Partida Rol por web

La alarma sonaba un día más, con la pequeña diferencia de que hoy David se despertaría sabiendo que en unas horas tendría su entrevista de trabajo... Aunque quitando eso, aquello era un día como otro cualquiera. Fuera como fuera aquella entrevista, no cambiaría demasiado su vida, pues aún teniendo un salario suculento, tenía mucho apego a aquella casa tan grande que recibió como herencia, además de ser la casa en la que se crió.

Era una casa bastante grande, con dos pisos y sótano. En el piso superior se encontraba la habitación en la que ahora dormía David, un baño y una habitación de invitados. En la planta baja se encontraban la cocina, dos baños, un comedor, una sala de estar y un recibidor. Por último el sótano lo usaba de trastero... Aunque aún habían algunos trastos que había dejado su padre.

El día empezaba y era el momento de decidir que hacer a continuación.

Ún día como otro cualquiera, así que David siguió las rutinas de siempre. Lo primero era desayunar, asearse, ducharse y despejarse la mente así. Ese día tendría la entrevista... dentro de unas horas, según los relojes. Así que todavía tenía tiempo para algunas cositas. Como por ejemplo mirar las noticias en el ordenador, el email y alguna red social. Rapidito, eso sí... que en internet se le va a uno el tiempo en seguida...

Pero pronto la tranquilidad de David se vio perturbada. Un ruido estruendoso sonó en el recibidor, como algo de madera desplomándose al suelo. A continuación, un grito desde allí y varios pasos hacia el interior de la casa.

David se encontraba en el piso superior, todo aquello ocurrió en la planta baja.

¿¡Pero qué había sido ese estruendo!? ¡¿Y esos pasos?! ¡¿En su casa?! David no se lo pensó dos veces, cogió una escoba (a falta de un arma mejor) y bajó a toda prisa por las escaleras. En Estados Unidos había permiso legal para tener armas para defender tu propiedad, pero David nunca se había molestado en comprarse una... Aunque le parecía recordar que sí que tenía un sistema de vigilancia por cámara por el exterior, por si los ladrones... ¡Pero no para ladrones que entraran del techo!

¡Ahí está! ¡A por él! - gritó una de las personas que entró en el lugar. Sacaron una pistola y empezaron a disparar, pero por suerte para David, logro ocultarse nuevamente en el piso de arriba. Dos disparos sonaron por la parte trasera, acabando con los griterios de los dos asaltantes. - ¡David! ¡Baja aquí ahora mismo! ¡Tenemos que irnos! - gritó esa voz.

¿Alguna vez te ha pasado que tu vida se convierte en una película de acción? ¿No? PUES CLARO QUE NO. ¡¡ESTAS COSAS NO PASAN EN LA VIDA REAL!! Llamar 'pánico' a lo que David sentía sería quedarse corto. ¡MUY CORTO! ¿¡Debía bajar!? ¿¡Debía esconderse!? Estuvo a punto de hacer lo último hasta que oyó que le llamaron... ¡por su nombre! Debía ser la CÍA o el FBI o algo, pero él no era nadie especial ni nada de eso... ¿así que qué estaba pasando? ¿Tendría que ver con su entrevista de trabajo? -Ya sabía yo que esto de la traducción era demasiado bueno para ser verdad...- pensó. Tenía un gran, gran impulso por escaparse por la ventana o algo así, pero se vio bajando, obedeciendo. ¿Qué era lo peor que iba a pasar? ¿Que le mataran por tonto? Pues sí, no era buena idea... pero ya había bajado las escaleras con la escoba en la mano...

Al bajar, justo en la puesta estaba Vincent Banes, con dos cadáveres enfrente de la casa y una pistola en su mano, aún humeante. Vincent Banes era un famosísimo escritor al que admiraba David, de hecho había visto muchos de sus trabajos y acudido a algunas de sus charlas. - ¡Ven conmigo si quieres vivir!

Se quedó unos segundos completamente patidifuso, parpadeando. Para que lo entendáis, esto era como ver a J.K Rowling con una escopeta frente a dos cuerpos, diciéndote que vinieras con ella si querías sobrevivir. Este hombre era el ídolo de David, su inspiración, pero ciertamente nunca se lo habría imaginado con una pistola.

¿Y sabéis lo peor? Había soñado con él los últimos días. Algo así como que tenía que confiar en él, y prácticamente no separarse de él. "Es-está bien..." asintió, completamente confundido, aún con la escoba en la mano. Miró las pistolas de los cuerpos en el suelo, pero no cogió ninguna. No, no. Pasaba de las pistolas. Mal rollo, mal rollo... mejor seguir al señor Vincent Banes a un lugar seguro y ya... "¿Qué está pasando?"

David no dudó ni un momento, y fue corriendo junto con Vincent. Este le guió hasta su coche, un ferrari bastante interesante y una vez los dos en el coche, arrancó y se marchó del lugar a toda velocidad. - Joder David, deberías tomar mejores apuntes de otras vidas, después de todo estamos así por tu jodida culpa. - refunfuñó, mirándole mal. - Te lo resumo rápidamente.

Le "diste" tu sangre a Malcom y la bruja de la empresa, con una especie de conjuro o algo así, consiguió ser capaz de leer uno de los capítulos del libro que nos ha robado. - Vincent miró con cierta incredulidad a David. - Lo que no entiendo es ¿por qué coño te seguía importando Malcom? Me dijiste que viste cosas horribles en su piso, cosas horribles hacia ti. - suspiró. - En fin, que remedio. ¿Dónde vamos? He hecho una entrada triunfal para salvarte, pero no tengo ni idea de donde podemos ir.

Si no fuera porque había dos personas muertas, David se habría echado a reir. O habría tomado apuntes. O las dos cosas, porque desde luego el discurso que le estaba soltando Vincent era digno de la trama de un buen libro. "...Suponiendo que no me estés contando la trama de tu próximo libro... No tengo ni pajorela idea de lo que me hablas." le contestó sin más, y no pensó que estaba loco porque parecía estar hablándole muy en serio. Y bueno, esos dos tios que habían venido a matarle y de los que le había salvado también contaban como puntos a su favor.

Ugh... - mustió Banes. - Deberías apuntarte cosas más importantes... En tus otras vidas. - resopló, indignado. - Ya te pondré al día, pero dime ¿dónde deberíamos ir? ¿Cuál es el último sitio que miraría Malcom?

David seguía bastante confundido ¿Malcom? ¿Su viejo amigo Malcom? Era un muy buen tipo, algo regordete y muy risueño, siempre había ayudado en todo a David desde que se conocieron en la universidad ¡incluso le había concertad aquella entrevista que tenía hoy! ¿De verdad era él quien estaba enviando gente a su casa con armas? ¿Y cuál era el último sitio que miraría Malcom? David lo conocía... Pero quizá no tanto como pensaba.

¿Sus otras vidas? ¿Apuntes? "Uhm... cuando fui a mear vi frases en el agua del váter... Me pareció que estaba alucinando. ...¿Te referías a eso?..." se rascó la cabeza desorientado. "Ponía que Malcolm era un ladrón... y que tú eras amigo..." Frases en la taza del váter. Pensó que no podía caer más bajo... pero la frase de 'no desnudarse en la guardería' le recordó a David que... probablemente sí que había tenido otras vidas aún peores. Suponiendo que todo esto que le sonaba a cuento chino fuera realidad de verdad...

"...Malcolm no se esperaría que nos escondieramos en su propia casa. ...Creo. "

Podría funcionar... Supongo. - comentó Vincent con cierta incredulidad. Su coche era rápido, e incluso se saltó un par de semáforos intentando llegar lo antes posible, no tardaron en llegar al cochambroso edificio donde vivía Malcom, un muy viejo edificio de ladrillos rojos en un barrio al borde de la marginalidad. El edificio se caía a cachos, parecía aguantarse solo por la escalera de incendios que los abrazaba.

Al llegar a la puerta donde vivía Malcom se encontraron con el primer obstáculo. Estaba cerrada a cal y canto.

Po unos segundos pensó que acabarían matándose con el coche, pero Vincent controlaba bien. Aquel escritor era una caja de sorpresas... ¿de verdad era siquiera un escritor sin más?

Cuando llegaron al edificio, David rebuscó en su bolsillo su llavero, y empezó a buscar una llave. "Me pregunto si habrá cambiado la cerradura... hace tiempo me dio una copia de su llave y todo, puede que ya ni se acuerde..." suspiró con nostalgia. "...Eramos buenos amigos... ...¿qué le ha pasado? ¿Qué es tan importante como para querer matar a tu mejor amigo?..." preguntó desconcertado.

Pero aquello fue un sueño húmedo de David, que le hacía plantearse su sexualidad, pues Malcom en la vida le habría dado una llave a aquél joven traductor.

David no sabía forzar cerraduras, e imaginaba que el Agente Secreto Especial Vincent Banes tampoco. Los escritores y traductores no fuerzan cerraduras. Por salir, ni salen de sus casas. David sí salía, lo que quizás demostraba por qué todavía no era un afamado escritor como Vincent Ba... bueno, viendo su cochazo, se veía que el hombre salía también... David se replanteó no su sexualidad, sino todo lo que conocía sobre la realidad y la vida, de los escritores.

Pero de vuelta al caso, no tenían forma de entrar... ¿salvo por la ventana? David propuso subir por la escalera de incendios, y entrar por alguna ventana. Rompiéndola si hacía falta.

Finalmente y tras escalar un buen rato por la pesada y oxidada escalera de incendios, lográis llegar al piso de Malcom. La ventana estaba cerrada, aunque solo un fino cristal lo separaba de la estancia. Por otra parte el cristal estaba recubierto de madera, no una muy densa, por lo que no debería ser difícil forzarla...

A través de la ventana, se podía ver una habitación grande, presumiblemente el salón/cocina/comedor (sí, todo en una misma habitación), y después otras dos puertas. Era un sitio muy pequeño. ¿Tan poco ganaba el pobre Malcom? Bueno, ganaba, porque ahora por lo visto se podía permitir un par de asesinos a sueldo.

Afortunadamente no hacía falta romper el cristal, ya que la ventana era vieja y podía forzarse desde fuera, haciendo palanca. Después de Vincent y él entrasen, David volvió a cerrar la ventana, aunque tampoco es que aquello fuese a servirle de mucho teniendo en cuenta cómo había entrado allí él mismo.

De todas maneras... con suerte Malcolm no les encontraría allí. A no ser que ya estuviera allí. David le dijo a Banes en voz baja que mejor registraban la casa primero antes de pegarse sorpresas no queridas, y luego ya si eso... le contaba de una vez QUÉ DIANTRES ESTABA PASANDO.

Tras revisar la casa de arriba a abajo, tarea realmente poco costosa en tiempo, pues solo habían tres habitaciones en aquél "hogar", Banes se sentó en el sofá, con cara de cierta disconformidad. Aquél sofá no era para nada cómodo, de hecho estaba terriblemente hundido. - En fin... Supongo que puede servir como escondite, bien pensado David.

Banes miró a David con su cara de perplejidad. Se tiró de los pelos con gran pesadez. - ¿En serio David? ¿Todos los días voy a tener que contarte la historia? Joder, apúntate algo a modo resumen, que ya cansa. - suspiró y habló con pesadez. - Voy a ser rápido. Hoy tenías entrevista en una empresa. Esa empresa, en la que trabajo yo, te iba a dar un libro que nadie es capaz de traducir. Al traducir la portada del libro, gracias a mí, puedes revivir el día en el que tradujiste el libro por primera vez. Por alguna razón, Malcom te robó el libro. No solo con robarte el libro en una primera vida, en la siguiente te asesinó y conoció a la bruja de la empresa ¡y por si fueran pocas las veces que te engañó Malcom, a la tercera te asesinó y con tu sangre y la ayuda de la bruja logró traducir un capítulo del líbro! - se mordió el dedo pulgar y miró a David. - ¿Eres un poco tonto? ¿O masoca? En fin, en resumen, que ahora Malcom es el dueño de la empresa, gracias a la ayuda del libro. Por otra parte la bruja no parece ayudarle más, porque si no ya estaríamos muertos, pero bueno, somos los únicos que pueden detenerle.

"Vaaaale. Vale. Siento que tengas que explicarmelo todo otra vez cada día... si me muero otra vez, intentaré dejarme un mensaje más útil que mis predecesores... uh... aunque solo eran mensajes cortitos..." habló como si eso de morirse fuera normal. Al parecer lo era, y revivir también, pues eso esperaba porque era muy joven para morir de verdad y del todo... "En fin, si Malcolm es ahora el dueño de la empresa y ha robado el libro... y si no está aquí, debe llevarlo encima, o en su nuevo y reluciente despacho... Busquemos por aqui a ver qué podemos encontrar"  ¿Os imagináis? David registró el viejo piso de Malcolm buscando el libro, encontrándolo en el escritorio y salvando así el día y su vida de esta locura.

Probablemente no, ¿pero quién sabe? A lo mejor al menos encontraba algo útil.