por perdido, la völva asintió ante la sugerencia del hirdman y comenzó a caminar detrás de los otros.

Una vez que le dio la espalda al scalda no pudo evitar una sonrisa.

El grupo se adentró en el interior de aquellos dominios subterráneos hasta llegar a una inmensa sala circular. Las paredes cubiertas de cristales de escarcha irradiaban un resplandor espectral y la bóveda de la caverna se elevaba más de cuarenta pasos. Unas gotas de agua caían desde las estalactitas que se formaban allí formando un lago en el suelo. Pero lo más sorprendente de todo lo que sus ojos veían era una columna gigantesca, formada por la unión de una estalactita y una estalagmita gigantes que preside el centro de la sala, en cuya superficie estaba grabada una increíble representación de Yggdrasill. Sus raíces se sumergían en la superficie del lago y el follaje esculpido se perdía entre las estalactitas.

El frío se hizo más intenso y unas nubes de vapor blanco emergían de las bocas de los miembros del clan Kjari quedando suspendidas en el aire...

Aparecida de la nada allí estaba: la Dama de la Escarcha. Era grande, incluso para ser una mujer del norte. Sus rasgos finos y delicados resaltaban su belleza y sus cabellos eran tan claros que parecían blancos, tan blancos como su piel y como su atuendo orlado con visón. La hechicera les dirigió una sonrisa burlona y escudriñó en sus rostros durante unos segundos que, en aquel silenció, debieron parecer horas. Tras aquello, con paso sereno, se sentó en un trono esculpido en una gran estalagmita de reflejos dorados.

Sin mediar palabra, con un simple gesto de su mano los invitó a explicar el motivo de su llegada...

Sigurd siguió de cerca a Jorunn, consciente de que tarde o temprano podría ponerse de nuevo en algún peligro. El hirdman ya no creía que tuvieran que hacer frente a algo con las armas ahí dentro, pero los peligros que podían esperarles procupaban más al hombre del jarl. Nunca había tenido un enemigo al que no pudiera dar cuenta con su espada...

Al llegar a la sala circular, lo primero en que se posaron los ojos del hirdman fue en la estalactita que era una gran reresentación de, el gran árbol, Yggdrasill. Sigurd se dejó maravillar por el esplendor de esa escultura hasta que la Dama apareció, al parecer de la nada.

La observó, y se dio cuenta de que podía ser terrible y peligrosa, tanto como hermosa y sobrenatural. Permaneció atento a cualquier movimiento por parte de la bruja. No parecía querer atacarles, por ahora, intentó mantener la mirada fija y orgullosa mientras ella le escrutaba hasta que pasó al siguiente para, después, sentarse en su trono.

En ese momento el hirdman se colocó cerca de Jorunn, dispuesto a defenderla si era necesario, pero nada más. Era la noble quien debía hablar en estos momentos y explicarle a la Dama a qué habían venido a este lugar.

La noble se sintió turbada ante la magnificencia de la caverna donde se encontraban y ante la estampa de la "Dama". Aquella mujer irradiaba poder, no hacía falta que la mandase más visiones para para demostrarlo; el trono, su presencia, su forma de moverse... todo indicaba que tenía un gran poder y que era consciente de él. Las visiones habían sido terroríficas y, sin embargo, la joven sentía que habían sido necesarias, aunque no entendía por qué. 
Jorunn no era cobarde, pero desde luego se sentía intimidada ante la situación. Había llegado el momento de hablar pero ¿cómo se dirigía uno a una criatura como aquella? Desde luego, quedarse en silencio no era una opción, por mucho que tuviese la boca seca y los ojos se clavasen como lanzas. Por mucho que pensase que aquella mujer podía encapricharse de los hombres que le acompañaban y pedir como pago su vida.

Tras unos instantes en silencio, la noble desenvaino la espada y la dejó en el suelo. Estaba claro que aquello era un símbolo, pues aún portaba su lanza y el pequeño cuchillo, pero con aquel gesto trataba de indicar que no quería luchar. Jorunn comenzó a hablar, sin un rastro de indecisión en la voz. Había preferido empezar a hablar un poco más tarde, pero de forma firme antes que comenzar una verborrea sin sentido. 

Mi señora—dijo —Soy Jorunn Hrolfdöttir, hija del jarl Knudsson, descendiente de Kjari, espada del Rayo. Hemos emprendido un largo viaje y entrado en vuestra morada para solicitar que nos ayudéis con vuestra sabiduria. 
La joven guardó silencio esperando la reacción de la dama, antes de continuar. No consideraba adecuado hablar de las visiones que habían tenido, puesto que cualquiera pondría protección en su morada y aquella dama parecía vivir sola.
Hace poco, mi padre tuvo un sueño. Un sueño que fue interpretado como.. como un mensaje de los dioses—la joven retomó de nuevo el discurso con firmeza— un presagio de lo que podría ser el fin de nuestra tierra, quizás de toda Scandia. Veréis. El jarl soñó que navegaba por un mar de sangre en un knörr construido con los huesos de nuestra gente. No había marineros que lo manejase y sin embargo, y apesar de la espesura de la niebla y del frio extremo navegaba sin problemas. Cuando la bruma se disipó toda la tierra, los campos, los bosques...el mundo ardía. El airé olía a carne quemada y la luz del sol no osaba filtrarse entre el humo negro. Monstruosos seres marinos devoraban a los pocos supervivientes de aquel infierno.

Venimos pues, a buscar vuestro consejo, vuestra ayuda para tratar de ver si, de algún modo podemos evitar los terribles males que amenazan el mundo.

Hild no pudo dejar de maravillarse al entrar en la caverna, dominada por la imponente escultura de Yggdrasill de una belleza impresionante. Tan ensimismada estaba observando el árbol que no fue consciente de la presencia de la Dama hasta que sintió un frío distinto al que había sentido hasta el momento. Elevó los ojos para contemplarla, toda ella belleza y poder, y lo que vio la sobrecogió.

Sintió su mirada clavada en ella y un ligero estremecimiento recorrió su cuerpo. Aquella mujer era fuerte sin lugar a dudas, y su poder provenía de una magia seguramente ancestral. Hild hizo esfuerzos por no apartar la mirada y se sintió pequeña y débil ante su presencia.

Sabía que debía ser Jorunn la que hablara, la que explicara los motivos de nuestra llegada a su morada, así que la völva se mantuvo en un respetuoso silencio mientras escuchaba a su amiga hablar. Y esperó también la reacción de la Dama.