Partida Rol por web

Un hombre joven abrió la puerta. Iba descamisado y sujetaba un palo en la mano derecha.

-¿Que haceis?Larga...-iba a amenazarlos cuando se dio cuenta de que todos ellos iban fuertemente armados- ¿que quereis? No tengo nada, solo soy un pobre comerciante. ¡Pensé que aquí se respetaba eso!

Cuando el hombre abrió la puerta y les habló desde el umbral, el skalda reaccionó desde su oscuro rincón junto a él. Separándose de la pared, estiró su arma hasta colocarla sobre el vientre del adormecido joven. Probablemente le habían interrumpido el sueño.

- No te muevas, comerciante. Y no grites. Así tal vez veas alzarse el sol por la mañana un día más. - susurró amenazante, intentando ver por encima del hombro del muchacho si había alguien más en aquella habitación. Se dio cuenta de que daba la espalda a sus compañeros. Confió en que Jorunn y Thorgrim reaccionaran rápido. - Suelta eso, despacio - le dio un golpecito en el brazo que sujetaba el palo. - Y avanza hasta aquí...eso es, en el centro - lo dirigió sin separar la espada de su cuerpo.

El tipo soltó el palo con desgana y se acercó lentamente hacia Yngwe.

- ¿Venís a robarme? ¿A matarme?-se notaba que el hombre estaba asustado aunque quería no parecerlo- poca recompensa os vais a llevar de aquí...

Como sospechaba, escucho la puerta de la habitación tras la que se escuchó la voz abrirse, y una voz, joven y asustada, continúa hablando. Tras eso, cuento los segundos: - Uno... Dos... Tres..., haciendo una seña a Thorgrim para que espere, lo mismo que a Hild y Sigurd, ocultos en la bocacalle a unos metros de distancia, hasta que escuchamos las palabras de Yngwe, que parecen indicar que el hombre ha sido reducido. En ese momento, le hago una seña al Guerrero de Odín, y entramos a la carrera dentro de la habitación, momento en que cierro la puerta hasta que casi se juntan los engranajes. Despues, me giro, y pese a que me temo que el "soplo" del hombrecillo de pelo grasiento fue vacío, hablo con voz segura (al menos lo intento), aunque no me quito la capucha:

- La vida la conservarás siempre y cuando colabores: un rumor situaba en esta cabaña a unos reos, propiedad de Hrapp. No trates de convencerme de que no sabes nada, o morirás viendo tus entrañas desparramadas por el suelo..., momento en que hago una seña a Thorgrim para que evalue el resto de la cabaña, pues la espada de Yngwe hace muy buena labor en la barriga del supuesto comerciante. Cuantos sois, y donde están esos reos?? Dime algo que me guste, "comerciante", porque mi paciencia hace tiempo que se agotó...

Durante toda la conversación, trato de aprovechar las sombras para dar mas sensación a mi discurso, rezando, por dentro, que la amenaza nos de un resultado al que agarrarnos...

No dejaba de seguir observando todo a su alrededor, sin perder de vista la puerta de la cabaña donde sus compañeros habían entrado. Asintió, aún sabiendo que en la oscuridad podían no verla, al gesto de Klemet y siguió vigilante ante el mínimo movimiento que pudiera darse. Estaba nerviosa y tensa, no sabía lo que estaba sucediendo en el interior de la cabaña y tampoco sabía si los príncipes se encontraban allí prisioneros, aunque la völva se temía que aquel soplo fuera un engaño, ya que aquel lugar parecía desierto y sin vigilancia alguna, lo que le llevó a pensar a su vez en que todo aquello no fuera más que un engaño para hacerles caer en una emboscada.

Miró hacia el Ulfhednar y le vio igual de concentrado que estaba ella, sabiendo que todos sus sentidos también estaban puestos en vigilar la zona. Sólo esperaba que la congoja que parecía oprimir su pecho fuera una falsa alarma y que, de una vez por todas, pudieran salir sin mayores consecuencias de aquella isla junto a los dos príncipes. Tenía ganas de volver a la tranquilidad de su hogar.

-¿Esclavos? ¿Yo? Estás loca mujer. No tengo esclavos ni para vender ni propios solo vendo baratijas. Si buscáis esclavos deberíais buscar a algún esclavista, no se quien os dijo eso pero os tomó el pelo...-dijo el hombre asustado pero al parecer sin mucho que perder si decía la verdad.

Fuera todo estaba en calma, era tarde y no había mucha gente caminando por los muelles probablemente por el peligro de andar solo en la noche en una ciudad como aquella. 

Mientras Thorgrim inspecciona el resto de la vivienda, Yngwe empieza a dudar. La cara del hombre parece asustada y confusa, pero no aparenta esconder nada, ni a nadie. Habla de esclavos, tal vez no sepa nada del asunto. Pero en ese caso...¿porqué les han enviado allí? ¿Una trampa? No llega aviso alguno desde el exterior, todo parecía en órden...pero allí no estaba lo que andan buscando.

Miró a Jorunn pidiéndole instrucciones. Ella debía decidir. Si aquel hombre mentía, o no. Y si nada tenía que ver...¿qué hacer con él para que no fuera contando su intrusión por toda la isla? Muchas preguntas, demasiadas. El scalda apretó la punta de la espada contra el costado del comerciante en un claro gesto de advertencia. Si les habían tomado el pelo, nadie debía enterarse...

- Esclavos...?? Quien ha hablado de esclavos...??, digo, acercando mi cara a la suya, mirandole a los ojos. Y como vuelvas a levantar la voz, tu lengua acabará dando de comer a los peces de la bahía, te lo aseguro..., tras lo que dejo unos segundos para que cale la amenaza.

- Mi paciencia se agota: donde están los reos que trajo Harpp a esta cabaña???, le vuelvo a preguntar, con la máxima intensidad que puedo darle a mi mirada. Aunque, en el fondo, me da la sensación de que el hombre no miente, me resisto a soltar el único clavo que nos queda para agarrarnos, pues, si los Principes no están en esta cabaña, o no podemos seguir el hilo del que tirar, la realidad se hace muy dificil de digerir: NOS HABREMOS QUEDADO SIN NADA, Y DEBEREMOS TRATAR CON EL TAL HARPP, Y CON EL REY PIRATA.

En el silencio que se instaura tras mi pregunta, rezo a los Dioses de Asgaard para que este individuo que parece tan vulnerable, sea en realidad un experto mintiendo, y aun tenga muchas cosas que contarnos...

Al escuchar a Jorunn el enorme guerrero comenzó a rebuscar en la cabaña tratando de encontrar algo que les diese alguna pista sobre el paradero de los príncipes. Aunque lo cierto era que sin demasiada esperanza, pues cada vez que escuchaba como le temblaba la voz al tendero tenía más claro que allí no encontrarían nada.

Con el máximo sigilo me apuesto en la puerta que da a la parte trasera de la casa, permanezco escondido esperando cualquier movimiento en la noche, al ver pasar el tiempo y no pasar nada me acerco intentando escuchar en su interior cualquier ruido extraño.

-Aquí no hay ningún reo, podéis registrar mi tienda si quereis. Ni siquiera he comerciado con Hrapp, ni querría tal y como están las cosas. La última persona con la que tuve tratos fue con Cuatro dedos-respondió.

Thorgimm no descubrió nada que indicase que el hombre mentía, aquel sitio era muy pequeño y, a menos que tuviese un sótano oculto, allí solo estabais vosotros.

Aquí no ha nada.- Les susurró el berserk a sus compañeros tras rebuscar un poco en la tienda y justo antes de acercarse al tendero.- Describe a ese tal cuatro dedos.

Mi determinación se va derritiendo como el hielo en un día caluroso de verano, pues todo indica que, en efecto, los Príncipes no están allí, con lo que ello implica...
Cuando Thorgrim se acerca a susurrarnos que no había encontrado nada, decido quemar las últimas naves que nos quedan, y susurro a mis compañeros: - Seguidme la corriente un poco más, por acabar de confirmar...

Después, me cruzo de brazos esperando que el "mercader" responda la pregunta que le ha hecho Thorgrim.

No puedo evitar pensar que quizá fuera estén empezando a ponerse nerviosos con la falta de noticias...

Sigurd no pudo evitar escuchar el vozarrón del berserkr cuando mencionó al tal Cuatro dedos. Se giró y se apoyó en la puerta justo detrás de Jorunn.

-No hace falta-murmuró el guerrero- yo se como es. Nos cruzamos con él cuando nos separamos*. Creo que formaba parte de los que atacaron el barco pero los prisioneros fueron entregados a ese tal Hrapp. ¿Sabes quien es, mercader?

Si, claro. Todo el mundo sabe quien es. Después del rey Ari es el segundo hombre mas poderoso de Hirsk. Bueno es su segundo al mando ni mas ni menos, posee una flota de barcos y dirige una pequeña comunidad al sur de Hirsk...-dijo el hombre rápidamente.

Al fin el hombre daba algún dato que podría resultar útil. Se estaban demorando demasiado allí dentro y las probabilidades de que alguien merodeara cerca, de que algo saliera mal estaban creciendo a cada segundo. Desde luego allí no iba a terminar su viaje, pero antes tenían que pensar en cómo salir de aquella ratonera.

- ¿Qué hacemos con él? - preguntó, sin apartar la mirada del mercader ni separar la punta de su espalda del costado del hombre. Si algo iba mal no sería porque él se despistara en el último momento. Ninguna de las opciones parecía ideal: si soltaban al hombre correría a denunciarlos. Si lo incapacitaban durante un tiempo...tal vez no fuera suficiente para que pudieran localizar a los príncipes y haber partido. Debían asegurarse de que no les delatara... su mirada se endureció, sin pestañear.

Escucho la voz de Sigurd desde fuera de la cabaña, lo cual me saca de mis reflexiones, a la vez que me deshace la incertidumbre que tenía sobre que estaría pasando fuera. - Así que el "mercader" se codea y trata con la calaña tratante de esclavos, ehh???, pienso, entrecerrando los ojos, mientras observo detenidamente al sujeto.

- Y que tratos has tenido con "Cuatro Dedos"?? Es mas que probable que él tenga que ver con lo que venimos a buscar, así que habla, o aquí y ahora, morirás!!, le siseo, con la cara a escasos centímetros de suya, y con el destral agarrado en la mano derecha, atenta a cualquier posible maniobra de lucha que el hombre, en su desesperación, pudiera intentar, pese a tener el acero de Yngwe descansando en sus costillas.

Yngwe, antes de que yo interviniese, había hecho una interesante pregunta, que me hago una y otra vez en mi cabeza: - Dura decisión que de acometer, sin duda...

-Ya os lo he dicho, me vendió mercancias-respondió asustado- brazaletes, sacos de tela, aparejos... mira mi tienda, es a lo que me dedico, ¡ni siquiera soy esclavista!

Thorgrim dio una mirada a los objetos de su alrededor y cayó en la cuenta de que allí si que había habido una trampa, aunque ellos no eran el verdadero objetivo sino que eran el arma ejecutora, mientras que el objetivo era el pobre tendero que casi estaba sollozando.

Un hombre. Pelo grasiento. Esta estatura. Que te quiere ver muerto.- El guerrero le indica al tendero la altura del hombre que les había dado esa dirección.- ¿Sabes donde vive?

El enorme guerrero se sentía usado y estaba completamente ofendido e irritado, se prometió que si su misión allí se lo permitía se encargaría personalmente de explicarle al hombre de pelo grasiento lo que les ocurre a aquellos que tratan de engañar a Thorgrim.

-No puede ser otro que Lodin, ese hijo de perra... Tiene una tienda un poco mas abajo, en el puerto. Ese cerdo que no conoció madre, seguro que quiere quedarse con todas las ventas de baratijas del puerto. Valiente escupitajo querer matarme por unas bolsas de oro..-masculló ofendido el hombre, rojo de rabia entendiendo ahora lo que estaba ocurriendo.