Partida Rol por web

El salón estaba en perfecto desorden, como casi siempre a últimas fechas. Me sentía una extraña en mi propia casa, tenía miedo, mucho miedo. No sólo de la reacción de mi hermano, sino de lo que pudo habernos pasado, no tanto a mí como a mi hija; yo era su ejemplo y era un muy mal ejemplo. Quizás después de todo, ella no consiguiera salir adelante como mi querido hermano si había podido. Lo vi salir de la cocina con una cerveza en la mano, le habría pedido una pero estaba demasiado avergonzada para ello. Saqué un cigarrillo de mi chaqueta, tenía los cabellos desordenados y para ser honestos, las ideas también. Di una primera calada al cigarrillo, dejando escapar el humo de este lentamente y por fin me miré en sus ojos, nuestros ojos, por meses se había hecho cargo de nosotras y así le pagaba. Pero las cosas habían cambiado, ya nada iba a ser igual, no.

-Lo siento, Grasp... Yo... Estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado pero te juro que ésta vez voy a dejarlo. Buscaré un empleo y dejaré las drogas, lo juro-no lloraba, hacía mucho tiempo que había acabado con mi reserva de lágrimas pero sabía que él no me creería.

Me levanté y lo abracé sin esperar una sola palabra suya, quizás le sorprendiera, jamás lo abrazaba, jamás le llamaba por su primer nombre pero ahora todo era distinto, ni siquiera el desorden de la casa era el mismo y había un ligero olor a canela en toda la estancia. Lo apreté fuerte contra mí, sí, las cosas iban a ser mejores de ahora en adelante; yo era la mayor, a mí me tocaba cuidar de él y no al revés. No podía decirle por qué había llevado a la nena a aquel lugar, no podía explicarle, no tenía cara para confesar que me habían ofrecido una nueva droga pero que tenía que ser ya y que el tipo que lo había hecho era tan encantador que no dudé en llevar a la pequeña conmigo porque me había prometido que no había peligro.

-Te lo juró, Grasp. No volveré a hacerlo, haré que estén orgullosos de mí... No volveré a ponerte en un aprieto de este tipo. No esperaba que pasase algo así pero ha servido para que abra los ojos-yo lo creía de verdad, no sabía qué pero algo en mi cabeza era distinto.

Levanté su barbilla al tiempo que me separaba un poco de él y me miraba en sus ojos, los ojos del pequeño que había tenido que cuidar porque mi madre no había tenido las agallas.

-¿Me crees?-no le estaba mintiendo pero sabía que él notaría que no le estaba diciendo toda la verdad.

Escucho sus palabras, pero ya las he oído más veces, siento que esta escena ya la he vivido, trago la cerveza, sabe más amarga de lo habitual, también la casa me parece más sórdida, más oscura, una burla más de este día tan extraño.

Aquellos ojos que tantas veces han sido el ancla que nos mantuvo amarrados a la vida, me resultaban insoportablemente vacíos, reprimí el llanto, la rabia, quería estamparla, decirle que reaccionara joder, que ella era fuerte, que la seguía necesitando tanto como cuando era un crío. Pero cuando sentí su contacto, cuando la estreché entre mis brazos, no pude evitar echarme a llorar, al apretarme con fuerza, pude distinguir las costillas bajo la piel. Joder, que delgada estaba, tiene que comer más, tengo que hacer que coma más.

Restriego mis ojos con la mano, llorosos, muerdo mi labio inferior, jodido, así me encuentro. Agarro su mano, y la aprieto contra mi mejilla, luego entrelazo nuestros dedos, dando un beso a sus nudillos tragando saliva para intentar que la voz saliera, Quiero creerte Clay, quiero hacerlo, de verdad acaricié su rostro, demacrado por la puta droga, ojalá esta vez fuera cierto. ¿No se da cuenta de que daría cualquier cosa por que volviera a ser la de antes? Pero te has llevado a Aeda contigo, es tu hija, es una niña Clay negué con la cabeza, pasando la mano por mi pelo, agarrándolo, con rabia, reprimiendo los impulsos de gritarle, de decirle que en que cojones estaba pensando.

Yo te quiero, nunca podré darte las gracias por lo que hiciste por mí, no me hagas elegir entre tú y Ae por favor, entre los tres, saldremos adelante, como siempre, busco sus azules ojos, buscando algún rastro de vida, algún rastro de ella, serenándome, no puedo soportar verte así, no puedo.

Lo miré con cierto desconcierto, no me creía lo que me estaba diciendo. Es decir, lo creía pero esperaba que eso no sucediera nunca porque sabía que con Ae, yo llevaba todas las de perder y nada me dolería más que verme sola en el mundo. Solté su cara y me alejé de él dando otra calada a mi cigarrillo. No tenía modo de defenderme, había hecho mal y lo sabía, esta vez no tenía cara para pedir nada pero sin embargo, no pude reprimirme. Me rasqué una oreja mientras me acercaba de nuevo a él y un mechón de cabello rubio y maltratado caía por mi rostro.

-¿Serías capaz? ¡Sí, serías capaz! Quizás sea mejor que te la lleves ahora, Grasp Winter... Piénsalo bien... Así no tendrá que pasar nunca más peligros conmigo.

Mis manos temblaban, haciendo que el cigarrillo se moviera patéticamente. Si Grasp me dejaba se terminaba todo pero quizás era mejor así, quizás aquello sería lo que haría tocar fondo. Y entonces una lágrima resbaló por mi mejilla, a pesar de todo el lío, estaba deseando meterme algo de lo que tenía aún guardado en casa, donde sabía que a Grasp no se le ocurriría buscar. Me acerqué del todo a él, no quería que se fuera, me dejé caer de rodillas ante él, temblando, sintiendo frío, el efecto abstinencia empezaba a hacerse presente, sudaba frío.

-Haz lo que consideres mejor para Ae, hazlo...-decía abrazada a sus piernas.

Si, sería capaz, con todo el dolor de mi corazón, pero lo haría, aquella certeza me atemorizó, pero antes de hacerlo, lo daría todo por ella, porque consiguiera salir adelante, aquella que se arrodillaba no era mi hermana, no lo era, no podía serlo. Me agaché, y lo primero que hice fue quitar aquel cigarro de su mano, apagándolo en el cenicero, y rodeo su cuerpo con mis brazos.

Levanta, levántate la ayudo a hacerlo, a pesar de que se resiste, y al final opto por cogerla, un brazo por debajo de sus rodillas, y el otro por su espalda y cuello, apenas pesa, por Dios es como si llevara a un fantasma. Me dejo caer en el sillón que me hace de cama en los escasos días que consigo dormir, en las pocas horas en las que las respiraciones me llegan pausadas de la contigua habitación.

Clay, hermanita sonrío mientras la acuno y acaricio su rostro, no voy a irme a ningún lado, vamos a salir de esta, tenía que conseguir el dinero para llevarla a un buen lugar, a uno donde pudieran ayudarla de verdad te lo prometo, solo tienes que aguantar un poco más limpié la lágrima que caía de su mejilla con la manga de aquel extraño traje que aún llevaba puesto.

Ahora descansa, yo os cuidaré seguí acariciando su piel, rítmicamente, adormeciéndola, como tantas veces ella había hecho conmigo. Haría cualquier cosa por ayudarla, y varias ideas empezaron fluir en mi mente, analizando lo que había sucedido durante el día de hoy. El capitán digo que había información, y dinero, eso es lo más importante, tenía que averiguar quién había querido joder a Mcmord, ese era el primer paso, y los que estaban allí abajo conmigo, todos parecían odiarlo con alegría.

Me levantó con tal facilidad que apenas podía sentirme entre sus brazos, su cariño me quemaba, me dolía porque no me merecía que él se preocupara por mí pero allí estaba chantajeándolo, pidiéndole que no se fuera pero al mismo tiempo dándole permiso para hacerlo sin ningún tipo de remordimiento. Apreté mi cabeza contra su pecho, era un hombre. Mi Grasp ya no era un niño y el pobre había tenido que crecer a base de golpes, me sentí culpable por ello pero había hecho hasta donde había podido. Yo no me lo merecía ni a él, ni mucho menos a Ae; cerré los ojos e intenté dormir, pretendí dormir porque no podía, tenía demasiadas cosas en la cabeza.

-Te quiero, Winter... Pase lo que pase, te quiero. Deberías descansar. Llévame a mi cama, quiero dormir un poco y tú lo necesitas también-sonreí sin abrir los ojos.

Y de pronto todo se nubló, en principio creí que era culpa de la necesidad pero luego me di cuenta que algo no estaba bien, me llevé ambas manos a la frente, la tenía hirviendo y dolía como si me estuvieran quemando con algo, tenía la boca seca y no podía hablar, sólo gritar o al menos intentarlo, me parecía que no salía de mi garganta ningún sonido. Apreté con fuerzas las palmas sobre mis sienes y las lágrimas nuevamente cayeron por mis mejillas, ¿qué diablos me estaba pasando? Luego, el dolor fue cediendo, aunque mi frente seguía muy caliente. Miré a mi hermano con los ojos llorosos, con miedo como nunca y no pude articular palabra, sólo necesitaba dormir. Mis ojos se cerraron y perdí el conocimiento.

Devuelvo la sonrisa a mi hermana, no la ve, pero sé que la siente, y me dispongo a cumplir sus deseos, pero aquel brusco movimiento de sus manos me alarmó, abrí los ojos de par en par, Clay la sacudí primero con suavidad, pero al ver que no reaccionaba, la sacudí con más fuerza, aquella última mirada que me había echado me aterrorizó.

!Clay! ¡Despierta! vamos despierta, no nos hagas esto, despierta, palpo su rostro, está ardiendo, el pelo se pega a su frente por el sudor, había visto a mucho caer bajo el efecto de una sobredosis, a demasiados, no podía permitirme perder los nervios, me incorporo, con ella en brazos, agitándola ligeramente, tenía que llevarla al hospital, y no a uno cualquiera, maldita sea.

La dejo en el sofá, pienso en activar el móvil, pero no me harán ni puto caso, así que voy corriendo a la habitación de Ae, y la enrollo en la manta, chisss, pequeña, sigue durmiendo, te voy a llevar con la señora Swan, porque voy a ir con mama a ver al médico, para que le den una pastilla para el dolor de cabeza, pero no te preocupes, que no es nada, lo que pasa es que es de noche, y a las niñas no las dejan pasar a esas horas la aprieto contra mí para que descargue su cabeza sobre mi hombro, no es tonta, sabe que su madre se pone mala de vez en cuando, aún recuerdo aquella vez que llegué y la encontré a lado de Clay, acariciando su pelo, y esta tumbada en el suelo en un charco de vómito. Le doy un beso en la mejilla mientras la llevo de forma que no vea a su madre, y salgo de la habitación.

La señora Swan, una agradable viuda que compró su casa cuando este todavía era un barrio respetable, casada con una militar, se llevó una pensión aceptable cuando su marido murió de un ataque al corazón en acto de servicio (o sea, fumando un puro en las oficinas del gobierno) y se la está gastando de manera razonada. Vive un par de puertas a la izquierda, y alguna vez ya se ha hecho cargo de la niña, a la que le gusta su compañía, de todas formas, no tengo muchas opciones. Puta impotencia.

Tras suplicarle y conseguir que la pobre y adormilada mujer se quede con Ae, vuelvo a toda prisa al apartamento, y tras agarrar la placa y la pistola reglamentarias, cojo a Clay en brazos, y bajo a toda prisa, y agarro el viejo trasto que milagrosamente, aún es capaz de moverse, deposito a mi hermana en el asiento trasero, y a toda hostia arrancando para el Genre Hospital, el de los ricos, donde de verdad hacen algo por ti.

Clay no parecía volver en sí pero al menos Ae se había quedado en buenas manos. El viejo auto vuela con tal velocidad que parece que estuviera nuevo. Si tuviera unas luces correría un poco más o si Grasp se hubiera comunicado con el jefe, seguramente este le habría hecho camino hasta el hospital pero no hay tiempo de eso. Las luces del auto avisan a los otros que está en camino y en una intersección estuvo a nada de chocar con otro auto pero da igual, no es eso lo que importa ahora. A través del retrovisor, Grasp puede ver a su hermana, la imagen parece más la de un cadaver que la de una mujer de la edad de Clay, ella merecería otra vida pero evidentemente no la va a tener. La fiebre sigue alta, se nota por su cara enrojecida y luego de quince largos minutos, al fin el joven policía ve a lo lejos el hospital, quizás el mejor de toda la ciudad si no es que de todo el país.

Había pasado demasiado poco tiempo para dormir o eso parecía al menos. De cualquier manera la luz empezaba a colarse por las ventanas y los remedos de cortinas que éstas tenían. Dentro de todo había sido una buena noche, no habían llamado del hospital para reportar que Clay estuviera peor y Ae dormía en al habitación que solía compartir con su madre o al menos eso parecía, hasta que los pasitos de la pequeña se dejaron escuchar por el departamento, hasta llegar a la puerta de su tío. Llamó en un par de ocasiones pero al no recibir respuesta, abrió y lo vio allí, descansando. Sabía que no debía molestarlo pero esta vez las cosas eran distintas.

Ae era una niña inteligente y no era la primera vez que su madre tenía una crisis pero esta vez ya había pasado demasiado tiempo en el hospital y ella quería verle. Se acercó lentamente a la cama, dejando la puerta abierta, un tenue calor entraba por la ventana y Ae tuvo el deseo de correr y abrir pero todo el mundo sabía que a esas horas, eran peor recibir los rayos así que se olvidó de ello y se sentó en la cama de su tío, al lado, mirándolo a la cara. En realidad se parecía mucho a su madre.

-Grasp...-dijo con una sonrisa temerosa de que él la regañara por despertarle.-¿Tío? Lo siento pero...-se agachó de modo que pudo envolverlo en un abrazo.-Quiero ver a Clay, desde ayer que no sé de ella.

La pequeña Ae se quedó allí, abrazada a su tío como el único ser que le daba un poco de seguridad en la vida; amaba a su madre pero sabía que tarde o temprano la perdería, de una u otra manera, la menos peor era la que estaba viviendo ahora con la mujer en el hospital. Su pequeño corazón sonaba fuerte y rápido, sin duda Grasp podría sentirlo sin hacer el menor esfuerzo.

Llamar cama al maltrecho sofá donde dormía era una utopía, por lo menos desde el punto de vista técnico, pues a pesar de que nunca me había quejado, tal vez por la costumbre, distaba mucho de ganarse tal denominación. Tampoco la ventana podía presumir de ser completa, pues era una pequeña abertura que más que sol, pues ese escaseaba muchísimo por Night City, lo que dejaba pasar era la luz continua que emanaba de los cercanos edificios de enfrente.

Con los ojos cerrados, pero despierto, a veces me imaginaba viviendo en una de esas casas de las afueras, donde todo era artificialmente real, con un par de buenos “trabajitos” es posible que pueda darle algo mejor a mi hermana y mi sobrina. O dejarlas absolutamente solas debido a una bala alojada en mi puta cabeza. Ser policía o ser un ladrón, o ser ambas cosas, tal vez sea imposible escapar del destino, no sé hacer nada más.

Oigo sus pasos acercarse, es lo que tiene tener una casa sin pasillo, todo se oye, aunque lo de no dormir en exceso también influye. Me dejé abrazar por los pequeños y reconfortantes brazos de la pequeña, devolviéndole el abrazo y abriendo los ojos con una sonrisa mientras la alzo para colocarla a horcajadas sobre mi pecho.

¿Levantada tan temprano? la necesitaba, era tan evidente que incluso ella se daría cuenta, cogí sus manos, Tu madre está en el hospital, pero no hay nada de qué preocuparse, está en el mejor de toda la ciudad amplié mi sonrisa para tranquilizarla y aunque el médico que la atendió no era muy simpático, me dijo la enfermera de que era el más listo de todos tiré de la Ae hacia delante para darle un sonoro beso en la mejilla.

Ahora tenemos que desayunar para coger fuerzas, que tengo muchos malos que encerrar en la cárcel me incorporé y levanté a la niña en vilo para dejarla en el suelo, sin dejar de abrazarla luego te llevaré con mi amiga November, que es policía como yo prefería llevarla con ella antes que con la vecina, pues si había algún problema, estaba seguro de que sabría cuidarla mejor, y así evitaría cualquier problema a la amable mujer que durante estos dos últimos días me había servido de tanta ayuda.

Luego, iremos a ver a mamá al hospital, que me ha dicho que echa mucho de menos a su pequeña ¿te parece bien? dije mirándola a sus ojos, crecía demasiado deprisa, más de lo que era justo, y no podía hacer nada por evitarlo. Tenía que sacarla de todo aquello.

Ae lo miró con sus grandes ojos expresivos humedecidos porque no quería ir con ninguna November y menos policía, quería ir a ver a Clay. No es que no le creyera a su tío, lo hacía pero ella tenía ganas de ver a la mujer que le había dado la vida, aún con ocho años, ella ya entendía que probablemente algún día simplemente dejaría de verla por ese maldito vicio que tenía. Ae se levantó luego de abrazar fuertemente a Grasp por segunda vez y sonriéndole, resignada porque se haría lo que su tío decía, le preguntó con las manos en la cintura:

-¿Cómo pagamos a ese antipático doctor, tío?

Pero mientras esperaba la respuesta fue a una silla donde había una pila de ropa y sacó un pequeño vaquero, luego una blusa pero era de Clay así que la volvió a poner allí y buscó otra, esta vez, por suerte, encontró una para ella. Se puso el vaquero por encima del camisón de dormir y luego, dándole la espalda a Grasp que permanecía acostado se puso la blusa y volvió a sentarse a su lado mientras se ajustaba unas viejas zapatillas.

-¿Por qué no me llevas a verla a ella primero?-quizás lograra convencerlo.

Aún estaba sumido en mis pensamientos, cuando recibí el segundo abrazo. Reafirmó aún más si cabe mi convicción, no importaba lo que tuviera que hacer o por encima de quien tuviera que pasar, habías muchas “Ae” en esta ciudad, pero sólo una era la mía.

No te preocupes por eso, una amiga cubre los gastos, me debía un par de favores no era una respuesta muy convincente, pero salvo por lo de amiga, no se alejaba mucho de la realidad. Observé con una sonrisa en los labios como se daba la vuelta para colocarse la blusa, ¡pero si hasta hace nada le he tenido que bañar yo! Me levanté y me coloqué una camiseta más o menos limpia, me esperaba un día bastante ajetreado, no perdí la sonrisa, pues la perspectiva de volver a ver a Ojos Verdes se antojaba cuanto menos interesante.

Fui al extremo de la habitación y pulsé el botón para abrir la empotrada nevera, no había mucho allí donde elegir, pero si algo de leche sintética, que saqué acompañada de copos de avena. Con dos tazas añadidas a la comida me senté en la estrecha mesa y puse una frente a mí para la niña.

Lo primero es comer algo, y, después iremos con November, y no te quejes que te estás librando de ir al cole durante estos días no había ningún reproche en mis palabras, más bien complicidad, un intento de tranquilizarla, de quitarle importancia a una situación demasiado habitual.

Y luego iremos a ver a Clay al hospital, te lo prometo encendí el televisor con una palabra y puse un canal infantil para ella mientras hablé con November por teléfono, confirmando que podía encargarse de ella.

Venga Ae, date prisa en terminar que tenemos que irnos dije mientras terminaba de coger mis cosas.

La pequeña familia de dos en ese momento, tomó un rápido desayuno y pronto estuvieron listos para salir. Aunque iban a tener que caminar un poco pues el auto seguía estando donde Zoe y al parecer era demasiado temprano para que ella apareciese por allí. El día estaba nublado como todos últimamente pero de a ratos se podía sentir el sol, eso sí, hacía frío así que Ae iba bien abrigada y en completo silencio.

Además, no es que hubiera mucho de qué hablar. Ae presentía que las cosas no andaban bien pero no tenía ánimos para preguntar a su tío cosas que quizás no entendería; si tenía algo que decirle, ya lo haría o al menos eso pensaba su espiritu infantil que en esos momentos pateaba la calle mientras una de las agujetas de sus zapatillas se había desatado.

La pequeña se agachó a atarse cuando ya habían caminado bastante y no quería caminar más pero sólo faltaban algunas calles así que Winter no se detuvo y prosiguió, sin duda el lugar donde vivía November era dos líneas mejor que el lugar donde vivían ellos. Al fin llegaron, rodeando un complejo de departamentos, hechos por la policía para policías aplicados, si Winter se aplicaba, podría tener uno de esos, además la seguridad allí era mucho mejor que en otros lados y había camaras de video por todas partes. Al fin se pararon frente a la puerta de November, el 217 de Habot.

Joder … murmuré conteniendo la retahíla de tacos que iba a soltar a continuación, había olvidado que el coche lo tenía Zoe, y no me apetecía mucho ir andando con la pequeña por la calle, pero no tenía muchas opciones. Le di la mano y emprendimos silenciosos el camino, iba perdido en las posibilidades y los métodos de actuación que llevaría a cabo en el poco elaborado plan que había expuesto la noche anterior, sin demasiados adelantos.

Aquel lugar no estaba mal, siempre y cuando no tuvieras que pagar ciertos “gastos extras”, pues entonces ya no te quedaría ni para comer. Llamé la atención de Ae sobre las cámaras y ambos saludamos con la mano con una sonrisa, un pequeño juego, una pequeña estupidez que añoras cuando ella no está.

Subimos por el ascensor, e inevitablemente mis pensamientos se centran en November, en el tiempo que estuvimos juntos, en lo que pudo ser y no fue, no es que lo lamente, pues mi amistad con ella se ha hecho fuerte, pero siempre queda ese regusto amargo del algo que no salió todo lo bien que esperábamos.

Llamo a la puerta, pero no al timbre, sino tres golpes rápidos, una especia de identificación, no por el peligro que podamos correr, creo que más bien se trata de complicidad.

Había sido una larga noche y sin embargo, a media madrugada, para cuando llegué a casa me había sido imposible dormir así que a pesar de que tenía el día libre, decidí salir de la cama y darme una ducha. El agua cayendo por mi cuerpo me devolvió a la realidad, la verdad es que ese maldito trabajo me estaba matando pero para otra cosa no servía y no quería terminar como el resto de mis amigas, abriendo las piernas por unos cuantos dolares, un asco a decir verdad, en especial porque eso de la sumisión no iba demasiado conmigo. Salí de la ducha chorreando agua, en otro tiempo lo habría evitado pero desde que había muerto mi madre, ya daba igual pues ella era la única que se quejaba de esas cosas.

Mientras me vestía vi el pequeño departamento con atención, cosa que no hacía nunca. Me metí el vaquero y luego me puse una camiseta blanca, me evité buscar sandalias, me gustaba andar así por casa. Lo cierto es que mi casa parecía pequeña cuando mi madre aún vivía pero ahora que ella no estaba, parecía enorme. Era demasiado triste o quizás yo era demasiado triste. Por un momento pensé en mudarme, cambiar de aires y luego sonreí incredula.

-Como si eso se pudiera...

Fui hasta la cocina y saqué un poco de leche sintética de la heladera y también cereal pero pronto me di cuenta que no me apetecía; habría tomado algo de licor si es que no fuera un problema que no había nada en mi estómago, mejor encendí un cigarrillo y me tumbé en el sillón de la sala, mirando el humo escaparse por la ventana. No encendí el televisor, ni puse música, simplemente quería estar sola con mis propios miedos, deseos y sueños. Cerré los ojos unos instantes y de pronto llamaron a la puerta, si, llamaron y la única persona que podía hacer eso era Grasp y yo casi lo había olvidado.

Me puse en pie yendo lentamente para la puerta, quizás si no hubiera estado en la ducha, lo habría visto gracias a las camaras pero no lo vi y no estaba segura de lo que sentiría al verlo; era verdad que luego de lo sucedido entre nosotros, habíamos decidido ser amigos y lo habíamos conseguido, era una amistad más bien bastante fuerte y aunque nos veíamos poco, estaba agradecida por ello. Pasar mucho tiempo al lado de Winter era peligroso. Tomé el arma que descansaba justo en la mesita del al lado y abrí la puerta con una mano mientras con la otra le apuntaba desde dentro.

-Mejor que no seas un holograma y que no intentes nada raro-dije con el rostro serio pero apenas conteniendo la risa y guiñándole un ojo a la pequeña Ae.

Tenía la sonrisa en la boca ya desde antes de que la puerta se abriera, echaba de menos a aquella mujer, circunstancias laborales nos había separado, ella se había inclinado más por la informática y la oficina, a pesar de que había sido una excelente agente el tiempo que estuvo en la calle. Pero dentro de una habitación rodeada de polis era mucho menos probable que te volaran la cabeza. Si pudiera, yo habría hecho lo mismo.

Miré primero sus ojos, luego el cañón de su arma, y luego nuevamente sus ojos, tenían el mismo color y el mismo peligro Supongo que darle un beso a la poli más guapa de todo Night City no debe considerarse como algo raro me acerqué a ella y sin pensarlo demasiado rodeé su cintura con mi brazo izquierdo y atraje hacia mí su rostro, depositando un sonoro beso en su mejilla así ya estás segura de que no soy un holograma dije mientras con la otra mano tiré suavemente de Ae para que entrara en el apartamento.

Me alegro de verte, hace demasiado tiempo que no nos veíamos tres meses más o menos, desde que decidí que mi compañía no la haría demasiado bien. Y ahora regresaba para pedirle que cuidara a lo que más quería, pero no podía confiar en nadie más, November era la única amiga que me quedaba a la que no le debía dinero, pero también era la única que conocía la verdadera existencia de Clay y Ae.

Ae, te presento a November dije separándome de ambas para que quedaran una frente a la otra, November, esta mujercita es Ae le debía como mínimo una explicación, pero no podía dársela con la pequeña delante, era un truco sucio, pero sólo faltaría que la implicara a ella, aunque estaba seguro de que, de alguna retorcida manera, ya lo había ello.

No estaba feliz, era verdad, porque ella quería ver a Clay pero el lugar a donde la había llevado su tío no era feo, ni desagradable como fue capaz de pensar antes de llegar, como haría cualquier niño en realidad; entró justo cuando su tío besaba efusivamente a su amiga y sonrió, pocas veces lo veía cariñoso con alguien más que no fueran ellas, su familia. Cuando las presentó, estiró la mano hacia la larga morena y le sonrió.

-Hola November, prometo no darte mucha lata-la sonrisa de Ae volvió a aparecer.-Dice Grasp que si me porto bien, me llevará a ver a Clay.

Soltó la mano de November y las puso detrás suyo mirando a su tío.

Nunca había estado con niños y no era que saltara en una pata por tener uno pero Ae me cayó bien de entrada, sujetar su manita fue un shock de realidad, a saber las cosas que estaban pasando por esa cabecita.

-No te preocupes, Ae, no me darás mucha guerra y si lo haces...-le guiñé un ojo,- se lo ocultaremos a tu tío. Ven, ponte comoda y ve un rato la tv. Dan un excelente maratón de dibujitos antiguos... No me mires así, lo sé porque... Ja ja, en realidad me encantan.

La llevé hasta el sofá y encendí el televisor pasándolo rápidamente al canal de los dibujitos pues estaba en las noticias. Y luego caminé de vuelta a donde estaba Winter.

-Sé que tienes tiempo para un café conmigo-lo tomé del brazo llevándolo conmigo.-Cualquier cosa estaremos en la cocina, Ae.

La chiquilla sonrió y me llevé a Winter a la cocina, mientras me sentaba sobre la mesada.

-Ya sabes dónde están las cosas para preparar un buen café y mientras lo haces, ve contándome qué está pasando, Grasp, porque no vas a salir de aquí sin que me enteres de lo que pasa.

Sonreí despacio, observando la escena entre Ae y November, siempre había pensado que ella tenía buena mano con los críos, por mucho que se riera y dijera que sería una madre horrible. Estaba realmente guapa, no había perdido ni un ápice de su atractivo, traté de no imaginar que hubiera pasado si las circunstancias fueran otras, si yo fuera incapaz de ofrecerle lo que ella buscaba. Tonterías, era mi amiga, y la quería mucho, no había nada más.

La acompañé a “la cocina”, cuya separación del salón era la clásica y práctica barra americana, la rodeé y pulse un par de botones para conseguir los ingredientes que coloqué en la cafetera, Eso de buen café es una utopía y lo sabes la miré con una media sonrisa, el sonido de la tele ahogaba nuestra conversación, pensé en contarle muchas cosas, tenía mil opciones para convencerla, y mil excusas creíbles.

Mi hermana está en el hospital, en el Belmont, dicen que saldrá de esta, pero no saben si tendrán secuelas me había puesto serio y me fijaba en sus oscuros ojos, no iba a mentirle, y yo tengo que pagar la factura del médico me acerqué un poco más a ella, y cogí su mano, de manera inconsciente, es una cuenta cara y peligrosa, no tengo con quien dejarla la cafetera interrumpió mis palabras con un pitido, odiaba mendigar, odiaba tener que pedir cosas, pero sólo era una niña.

En mi taquilla de la comisaría hay dinero, sólo te pido que te encargues de ella hasta que Clay salga del hospital aunque esperaba regresar, ansiaba salir bien parado como en otras ocasiones, la suerte nunca es eterna. La solté y saqué dos tazas en las que vertí la bebida.

Siento meterte en esta mierda

Escuché con atención a Winter, jodida debía estar la cosa para que él tuviera que dejar a Ae conmigo o con cualquiera. Mi mirada estaba clavada en la suya y creía conocerle bien, había mucho más en esto pero no quería decírmelo y debía haber alguna razón para ello. Lo dejé que terminara con el café y entonces lanzó aquella frase, salté del desayunador y me paré frente a él con aire de disgusto.

-Creo que nos conocemos lo suficiente para que no tengamos que lamentar nada. Las cosas son así y si yo puedo ayudar ahora, ayudo-iba a tomar su mano pero me arrepentí, demasiadas cosas habían pasado y el que ahora fueramos amigos era lo mejor que podía pasar.-Supongo que si tú tuvieras que ayudarme a mí, lo harías y yo no lamentaría mucho meterte en la mierda...

Sonreí y tomé la taza de café.

-Necesito saber de quién tengo que cuidar a Ae y mejor que no te pase nada porque no pienso tocar tus cosas en la comisaría, seríamos la comidilla de todo el cuerpo-bromeé, aunque sabía que no era algo con lo que bromear.-Ae va a estar bien pero tienes que darme todos los datos y sobre todo, tienes que vivir porque no nací para cuidar niños y lo que es tu hermana... Lo siento pero no confiaría en ella.

Estaba pensando que lo mejor era no salir de allí, tomé un trago al café y me volví a sentar sobre el desayunador, le di la espalda unos segundos a Grasp y cogí mi móvil para llamar a la oficina. Enseguida me comunicaron con mi jefe y le mentí tranquilamente, a veces una tenía que hacer esas cosas. Me reporté enferma y pedí una licencia de 4 días; ya encontraría la manera de que un amigo médico me diera una constancia pero el jefe creía en mí.

-Tienes cuatro días para volver por tu sobrina, si no lo haces: me casaré con mi novio delincuente con mucha plata, la adoptaré, nos iremos muy lejos y no la volverás a ver- estaba seria, muy seria aunque fuera mentira, porque quería que él volviera, no soportaría perderlo una vez más, al menos de esa manera.

Asentí a sus frases, una tras otra, pues llevaba razón en todas y cada una de ellas, yo haría lo mismo por ella, y yo tampoco me fio de mi hermana, ahora mismo no, bueno, más bien desde hace algunos años. Le devolví la sonrisa, pues la suya era realmente contagiosa, me alegraba que aún pudiera sonreís con la facilidad de siempre, siempre había parecido otra persona cuando lo hacía.

La dejé hacer mientras hablaba por teléfono, bebiendo pequeños sorbos de mi taza mientras alternaba la mirada entre ella y mi sobrina, que parecía tranquila, y eso estaba bien, significaba que no le disgustaba este lugar. Las palabras de November me hicieron regresar definitivamente a ella, y me costó mantenerme serio al mirarla a ella tan formal Si tuvieras un novio con mucho dinero, ya te habrías casado con él hace tiempo y marchado de este lugar sonreí una vez más, agachando la cabeza para volver a alzarla mientras mi mano buscaba la parte trasera de mi cuello.

Ehm, necesito una semana, ando metido en algo con Mcmord y su hija, una tal Kylie Wishman, y la movida del asunto será el viernes que viene, pero tengo que preparar las cosas tenía que abusar de ella un poco más, quizás no me estaba portando justamente, pero Ae era lo más importante.

Vendré a verla siempre que pueda durante este tiempo, y tú no deberías tener problemas, pero nunca se sabe, y si necesitas cualquier cosa, sabes cómo localizarme me acerqué a ella y deposite un sonoro beso en su mejilla Eres la mejor le dije con mi mejor tono de peloteo, pero me estaba salvando el culo, no sabía hasta que punto, no había un plan B para Ae si hubiera fallado el de November.