Partida Rol por web

Nadie da nada a cambio de nada.- Recordó Thorgrim en un susurro al resto de sus compañeros a la vez que se ponía a cumplir las órdenes de Jorunn y dejaba la llave de la puerta nuevamente en el bolsillo del guardia dormido y lo reclinaba para dejarlo sentado como si el guardia se hubiese tomado un descanso en mitad de su turno de guardia.

¿Nos vamos?- Preguntó una vez acabó con el guardia dispuesto a seguir a la hija del Jarl.

Decididos entonces a continuar aprovechando el amparo de la noche se alejaron lo más aprisa que pudieran de aquel lugar. Los dos guardias no tardarían en despertar, por no hablar de la patrulla que se aproximaba. Por suerte para ellos para cuando la patrulla llego a la altura de la cabaña de esclavos ellos ya estaban a varias calles de distancia.

El rey de Hirsk y uno de sus hombres de confianza tenían a los principes. Hrapp, ¿era ese el mismo nombre que escucharon en el puerto? Al parecer y, como era de esperar, los piratas no conseguían organizarse del todo. pero eso no les decía quien o donde tenían a Vagn y Hedriss. 

El grupo se dirigió al puerto, a la casa que les habían indicado y no tardaron en encontrarla. No había luces en su interior ni parecía vigilada. Parecía como cualquier otro edificio del puerto. O bien les habían tomado el pelo, o bien era un gran escondite del que nadie sospecharía.

Amparados por la oscuridad de un hediondo callejon, podemos recuperar el resuello, tras la atropellada huida de la cabaña de esclavos donde tantas esperanzas habiamos puesto que contuviese a los principes. Ahora sabíamos que el tal Hrapp, uno de los hombres de confianza del Rey de los Piratas de Hirsk, era el que se había hecho cargo de los Principes, y quizá, solo quizá, los ocultaba en esas cabañas del puerto que apestaban a pescado podrido.

- Desde luego, si el hombrecillo de pelo grasiento que os dió la información no mentía, el tal Hrapp se vale del subterfugio para esconder a los principes... Quizá porque saben que veniamos a liberarlos..., digo en bajo, negando con la cabeza, y levantando una nube de vaho formado por el frio de la noche y la humedad del puerto, pues las implicaciones son, cuanto menos, ominosas. Después, recordando algo, de una conversación de la mañana, que a estas horas parecía tan lejana, digo: - Por cierto, no hablasteis esta mañana de un tal Hrapp, un tratante de esclavos, tras venir de hablar con el Capitán del barco que trajo aquí a los Principes?? Probablemente de igual, pero al menos es algo digno de mención...

Mirando con detenimiento la cabaña que nos dijo el informador durante unos minutos, podemos constatar que nada perturba la calma: - No hay guardias, ni luces, ni nada que indique que la choza esté ocupada..., digo con preocupación. - Será una trampa??, pienso, aunque no lo comparto en alto. - Si la idea es ocultar a los Principes, desde luego que no se me ocurre sitio que llame menos la atención... Bueno, al grano, pues creo que el tiempo juega en nuestra contra: necesitamos que alguien con sigilo se acerque a mirar por las juntas de las ventanas, y a escuchar tras la puerta... Cualquier cosa que nos indique que los Principes están ahí, así como la presencia de enemigos a los que habremos de neutralizar lo antes posible, pues si suena un cuerno de alarma..., dejo la frase en el aire, mientras dejo que mis compañeros piensen sobre mi petición, y me fijo bien en el tejado de la cabaña de aparejos, y sus alrededores, en busca que algún enemigo que, escondido, pudiera estar montando guardia.

La tranquilidad del lugar bien podía ser engañosa y si la aparente normalidad escondía a los príncipes y a sus captores, cualquier movimiento resultaría peligroso. Asintió a las palabras de Jorunn, pensando que la coincidencia de aquel nombre, Hrapp, podía ser algo más que un capricho de los dioses. 

Levantando la mano se ofreció voluntario para avanzar hasta la apacible cabaña. Husmearía alrededor, escucharía en silencio y buscaría cualquier resquicio para conocer el interior. No quería producir ruido alguno, sabía que el mínimo error les costaría caro.

No se lo pensó dos veces y con paso firme y cauteloso, avanzó.

Nadie da nada a cambio de nada.- Digo el berserk tras las palabras de Jorunn dando a entender de que dudaba que aquello no fuera más que una simple trampa a la que iban de cabeza. De todas formas no tenían otra pista, así que si tenían que hacer saltar la trampa que así fuera.

Aunque como las palabras sigilo y discreción no eran compatibles con su voluminoso cuerpo permaneció en su lugar, preparado para cuando hubiera que entrar en acción.

No escuchas ni ves nada raro. O dentro no hay nadie, o estan durmiendo. 

Otra vez nos encontrábamos entre la espada y la pared, ha todos nos parecía una trampa pero no nos quedaba mas remedio que espera que los Dioses estuvieran de nuestro lado, escucho con atención las palabras de Jorunn asintiendo con la cabeza, a la vez que Yngwe sed propone como candidato para acercarse a la cabaña, ¿quizás mientras Yngwe se acerca a investigar alguno de nosotros podría peinar los alrededores por si descubrimos a algún grupo armado esperando nuestra llegada?

El scalda no les dio mucho tiempo para planear nuevos movimientos. Tras explorar la zona se convenció de que nadie los esperaba en los alrededores, ni parecía haber movimientos en el interior. Deseando no haber pasado nada por alto, prefirió no perder más tiempo y alzando un brazo en dirección a sus compañeros, les hizo señales hasta llamar su atención para que avanzaran hasta su lado, en un lateral de la vivienda. El lugar era seguro.

- Lo se, buen amigo, digo, lanzando una mirada cansada a Thorgrim, y si son los designios de Loki los que nos traen a esta cabaña, necesitaré de tu fuerza de nuevo para enmendar mi error, continúo, cerrando los ojos, pero... que opción nos queda...??, acabo, abriendo los ojos, y mirando con determinación a mis compañeros.
- No te falta razón, Thurl. Quizá deberíamos... En ese momento, Yngwe, junto a la puerta de la cabaña, nos hace señas para que nos acerquemos:
De prisa, no perdamos tiempo!! Andad con mil ojos ante las posibles trampas, digo, antes de volver a reconformarme con tocar el pomo de mi lanza, para acto seguido, dirigir al resto hacia donde nos requería el Scalda...

Las horas pasaban y el grupo seguía casi tan perdido como al principio. Iban de un lugar a otro de la ciudad haciendo caso a rumores y confidencias que, a buen seguro, no eran de fiar. Ese tiempo que corría en su contra, era el que hizo que sus pies volaran hasta la cabaña que había nombrado el hombre del pelo grasiento, pero una vez ante ella, la intranquilidad de Hild aumentó. Demasiada calma, demasiada oscuridad, aunque quizás esa era la mejor tapadera para no levantar sospechas de que unos nobles príncipes se encontraban en ella. La völva dudaba mucho que esa fuera la intención, aún así tenían que agotar las pocas pistas que tenían.

Hild se limitaba a observar, a escuchar y a callar, poco más podía añadir a lo dicho por sus compañeros y quebrar inútilmente el silencio con su voz, si no tenía nada que decir, era una tontería. Sólo habló cuando pareció que iban a entrar en acción.

—Será mejor que yo me quede fuera vigilando, preparada con mi arco. Ahí dentro seré de poca utilidad.

Sigurd esperó a que el grupo decidiera qué hacer. Lo cierto era que lo único que podía decir es que, a estas alturas, poco podrían lograr. La mejor oportunidad la habían perdido.

Cuando se hubo decidido todo y cada uno parecía conforme el ulfhednar sólo añadió una puntualización a la propuesta de Hild.

-Yo me quedo con Hild...

Las palabras fueron bastante vehementes, pero al ulfhednar no le parecía bien estar en un espacio tan cerrado, con cinco personas, buena posibilidad de violencia, y dos guerreros ferales que podían descontrolarse. Era mejor que o bien Thorgrím o bien él se quedaran fuera.

Y así la völva no se quedaba sola, el ulfhednar no se fiaba de que no les tuvieran vigilados de una u otra forma.

En efecto, el tiempo juega en nuestra contra, y no puedo evitar notar los latidos de mi corazón golpeando una y otra vez en mi pecho: - Un recordatorio de que las posibilidades de recuperar a los Principes se nos escapan de los dedos como arena fina...

Una vez todos los integrantes del Clan Kajri dan su opinión, me giro a Ligurd y su indómito compañero, y les digo: -Permaneced vigilantes aquí fuera: es imperativo que, si están los Principes, tengamos el paso franco hasta nuestro Skedjar..., tras lo que me giro hacia el Ulfhednar y la Völva, con un asentimiento, antes de partir con los demás hacia la cabaña, con la Lanza de los Cuervos oculta por la capa, pero preparada, y conteniendo la respiración: - Si el mas minimo ruido sale de esa cabaña, no me lo quiero perder...

Una vez llego hasta Yngwe, le susurro al oido: - Has visto si está cerrada la puerta...??, a la vez que planto la oreja en la misma, dispuesta a recoger hasta el arrastrar de una cucaracha.

Al parecer todo estaba despejado y tranquilo, extrañamente despejado y tranquilo, pero el tiempo apremiaba y había que actuar deprisa, junto a Jorunn y Thorgrim me encamino hacia la posición de Yngwe al lado de la casa, apoyo mi espalda sobre una de las paredes cercana a la puerta mientras con mi mano acaricio el mango de mi hacha preparada y ansiosa por salir a cantar en la oscuridad de la noche...

El scalda esperó en tensión hasta que sus compañeros se acercaron, dejando a la völva con la escolta del ulfhednar. Negó con la cabeza a la pregunta de Jorunn temeroso de delatar su presencia allí...no lo había comprobado.

Ahora, cubierto por la presencia del equipo, se acerca despacio a la puerta y junto a ella, desenvaina su espada, que palidece ante el hacha del thurl y la fortaleza de Thorgrim, pero serena el espíritu de Yngwe y le da fuerza para actuar. La tensión del viaje y de la falta de noticias puede terminar en unos instantes, o tal vez los dioses les tengan reservado un destino más oscuro tras aquella puerta. 

Sea como sea, dispuesto a averiguarlo, el scalda busca en la oscuridad el tirador y lo gira con cuidado. Mira a sus compañeros buscando su asentimiento, dispuesto a lanzarse al interior de la choza en cuanto todos estén listos, mientras intenta percibir cualquier presencia al otro lado de la madera.

Nada se escuchaba en su interior. De ser una trampa y haber hombres dentro era de suponer que harían algún ruido. El escalda fue el primero en entrar dejando pasar a Jorunn y Thorgimm junto a él. El lugar estaba a oscuras pero era una tienda. Una mesa de madera con varios objetos, igual que en las paredes. Parecían fruslerías, objetos decorativos y útiles de casa, seguramente conseguidos en los saqueos realizados por los piratas. La habitación principal daba a otras dos puertas que permanecían cerradas. 

-¿Que?¿Quien anda ahí?-dijo una voz asustada y confundida al otro lado de una de las puertas.

El corazón casi se me para cuando una débil voz pregunta desde detrás de una de las dos puertas que salen del salon en el que hemos entrado, que, sin duda, contiene parte de un botín obtenido por los piratas: - Por el Puente Arcoiris, debiamos haber intentado hacer menos ruido..., pienso, tratando de buscar una solución que se me antoja cada vez mas dificil...

Rapidamente, hago una señal a Yngwe para que, en silencio, se coloque a un lado de la puerta, protegiendose de la vista en el caso de que la abran, despues, miro al Thurl, mas ligero y silencioso que el Guerrero de Thor o yo misma, y le repito la seña de silencio, pero emplazandole a que salga por la puerta, y rodee la casa, parafraseando, en silencio unas leves palabras: - Avisa a los demás: que no puedan escapar...

Después, guiñándole un ojo a Thorgrim, digo, en bajo, pero lo suficientemente alto para que lo puedan escuchar tras la puerta: - Corre!! Llena la bolsa, y salgamos de aquí!! No decías que no habría nadie??, a la vez que remuevo, ligeramente el contenido de una de las mesas, y salgo corriendo hacia la puerta abierta, ocultándome , tras la pared, a una lado de la jamba de la puerta, haciendo una seña a Thorgrim para que haga lo propio al otro lado de la misma.

- O reducimos a quien sea que está al otro lado de la puerta, o estamos perdidos...

Ni habían sido capaces de detectar a quien estaba dentro de la habitación, solo separado ahora por una puerta, ni habían sido lo suficientemente silenciosos para pasar inadvertidos. Errores fatales, o tal vez no. La voz parecía asustada y las palabras de Jorunn bien podían despistar al inquilino de sus verdaderas intenciones.

El skalda se situó junto a la puerta, como le ordenó la hija del Jarl, intentando mantener sus movimientos ocultos y en silencio. Apretó su cuerpo contra la madera, deseando desaparecer en las sombras que le rodeaban. Atento a quien pudiera salir a la sala desde detrás de aquella puerta, vio como el resto de sus compañeros abandonaban la estancia uno tras otro. Reprimió el instinto de correr tras ellos y esperó, atento a cualquier sonido y a cualquier movimiento en la puerta cercana.

El berserk entró en la cabaña hacha en mano siguiendo al scalda, dispuesto a descargar su furia contra cualquier guerrero que osara hacerle frente. Sin esperar en ningún momento que en lugar de encontrarse a soldados armados dispuestos a hacerlos caer en una trampa se encontraría en mitad de una tienda de mala muerte.

Además lo que aún le dejó más perplejo fue la confundida voz que escuchó al otro lado de la puerta., nadie habla así si sabe que puede ser atacado.

Con esos pensamientos en la cabeza se limitó a cumplir los planes de Jorunn y situarse al otro lado de la puerta.

La völva esperaba nerviosa en el exterior, sin saber lo que sus compañeros habrían encontrado dentro. Se encontraba con el arco preparado, dispuesta a entrar en acción si así era menester, pero el hecho de no escuchar ruidos en el interior que pudieran dar a entender que había lucha le hacía dudar si habrían fallado de nuevo. Si así fuera, entonces las pistas para seguir se acababan, a no ser que fueran directamente a hablar con el rey de aquella maldita isla, algo que sería una auténtica locura.

Apenas estaba entrando en la casa cuando una débil voz salio detrás de una de las puertas, me quedo pegado en el marco de la puerta de entrada amparándome en la oscuridad, el momento era delicado, no parecía la voz de un guardia, pero toda precaución es poca, inclino mi cabeza antes las ordenes de Jorunn y camino despacio hacia detrás alejándome de la entrada, una vez retirado de la puerta hago gestos hacia donde están Hild y Sigurd vigilando para que permanezcan atentos a la entrada y acto seguido me escabullo entre las sombras para ir al otro lado de la casa buscando otras posibles puertas o rutas de escape.