Partida Rol por web

Las ordenes que habían asignado a Frank eran bien claras, ni si quiera le dieron ninguna explicación de por que debía hacerlo ni de como tenía que hacerlo. Se entendía que lo primero era competencia de los altos mandos y que lo segundo era su propia competencia.

Teniente Stevenson, estará a las ordenes de un pelotón de soldados preparados para cualquier eventualidad en terreno hostil. Iran con escaneres virales por la ciudad de Nueva York analizando a todo individuo que encuentren y considere necesario.

Tienen que eliminar a todo infectado por el virus, independientemente del estado en que la enfermedad le afecte. Ya sea en estado de incubación, con pupilas rojas y sintomas febriles o en el estado denominado agresivo.

Así mismo tendrá que dar instrucciones a la población no afectada para que se resguarden en sus casas y así eviten el contagio y faciliten el trabajo para las tropas.

Una epidemia desconocida en Nueva York. La situación era tan excitante como peligrosa. Frank no lo dudó ni un momento.

-¡A sus órdenes, señor! Eliminar a los infectados en ambos estados de incubación. Obligar a los civiles sanos a tomar precauciones y quedarse en sus casas ¿Cuáles son los protocolos de actuación en caso de que los civiles opongan resistencia, señor?

El protocolo normal de actuación con civiles en territorio hostil. Respondió aquel hombre. Teniente, usted ha estado en el Golfo. No me cabe duda de que sabra manejarse con civiles en este tipo de situaciones. Solo le pido que evite bajas de civiles no contaminados.

La mirada del superior parecia querer indicar que si alguien se resistía podría contraer el virus a base de firma de boligrado en el informe sobre bajas.

¡De acuerdo, señor, entendido! ¿Cuando conocerè a mi equipo y cuándo salimos hacia Nueva York?

Los grupos nuevos siempre le encantaban a Frank. Normalmente había uno o dos soldados que siempre intentaban pasarse de listos hasta que se topaban con él. Hippies, chicanos de esta nueva generación a los que el ejército les pagaba la universidad si mataban por los Estados Unidos. Esperaba que no le tocase ninguno de esos.

Pues si saben lo que les conviene estaran esperandole en el helicóptero que les trasladara hasta Nueva York. El sargento Ellis será su segundo en esta operación.

Cuándo Stevenson fue al helipuerto un grupo de 6 hombres estaban ya preparados para marchar, saludaron al teniente en cuánto llegó y permanecieron firmes hasta que este les devolvió el saludo.

El sargento Ellis se presentó y le dijo que ocuparía el asiento de copiloto. Ellis era un hombre aforamericano de un metro noventa de altura, extremadamente atlético y de espaldas anchas.

El helicóptero despegó y comenzó su viaje hacía la ciudad de Nueva York. Una hora y media después estaban llegando.

Desde el cielo la ciudad parecía totalmente calmada. El aparato descendió sobre el Central Park y salieron rapidamente alejandose del perimetro del helicóptero para que este volviera a despegar.

-¡Bien, muchachos, mantened los ojos bien abiertos! Esto parece desierto, pero seguro que no es así. Ya sabéis cuáles son los objetivos. Eliminación de infectados y control de masas. No quiero errores. Sargento, tome dos hombres y explore el perímetro. Si hay problemas dispare primero y pregunte después. Los demás manteneos juntos.

Compruebo mis armas. Seguramente tendremos fusiles de asalto M-16. Miro a mi alrededor a ver cómo está la situación.

El sargento reaccionó rapidamente.

A sus ordenes teniente.

Se volvió hacía dos de los hombres que había allí.

Gómez, Smith. Venid comingo.

Con los M-16 entre los brazos, y el dedo en el gatillo, los tres hombres salieron corriendo y se alejaron por el parque. Si no fuera por los rascacielos hubieran jurado estar en Irak.

El resto del grupo permaneció junto al teniente, esperando sus instrucciones.

Esperamos por el informe del sargento, mientras observo a mi alrededor a ver cómo está la situación: si el parque parece abandonado desde hace mucho, si hay cadáveres, restos, si los edificios que veo están bien o deteriorados, esas cosas.

El parque parecía tranquilo, no había cadaveres ni restos de violencia, parecía una tarde de domingo normal, si no es por que no había nadie, a diferencia de lo que ese parque suele ser. Gente corriendo, haciendo deporte, gente leyendo libros en el cesped...

Los edificios también tenían buen aspecto. Parecía que simplemente toda la gente de la ciudad se hubiera ido, abandonando el sitio. Pero aquella tranquilidad duró poco. De pronto escucharon el inconfundible sonido al que estaban aconstumbrados. El sonido de los M16.

-¡El sargento tiene problemas! -digo a voz en grito- ¡Conmigo. Vamos a ayudarles! ¡Recordad: disparos limpios, nada de tirar al bulto! ¡A ser posible quiero impactos en la cabeza! ¡Vamos, vamos, vamos, moveos joder!

Con mi arma lista y encabezando a mis muchachos, corro hacia donde se escuchan los disparos.

Todo el pelotón salió corriendo tras el teniente, con las armas apuntó y preparados para ver lo peor. Localizaron al sargento y sus hombres rapidamente, pero los disparos ya cesaban cuando llegaron a su posición. Pudieron ver como un grupo de gente se alejaba entre las calles de los edificios cercanos.

Otros hombres yacían tumbados en el suelo, sangrando. Eran los hombres que el sargento Ellis y sus hombres habían abatido y así tumbados e inertes parecían personas normales y corrientes, asesinados en pleno centro de Manhattan.

Llego hasta el sargento y compruebo que nadie haya resultado herido.

-¡Sargento! ¡Informe!

El sargento Ellis aún estaba con el corazón en el puño y el arma echando humo cuando apareció el teniente.

Vimos a ese grupo de hombres y les dijimos que se fueran de pronto se volvieron hacía nosotros y tuvimos que disparar... Joder que susto me han dado... No hemos dejado que se acercaran a 10 metros, pero ese hijo de puta me ha dado un susto de muerte. Dijo señalando a uno que estaba tumbado apenas a tres metros del sargento.

-Buen trabajo, sargento. Esta es la clase de misión a la que nos han enviado ¿Ha visto por dónde huían? Hay que seguirles y cazarles a todos. Aunque tampoco hemos de ser tan tontos como para caer en una emboscada.

Ya está. Se han abierto las puertas del infierno. Estamos por fin sobre el terreno y mis ganas de entrar en combate aumentan a cada segundo. Olvido que son americanos. Olvido que una vez tuvieron familia y rieron y disfrutaron yendo al cine, al estadio a ver beisbol o viendo la televisión. Ahora son objetivos. Enemigos letales que había que eliminar.

Fueron por aquella zona, teniente. Dijo señalando una de las calles que tenían en frente.

¿Les seguimos?

-Por supuesto, sargento. Para eso hemos venido, para eliminar a los infectados -después me dirijo a todo el grupo-. Bien chicos, vamos de caza. Avancemos en formacion en círculo. Separación de cinco metros entre nosotros. Vigilad los callejones, no quiero que nos rodeen. Disparad a las cabezas, intentad un tiro limpio ¡Venga. A moverse!

Avanzaron rapidamente un par de calles hasta llegar al cruce con la 57, habían perdido el rastro y en aquella calle ancha no encontraron signos de que nadie estuviera cerca. La ciudad parecía fantasma.

La ciudad me daba escalofríos. Nueva York era una de las urbes con más habitantes del mundo y sin embargo ahora parecía un viejo pueblo sacado de una película del oeste. Casi esperaba que en una esquina apareciera una de esas plantas rodadoras entre el viento. Levantando un brazo, ordenó un alto.

-Muchachos, necesitamos un vehículo que funcione. A ser posible una camioneta descapotable. Os quiero en grupos de tres buscando coches que se puedan puentear. Si tenemos que caminar, esto puede ser eterno. No os perdáis de vista los unos a los otros.

Mientras los chicos están ocupados, hago señas al sargento para que se acerque.

-Ellis ¿Usted qué opina? Esto parece una jodida ciudad fantasma. Y sin embargo, están por aquí. Puedo sentirles...