Partida Rol por web

Unos golpes desesperados os despiertan por la noche, parece que alguien esta dandole fuertemente a la puerta de abajo, aunque cada vez con menos impetu, como si le abandonaran las fuerzas.

Los golpes despiertan a Alonso quien lleva la mano a la espada nada más abrir los ojos. Un segundo después parece algo más tranquilo al darse cuenta de que los golpes son en la puerta más lejana. Instantes después cuando sale del cuarto, nota que los golpes van perdiendo fuerza, por lo que aclera el paso, golpeando en la puerta de los cómicos al pasar por delante, asegurandose de despertarlos.

Llega hasta la puerta. Echa un rápido vistazo hacia atrás para saber si estaba peresente alguien más de quienes había durmiendo en la tasca. Entonces, abre levemente la puerta, da dos pasos hacia atrás, y termina abriendo la puerta con la punta de la espada...

Una mujer de mediana edad cae desfallecida por la puerta. Parece que en sus tiempos mozos fue muy bella y aun conserva cierto encanto, aunque su piel está llena de arañazos y brutales moratones. Parece que ha sido apalizada con saña.

Apenas respira y parece muy malherida.

Con ágil movimiento Alonso acierta a sujetar con el brazo libre a la mujer antes de que golpee en el suelo. Guarda la espada, y ahora con los dos brazos libres la sujeta en brazos para entrar en la posada, girandose al interior para alejarse del marco de la puerta y pedir ayuda.

-¡Ayuda!- Escuchais enmedio de la noche, parece la voz de Alonso suplicante.

Alonso está cerca de la puerta, con una mujer en brazos, la cual está llena de arañazos y moratanos, presuntamente de una brutal paliza. La pobre apenas puede respirar. El andaluz llama a gritos a los demás pidiendo ayuda, con un tono de urgencia evidente.

- ¡Regina, Patricia! ¡Una mujer herida! - toma aliento, alejandose más de la puerta - ¡Kamal, Osorio! ¡Luz, por favor!

Sigue avanzando hacia una de las mesas que quedan cerca de la puerta, donde da la luz de luna que se filtras a través del marco. Allí espera que las dos mujeres puedan asistir con luz a la mujer mientras ellos se encargan de encender las velas y acercarlas.

El cómico se despierta sobresaltado y baja con apresuramiento hasta la puerta con el cabo de una vela encendido.

-Por las barbas de Melquidesec, ¿¿qué diablos os ha sucedido?? -Dice por toda respuesta al ver a la mujer.

El baño resulta de lo más reparador a pesar del frío, al igual que la cena y la relativa tranquilidad de toda la tarde que consigue olvidarme por unos instantes de la situación realmente preocupante que nos envuelve de fondo.
Me recuesto en el tosco colchón de paja que me corresponde, envuelta en una manta desgastada y algo agujereada que aún así cumple la función de cubrir lo suficiente mi cuerpo a falta del vestido habitual que todavía se está secando en el jardín, pero a bien seguro mañana podré volver a usarlo.

Por desgracia parece que la tranquilidad ya duró demasiado, y el ajetreo empieza en plena noche provocando que me despierte con un respingo mirando a mi alrededor aturdida y confundida, viendo como Osorio abandona la habitación precipitadamente tras los gritos de de Luna.
Salgo del camastro enfundándome los zapatos y cubriendo el camisón con la manta, descendiendo precipitadamente hasta el piso inferior con una sensación de preocupación y culpabilidad que aumentan por segundos al imaginar a la joven Roser herida.

No digo nada por el momento, me limito a acercarme hasta donde está la mujer para observar su estado y si la reconozco. Decidiré entonces qué hacer.

Regina baja alterada, se echa las manos a la cabeza y grita en un sollozo:
-¡Miracles! ¡Cariño! ¡¿Que te ha pasado?!-

Y se acerca para ayudar a Alonso, el cual parece intentar avergiaur que es lo que ha sucedido y como curar tales heridas.

Regina y Alonso arrastran a la herida a un improvisado catre que se ha creado con una mesa de la cocina y una mullida sabana que Regina ha hecho sacar del armario. La recuestan con cuidado y Alonso la inspecciona sin pudor pero sin lujuria, como mirando con ojo atento sus heridas. Regina por su parte calienta agua en una olla.

La pobre mujer parece vivir sus últimos momentos, escupe un esputo mezclado con sangre mientras intenta decir algo. Sus palabras se ven atenuadas por su debilidad y están mezcladas con su propio sollozo.

-...yo ...le quería...-

Y dicho esto queda inerte sobre la mesa, los cuidados de Alonso no han podido evitar el trágico desenlace, quizá no ha sido lo suficientemente rápido .. quizá ya no se podía hacer nada...

Alonso nunca ha visto tal crueldad y ensañamiento en una persona, esta llena de cardenales y parece que hay partes de su piel que han sido pinchadas y desgarradas con ganchos. Algunas de las articulaciones han cedido a los golpes y las inflamaciones de estas debían hacer el caminar o incluso respirar en algo trabajoso y doloroso.

Es muy probable que se haya muerto por la gran perdida de sangre, con el estado que tenia la pobre lo extraño es que hubiera durado tanto.

Echa un primer vistazo bajo las ropas de la mujer. La tensión se acumula en los labios de Alonso, contraidos, callando las emociones que le recorren. Levanta la vista un momento hacia el grupo.
- Osorio, sería mejor que os llevarais a Patricia, esto puede impresionarla. - busca a Kamal brevemente, dandose cuenta de que no está - ¿Donde está, Kamal?

No espera a ver la reacción del grupo. Su tono de voz es neutra, contenida, un poco soberbia, como de quien no espera que no se le haga caso, pero a la vez tampoco le importe que se lo hagan o no. Es evidente que su atención en ese momento es Miracles.
Ya sin pudor retira las ropas de ella allí donde estorban para reconocer la gravedad de sus heridas. Al retirar la ropa se ven cadernales, heridas de pinchazos, desagarros y articulaciones rotas por golpes, revelando una crueldad y ensañamiento sobrecogedores.La expresión de Alonso se torna más severa, y las comisuras de sus labios cada vez se aprietan más, hasta que la mujer muere.
Parece murmurar unas palabras a la Virgen de las Angustias, cuando ella expira. Seguidamente se acerca hasta Regina para darle la mala noticia antes de que vuelva con el agua caliente.
Se queda allí, delante de ella, con la mirada sombría y severa, su cuerpo relajado por si necesita un hombro donde llorar, susurrando apenas dos palabras a Regina.
- Lo siento.

Osorio parece sobrecogido por el macabro espectáculo. Su rostro está demudado y ha perdido completamente la expresión afable y jocosa de siempre.

-No hay demonio en el infierno con la suficiente maldad como para cometer esta salvajada -exclama, iracundo. Luego, sólo luego, parece advertir las palabras de Alonso-. No temáis. Hablaré con Patricia, aunque seguramente insista en examinar el cadaver. En cuanto a Kamal, con su diligencia habitual ha ido a comprobar, espada en mano, si los responsables de esto aun merodean por los alrededores de la tasca. ¿Conocíais a esta chica?

La pregunta va dirigida tanto al andaluz como a Regina.

Apenas acabo de llegar cuando la mujer expira su última aliento murmurando que "le quería", aunque parece evidente que ninguno de los presentes sabemos a lo que se refiere, excepto quizá Regina, que parecía conocerla.
Mi ceño se frunce ligeramente, dispuesta a acercarme, pero finalmente no es menester ya que el propio Alonso se encarga de retirar parte de los ropajes de la joven provocando que me sobrecoja y asquee por igual.

Ahogo una exclamación, impresionada por lo que alcanzo a distinguir antes de desviar la mirada a un punto indeterminado de la desgastada vestimenta de Osorio, quedándome con los ojos abiertos de par en par como si todavía estuviera viendo esas terribles heridas.
Ya es suficientemente horrible de por sí, pero que tal acto haya sido cometido contra una joven muchacha todavía me resulta peor, inconcebible... si no lo viera con mis propios ojos.

Cuando consigo superar mi propia consternación, emito una oración interior por su alma y entonces me doy cuenta de que probablemente nuestra amable Regina todavía esté más afectada dado que al fin y al cabo la llamó por su nombre. La busco con la mirada y me acerco a ella abrazándola con suavidad.
Por suerte no estaba en la cocina y no ha podido ver el espantoso estado de la tal Miracles, las palabras de Alonso dejan bien claro lo sucedido.

-Su nombre era Miracles, ¿cierto?, ¿quién era...?- para mí es evidente que al conocía si se refirió a ella con una palabra como "cariño", pero no sé si ahora estará en condiciones de darnos explicaciones.

-Era... era... la mujer de Txetxu, se sentirá destrozado cuando lo sepa.-Dice enugandose las lagrimas. -¡Que desgracia más grande, Dios mio!-

Y en esto un fuerte viento azota la casa, abriendo un par de ventanas y agitando los postes de fuera.

Te despiertas un tanto desorientado y con un grito ahogado en la garganta. Tu cuerpo ha reposado pero te sientes cansado mentalmente. Te llegan ecos de abajo, crees que deben estar ya todos levantados en la primera planta.

Notas que estás empapado de un sudor frío.