Partida Rol por web

De otro de los edificios, está vez del lado contrario, se volvió a escuchar un ruido. Está vez un golpe seco.

Intento buscar algo en el maletín que pueda ayudar a despertarnos... pero en vista de los recientes ruidos me decanto por algo más rápido.

- Luc, hay tres sitios más dolorosos que ese. La intersección de la nariz con la frente - Digo golpeando ligeramente en el punto nombrado mientras esbozo una sonrisa por la clase que le voy a dar y que, quizas le sea útil en otro momento- el roce del puño con fuerza contra el esternón y ... esto.

Me acerco más a Stevenson y le pellizco con toda la fuerza posible los pezones. El punto más doloroso del cuerpo humano, tanto en el hombre como en la mujer. La mítica tontería con la que todos los estudiantes de medicina de primer año bromean para romper el hielo en cuanto se les dice, pero en este caso esperaba que fuera más efectiva que en el flirteo.

- En cuanto a ella - Digo señalándola con la cabeza -  creo que resultará casi imposible despertarla aunque fuera con este método. La hemos sedado como si fuera a operarse del corazón...

Ruidos... malditos ruidos... ¡Pero si no hay nadie! Sólo quieren volverme loco, los muy cabrones... deben haber visto muchas películas de terror para, estando tan desequilibrados, mantenerse escondiditos hasta habernos acojonado lo suficiente... cabrones...

Pendergast no hace nada. Nada de nada. Vamos; como si tuviera un cuchillo amenazando su garganta. O su escroto. O la... intersección de la nariz con la frente. O... ¡No, no, mis pezones no!

Vale...lo de los pezones también me lo conozco yo...recibí cierto...entrenamiento en Quantico...solo que podríamos discutir acerca de que punto es mas doloroso... Desde luego a mi me dolió mas el otro. Pero no se lo pienso decir.

Un segundo ruido al otro lado de la calle. Si el que tiro el brazo no anda por ahí, desde luego el ruido que hicimos al estrellarnos no ayudo demasiado.

- ¿Se despierta Tracy? Porque sino lo que podríamos es quitarle del asiento del conductor, pasarle atrás con la muchacha, y conducir uno de nosotros. No me parece muy prudente seguir aquí parados.

Un grito ahogado se escucho en otro edificio. El grito parecía lejano, pero sin embargo todos pudieron escucharlo perfectamente. A partir de entonces los ruidos comenzaron a ser más frecuentes y, peligrosamente, cercanos.

Mientras tanto Stevenson seguía incosciente, y la muchacha sedada.

Pendergast se queda aún más quieto. Si está totalmente quieto, tal vez ni se fijen en él. Los ruidos son más cercanos, y el está más quieto.

Sus ojos se pierden en el principio de la calle. Se siente bastante mal. Tiene un resaborcillo en la lengua...

Está tan quieto que casi ni respira. Parece, por alguna razón, a punto de estallar.

Pero no estalla. Y no estalla.

Sin quererlo, su pie derecho se desplaza mínimamente, y por inercia queda a punto de dar un paso. Por un instante parece querer contenerlo, pero cambia de opinión. Ya que se ha movido un poquillo, tendrá que acabar de moverse. Termina el paso fijando sus ojos en él, como si hubiera algo en juego en su movimiento. Respira aliviado cuando comprueba que todo ha salido bien, y mira bruscamente a su alrededor, ya sin sentir miedo.

Se frota las mangas de su chaqueta, y se mueve un poco más, en un pequeño círculo.

Já! -Celebra su triunfo. Nos vamos, ¿no?

Regresa al coche y se sienta de nuevo. Bueno, ya estoy loco. ¿Y ahora qué?

Me acerco al primero a comprobar si esta abierto. Si no lo esta, rompo la ventanilla del pasajero de atrás y abro la puerta...previo control de que no haya dentro nadie.

Comprobad si el coche de el agente aun anda...aunque el humo saliendo del motor no es buena señal. Mas que nada lo digo por darles algo que hacer.

Lucas llega hasta un turismo grande, ya que considera que es lo mejor que puede servirles, no hay ningún coche más grande, ni furgonetas ni camiones. Prueba del tirador de la puerta pero no se abre, tiene que golpear con la culata del arma el cristal para poder levantar el pestillo y abrirlo.

En ese mismo instante un grito se escucha más cerca, todos vuelven la cara y ven a una mujer con la cara llena de sangre y los ropajes sucios y rotos. La mujer corre hacía la doctora Grant, ya que es la más cercana a ella, lo hace gritando como una loca, con su mirada totalmente inexpresiva y echando espuma por la boca, los brazos extendidos hacía alante.

Asustada corro hacia donde se encuentra Luc intentando huir de esa mujer. 
¿Pararme y disparar? En movimiento no le daría seguro... si corro ellos podrán acertar con mayor puntería... - Pienso con rapidez.

Así que, me bajo rápidamente y corro hacia Luc.

¡Corred! - Les grito a los demás con el pánico en mi voz.

-Mierda.- Apunto a la cabeza de la tia sangrante y disparo una rafaga de tres balas *Trrrrrrrrrr* Un fogonazo se enciende en el cañón del fúsil, y los tres casquillos salen revoloteando hacia el suelo, tintineando....

Los tres disparos impactaron en el cuerpo de la mujer que se fue de espaldas al suelo y se quedó inmovil allí. Sangraba y su gesto animal desapareció para que su rostro se convirtiera en uno más humano. Parecía una persona completamente normal.

Escucharon otro grito a sus espaldas, esta vez era un hombre el que les atacaba.

Instintivamente alzo el arma hacia el hombre, disparando casi sin pensar. Y aguanto la respiración al ver que acierto.

¡Ah, sí! -Pendergast hasta se había olvidado de ese humillo del coche. Coge su arma. ¡Pesa más de lo que imaginaba! El peso de la muerte. Qué bien quedaba. Con la incipiente locura, Johan se estaba convirtiendo en un auténtico poeta.

Trató de apretar el gatillo, pero se acordó de repente de que ni siquiera había apuntado. De hecho, su arma miraba al asfalto con ese único ojo oscuro.

Se puso en una posición en la que pudiera disparar, y se dio cuenta entonces de que si era esa loca a quien apuntara con tiros no iba a conseguir nada él; un auténtico patán en esos ejercicios. Mejor volver al coche; al nuevo coche. Cogió su portátil -siempre podría ser útil- y lo trasladá a la puerta. Vaya, cerrada. Disparó al cristal. Sí, a eso si que podía acertar. ¡Sí!

Se metió dentro por la ventanilla -una imagen un tanto ridícula, pero por suerte sus compañeros estaban distraidos- y abrió la otra puerta. Perfecto, tampoco tenía la llave puesta. Mira que... ¿Alguien sabe piratear éstos trastos?

Limpió su asiento de cristales, y se sentó.

Todo sucede con gran velocidad y caos, como acostumbran a ocurrir en estas situaciones. Por fortuna todo sale bien y la atacante cae al suelo abatida por los disparos de el compañero.

Aun estoy pensando en como poner en marcha el turismo que he elegido, cuando el periodista dispara contra la ventanilla y repta a su interior. Aprieto los dientes y no digo nada por el momento.

Miro en los sitios habituales donde la gente suele guardar las copias de las llaves. (bajo la alfombrilla, en el cajón del salpicadero...etc)

Ainhoa consiguió alcanzar la pierna de aquel tipo que se fue irremediablemente al suelo y como si no sintiera dolor se intentó incorporar de nuevo.

Kerenksy continuaba buscando las llaves del vehiculo sin éxito y nuevos infectados salieron de los edificios rodeandoles por todos lados, les superaban en número y no parecían querer detenerse.