Partida Rol por web

Tengo que hacer un esfuerzo improbo para no sonreír ante la perspicacia del guerrero de Thor: - Claro, un rival que ha querido sacar provecho de un conocimiento que... aún tiene, sobre el paradero de los Príncipes!!, pienso, viéndolo todo claro. - Rápido, Mercader, contesta: donde vive ese Lodin?? Cuando nos lo digas, nos iremos, y, si en algo valoras tu vida, y por tu bien, te olvidaras de nosotros, está claro...?? , acabo, tratando de empapar mi amenaza con toda la fuerza en la mirada que sea capaz de reunir, con mi cara, de nuevo, a escasos centímetros de su cara.

-No se donde vive, se que tiene su tienda ahí abajo pero no es que conozca precisamente a ese malnacido. ¡Es él quien os ha engañado, no yo!-dijo el mercader asustado.

Las opciones eran cada vez menos: resultaba evidente que el mercader no sabía más de lo que dijo. Con la tensión del momento, el arma que le apunta al pecho y la presencia de tantos extraños rodeándole en el reducido espacio de su tienda, bien podría haberlo contado todo. Pero era coherente y ahora parecía más que molesto, indignado con el tal Lodin. Thorgrim había dado en el clavo.

- Podríamos esperarle en la tienda - sin conocer su dirección era el único lugar donde a ciencia cierta podrían encontrarlo, pero eso significaría muchas horas perdidas, si conseguían colarse dentro sin llamar la atención. Conforme terminaba la frase el propio Yngwe negó con la cabeza, descartándola. Aunque ir preguntando por las calles por la casa de Lodin tampoco era el colmo de la discreción... lo que cada vez parecía más claro era que tendrían que confiar en que el enfado de Blotolf fuera tan genuino que cumpliera con la palabra dada a unos forasteros y guardara silencio, al menos, hasta la mañana.

El scalda apretó los dientes y no dijo nada más, con la cabeza llena de ideas que descartaba una tras otra, que le dejaron por una vez, sin palabras.

-Lo que deberíamos hacer es marcharnos. La pelea entre estos comerciantes no nos atañe en absoluto y pronto nos estarán buscando-dijo el juto en voz baja.

El enfado del comerciante, al sentirse vendido por su rival me acaba de convencer de que no sabe absolutamente nada sobre los principes esclavizados, así que, descartando cualquier plan que estuviese tratando de hilar, aprovecho la corta pero contundente participación de Ligurd, el juto, para intervenir de nuevo:

- Tienes razón, compañero: hemos de irnos..., tras lo que vuelvo a girarme de nuevo hacia el acongojado comerciante diciendole, por ultima vez: - Continúa con tu vida, olvidando todo lo que acaba de suceder. Si decides arriesgarla, ten por seguro que tu cabeza y tus criadillas acabaran en el fondo de la bahia, dando de comer a los peces. Ha quedado claro...??

Escondiendo la lanza entre mis ropas de nuevo, hago un gesto a todos, diciendo: - Nos vamos..., tras lo que me acerco hasta la puerta, echando una leve ojeada fuera, hacia donde se que están Hild y Sigurd, haciendo una seña de que vamos a salir, esperando su confirmacion de que podemos sin problema.

La völva comenzaba a impacientarse. Apenas se escuchaban ruidos en el interior de la cabaña, lo cual podría significar que no habían encontrado resistencia, pero estaban tardando demasiado y, como siguieran así, tarde o temprano acabarían descubriéndolos.

Con un ojo puesto en la calle y otro en la casa, Hild notaba todos los músculos de su cuerpo en tensión. Las horas avanzaban y el día pronto llegaría. Si no conseguían encontrar a los príncipes pronto, toda aquella misión se iría por tierra y ellos correrían un grave peligro.

Por fin, vio como Jorunn aparecía en la puerta y respiró tranquila. Esperaba que trajeran con ellos a los príncipes o, por lo menos, alguna noticia buena sobre su paradero. Asintió con la cabeza a la vez que le hacía un gesto con la mano, dando a entender que el camino estaba despejado y que podían salir sin problemas.

Con una ultima mirada fulminante al comerciante, como recordándole que no cometiese ninguna estupidez, hago un gesto al resto, y salgo de la choza, y me acerco a mis compañeros de guardia, aspirando profundamente el aire fresco preñado de olor a pescado de la noche en la Ciudad de las Cadenas.

Mientras llega el resto a nuestra altura, voy poniendo en antecedentes a Hild y Sigurd, cuya cara delata la tensión del que espera recibir alguna información importante:

- Lamento decir que no hemos encontrado a los Principes. Hemos sido engañados por el hombrecillo de pelo grasiento, que pretendía deshacerse de un rival... Es un duro golpe a nuestras opciones, sin duda, pero aun nos queda una opción: encontrar al desgraciado de pelo grasiento, y apretarle: al fin y al cabo, él sabe a quien buscamos, así que es nuestra única baza para dar con los Principes..., digo, con el semblante serio. Ahora, salgamos de aquí. Si no nos están buscando ya a estas horas, lo harán pronto...

Tras eso, miro en derredor, buscando una callejuela a través de la cual podamos escabullirnos de posibles destacamentos de guardias. En el camino, pongo una mano en el hombro del gigantón Thorgrim: - Enhorabuena, guerrero de Thor, tu astucia ha estado a la altura de tus poderosos musculos allí dentro. Has sabido leer perfectamente la situación!! Despues, mirando a todos, digo: - Donde pensais que es mejor dar con el desgraciado: en su tienda, abajo, en el puerto, o en la taberna de mala muerte donde diste con él, Thorgrim??

El berserk esperó a que Jorunn hubiera abandonado la tienda para poner una de sus enormes manos sobre el hombro del comerciante.- Yo de ti le haría caso a la dama. No te gustará volverme a ver en tu tienda.- Le aconsejó conciliador. Aunque su siguiente acción fue totalmente contraria a ese espíritu.- Duerme.- Dijo mientras con un rápido movimiento le asestaba un tremendo cabezazo con la única intención de dejarlo inconsciente hasta bien entrada la mañana del día siguiente.

El hombre cayó como un plomo directo al suelo tras el cabezazo del berserkr. Nadie le libraría de un buen dolor de cabeza al despertarse... pero eso era mejor que perder la tienda o morir.

Tras asegurarse que el comerciante no iría corriendo a buscar a la guardia local en cuanto ellos se hubieran marchado Thorgrim salió de la tienda a tiempo para escuchar los elogios que le dedicaba la hija del Jarl.- Gracias.- Respondió sorprendido por esas palabras alabando su inteligencia a las que no estaba acostumbrado.

No tengo idea Jorunn, pensar no es lo mejor que Thorgrim sabe hacer. Hay otros cuyo consejo será de mucha más utilidad.- Contesta esperando que sus compañeros también intervengan en la conversación.

Hild movió la cabeza apesadumbrada por las malas noticias. Aquella misión se estaba volviendo, a cada minuto que pasaba, más peligrosa. Si no daban pronto con los Príncipes sería mejor que se fueran de aquella isla para pensar alguna estrategia mejor. Muertos de poca ayuda serían.

—Si ese hombre nos ha mandado aquí para acabar con la competencia, seguro que a estas horas estará esperando oír noticias que le indiquen que hemos matado al infeliz que habéis dejado ahí dentro. Pero volver a la taberna creo que sería peligroso para nosotros, por lo menos si vamos todos juntos. Quizás le encontremos en su tienda. ¿Sabe alguno dónde está?

Miró a los otros esperando una respuesta, aunque con la oscuridad de la calle no diferenciaba muy bien sus expresiones.

Todo se complicaba por momentos, las opciones se les acababan a la vez que el peligro de permanecer en esta ciudad aumentaba, volver a la taberna puede ser peligroso, quizás buscar la caballa del comerciante nos de alguna pista nueva, siempre que encontremos a ese rufián, a no ser que decidiera volver a la taberna para que le sirviera de coartada para que nadie le pudiera relacionar si matábamos al pobre infeliz de hace un rato...

- Siento no poder ayudar en eso, Hild, pese a preguntarle, no llegó a decir mas que "...tiene su tienda ahí abajo...". Igual es mas seguro esperarle en su tienda, pero, para eso, o preguntamos calle abajo, y solo tenemos un nombre, y una dirección vaga... Sería suficiente...??, pregunto en voz baja, mirando hacia algun punto mas allá. Otra opción es volver a la cabaña del desgraciado que acabamos de asaltar, y volver a pedirle la direccion, pero cabe la posibilidad de que el desgraciado del pelo grasiento, por lo visto, Lodin, haya mandado a la guardia a la cabaña, para que descubran y confirmen el asesinato, asi que tampoco lo veo como buena idea..., digo, haciendo un mohin de decepción.

- Que los dioses nos ayuden!! Que podemos hacer...??!!!, siseo, alborotandome el pelo con la mano, presa de una profunda frustracion.

El desgraciado estará durmiendo hasta bien entrada la mañana.- Contesto el berserk dando por zanjado el tema de volver a preguntar al tendero.

El tono franco del berserker, junto a las implicaciones de lo que sentencia, hacen que una sonrisa aflore a mis labios, eliminando de un plumazo la frustración que me estaba ahogando por momentos: - En verdad que sabes guardarnos las espaldas, grandullon!! Mi padre se sentirá satisfecho..., pienso, aunque no digo nada sobre el tema.

- Bien, eso reduce las posibilidades a preguntar por su tienda, y esperar a que abra, o tratar de buscarle, a la tarde, en el tugurio donde le visteis, aunque sabiendo que todo ha sido una trampa, sin duda nos estarán esperando... Que opináis, nos movemos hacia su tienda??, acabo, guiñando un ojo, y dejando clara mi opinión.

—Será lo mejor.

Lo que estaba claro era que tendrían que moverse de allí si no querían que los descubrieran, y cuanto antes lo hicieran sería mejor para todos. Hild tenía ganas de acabar con aquella loca misión de una vez, pues era consciente que las posibilidades de éxito eran mínimas.

—Será mejor que nos pongamos ya en camino. No sabemos si ese hombre habrá alertado a alguien, esperando que hubiéramos terminado con ese infeliz.

Señaló hacia la cabaña donde habían dejado, suponía que inconsciente, a quien fuera que estuviera dentro.

Asiento con la cabeza ante las palabras de Jorunn y de Hild, lo mejor es moverse de aquí cuanto antes, independientemente de que sea o no una buena idea algo debemos hacer, veamos si Odín esta de nuestro lado y podemos encontrar a esa sabandija, seguro que Thorgrim sabrá como recompensarle la osadía de intentar utilizarnos, le dedico una sonrisa de complicidad a Thorgrim mientras digo las ultimas palabras.

-No olvideis que estamos aquí para encontrar a la princesa, no para detener disputas entre mercaderes-dijo el juto malhumorado pues no le gustaba nada que lo hubieran engañado y les hubieran hecho perder el tiempo.

El paseo fue breve, la tienda del tal Lodin quedaba cerca. Por el rotulo de la entrada se veía que era una tienda parecida a la del mercader donde habíais entrado hacía unos minutos. Aquello parecía estar en calma. 

Por otro lado en cualquier momento descubrirían que alguien había atacado a los guardias que defendían a los esclavos daneses lo cual les pondría las cosas mas difíciles.

Asiento a las palabras de Hild y Klemet, fortalecida porque ambos estén de acuerdo en el camino a seguir. Tras eso, Juren, el juto de poca sesera, vuelve a intervenir, obviamente no siendo capaz de discernir las pocas pistas que nos quedan. Cuando acaba inhalo lentamente, hinchando mi pecho con el insalubre aire de la zona cercana al puerto, y le digo, con voz fria, pero tratando de contener el enfado que me provoca con cada cosa que dice:

- Juren, de hecho, es ese comerciante el único que, quizá, pueda hablarnos del paradero de los principes, o si no lo sabe, al menos sí poder dirigirnos a aquel que sí lo sepa...

Cuando acabo, ya miro al resto: - Pero no os confundais, no me fiaré de una sola de las palabras que me diga... hasta que consigamos que se orine sus pantalones. No ha engañado y utilizado, y se merece un escarmiento. No pretendo que muera por ello, aunque de buen grado le patearía el culo en un combate contra él, pero sí que le de el miedo suficiente para que, esta vez sí, nos cuente lo que queremos oir... Entendeis por donde voy??, digo, dibujando una sonrisa ligeramente perversa, mientras el vaho del final de la noche se escaoa de mis labios.

En un par de giros, encontramos la casa del tal Lodin. Vigilando desde una bocacalle oscura, todo parece estar en calma. Girandome hacia mis compañeros, digo, en un susurro: - Confirmemos que todo está en el orden que parece estar... Si no, creo que sería buena idea repetir tactica, con Yngwe acercandose a confirmar si el indeseable está en la casa o no, antes de hacernos con él. Como lo veis??, pregunto, aunque ya trato de escrutar las sombras de la choza, y las de alrededor, en prevision de una posible trampa.